Introducción
Las palabras dichas para sí poseen un carácter eminentemente regulador de la conducta. Ellas permiten al deportista evaluar las acciones propias y las del contrario y por otra parte, le ayudan a "entregarlo todo" en el empeño por alcanzar buenos resultados.
Precisamente a las palabras que se expresan en forma de órdenes internas, a fin de acentuar la calidad de los esfuerzos durante la ejecución de las tareas deportivas, se conocen con el nombre de automandatos. "Los mismos constituyen estímulos verbales en lenguaje interior, que provocan una movilización inmediata y eficaz de todas las disposiciones y potencialidades de rendimiento de los deportistas, en función de la ejecución exitosa de las acciones.
Forman parte de la acción, deben ser aprendidos y perfeccionados a través de la práctica, de igual forma que la realización de los movimientos y se convertirán en estímulos condicionados para potenciar los esfuerzos en la dirección que se requiera, siempre que se logre entrenar debidamente." (1)
Especialmente en la práctica del deporte de Canoa, donde se requiere de tantos esfuerzos físicos mantenidos durante el recorrido de la regata, se ha ce imprescindible incorporar en el modelo de los deportistas estas palabras que tanto contribuyen a la distribución correcta de los esfuerzos.
En el proceso de enseñanza en las categorías infantiles, es de vital importancia su implementación, para contribuir a un rápido aprendizaje.
Desarrollo
Los automandatos constituyen parte integrante de la representación (pertenecen al componente lógico-verbal), se reactivan cada vez que se recuerda la acción o que se lleve a la práctica. Con el tiempo se van abreviando, hasta convertirse en ocasiones en onomatopeyas del momento crucial de la acción o para marcar el ritmo del ejercicio y a veces se transfieren del lenguaje interior al externo. Las autoórdenes poseen dentro del modelo interno una responsabilidad reguladora por excelencia.
El experimento clásico que fundamenta esta aseveración es el siguiente: Si se colocan electrodos en aquellos planos musculares que intervienen decisivamente en la acción motora de un deportista y se conectan con un miógrafo, se registra la magnitud de las contracciones de dichos músculos al ejecutarse la acción.
Si se repite esta medición, anteponiendo a la acción un automandato, cuyo contenido se encuentre vinculado con el tipo de esfuerzo a realizar y que haya sido entrenado previamente hasta convertirlo en un estímulo condicionado para el movimiento dado, la magnitud del trabajo muscular que se registra es mucho mayor en todos los casos. Pero no solo las palabras expresadas en lenguaje interior pueden potenciar los esfuerzos musculares; las mismas además permiten agudizar la atención, controlar las reacciones emocionales, favorecer la confianza en sí mismo, hacer que el individuo mantenga un ritmo intenso de actividad, a pesar de la fatiga, etc.
Algo que los entrenadores de Canoa deben tener presente es que los automandatos – así como todas las palabras en lenguaje interior utilizadas para los fines descritos – deben cumplir determinados requisitos, con el objetivo de que puedan llevar a cabo el papel psicoregulador, para lo cual han sido concebidos. Los mismos son:
"Poseer correspondencia con el tipo y la intensidad del esfuerzo a realizar.
Activarse en el momento adecuado.
Utilizar la frecuencia óptima (en el caso de las acciones cíclicas).
Una sola palabra.
Nunca utilizar la negación." (2)
A continuación se muestra un breve análisis de los resultados alcanzados en dos pequeños equipos de deportistas practicantes de Canoa de las categorías 13 – 14 años y 15 – 16 años.
Como se puede constatar, son pobres los resultados alcanzados, denotándose que en la primera etapa, que corresponde al momento anterior a la arrancada, todos los sujetos de la categoría 15 – 16 años evocan para sí en su lenguaje interior algunas palabras para estimular sus disposiciones de rendimiento y en el último tramo antes de llegar a la meta, más de la mitad de los sujetos de ambos grupos utilizan este recurso volitivo psicoregulador (Ver gráfico 1).
Obsérvese que, tanto en los primeros metros, como durante todo el trayecto, los deportistas apenas manifiestan hacer uso de los mismos, lo cual no les permite distribuir adecuadamente sus esfuerzos en una modalidad deportiva tan necesitada de estímulos interiores verbales para movilizar las fuerzas.
Gráfico 1
Este resultado también denota que nunca se ha trabajado con automandatos en ambos equipos y se hace necesario incorporar a las tareas cotidianas la selección y entrenamiento de aquellas palabras más adecuadas que permitan apoyar las acciones.
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