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Frecuencia y caracterización de abuso sexual en varones menores de 15 años atendidos en el Instituto de Medicina Legal de Managua, entre los años 2005 y 2007


Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Antecedentes
    2. Justificación
    3. Planteamiento del problema
    4. Objetivos
    5. Marco teórico
    6. Abordaje médico legal de los delitos contra la libertad e integridad sexual
    7. Circunstancias etiológicas de las agresiones sexuales
    8. Ley Nº 641. Código Penal de la República de Nicaragua
    9. Material y método
    10. Resultados
    11. Análisis/discusión
    12. Conclusiones
    13. Recomendaciones
    14. Bibliografía
    15. Anexos

    Introducción

    El Abuso Sexual en niños menores de quince años es un delito contra la libertad e integridad sexual caracterizados por contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto en su rol de agresor usa al niño para estimularse sexualmente. El abuso sexual puede incluir violencia física, presión o engaño. La diferencia de edad entre la víctima y el agresor impiden una verdadera libertad de decisión y hacen imposible una actividad sexual común, ya que entre los participantes existen marcadas diferencias en cuanto a experiencias, grados de madurez biológica y expectativas.

    La violencia sexual puede tomar muchas formas; no está limitada a actos de acceso carnal no consentido. La violencia sexual es cualquier acto sexual, intento de logro del acto sexual, comentarios o avances sexuales no deseados o actos de tráficos de la sexualidad, que empleen coerción, amenazas de daño físico o uso de la fuerza, por cualquier persona, sin importar su relación con la víctima, en cualquier ambiente[1].

    La OPS/OMS considera que el abuso sexual de menores consiste en la participación de un niño en una actividad sexual que no comprende plenamente, a la que no es capaz de dar un consentimiento, o para la que por su desarrollo no está preparado y no puede expresar su consentimiento, o bien que infringe las leyes o los tabúes sociales. Puede incluir (el abuso sexual) diversas prácticas sexuales con o sin contacto físico tales como exhibicionismo, tocamientos, manipulación, sexo anal, vaginal u oral, prostitución y pornografía[2].

    En la mayoría de los casos las víctimas de los delitos sexuales son niños, niñas, adolescentes y mujeres (se registran casos esporádicos de víctimas masculinas adultas, p.e; reos, indigentes entre otros.);  generalmente los agresores son varones. Habitualmente en  los casos de delito sexual el agresor es alguien que la víctima conoce o vive cerca o comparte su entorno.

    El delito sexual tiene efectos físicos y psicológicos en la salud y bienestar de la victima; estos efectos pueden variar de una persona a otra, dependiendo de la naturaleza del delito, frecuencia, severidad, agresor, condiciones propias de la víctima (personalidad, edad p.e).

    La violencia intrafamiliar, sexual y de género por su magnitud y efecto es un problema de Salud Pública, y se identifica una particularidad muy definida: el Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva se mantiene amenazada de manera permanente por muchas razones; el deterioro moral, social, económico, religioso, cultural y otras causas que afectan a la sociedad secularmente.

    Los delitos sexuales han presentado nuevas formas de agresión y por estas razones las instituciones como el Instituto de Medicina Legal, el Ministerio Público, las Procuradurías de los Derechos Humanos, los operadores de justicia, las Comisarías de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia entre otros, debe responder a los crecientes desafíos que plantea el abordaje técnico de la prueba pericial en víctimas de delitos sexual adaptando sus funciones y actividades a la dinámica social, fomentando mayor comprensión y, alentando al desarrollo social, económico y moral del país a dinamizar a través de la administración de la justicia el respeto de la dignidad humana y a devolver con creces y desagravios la ofensa que la personalidad antisocial comete contra su víctima.

    Los aliados del agresor del delito sexual y de género son las amenazas, las ventajas económicas, los halagos, las mentiras sistemáticas, el acoso laboral o académico y el silencio de la víctima; pero, da señales de alarma: temor, miedo, aislamiento, estados regresivos a su lejana infancia, disminución del rendimiento escolar, cambios significativos en el estado de ánimo, exagerado aseo personal o extremo desaseo, terror al examen físico médico y lesiones personales extra, para o genitales.

    El delito sexual puede comenzar en la calle del barrio, del condominio o colonia vecinal, en el hogar, escuela, centros de apoyo a la niñez y adolescencia. Otras formas pueden ser manoseos, un piropo vulgar, una señal obscena propios de nuestra cultura y aceptado socialmente, es decir; el potencial abusador es conocido o familiar y raramente desconocido de la víctima e incluso puede dormir con él.

    Partes: 1, 2, 3, 4
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