Tuberculosis pulmonar, a propósito de un caso
Enviado por Dra. Birsy Suárez Rivero
RESUMEN.
La tuberculosis es una enfermedad crónica e infectocontagiosa causada por lo general por el micobacterium tuberculoso. Los pulmones son los órganos afectados por excelencia. Su cuadro clínico puede modificarse en numerosos casos, por lo que se precisa en el diagnóstico de certeza la demostración del bacilo como agente causal. La evolución natural de la enfermedad conduce en un 75 % de los casos a un síndrome crónico de deterioro y muchas veces a la muerte.
Paciente AMC de 50 años de edad con antecedentes de espondilitis anquilosante, exfumador de 3 años, con ingresos frecuentes desde julio del 2005 por fiebre, tos y expectoración purulenta con diagnóstico de neumonía con mejoría con tratamiento antibiótico. Durante su evolución se aisló una Pseudomona aeruginosa y un Acinetobacter, recibiendo tratamiento según antibiograma, con mejoría clínica, negativización del esputo, pero evolutivamente reaparición de los síntomas respiratorios y empeoramiento de la función respiratoria. En enero del 2007 esputo BAAR codificación 3. En estos momentos el paciente tenía además diagnóstico de cirrosis hepática. Ingresa el 29 de enero en el Hospital Jurídico y fallece 35 días después en insuficiencia renal.
INTRODUCCIÓN.
Aunque la tuberculosis es una enfermedad infecciosa controlable en ámbito comunitario y curable de forma individual, dista mucho de estar erradicada. En la actualidad se considera, sólo a título orientativo, que al menos un tercio de la población mundial, más de 1.500 millones de individuos, están infectados por el bacilo de la tuberculosis (TBC) y que cada año continúan apareciendo cerca de 10 millones de nuevos casos de enfermedad, estimándose en más de 30 millones el número de enfermos tuberculosos. Se considera también que mueren cada año por TBC más de 3 millones de personas. La OMS ha calculado que, tanto por el crecimiento de las poblaciones como por la aplicación insuficiente de los medios disponibles para el control de esta enfermedad, a finales del presente siglo habrá más enfermos tuberculosos que los que había cuando se descubrieron los primeros fármacos antituberculosos. Por otro lado, la TBC es una de las enfermedades asociadas al sida más importantes; las alteraciones inmunológicas que acompañan a este síndrome facilitan las formas de TBC de reactivación y la progresión rápida de infección a enfermedad. En el momento en el que se vislumbraba la posibilidad de erradicar la TBC en algunos países industrializados a lo largo del próximo siglo, la aparición del sida amenaza con interferir estas optimistas previsiones que la humanidad tardó siglos en conseguir. Hoy en día se considera que mientras el sida no sea controlado, es poco probable que la TBC pueda ser eliminada. En el año 1995, los 180 países, áreas o territorios que declararon a la OMS reportaron 3.297.688 casos de TBC (59,1 por 100.000 habitantes). De éstos, en 1.611.411 (35%) se observaban bacilos ácido-alcohol resistentes en las extensiones de esputo y eran, por tanto, formas contagiantes.
Los porcentajes de casos varían con el país, la edad, la raza, el sexo y el nivel socioeconómico. En Estados Unidos se declararon 21.337 casos durante 1996, lo que significa una incidencia de 8/100.000. Aunque la TB ha sido casi eliminada en algunos segmentos de la población, sigue siendo prevalente en otros, por ejemplo entre las personas >70 años, en las que la enfermedad ocurre en ambos sexos y en todas las razas con una incidencia de hasta 200/100.000. La TB es dos veces más frecuente en los negros que en los blancos, en todos los grupos de edad (1).
Aunque la defensa inmunológica específica contra la TB aparece sólo después de la infección, puede existir defensa innata considerable contra la invasión inicial. En consecuencia, muchos trabajadores sanitarios pueden mantener contacto íntimo con pacientes tuberculosos durante años sin que muestren conversión de la prueba cutánea con tuberculina. Los individuos de raza negra son menos resistentes a la invasión inicial que los de raza blanca, lo que explica en parte la mayor prevalencia de infección entre los negros. Puesto que la incidencia es siempre paralela a la prevalencia, los negros sufren también una incidencia más alta de TB.
La incidencia de TB ha aumentado de forma alarmante entre las personas con infección por VIH, sobre todo entre los usuarios de drogas i.v. negros e hispanoamericanos, especialmente en los varones de 25 a 44 años que habitan en grandes ciudades. La incidencia es más baja entre los varones homosexuales blancos de clase media con SIDA. La TB activa se debe tanto a reactivación de la infección tuberculosa latente como a infección adquirida recientemente, puesto que la infección por VIH produce inmunodeficiencia intensa.
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