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La teoría de la seudocultura


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    Theodor Adorno y Max Horkheimer, alemanes, contemporáneos, fueron representantes de la escuela de Frankfurt, pertenecientes a la primera generación, estuvieron unidos por una misma línea de pensamiento, realizaron una crítica no solo al modo de producción capitalista sino que fueron hasta el aparato conceptual resultado de este y desenmascararon la esencia falsa e irracional de la lógica consumista que desarrolla este sistema. Mostrando como sobrevive a partir de la destrucción de los valores tradicionales, sustituyéndolos por aquellos que respondan a la economía de mercado.

    Partiendo de esto elaboraron la teoría de la seudocultura a través de la cual explican las causas y consecuencias de una lamentable necrosis de la formación cultural.

    En el presente trabajo se hace un análisis partiendo de los postulados principales expuestos en el libro Sociológica, específicamente el artículo titulado "Teoría de la seudocultura"

    La sociedad capitalista en su esencialidad posee una contradicción fundamental que se va a reflejar en todas sus esferas, desde la producción material hasta toda elaboración de elementos culturales. En tanto que las fuerzas productivas en esta sociedad van adquiriendo mayor carácter social las relaciones de producción se van a ir privatizando en mayor cuantía, lo cual va a determinar los valores sobre los cuales se va a dirigir la producción espiritual.

    Los mecanismos de producción espiritual capitalista constituyen expresión de las relaciones mercantiles y del fetichismo mercantil, estos se presentan tal que su función es cosificar la conciencia de los grupos sobre la base de los intereses.

    Siendo la cultura síntesis de los procesos que se convierten en la esencia de las relaciones sociales y estando éstas cosificadas en su esencialidad, encontramos gran distancia entre lo que es y lo que debe ser. De esta forma la cultura existe en medida cada vez mayor como artículo auxiliar de la producción, se convierte en un valor, ya no va a ser un reflejo de esta producción sino que se incorpora a este proceso como su suplemento administrativo.

    Así se van sustituyendo los conceptos tradicionales por valores fabricados, que van a socializar a través de los medios de masas creando en la sociedad necesidades puramente comerciales y de consumo. De esta forma el sujeto se convierte en sujeto de cultura solo a través de sus proveedores.

    A partir de la pérdida de conceptos tradicionales y su sustitución por imágenes y formas prediseñadas se va a fomentar una contracultura que va en contra de estas tradiciones y les induce a negar lo suyo y a apropiarse de lo ajeno. Se ha entendido a sí misma como conformación de la vida real, destaca unilateralmente la acomodación y retrae a los hombres de la superación.

    La formación es la apropiación subjetiva de la cultura, pero sometida a sustituciones conceptuales fetichizadas cambia no solo de esencia sino de función. Se desentiende de los bienes culturales que van a comprender a la humanidad y todo lo inherente a ella, se congela en categorías fijadas, se presta a una ideología y por tanto se convierte en una formación regresiva, sustentada sus bases no en las necesidades humanas sino en las impuestas artificialmente por la nueva sociedad de consumo. Se convierte en una seudoformación que pasa a ser la forma dominante de la conciencia social.

    Esta seudoformación con sus contenidos objetivos, cosificados y con carácter de mercancía sobrevive a costa de su contenido real y de sus relaciones con el sujeto.

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