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Por los Umbrales del Dolor


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    Aliviar el dolor ha sido el interés fundamental de los médicos desde los anales de la historia y siempre se ha comprendido que es una tarea imposible ya que el dolor es mucho más que una simple molestia. De hecho es indispensable tener dolor y aquellas personas que están imposibilitadas para sentirlo sufren más que quienes tienen dolores severos.

    Tuvimos recientemente un paciente parapléjico (con una lesión de columna vertebral que le impide sentir dolor más debajo de la cintura) que colocó accidentalmente su pié sobre una fuente de calor y solamente se dio cuenta de la quemadura cuando su carne empezó a oler a quemado, siendo necesario amputar su pie hasta la mitad de la pantorrilla.

    Es por eso que el dolor no debe verse como un enemigo sino más bien como un aliado que nos protege de lesiones y otros problemas. Sin embargo, en la enfermedad crónica o en los periodos postoperatorios o post-traumáticos el dolor puede ser un suplicio permanente que lleve a la persona al borde de la locura e incluso al suicidio. Por eso el tratamiento o, como se dice modernamente, manejo integral del dolor, se ha convertido no solamente en una especialidad médica, sino en una preocupación constante que todos los médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud tenemos permanentemente.

    Está claro que el manejo del dolor va más allá del uso de los fármacos disponibles, por más buenos que estos sean hoy en día y que el concepto se ha ampliado y la medicina echa mano a otros recursos para ofrecer una atención integral a los pacientes terminales o que sufren de dolor crónico o "intratable"..

    La medicina llamada alternativa o tradicional ya sea china, hindú, amerindia o de cualquiera otro origen, dispone de muchos recursos algunos poco efectivos pero otros sorprendentemente eficaces como la acupuntura. Recientemente me tocó intervenir quirúrgicamente a una paciente anestesiada solamente con una ampolla de morfina y acupuntura y el resultado fue sensacional con una molestia mínima que la misma paciente refirió como menos que un piquete de avispa permaneciendo despierta y cooperadora durante todo el procedimiento y prácticamente sin dolor postoperatorio y que conste, que yo era de los que decía que eso de la acupuntura era más charlatanería que realidad.

    Es así como el manejo del dolor ha tomado nuevos rumbos, los cuales promueven el alivio no solo para el paciente mismo sino también para sus familiares, e incluso para los profesionales involucrados en su atención.

    Jurisprudencia novedosa, cambios en las leyes sobre la prescripción de drogas, el establecimiento de normas generales acerca de cómo se debe atender a los enfermos, especialización de los médicos, apertura de unidades de cuidados paliativos, investigaciones y un cambio en la mentalidad de los profesionales y autoridades del sector salud, demarcan el horizonte de un futuro más esperanzador para los enfermos.

    Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el control del dolor es prioritario, y esto ya ha calado en muchos profesionales que impulsan programas públicos y privados bajo nuevos parámetros y conceptos. La profundidad y la velocidad de este proceso, tiene diferencias en cada país o región.

    El panorama actual del dolor se ha conocido como Manejo del Dolor Total.

    El paciente con dolor no solamente requiere tratamientos con fármacos, también necesita que escuchen sus necesidades y sus preocupaciones más allá del dolor. Por eso hoy se insiste en una atención bajo el modelo biopsicosocial, u holístico, que involucre a sus familiares, así como áreas tan amplias y complejas como las emocionales, las espirituales, las sociales y hasta las patrimoniales.

    En muchos países todavía se utiliza el modelo biomédico, que no responde a las necesidades del enfermo ni a las de sus familiares, pues se enfoca solo en tratar farmacológica o biológicamente solamente el aspecto físico del padecimiento -por medio de medicamentos y de métodos como el bloqueo del dolor y estos sistemas pueden ser eficientes en la fase curativa de enfermedades agudas o en el manejo del dolor casual o de corta duración, pero no en atención del enfermo terminal o con dolor crónico para quien el dolor es más angustiante por cuanto es un presagio de muerte.

    En el mundo entero se está proponiendo desde hace unos veinte años la adopción de un modelo más bio-psico-social, pero esto no ha calado fácilmente en la mente de los profesores o graduados de las escuelas de medicina y probablemente tomará otros 10 a 15 años para establecerse como la norma. Lo que ocurre es que el médico occidental se educa sobre la enfermedad y todas o casi todas sus prácticas cuando estudiante, las orienta a la atención de enfermos descuidando o pasando por alto el concepto real de salud y bienestar integral que, muchas veces, necesita ser compatible con un estado de dolor permanente que, aunque no podemos evitar en su totalidad, si lo debemos hacer "tolerable" dentro de un esquema de una vida integral en un marco de felicidad y armonía social.

    Este ha sido el objetivo de los llamados médicos familiares o médicos holísticos y la comunidad profesional total hasta hace poco ha empezado a entenderlo.

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