Descargar

Severo García Pérez: el gran olvidado (página 2)

Enviado por lemes


Partes: 1, 2

En esa escuela crea, primeramente, el curso Derrotero y vida de José Martí y, posteriormente la Cátedra Martiana, tal vez la primera de su tipo en Cuba.

Como presidente de la Sección de Literatura del Ateneo de Santa Clara y vicepresidente del mismo, realiza maravillosos aportes a la cultura de la localidad. Entre estos se destaca el Octavario Martiano, desde 1933, con ciclos de conferencia de los salones del Consejo de Alcaldes del Gobierno de las Villas (hoy Biblioteca Provincial Martí). Estos actos resultan de significativa importancia cultural y patriótica en la divulgación constante en la vida del Apóstol cubano.

A través de su curso de Extensión Cultural invita a descollantes intelectuales cubanos y extranjeros a que visiten Santa Clara para que impartan cursillos. A su vez, a la sociedad local a distinguidas celebridades del mundo cultural, científico y artístico, tanto locales como foráneos, entre los que se encuentran Gastón Baquero, Eduardo Marquina, Emilio Ballagas, Eusebia Cosme, José Agustín Martínez, Gelbert, Sindo Garay, el violinista Palma, el escultor Restituto del Canto, Gustavo Sánchez Galárraga, los pedagogos Luciano Martínez y Ramiro Guerra, el pintor Uchaberno, Labrador Ruiz, Gustavo Pitaluga, Juan Chabás, la poetisa chilena Gabriela Mistral, Dalia Iñiguez, Carmina Benguría, Juan Marinello, Crescencio Rodríguez de la Cruz, el dominicano Juan Bosh, Habid Stéfano, Ángel Consuegra Marín, Jorge Mañach, Conrado Massaguer, Isabelita Cornide Peláez, el periodista uruguayo Carlos Deambrosis Martín, y muchos más.

Se pronuncia por el establecimiento de una universidad en la provincia cubana de Villa Clara y defiende esta idea con devoción.

El 19 de febrero de 1923, Severo hace entrega al Ateneo de uno de los 144 sillones donados por el pueblo villaclareño para cooperar con los gastos que origina la instalación de un centro de esa índole. La silla lleva el nombre del inminente meteorólogo y educador local Julio Jover.

El 29 de septiembre de 1926 se casa con María de los Dolores González Puig. De esa unión nace, el 15 de junio del año siguiente, su única hija, Freya, quien llegara a ser secretaria de Mañach tras el fallecimiento de su padre, y locutora de la televisión cubana.

Organiza actividades como las del 28 de enero en homenaje al natalicio del Héroe Nacional Cubano; las del 24 de febrero, por el reinicio de nuestra gesta independentista; las del 27 de noviembre, en honor a los estudiantes de medicina asesinados por el colonialismo español, entre otras.

Aunque hoy no se han encontrado sus libros, al parecer escribe algunas obras. Única evidencia de lo anterior encontramos en La Semana, del 20 de mayo de 1918, en la que se promociona la próxima venta, en todas las librerías del país, de la novela La tierra de los vencidos; y en La Esquila, del 20 de abril del año siguiente, una nota periodística asegura que Severo acaba de entregar sus versos a la imprenta para su publicación.

Funda el liceo de Villa Clara y preside esta institución.

Furibundo luchador contra la tiranía de Gerardo Machado, ingresa en las filas del ABC para luchar contra el tirano. Se convierte en el redactor del periódico Acción, y ocupa un lugar en la dirección del Ala Radical de esa organización en Santa Clara, junto a Jorge Mañach. De ahí su intensa amistad con el ilustre intelectual sagüero.

Tras la pérdida del poder del dictador Machado, a Severo García Pérez le proponen ocupar la alcaldía de la capital provincial de Villa Clara, pero declina ese cargo político por amor a su labor cultural, pedagógica, periodística y jurídica.

Denodado defensor de los intereses estudiantiles, funda las revistas Boletín Oficial y Villa Clara Estudiantil, órganos de la Asociación de Estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza. Luego de la clausura de ese plantel docente por motivos políticos, en 1936, inaugura el Centro de Estudios Privados, en Casa Ciudad, en la calle Independencia, también en Santa Clara, hasta la reapertura de la escuela.

Declarado Hijo Predilecto de Villa Clara en 1941, es pionero de la Universidad Central de Las Villas e iniciador de la radio en la provincia.

También preside el Colegio de la Federación Provincial de Doctores en Ciencias y Filosofía y Letras y llega a ser miembro de número de la Academia de la Historia de Cuba. Enfermo ya del corazón, abandona la dirección del Instituto y se ocupa, solamente, del resto de sus funciones. Actividades estas que también va a dejar de desempeñar poco a poco, mientras el padecimiento mortal le golpea, periódicamente, el músculo cardiaco, hasta arrancarle la vida.

Tras su muerte, la sociedad villaclareña realiza donaciones para que el artista del pincel Rafael Jiménez dibuje un óleo con el rostro del insigne doctor. Múltiples actividades se llevan a cabo en su honor, hasta muchos años después de aquella trágica tarde de otoño. Entre los homenajes de recordación sobresalen las veladas que le rinde la intelectualidad villaclareña cada 12 de septiembre, así como la peregrinación hasta su tumba en el cementerio villaclareño. Ese día, pero de 1948, al conmemorarse el primer aniversario de su defunción, se devela una placa con su nombre en una de las aulas de su entrañable Instituto de Segunda Enseñanza.

Hasta después de muerto deviene en símbolo de la intelectualidad villaclareña y cubana: su memoria de utiliza para dar realce a la labor periodística, cuando la Universidad Central de Las Villas, en Santa Clara. instituye, desde finales de los años 40 y hasta principios de los 60, el Premio Anual de Periodismo Severo García Pérez.

También el Colegio Provincial de Doctores en Ciencias Jurídicas crea la distinción Premio Anual de Abogacía Severo García Pérez, para honrar a los letrados destacados.

Un plantel docente lleva su nombre. En 1952 un grupo de entusiastas periodistas y reporteros funda la Escuela de Periodismo y Artes Gráficas de Las Villas Severo García Pérez. Su figura es empleada como banderín de lucha para lograr la oficialización de ese centro que contribuye notablemente a la elevación del nivel cultural de los habitantes de la Ciudad de Santa Clara.

Muchos de los grandes y brillantes pensadores cubanos del momento tuvieron que hablar de Severo. Mañach, su fiel amigo, expresa, pocos días después de su fallecimiento: "Lo que más llegó a desvelarle fue Cuba y, en Cuba, Villa Clara."

"Al Doctor Severo García Pérez, mi primer profesor de Geografía, mi maestro de siempre", le dedica Levi Marero, doctor en Filosofía y Letras, profesor titular de Geografía e Historia en el Instituto de la Víbora y la Universidad de La Habana, su libro Elementos de Geografía de Cuba, en la década de los 40.

Juan Marinello lo ve como "uno de los cerebros más equilibrados que he conocido". En carta dirigida a Manuel Angulo, director de la Escuela Normal de Santa Clara, y aparecida en La Publicidad, con fecha del 10 de octubre de 1947, Marinello escribe: "Hemos perdido al más talentoso y cultivado de nuestros compañeros. Santa Clara no se ha dado cuenta todavía de lo que se la va con Severo, quizás el más fiel de sus hijos…"

Ese mismo periódico señala, el 15 de septiembre de 1947: "La muerte prematura del Doctor Severo García Pérez, un hombre que no tuvo tiempo de envejecer, es un acontecimiento doloroso que ha conmovido los centros intelectuales de la Patria: él fue índice indiscutible e indiscutido de la cultura hispano-americana, él fue meridiano de nuestros valores vernáculos."

Rigoberto Morales, estudiante de aquel seminario, el 3 de mayo de 1954, en La Publicidad, aseguró: Severo García Pérez, así se llama la nuestra Escuela de Periodismo. Lleva el nombre espiritual de un periodista de cuerpo entero, que desde sus cenizas excelsas, hoy glorifica con su intachable memoria esta obra que el tanto soñó. La gloria toca a la puerta de nuestras almas después que pasamos por esta vida prosaica. En Severo García Pérez caben dos glorias: la gloria espiritual de de sus obras, y la gloria intelectual del periodismo."

Mientras, para Vidaurreta, Severito llega a ser "cumbre intelectual por antonomasia de Villa Clara…", Pascual Suárez lo describe como "un auténtico intelectual de cultura superior…"

Para Silvio Lubián Muro: "… algún día se erigirá la Universidad Central y Severo renacerá de sus cenizas. Su espíritu flotará y será impulso y motivo (…) Severo era Villa Clara. Porque su filosofía tenía el destello festivo y rumoroso en el rumor apacible del Bélico. Su prosa era llana, cordial, campechana como el espíritu del villaclareño, su cultura era villaclareña. Todo él era Villa Clara."

Su filosofía se resume en estas frases que, en carta enviada dos días después de su muerte al interdiario La publicidad, firman algunos de sus antiguos alumnos, en esos momentos miembros del Puesto General Monteagudo, perteneciente al Regimiento 3 Leoncio Vidal, en Santa Clara: "(…) Conocimos a Severo por el año 1937. Nuestra presentación fue en minúsculo artículo político, en que ardían las efervescencias bachilleriles. Realmente, no pasaba de ser un intento pausible, o cuando más, un impulso.

Sin embargo, aquel hombre esencial, en cuyas palabras siempre había una firme claridad de vida, nos dijo cosas que hoy adquieren la estatura de su voz amadamente ausente. Nos invitó a la realidad cultural que él auspiciaba con celos desacostumbrados, y nos hizo ver en la Cultura, la forma explícita del legítimo amor. ¿Y cómo iba a ser la política para que el espíritu audazmente triste, la exaltación de la cultura, la estabilidad del Derecho, y la renovación deliberadora del hombre hacia sus fines inmediatos? Luego, le seguimos siempre la trayectoria fundamental. Había que hacerlo. Como maestro, le palpamos la habilidad de hombre y de destino.

Como hombre, salió al encuentro de su destino; como destino, dignificó las esencialidades del hombre. Sembró palabras y cosechó paisajes. La vida para él, tuvo la intención de una esperanza raigalmente nueva. Por donde transitara su pensamiento, los ojos se morían de tanta luz, y la tierra reía de aprender tanta savia de su palabra hermana. Severo García Pérez fue, en actitud perenne, el porvenir de una consagración de rendimientos útiles. Porque todo, hasta la Ciencia, tenía para su sonrisa, un origen y un arte, amó las verticalizaciones del horizonte y las estrellas. Y ya esto, es una manera de servir con manos limpias y corazón profundo.

"La última vez que lo encontramos, ansiosos siempre de verle la palabra por detrás de los ojos, fue para hablar de Martí. Cuando la sombra del maestro se extendía americanamente entre la tarde y su solapa, daba gusto oírle hablar. Conocía la vida martiana como la puerta de su Instituto querido o la mirada de su esposa. Y no sólo es admirable en él que conociera las esencias mismas del martirio fructificador, sino que podía explicar, y explicaba, las vertebraciones políticas y humanas de aquella época encarnada en la voluntad colectiva de pensamiento último.

"Porque cuando la vida de un hombre ha sido útil, su tiempo es una Credencial para la Historia. Quien sembró un nido, y podó árboles a través de la razón de un pueblo, más que del homenaje, necesita del rumor calladamente amable de sus individualidades difíciles. La muerte no es más escenificación de unas horas de odio o de virtud. ¿Y por qué en esta sucesión de fechas fúnebres, en que clamamos más por la palabra útil que por el pan inestable, vamos a pensar en la separación de astros desacostumbrados a las fugas diarias? Más bien, no en mármoles efímeros, sino en espíritus líricamente actos para el viaje y el beso, cumplamos con la vida, injertándoles amores al amor; fuentes a los árboles, pañuelos a los barcos. Y como el tiempo no es menos que el recuerdo ni este es más joven que la luz, sintamos idolatría por la siembra, y pensemos en las orillas cósmicas de un río decisivo.

Alguien que muere, es un recuerdo que comienza. Y Severo García Pérez, que paternizó la presencia de idílicos silencios a lo largo de su corazón, ahora vuelve a ser la interrogante esporádica de una individualidad gozosa.

"Fue hombre y maestro. Amó la libertad, enseñando a distinguir los colores de la palabra cruz. Y ya eso le justifica la capacidad de un camino… y de un mar."

 

 

 

Autor:

Ariel Lemes Batista

El autor es periodista, historiador, cientista social y profesor universitario cubano.

 

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente