Diálogo:Gynandro
Enviado por Simón Royo Hernández
Il devient sans réalité parce que sans imaginaire, il est partout, mais dans une simulation généralisée.
Jean Baudrillard De la séduction. I. «L"écliptique du sexe».
He aquí que mi amigo Verganza, siempre dispuesto a favorecer el diálogo y la comunicación pese a los muchos fracasos cosechados a lo largo de su dilatada existencia, me hizo llegar, por e-mail, las grabaciones de otra de las muchas y largas conversaciones que por doquier mantiene. Tan convencido está que esa es la única forma de mejorar a la humanidad. Como todo lo que me envía este hombre me parece altamente estimable, así de en tan buena consideración le tengo, me tomé luego el trabajo de transcribir lo que oralmente se dijo. Aquí está el fruto de mi trascripción. He procurado adaptar las peculiaridades de la oralidad a las convenciones de la escritura, siendo fiel, en todo momento, a lo que se pronunció de palabra. He procedido sin añadir ni quitar yo absolutamente nada, pues no deseo tomar parte en controversias tan espinosas. Al final, como podrán observar, he adjuntado los textos que unos a otros se enviaron.
Confío en que la exposición de esta curiosa controversia, tan rara e infrecuentemente celebrada, pueda servir a los demás tanto como me ha servido a mí mismo y sea de provecho para reflexionar y para que cada cual pueda sacar sus propias conclusiones.
GYNANDRO
Dramatis personae: Escipión, Verganza, Laika, Wolfina y Gynandro.
Escipión: Bueno, ya nos hemos saludado, hemos tomado café, fumado los fumadores, protestado quienes no fuman, hemos cruzado los preliminares de rigor de nuestro encuentro y ya me parece que deberíamos ponernos serios y, entrando en materia, hacer el trabajo que venimos aquí a realizar y por el que nos hemos convocado. He aquí que nos hemos reunido esta tarde, como quedamos, para mantener una conversación razonada sobre las relaciones entre los dos sexos, las mujeres y los hombres, de la que podamos sacar si no una resolución de todos los puntos que toquemos, sí al menos una panorámica y una cartografía del tema que nos hemos propuesto investigar conjuntamente. Eso nos podrá ser de ayuda a todos.
Sugiero que desarrollemos una charla en la que cada cual exponga lo que piensa, no lo que crea conveniente, y que lo haga acudiendo a la literatura que conozca y sin tener ningún reparo en hablar con libertad, con parresía, con esa libertad de expresión que caracterizó a la Grecia clásica.
Puesto que nuestra charla es privada no hay que temer los comentarios maliciosos, difamatorios, calumniadores o, simplemente, estúpidos e ignorantes, de los que son objeto los personajes públicos o quienes manifiestan sus argumentos públicamente. No habrá que temer tampoco a la censura ni a los juicios de adscripción de quienes aquí nos manifestamos a determinados grupos de presión, esos colectivos ideológicos que se manifiestan a favor o en contra de lo que escuchan según se les diga o no se les diga, lo que quieren oír.
Verganza: Me parece bien lo que indicas y me alegro de poder tener otro debate contigo tras el que mantuvimos el otro día, en el cual, afortunadamente, participarán éstas compañeras que han venido a nuestra cita. De donde saldrán seguramente muchas ideas indispensables que no se emitirían si estuviesen ausentes y tuviésemos, nosotros dos, nuevamente, en solitario, una segunda conversación. Podría decir que si hubiese dignidad humana ésta, o bien habría de ser compartida por todos los capaces de razón por igual o bien dividirse en dos partes, ambas iguales o desiguales -y con esta afirmación interrogativa empiezo, si me lo permitís- una parte que correspondiese a las mujeres y otra parte a los hombres. ¡Es broma! Estoy de acuerdo con Escipión, demos por comenzado el debate que nos trae aquí hoy. Pero por lo que a mí respecta prefiero escuchar primero y hablar después. Empezad vosotros, por favor.
Laika: Pues sea broma o no me parece evidente que nada hay que dividir en partes ni iguales ni desiguales entre los hombres y las mujeres. De lo que se trata es de la igualdad de derechos que corresponde a todo ser humano en tanto que ciudadano. Las mujeres de la Ilustración -como Christine de Pizan, Mary Wollstonecraft, Olympe de Gouges, Madame de Châtelet- y algunos hombres preclaros -como Poulain de la Barre o John Stuart Mill- que cobraron conciencia de la situación de patriarcalismo en la que, paradójicamente, incurría la propia Revolución Francesa y exigieron la coherencia de vindicar derechos iguales para las mujeres. A ese movimiento de emancipación de la tutela de lo masculino hegemónico que las mantenía subordinadas desde tiempo inmemorial es a lo que llamo Feminismo. Esta es mi carta de presentación y el lugar desde el que abordo la materia que me habéis invitado a discutir con vosotros.
Escipión: Muy bien. Pues ya que proporcionas bibliografía en el modo de nombres referentes para la cuestión a dilucidar te indicaré que me parece unilateral. Quedan así descartadas innumerables obras y pensadores bajo el calificativo de misóginos y machistas, veo el problema de dialogar con quienes no han leído bien, sino que en caso de haber mirado los libros que constituyen sus referentes polémicos lo han hecho sólo buscando corroborar sus prejuicios y su posición, un lugar a priori de superioridad alcanzada ya previamente por considerarse la cúspide del progreso. Kant es misógino y machista por escribir en sus Observaciones sobre lo bello y lo sublime que la mujer es bella y el hombre es sublime. También lo sería por no incluir entre la ciudadanía a las mujeres, inclusión que quizás habremos de discutir si es una ventaja o un progreso o todo lo contrario. Emmanuel Kant también será racista puesto que en la obrita que acabo de mencionar indica: "Ese hombre era completamente negro, prueba de que cuanto pudiera decir habría de ser necesariamente estúpido".
Página siguiente |