Introducción
En las primeras décadas del siglo XX, se asistió al advenimiento de las vanguardias históricas en Europa. Y fue París el axis mundi cultural, en donde maduraron esos proyectos poéticos, entre ellos, una nueva modalidad artística, importada de Chile. De esta manera, París se transforma en el centro irradiador de la ideología vanguardista, debido a la yuxtaposición de elementos innovadores, provenientes de todos esos proyectos poéticos.
En América, Rubén Darío había logrado invertir "el signo colonial que regía en la poesía hispanoamericana"(1). Con él se instauró una tradición poética de la cual resultaría difícil librarse. De hecho, escritores ulteriores -entre ellos, Pedro Antonio González- recurrieron insistentemente al sistema poético rubeniano, convirtiéndose así en imitadores del poeta nicaragüense.
De este modo, la obra poética de Darío significó un obstáculo para aquellos poetas que pretendían escapar a su influjo. Este problema sólo planteaba dos soluciones. Una de ellas es el anti-modernismo, o mejor dicho, la oposición al modernismo post-rubendariano. La otra forma es la superación de dicho movimiento.
En la línea de contraposición al modernismo, se encuentra, entre otros, el poeta mexicano Enrique González Martínez, quien recomendaba en "Tuércele el cuello al cisne" (Los senderos ocultos, 1911), evitar toda forma y lenguaje no acordes "con el ritmo latente de la vida profunda". Este soneto significó el hito que señala la liquidación con el modernismo. Se puede mencionar, en este contexto, la poesía femenina de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni; también merecen nombrarse a los poetas Juan José Tablada, Evaristo Carriego y Baldomero Fernández Moreno, quien continúa la línea de Carriego, en su poesía anti-modernista.
Buscando la última salida -la superación del modernismo-, se encuentra Vicente Huidobro y el Creacionismo. Esta nueva modalidad de escritura puede entenderse como un movimiento de reacción, que, si bien busca la superación de la tradición poética establecida por Darío, es, en principio, un movimiento provocado por el modernismo y, por tanto, es un producto del mismo.
En el presente trabajo, se pretende reconocer uno de los principales postulados del Creacionismo -"el poeta es un pequeño dios"-, examinando el modo en que aparece tematizada la rebelión, la necesidad de romper con lo estipulado por el "pasado inmediato" (2).
Para responder a este propósito, se estructuró la presente monografía en dos partes. En la primera, se esbozan las etapas iniciales de la evolución de la obra huidobriana (3), destacando la constante búsqueda de la autonomía del objeto poético y el rechazo a la retórica instaurada por la tradición modernista. En la segunda, se parte del análisis de dos poemas –Vermouth y Marino-, publicados en la colección Poemas Árticos, en 1918. Dicho análisis permite apreciar la manera en que se cristaliza una de las preocupaciones teóricas de Huidobro, la rebelión, en la modulación temática de la concepción demiúrgica del poeta.
Rosana Molero
Cipolletti, agosto de 1998
– I –
Harold Bloom ha estructurado una teoría acerca de la historia de la poesía, entendida como una "cadena" de influencias poéticas (4). Sostiene que la figura de un "poeta fuerte" marca a sus sucesores, de tal manera, que esa figura prevalece en gran parte de la poesía, hasta el instante en que aparece otro poeta, capaz de desviar la historia, de las intenciones de aquél. De este modo, la historia de la poesía es concebida como una "angustia de las influencias": todo escritor se encuentra absolutamente angustiado en el acto creador, debido al peso de la tradición, es decir, el peso de las influencias. Se logra avanzar sólo cuando se lucha por negar esas influencias.
Siguiendo a Bloom, no cabe duda que Rubén Darío fue el poeta fuerte en la literatura latinoamericana finisecular. Bajo el peso de la tradición modernista, Vicente Huidobro inicia su práctica poética como subsidiaria de dicha tradición. Aparecen sus dos primeros poemarios, Ecos del alma (1911) y La gruta del silencio (1913), en los cuales es posible encontrar influencias rubenianas y simbolistas. También escribe un artículo para la revista Musa Joven, en el cual reconoce el giro que provoca la presencia de Darío y el modernismo en la historia de la poesía en lengua castellana (5). Además de señalarlo como "egregio maestro" y "padre de la poesía moderna", menciona una importante característica: la individualidad, la personalidad de Rubén («mi poesía es mía en mí»). Ésta será la consigna que Huidobro seguirá a lo largo de su obra.
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