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El Derecho Griego


Partes: 1, 2

    1. Egeos y Dorios; el peligro persa
    2. Atenas vs. Esparta
    3. Los macedonios, Alejandro Magno y el Helenismo
    4. El Derecho griego
    5. Atenas
    6. La filosofía Política y jurídica de Grecia
    7. El derecho privado positivo de Grecia

    Egeos y dorios; el peligro persa

    En un rinconcito del mundo antiguo, y sólo durante algunas generaciones, Grecia presentó tal explosión de energías culturales que aún en la época actual se le considera como la fuente de muchos elementos necesarios dentro de nuestro equipaje espiritual.

    Las excavaciones de Schlieman (Troya) y de Sir Arthur Evans (Creta) nos han dado a conocer, con bastante detalle, la prehistoria de esta parte del mundo. Durante el segundo milenio precristiano, los egeos (arios) invadieron Grecia desde el norte. En la zona costera encontraron la evolucionada cultura de Creta que, por lo pronto, logró conservar su independencia gracias a su insularidad, hasta que los egeos hubieran aprendido lo suficiente de ella como para dedicarse a cruzar el mar y destrozar su preceptor, alrededor de 1425 a.C.

    Aproximadamente en 1200, una nueva invasión aria perturbaba el oriente del Mediterráneo: la de los dorios, que causó terribles destrucciones en Grecia, y motivó el éxodo de muchos griegos hacia el Asia Menor. Durante los próximos siglos, Grecia está lamiendo sus heridas, pero se niega a sacar la consecuencia evidente de su derrota: la  necesidad de unificarse: sigue siendo un conjunto de poleis. Sin embargo, en su mejor expresión, esta forma política asegura el desarrollo del individuo mediante una activa participación en las tareas colectivas, por la constante discusión política entre los ciudadanos, así como por los frecuentes cambios de funcionarios. Alrededor de 800 a.C., las ciudades griegas comenzaron su expansión comercial marítima, al estilo de los cretenses o de los fenicios. Ayudaba, al respecto, el hecho de que la invasión dórica había creado centros de griegos refugiados en Asia Menor, de modo que pronto aparecen en todas las riberas del Mediterráneo, colonias de la Magna Grecia. La prosperidad, traída por el comercio, y el efecto educativo de la polis, fomentaban una cultura floreciente a partir, del siglo VI a.C.: sobreviene en Grecia una avalancha de discusiones estimulantes acerca de toda clase de temas políticos, filosóficos y matemáticos.

    Los persas lograron destrozar la cultura griega en Asia Menor, pero la península griega supo conservar su independencia (Maratón, 490 a.C. y la batalla naval decisiva de Salamina, 480 a.C.)

    Atenas vs. Esparta

    Dentro del mundo griego hubo constante tensión entre Esparta (centro de cultura dórica con infiltraciones iónicas desde Asia Menor, comunidad no comercial, socialista, militarista, agrícola y xenófoba) y Atenas (libre del impacto dórico, comunidad comercial y cosmopolita). Bajo la presión mesoclasista sobre todo por parte de los comerciantes prósperos, Atenas se convirtió de una aristocracia rural, con un rey elegido, en una democracia. Sin embargo, no siempre se logró conservar esta democracia libre de la influencia de "Don dinero" o de la presión emocional de las grandes masas.

    Desde 480 a.C., encontramos las dos generaciones culminantes de la cultura griega, con el florecimiento de la arquitectura, escultura (Fidias), del teatro (Esquilo, Sófocles, Eurípides), de la historiografía y de la filosofía. Esta época es también la de los grandes políticos como Pericles. La prosperidad de Atenas provocó los celos de varias otras ciudades y, desde lejos, la siniestra Esparta estuvo siempre esperando el momento favorable para aliarse con los competidores comerciales de Atenas, contra ésta. Así se desencadenó al fin, la Guerra del Peloponeso (431 – 404), cuyos desastrosos efectos se agravaron a causa de una epidemia. Por último, Atenas fue derrotada (404), más no destrozada, La frustración y amargura de Atenas se manifestaron en episodios tristemente célebres, como el de la muerte de Sócrates. Sin embargo, después de la derrota, el ambiente ateniense permitió todavía algunos aciertos culturales como la Academia de Platón. ( 426 – 347 a.C.)

    LOS MACEDONIOS, ALEJANDRO MAGNO Y EL HELENISMO

    Se anunciaba pronto una nueva fase en la historia griega: el ascenso de los macedonios, inculto baluarte semigriego contra los bárbaros del norte. Aprovecharon la debilidad de Atenas y de las demás poleis, siempre en desacuerdo entre ellas, al obligarlas a formar una federación griega, bajo el señorío del rey macedonio, Filipo, y de si hijo Alejandro, alumno de Aristóteles. Alejandro Magno aprovechó su poder en la península para conquistar, desde allí, "el mundo" o sea Persia, Egipto, Turquestán. Al morir Alejandro en la cúspide de su poder, a los 33 años, se desintegró su imperio y sus generales se repartieron el enorme territorio: así comienza la dinastía de los tolomeos en Egipto y la de los seléucidas en Persia. Entre estos grandes reinos, varios pequeños estados aprovecharon la situación para obtener una relativa independencia; sin embargo, por encima de esta dispersión política predominó, como resultado benéfico de la insensata aventura de Alejandro, cierta solidaridad comercial y cultural: todo el oriente había recibido el impacto del espíritu griego y, aunque el helenismo que nace de esta combinación no siempre haya sido de buen gusto (a menudo en sus expresiones predomina más bien lo enorme que lo fino, y observamos un naturalismo que choca en vez de agradar- cfr., el grupo "Laocoonte y sus hijos"-), de cualquier manera produjo también obras tan magníficas como la Niké (conocida también como Victoria de Samotracia) o la Venus de Milo; nos da igualmente a Euclides, que puso las bases de las matemáticas clásicas, y a Arquímedes, quien elaboró aquella ciencia física con la que,  ya entonces, se comprobó la redondez de la Tierra y se calculó la circunferencia de nuestro planeta con un error no mayor de 300 kilómetros. Surgieron grandes ciudades (Alejandría, por ejemplo) y toda clase de pintorescas religiones, en las que se entremezclaban el misticismo, la sabiduría y lo decorativo (Isis y Osiris; Dionisio, expansión del judaísmo y del zoroastrismo, etcétera).

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