La palabra patrimonio proviene del latín. Hacía referencia a los bienes hereditarios que pasaban de padres a hijos. Tenía por tanto, una connotación de ámbito familiar. Actualmente, al hablar de patrimonio, a parte de mantener su sentido inicial, hace también referencia a los objetos tangibles y a los conocimientos que hemos heredado de nuestro pasado y que, una vez utilizados, admirados, tocados, recompuestos, etc. Se dejarán al futuro.
Así, se considera el patrimonio como el conjunto de bienes culturales, materiales e inmateriales, que sin límite de tiempo ni lugar, han sido heredados de los antecesores y se han reunido y conservado con el objeto de ser transmitidos a las generaciones futuras.
El patrimonio se convierte, de este modo, en un bien público cuya conservación ha de estar asegurada por los poderes públicos. Según Desvallées, el término francés "patrimonie" se distingue de "heritage" (herencia) en el que el primero expresa un concepto más amplio al incluir no solamente los bienes heredados sino también los aportados por cada generación. Sin embargo, este mismo concepto de patrimonio es equivalente del término inglés "heritage". Podría decirse, por tanto, que es a partir de la noción de patrimonio personal y familiar, cuando dicho concepto se extiende al patrimonio colectivo durante la Revolución Francesa, dando origen al patrimonio de la nación, que en un principio estaba formado casi exclusivamente por los bienes y propiedades vinculadas a la figura del monarca, y que llegó a convertirse en sinónimo de bien público a partir del momento en que se nacionalizan los bienes del clero y de los emigrados. Va apareciendo, así, un sentimiento colectivo en el que, por patrimonio nacional, se entiende cualquier bien que exista y pueda ser considerado propiedad de la colectividad.
Si en el ámbito individual la noción de patrimonio como herencia parece clara, en el ámbito colectivo no lo es tanto, sobre todo si lo contemplamos desde la perspectiva de sociedad moderna. De todas maneras, es cierto que se acepta e incluso se disfruta la idea de la necesaria existencia de un patrimonio colectivo. Es evidente que si existe una herencia individual debe existir también una herencia colectiva. Más allá de definiciones y discusiones terminológicas, hoy en día existe una idea generalizada que el patrimonio es una construcción cultural y como tal está sujeta a cambios en función de las circunstancias históricas y sociales.
La sociedad moderna ha elaborado su propia versión del patrimonio colectivo, incluyendo bienes culturales y de la naturaleza, y presuponiendo la existencia de un patrimonio de toda la humanidad. Un ejemplo claro y evidente de lo antes planteado, se puede encontrar en la Antártica, espacio / territorio reclamado en los foros internacionales, por su singularidad y valor, como un patrimonio de toda la humanidad. A pesar de esta reclamación global, su reconocimiento como tal no está asegurado por todo el mundo.
De la misma manera, también se contempla con ilusión cómo el legado de las civilizaciones antiguas es reconocido como un bien superior para la humanidad y es protegido por las instituciones nacionales e internacionales en beneficio del enriquecimiento cultural de todos los pueblos. Así, se reconoce de forma universal que existen bienes especialmente apreciados que son resultado de una herencia colectiva y que en justicia se merecen por igual todos los seres humanos. Por lo tanto, igual que se reconoce un patrimonio común natural irrenunciable, también existe un patrimonio común de carácter cultural, un legado de las civilizaciones, irrenunciable.
Patrimonio cultural
El patrimonio histórico – cultural representa el atractivo fundamental para el denominado turismo cultural o de ciudad. Su empleo con fines turísticos se realiza principalmente en espacios urbanizados. Por ello, son consideradas las formas menos generadoras de conflictos referentes a la ocupación del espacio.
El uso con fines turísticos del patrimonio histórico – cultural, a juicio de los expertos, dista mucho de estar agotado. Las variantes actuales (congresos, ferias, fiestas y otros eventos) no representan un aprovechamiento intensivo de tales recursos.
No obstante, esta demanda crece en la actualidad con mayor rapidez que la de sol y playa.
Para aprovechar este patrimonio con garantías de éxito y continuidad debe acometerse seriamente un plan de rehabilitación, protección y conservación arquitectónica y artística del mismo. Igualmente y como parte de dicho plan, es necesario contemplar las acciones orientadas al diseño de productos turísticos que se integren tales atractivos; así como, propiciar el mejoramiento de los servicios y ampliar la dotación de instalaciones vinculadas a la actividad turística que se desarrolla en esos centros.
El concepto de patrimonio cultural es muy extenso e incluye tanto bienes materiales como inmateriales. La herencia cultural o patrimonio cultural da cabida a múltiples facetas y realidades de nuestro pasado y presente; la literatura, el arte, los monumentos, la arquitectura, la música, las costumbres, la gastronomía, las leyendas, etc.
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