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Indicadores de logros


Partes: 1, 2

    1. Algunas utilidades del uso de los indicadores de logros
    2. Indicadores usados en las macropolíticas educativas a nivel latinoamericano
    3. Núcleos generativos y núcleos problemáticos
    4. Autores consultados

    El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.

    – Plutarco

    Cada vez que nos enfrentamos al complejo acto de evaluar desde el sujeto que domina el saber experto al sujeto que está en el proceso de aprendizaje del saber o mejor aún en ese diálogo permanente de saberes, parece que la tarea de cualificar se compromete desde diferentes dimensiones (objetividad / subjetividad, conocimiento / competencias, valores / estructuras, aplicabilidad / formalidad, etc).

    Por ello resulta que en la mayoría de las ocasiones cuando hablamos de un mismo estudiante pero desde diferentes asignaturas parece que estuviéramos refiriéndonos a personas diferentes. En algunos casos muy diferentes. Ello no es solamente porque no compartamos las mismas concepciones de aprendizaje o de inteligencia, sino porque los instrumentos de evaluación y los dispositivos de evaluación resultan en muchos casos contradictorios.

    Como forma de lograr la contrastación en una profesión y en una actividad, donde la universalización y los estándares son absolutamente contextuales, se buscó una modelización de las maneras de medir resultados de ciencias formales y fácticas, así como de actividades empresariales o de mercado. Así alcanzamos la introducción de los indicadores, que en educación básicamente nos referimos a los indicadores de logros, si bien podemos hablar de otros tipos.

    Los indicadores de logros son estructuras pedagógicas que nos permiten estimar los momentos del proceso de aprendizaje por el educando así como de otras connotaciones referidas a las relaciones con los saberes, sus funcionalidades, las actitudes frente al aprendizaje, etc. Son también descriptores de estos momentos que en algunas ocasiones pueden ser cuantitativos, aproximándose al concepto de indicador formal o de índices.

    Los "logros" en nuestro caso y como suscriptores de las inteligencias múltiples (IM), hacen referencia a la conquista de determinadas competencias que se puedan hacer explícitas. Recordemos que una de las virtudes del uso de estos instrumentos está en que nos permite hacer explícitos muchos conceptos o procedimientos que están implícitos en nuestras prácticas.

    Hay muchas formas de formular los indicadores de logros, pero existen condiciones que no podemos olvidar a la hora de formularlos. Algunas de ellas son:

    1- Coherencia interna: su enunciado no debe evidenciar inconsistencias estructurales sean estas sintácticas o semánticas o las relacionadas con el objetivo que pretendemos evaluar.

    2- Validez interpretativa: debe permitir que los profesionales afines puedan interpretar adecuadamente la relación entre el indicador y el objeto evaluado.

    3- Comparabilidad: esta es una condición clave, ya que es lo que hace de los indicadores instrumentos necesarios cuando pretendemos evaluar procesos y no solamente resultados. A su vez no posiciona en el lugar de interpretar como pueden incidir los contextos a la hora de valorar lo aprendido.

    4- Gradualidad: es muy importante recordar que a la hora de elaborar los indicadores de logros tengamos presente que el aprendizaje y la adquisición de determinadas competencias se realizan a lo largo de procesos cognitivos, afectivos, sociales, culturales e históricos muy complejos. En una palabra los indicadores de logros deben recorrer esas evoluciones en la adquisición de las competencias y de los saberes que pretendemos desarrollar.

    Los indicadores de logros logran su anclaje en el diseño de las estrategias pedagógicas, las que permitirán comprobar lo propuesto por nuestro instrumento.

    ALGUNAS UTILIDADES DEL USO DE LOS INDICADORES DE LOGROS

    • Aumentan la producción intelectual y la calidad de la misma al permitir la objetivación de los resultados obtenidos en el marco de los resultados esperados. Se transforma en una forma de autoseguimiento en múltiples dimensiones (académicas, procedimentales, de reflexión sistemática, estratégica, etc).
    • Aumenta la credibilidad en los resultados obtenidos y en la planificación de los logros deseados. Desde el momento en que transformamos las ideas en productos escritos y por consecuencia explícitos y contrastables, favorecemos el intercambio con otros enfoques que ayudan a lograr resultados más ajustados a las variables que pretendemos aquilatar.
    • Aumenta las inversiones de tiempo y energía individuales y del grupo de trabajo en el cual estamos, ya que no andamos perdidos en un conjunto de deseos que no logran cristalizarse o evaluarse concretamente para realimentar nuestro trabajo y compromiso con os productos deseados.
    • Favorece el contralor de lo que obtenemos cualitativamente en nuestros resultados pero también del trabajo de todos los integrantes de un equipo sobre una misma variable y de quien dirige el proyecto, pero también de los evaluados.
    • Mejora la calidad de los resultados y de los aprendizajes logrados tanto en una dirección como en la otra. Permite que se elimine ese concepto tan arraigado de que "hay un culpable, que por supuesto no soy yo, sino los demás que no cumplieron con lo que se debía hacer", ya que en un resultado todos somos responsables de los objetivos que se buscan lograr, por lo que el éxito es compartido pero también lo son los fracasos.
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