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Significado de la palabra cultura

Enviado por Hernán Montecinos

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    Que duda cabe que el lenguaje suele jugarnos malas pasadas. Digo esto porque, en no pocas ocasiones, cuando tratamos de explicar el significado de alguna palabra, solemos enredarnos y quedar entrampados bajo el prisma de un lenguaje conceptual con contenidos muy contradictorios… A decir verdad, nadie ha podido quedar libre de esta impronta. Se sucede una especie de dicotomía, puesto que tan pronto creemos entender algo, sin embargo, cuando intentamos explicar o definir ese algo, comprobamos que nos resulta difícil así hacerlo.

    Por cierto, no con todas las palabras nos sucede esto, siendo más recurrentes los casos con aquellas que contienen ideas de alta significación intelectual. Las palabras "libertad", "democracia", "humanismo", "cultura", etc., estarían en las situaciones descritas. Porque en ellas, a fin de cuentas,… ¿Quién tendría la autoridad suficiente para asegurarnos que significan tal o cual cosa? La respuesta, parece ser obvia: el diccionario. Y para el caso de nuestra lengua, tendríamos que agregar el "Diccionario de la Real Lengua Española", en la que reconocemos autoridad sobre la materia.

    Vista así las cosas, el problema parecería quedar resuelto; bastaría recurrir al diccionario para zanjar el problema. Sin embargo, la realidad suele tener más fuerza que cualquier supuesto. En efecto, enfrentado a esta disyuntiva, no pocas veces, cuando he acudido al diccionario para salir de mis dudas, cual paradoja, lo que allí encuentro, en vez de aclarar mis dudas más confuso me dejan, por lo contradictorio y diversidad de significados que allí encuentro. Un esfuerzo demasiado omniabarcador en sus pretensiones significantes parecen ser el distintivo y sello de ciertas palabras que encontramos en los diccionarios. Entonces,… ¿Cómo salir del atolladero?… Por de pronto, recurriendo a lo que tengo más a la mano: el sentido común parece ser el mejor de los recursos.

    Ahora bien, en sentido estricto, las palabras no tienen significados precisos y determinados para siempre, depende en el contexto que éstas se usen. Vistas las palabras en forma aislada nada parecen decirnos, es sólo cuando las intercalamos en una frase cuando vienen a adquirir un sentido específico, pudiendo recibir las acepciones que el diccionario le asigna, pero también pudiendo asumir otras que éste no le atribuye. Una especie de esqueleto al que se termina por ponérsele el tejido muscular y nervioso, lo que gramaticalmente reconocemos como adjetivaciones. No sin razón ha dicho Ortega y Gasset, que los vocablos sólo son palabras cuando son dichas por alguien, así como un libro sólo existe cuando tiene un lector.

    Hay que admitir que las lenguas cambian de continuo, siendo por ello que los diccionarios nunca se encuentran acabados, constituyendo obras vivas que están en constante evolución registrando nuevas formas e incorporando nuevos significados a las palabras según sea el mayor o menor grado de universalización con que éstas puedan ser aceptadas en su uso. Tenemos entonces que las palabras son agentes cambiantes, que mutan y que se reinventa continuamente. Por eso, en la lengua española, como bien lo ha subrayado el presidente de la Academia Argentina de la Lengua, Pedro Luis Barcia, "nadie puede declararse poseedor de una pureza que pueda imponerle al resto". Por lo mismo, si pensamos que las exigencias de una definición exacta parecen a primera vista ser razonables, la realidad nos dice que no en todas las circunstancias es posible que este deseo así se cumpla.

    Gabriel García Márquez ha dicho que los diccionarios no siempre pueden trazar la dimensión subjetiva de las palabras. Cita el ejemplo dela diferencia de significado entre un barco y un buque. El diccionario de la Real Academia Españoladecía que un buque es un «Barco con cubierta que, por su tamaño, solidez y fuerza es adecuado para navegaciones o empresas marítimas de importancia». Desde luego, en esta definición se confundía el barco con el buque. lo que llevó a pensar a García Márquezque existía una diferencia subjetiva entre las dos palabras. En efecto, los buques no servían sino para empresas fluviales, con dos chimeneas sustentadas con leña e impulsados con una rueda de madera en la popa; mientras los barcos se utilizaban para empresas marítimas, eran únicamente los de mar. En otra ocasión quiso saber sobre las diferencias entre fantasía e imaginación, pero las definiciones del diccionario no sólo le resultaron muy poco comprensibles sino que, además, se daban al contrario.

    Constituye una afición de García Márquez encontrar imbecilidades en los diccionarios y percatarse que, a veces, se dan cuenta de que han hecho el ridículo y lo corrigen en una edición posterior. Esto le pasó al de la Real Academia Española con la definición de perro: «Mamífero doméstico de la familia de los cánidos, de tamaño, forma y pelajes muy diversos, según las razas, pero siempre con la cola de menor longitud que las patas posteriores, una de las cuales levanta el macho para orinar». Una precisión excesiva que se prestó para muchas burlas.

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