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Capilla del monte, Erks y el Uritorco. El universo alternativo de la razón (página 2)


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Así como es arriba es abajo

Cerros, montañas y cavernas han despertado desde siempre nuestra curiosidad y respeto. A lo largo de la historia les hemos atribuidos cualidades mágicas; al tiempo que los imaginamos repletos de tesoros.

Mitos y leyendas de todo el mundo dan cuenta de ello.

Son sitios que nos elevan o sumergen en ámbitos a los que la mayoría no solemos estar acostumbrados. Nos sobrecogen y protegen; muestran cuán insignificantes y finitos somos y sus rocas, que tiene de por sí la cualidad de "ser", son las que nos aproximan de manera más inmediata a la idea de eternidad.

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Lo alto y lo profundo se conjugan en los cerros.

El techo y el sótano. La cima y las subyugantes oquedades. El axis mundi y el útero de la Tierra. Lugares de hirofanías que, como tales, nos conectan con las divinidades celestes y ctónicas que habitan en lo alto y en el inframundo, respectivamente.

Sitios sagrados. Espacios trascendentes que el hombre buscó para comunicarse con sus dioses y a los que transfirió sus miedos y esperanzas.

El cerro Uritorco no es ajeno (ni lo fue) a estas creencias. En su moderna mitología se detectan las huellas de las más antiguas. De las precolombinas. De aquellas que animaban lo inanimado y le daban la categoría de madre o padre, según los caso; y en cuyas cimas generaciones enteras creyeron encontrar el canal adecuado para salir del tiempo profano (cotidiano, humano), comulgando así con una realidad que los superaba y generaba un sentimiento místico-religioso tan profundo como perdurable.

En el Uritorco de hoy en día las viejas creencias tradicionales se han metamorfoseado. Se agiornaron a los tiempos que corren; a la oscilantes anacronías de la Nueva Era y a los redituables requerimientos del mercado de misterios.

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¿Un cuadrilátero de conflictos?

Capilla del Monte es como un ring en el que la ciencia y la superstición se enfrentan a brazo partido. No pareciera haber tregua. Pero es un error verlo de ese modo. En el corazón energético del país, el escéptico lleva todas las de perder. Se lo relega. No se le oye. Es un ignorante consumado. Un materialista desdeñable que no encaja en la nueva era de amor y espiritualidad que los diabólicos anuncian dese hace décadas (haciendo caso omiso al terrorismo, las guerras, la torturas y las desigualdades que colectivos inmensos de seres humanos sufren a diario, contradiciendo en todo al proyecto de salvación individualista de los modernos gurús, hijos del neoliberalismo de los 80 y 90).

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La superstición y los misterios venden muy bien. Hay que alimentarlos. Divulgarlos. Hacer del delirio la materia prima que distinga a los diabólicos de aquellos que no lo son, inculcando la idea de que así se es diferente. Especial. Superior a los demás. Un iluminado. Un sabio. Un elegido. Alguien que está por encima del resto de los mortales, que no entienden como funcionan las cosas realmente.

El exceso de credulidad (la superstición, así definida por Caro Baroja) es redituable.[10] Lo sabía el célebre periodista de Nuevediario, José de Zer. Lo saben los editores de libros y revistas New Age y todos aquellos que lucran con ese esoterismo de cafetín, fabricante nato de universos delirantes.

¿Estamos ante un verdadero cambio de época?

¿Experimentamos una fatal devaluación del racionalismo?

¿Acaso el mundo sin milagros surgido hacia fines del siglo XVIII está agonizando?

¿Está el pensamiento mágico ocupando espacios que la razón creía conquistados para siempre?

¿Somos testigos de un real retroceso de la modernidad?

¿Es acaso el miedo el único responsable de todo esto y la inseguridad la catalizadora de prácticas y creencias que creíamos habían quedado definitivamente en el pasado?

¿O es que los portentos y los atajos mágicos nunca dejaron de estar?

En Capilla del Monte, no nos cabe la menor duda, perduran. Y con fuerza creciente.

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Capilla del Monte/ Buenos Aires, Febrero de 2015.

FJSR

 

 

Autor:

Fernando Jorge Soto Roland*

[1] Véase: Artículo El equipo de José. Disponible en Web: HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML

[2] Dangel, Guillermo J., Todo sobre el cerro Uritorco y la ciudad de Erks, Libros de la Tortuga, Buenos Aires, 2012, Pág. 27.

[3] Hood, Bruce M., Sobrenatural ¿Por qué creemos en lo increíble?, Editorial Sefira, Colombia, 2009, Pág. 257.

[4] Ibídem, Pág. 267.

[5] Véase: Eco, Umberto, El péndulo de Foucault, Editorial Lumen, España, 1989.

[6] Véase: Le Goff, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Editorial Gedisa, España, 1986.

[7] Véase: Granada, Daniel, Reseña histórico-descriptiva de antiguas y modernas supersticiones del Río de la Plata, Editorial Guillermo Kraft Ltda., Buenos Aires, edición 1896.

[8] Véase: Brienza, Hernán, Los buscadores del Santo Grial en la Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

[9] Véase: Todorov, Tzvetan, Introducción a la literatura fantástica, Premia Editora, México, 1981.

[10] Véase: Caro Baroja, Julio, De la superstición al ateísmo, Editorial Taurus, España, 1974.

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