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Cuentos de hadas de Jacob y Whilhelm Grimm (volumen II) (página 4)


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y fue a un árbol, arrancó la corteza con su hacha, y lo frotó con un lado del yeso. Inmediatamente la corteza se cerró y el árbol quedó curado. 

-"Ahora sí, está correcto,"- dijo al espíritu, -"ya podemos separarnos."-

El espíritu le agradeció por su liberación, y el muchacho agradeció al espíritu por su presente y por cumplir con su palabra, y volvió donde su padre.

"¿Dónde has estado caminando?" dijo el padre; -"¿Por qué has olvidado tu trabajo? Bien te dije que nunca conseguirías nada."-

-"Calma, padre, yo lo arreglaré."-

 -"Pues arréglalo en efecto,"- dijo el padre enojado, -"no hay ningún truco en esto."- 

-"Pierde cuidado, padre, talaré pronto aquel árbol que está allá, y en seguida lo dejaré  en trozos."-

Entonces él tomó su yeso, frotó el hacha con él, y dio un golpe fuerte al árbol, pero como el hierro se había cambiado a plata, el metal se dobló; 

-"Hey padre,"- dijo el hijo, -"sólo mire que hacha más mala me ha dado, se ha torcido completamente."-

El padre quedó impresionado y dijo,

-"Ah, pero ¿qué has hecho? ahora yo tendré que pagar por ella, y no tengo los medios, ni de donde sacarlos con el trabajo que has realizado."-

-"Tenga calma,"- le dijo el hijo, -"pagaré pronto por el hacha."-

-"Ay, ingenuo,"- gritó el padre, -"¿con qué medios pagarás por ella?, no tienes más que lo que te he dado. Esas son cosas que se te han metido en la cabeza como estudiante, pero no tienes idea del trabajo de leñador."-

Al rato el joven dijo:

-"Padre, en verdad no puedo trabajar más, tomemos una vacación."-

-"¡Hey!¿Qué?"-, contestó el padre, -"¿Sueñas que me sentaré aquí con mis manos en el regazo? Yo seguiré trabajando, y tú puedes irte a casa cuando gustes."-

-"Padre, es la primera vez que he venido a esta foresta y no conozco el camino de regreso. Por favor venga conmigo."-

En cuanto ya le pasó el enojo, el padre al fin accedió a acompañarlo a casa. Entonces le dijo al hijo:

-"Ve y vende esa hacha dañada a ver cuánto te dan por ella, y yo trabajaré para obtener la diferencia y así pagarle a nuestro vecino."-

El hijo tomó el hacha y fue a la ciudad donde un orfebre, quien pesándola la valoró y dijo:

-"Ella vale cuatrocientos duros, pero en estos momentos no tengo esa cantidad."-

El hijo dijo, 

-"Déme lo que tenga, luego me paga el resto."-

El orfebre le dio trescientos duros, y quedó debiéndole cien. El hijo con eso se fue a casa y dijo, 

-"Padre, tengo el dinero, vaya y pregunte al vecino cuánto quiere por el hacha."-

-"Ya tengo el monto,"- contestó el anciano, -"un duro y seis décimos."-

-"Entonces dele tres duros y dos décimos, que es el doble y suficiente; como puede ver, tengo dinero en abundancia."-

 y le dio al padre cien duros, y dijo, 

-"Nunca le faltará vivir tan cómodamente como usted quiera."-

-"¡Cielos!"- dijo el padre, -"¿Cómo has adquirido tanta riqueza?"-

El hijo entonces le contó todo lo que había sucedido, y cómo, confiando en su suerte, había hecho un golpe tan bueno. Y con el dinero que obtuvo, él joven volvió a la Escuela Secundaria y continuó aprendiendo más, y como él podría curar todas las heridas con su yeso, se hizo el doctor más famoso en el mundo entero.

Enseñanza:

Muchas veces queriendo obtener grandes ganancias, se corren riesgos muy peligrosos. Si se decide correr el riesgo, no hay que lamentarse si se fracasa.

078-El Ratón, el Pájaro y la Salchichaedu.rededu.red

Una vez, hace mucho tiempo, un ratón, un pájaro, y una salchicha se hicieron compañeros, mantenían su casa juntos, vivían bien y felizmente el uno con el otro, y maravillosamente aumentaron sus posesiones. El trabajo del pájaro era que debía volar cada día en el bosque y regresar con madera. El ratón tenía que llevar el agua del pozo, encender el fuego, y poner la mesa, y a la salchicha le correspondía cocinar.

Quien se aleja de su medio habitual, siempre añora algo nuevo. Un día, por lo tanto, el pájaro se encontró con otro pájaro por el camino, a quien le habló de sus circunstancias excelentes y se jactó de ello. El otro pájaro, sin embargo, lo llamó un pobre tonto por su trabajo difícil, pero dijo que los dos en su casa podrían pasar  buenos tiempos. 

Como el ratón ya había hecho su fuego y había llevado el agua, entró a su pequeño cuarto para descansar hasta que los otros lo llamaran para poner la mesa. La salchicha se quedó por el pote, vio que el alimento se cocinaba bien, y, cuando ya  era casi el momento para la comida, se hizo rodar un par de veces por el caldo y las   verduras y luego fueron untadas con mantequilla, sal, y todo listo.

Cuando el pájaro llegó a casa y posó su carga, todos se sentaron a la mesa, y después de que habían tenido su comida, durmieron placenteramente hasta la próxima mañana, y aquello era una vida espléndida. 

Al día siguiente, el pájaro, estimulado por lo que le dijo el otro pájaro, decidió que no iría más por madera, y les dijo a sus amigos que ya había estado bastante tiempo de criado, y que había sido puesto en ridículo por ellos, y que deberían turnarse de oficio de una vez, y tratar de arreglarlo todo de otro modo. Y, aunque el ratón y la salchicha le rogaron muy seriamente, el pájaro mantuvo su decisión, y dijo que el cambio debería ser intentado. Ellos echaron suertes, y le tocó a la salchicha llevar la madera, el ratón pasó a ser el cocinero, y el pájaro debería traer el agua y encender el fuego.

¿Y qué sucedió entonces? La pequeña salchicha salió a traer la madera, el pájaro encendió el fuego, el ratón se quedó por el pote y esperó solitario hasta que la salchicha viniera a casa y trajera la madera para el día siguiente. Pero la pequeña salchicha tardaba tanto  tiempo en regresar que ellos temieron que algo le hubiera salido mal, y el pájaro salió volando a lo largo del camino para encontrarla. No muy lejos, sin embargo, encontró un perro, quién había agarrado a la salchicha y tomándola como un botín legal, se la había tragado. El pájaro acusó al perro de un acto de robo descarado, pero eso fue hablar en vano, ya que el perro dijo que él había encontrado unas letras impresas en la salchicha, en las que contaba que su vida ya estaba acabada.

El pájaro tristemente tomó la madera, voló a casa, y relató lo que él había visto y había oído. Ellos quedaron muy preocupados, pero consintieron en hacer todo lo posible y permanecer juntos. El pájaro por lo tanto puso la mesa, y el ratón preparó el alimento, y quiso aderezarlo y entrar en el pote como la salchicha lo solía hacer, y rodar y arrastrarse entre las verduras para mezclarlas; pero antes de que entrara en medio de ellas, fue herido por el vapor caliente, y perdió su piel, su pelo y su vida en la tentativa. Cuando el pájaro vino para llevar la comida, no había ningún cocinero allí. 

¡En su angustia el pájaro lanzó la madera por aquí y por allá, llamó y buscó, pero a ningún cocinero encontró! Debido a su descuido la madera prendió fuego, de modo que siguió una gran conflagración, y el pájaro se apresuró a traer el agua, pero el cubo se safó de sus garras en el pozo, y él cayó atrás del cubo, y no pudo recuperarse, y terminó ahogándose allí.

Enseñanza:

Debemos siempre trabajar en lo que estamos debidamente bien preparados, teniendo la capacidad adecuada para ello.

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079-El ganso de oro 

Había un hombre que tenía tres hijos, el más joven fue llamado Dummling, y era  despreciado, burlado, y dejado de lado en cada ocasión.

Resultó un día que el mayor quiso entrar en el bosque para talar madera, y antes de que él se fuera, su madre le dio un hermoso pastel dulce y una botella de vino a fin de que no tuviera que sufrir de hambre o de sed. Cuando él entró en el bosque encontró a un pequeño anciano canoso que le deseó que tuviera un buen día, y quien además le dijo, 

-"Regálame un pedazo del pastel de tu bolsillo, y dame un sorbo de tu vino; tengo mucha hambre y sed."-

 Pero el prudente joven contestó, 

-"Si te doy mi pastel y vino, no tendré ninguno para mí; hazte a un lado,"-

 y dejó al hombrecito parado y continuó su camino.

Pero cuando él comenzó a talar para bajar un árbol, no pasó mucho rato antes de que él diera un golpe falso, y el hacha lo hirió en el brazo, de modo que tuvo que regresar  a casa y tener que vendarse. Y esto fue hecho por el pequeño hombre canoso. 

Después de eso, el segundo hijo también entró en el bosque, y su madre le dio, como al mayor, un pastel y una botella de vino. El pequeño y viejo hombre canoso lo encontró igualmente, y le pidió un pedazo de pastel y una bebida de vino. Pero el segundo hijo, también, dijo con mucha razón, 

-"Si se lo doy no será para mí; ¡estese lejos!"- y él dejó parado al hombre y continuó.

Su castigo, sin embargo, no se retrasó; y en cuanto él había dado unos pocos golpes en el árbol, se golpeó en la pierna, de modo que tuvo que regresar a casa.

Entonces Dummling dijo, 

"Padre, déjeme ir a mí a cortar la madera."-

El padre contestó, 

-"Sus hermanos se han hecho daño con ello, olvídelo, usted no entiende nada sobre eso."-

 Pero Dummling pidió con tanta insistencia que por fin él dijo, 

-"Vaya entonces. Se hará más sabio haciéndose daño."-

Su madre le dio un pastel hecho sólo con agua y harina y horneado en las cenizas, y con una botella de cerveza ácida. Cuando él llegó al bosque, el pequeño viejo hombre canoso lo encontró igualmente, y después de su saludo le dijo, 

-"Deme un pedazo de su pastel y una bebida de su botella; tengo tanta hambre y tengo mucha sed."-

Dummling contestó, 

-"Tengo un pastel de sólo harina horneado en ceniza y cerveza ácida; si esto le complace, nos sentaremos y comeremos."-

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Entonces se sentaron, y cuando Dummling sacó su pastel de harina, ahora era un pastel dulce muy delicioso, y la cerveza ácida se había transformado en el más fino vino. Y  comieron y bebieron, y después el pequeño hombre dijo, 

-"Ya que usted tiene un corazón bueno, y acepta compartir lo que tiene, le daré la buena suerte. Allí tiene un viejo árbol, córtelo, y usted encontrará algo en las raíces."-

 Entonces el pequeño hombre se despidió de él.

Dummling fue y redujo el árbol, y cuando cayó había un ganso sentado en las raíces con plumas de oro puro. Lo levantó, y lo llevó con él, y fue a una posada donde  pensó que se quedaría la noche. Ahora bien, el anfitrión tenía tres hijas, que vieron al ganso y estaban curiosas por saber que tan maravillosa ave podría ser, y les habría gustado también tener una de sus plumas de oro. La mayor pensó, 

-"Encontraré pronto una oportunidad de sacar una pluma,"-

 y tan pronto como Dummling había salido, agarró al ganso por el ala, pero su dedo y mano se quedaron fuertemente pegadas en él. La segunda llegó casi de inmediato, pensando sólo en como ella podría conseguir también una pluma, pero no había más que tocado apenas a su hermana cuando quedó fuertemente pegada a ella. Por fin la tercera también vino con intención parecida, y las hermanas gritaron, 

-"Quédate lejos; ¡por tu bien, mantente lejos!"-

 Pero ella no entendió por qué debía de alejarse. 

-"Las otras ya están allí,"- pensó ella, -"yo puedo estar allí también,"-

 y corrió hacia ellas; pero tan pronto como había tocado a su hermana, ella también quedó pegada. Y no les quedó más que pasar la noche junto al ganso.

A la mañana siguiente Dummling tomó al ganso bajo su brazo y salió, sin preocuparse sobre las tres muchachas que colgaban de él. Ellas fueron obligadas a seguir tras él continuamente, ya fuera a la izquierda, ya fuera a la derecha, o a como él decidiera ir.

En medio de los campos el cura los encontró, y cuándo él vio la procesión dijo,

-"Qué  vergüenza, ustedes muchachas inútiles, ¿por qué van por los campos detrás de este hombre joven? ¿es eso correcto?"-

Al mismo tiempo él agarró a la más joven de la mano a fin de separarla, pero tan pronto como él la tocó, igualmente se pegó de inmediato, y fue obligado a correr detrás en la fila. Al poco rato llegó el sacristán y vio a su maestro, el cura, que corría detrás de tres muchachas. Él quedó sorprendido de aquello y dijo, 

-"Hola, su reverencia, ¿hacia adónde van tan rápidamente? ¡no olvide que tenemos un bautizo hoy!"-

 y persiguiéndolo lo tomó por la manga, pero también quedó pegado inmediatamente. Mientras los cinco trotaban así uno detrás del otro, dos peones vinieron con sus azadas desde los campos; el cura los llamó y les pidió que los despegaran a él y al sacristán.  Pero ellos apenas habían tocado al sacristán cuando también quedaron rápidamente pegados, y ahora eran siete corriendo detrás de Dummling y el ganso.

Pronto llegaron a una ciudad, donde el rey que gobernaba tenía una hija que era tan seria que nadie podía hacerla reír. Para ese entonces él había firmado un decreto diciendo que quienquiera que fuera capaz de hacerla reír debería casarse con ella. Cuando Dummling oyó acerca de eso, fue con su ganso y todo su tren de seguidores ante la hija del Rey, y tan pronto como ella vio a las siete personas correr sin cesar, uno detrás del otro, de aquí para allá, ella comenzó a reír completamente en voz alta, y parecía como si nunca acabaría de hacerlo. 

Con eso Dummling pidió tenerla como su esposa, y la boda fue celebrada. Después de la muerte del Rey, Dummling heredó el reino y vivió en adelante siempre felizmente con su esposa.

Enseñanza:

La bondad, el buen trato y el compartir con el necesitado, siempre traen su buena recompensa.

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080-La novia del señor Liebre

Había una vez una mujer y su hija que vivían en un bonito jardín con coles; y una vez  un pequeño señor liebre ingresó a la huerta, y durante el tiempo de invierno se comió todas las coles. Entonces dijo la madre a la hija, 

-"Ve al jardín, y ahuyenta al señor liebre."-

La muchacha dijo al pequeño señor liebre, 

-"Sh-sh, señor liebre, usted se ha comido por completo todas nuestras coles."-

Dijo el señor liebre, 

-"Venga, doncella, siéntese en mi pequeña cola, y venga conmigo a mi pequeña choza."-

La muchacha no lo hizo. Al día siguiente el señor liebre vino otra vez y comió las coles, luego dijo la madre a la hija, 

-"Ve al jardín, y ahuyenta al señor liebre."-

La muchacha volvió a decirle al señor liebre, 

-"Sh-sh, pequeño señor liebre, usted sigue comiéndose todas las coles."-

El pequeño señor liebre dijo, 

-"Doncella, siéntese en mi cola y venga conmigo a mi pequeña choza." La doncella se negó.

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El tercer día el señor liebre vino otra vez, y se comió las coles. Ahora la madre dijo a la hija, 

-"Ve al jardín y llévate al señor liebre bien lejos."-

dijo entonces la doncella, 

-"Sh-sh, pequeño señor liebre, usted todavía se come todas nuestras coles."-

y replica el señor liebre, 

-"Venga, doncella, siéntese sobre mi pequeña cola, y venga conmigo a mi pequeña choza."-

La muchacha por fin se sentó en la cola del pequeño señor liebre, y luego el señor  liebre la llevó a su pequeña choza, y dijo, 

-"Ahora usted cocine la col verde y la semilla de mijo, y yo traeré a los invitados de la boda."-

Entonces todos los invitados de la boda se reunieron. (¿Quiénes eran los invitados de la boda?) ¿Qué puedo decirle?, lo que otro me dijo: todos eran liebres, y el cuervo estaba allí como el cura para casar a la novia y el novio, y el zorro como oficinista, y el altar estaba bajo un arco iris. La muchacha, sin embargo, estaba triste, ya que ella estaba absolutamente sola. El pequeño señor liebre viene y dice, 

-"Abran las puertas, abran las puertas, los invitados de la boda están alegres."-

La novia no dice nada, pero llora. El pequeño señor liebre se marcha. Luego vuelve y dice, 

-"Quítese el velo, quítese el velo, los invitados de la boda tienen hambre."-

La novia otra vez no dice nada, y llora. El pequeño señor liebre se marcha. Luego regresa y dice, 

-"Quítese el velo, quítese el velo, los invitados de la boda esperan."-

Entonces la novia no dice nada, y la liebre se marcha de nuevo, pero ella da forma y viste a una muñeca de paja con su ropa, y le pone una cuchara para batir, y la coloca por la cazuela que contiene la semilla de mijo, y se marcha donde su madre. El pequeño señor liebre viene una vez más y dice, 

-"Quítese el velo, quítese el velo,"-

y levantándose golpea la muñeca en la cabeza de modo que su velo cae.

Entonces el pequeño señor liebre ve que aquello no es su novia, y se marcha muy adolorido.

Enseñanza:

Los sentimientos siempre deben de darse en forma voluntaria y espontáneamente, nunca forzados.

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81-La rama de avellana

Una tarde el niño Jesús se había acostado en su cuna y se había dormido. Entonces su madre llegó, lo miró llena de alegría, y dijo, 

-"¿Tú mismo te viniste a dormir, mi niño? Duerme dulcemente, y mientras tanto iré al bosque, y te traeré un puñado de fresas, pues ya sé que estarás contento con ellas cuando despiertes."-

 Ya afuera en el bosque, ella encontró un lugar con las fresas más hermosas; pero cuando se inclinaba para juntarlas, una víbora apareció entre la hierba.

Ella se alarmó y dejó las fresas donde estaban, y se alejó del lugar. La víbora la persiguió; pero Nuestra Señora, como usted puede entender fácilmente, sabía lo que era lo mejor por hacer. Ella se escondió detrás de un arbusto de avellana, y estuvo de pie allí hasta que la víbora se alejó. Entonces juntó las fresas, y cuando salió a su camino a casa dijo, 

-"Como el arbusto de avellana ha sido mi protección esta vez, en el futuro va a proteger a otros también."-

De aquí que, a partir de los tiempos más remotos, una rama verde de avellana ha sido la protección más segura contra víboras, serpientes, y todo lo demás que se arrastra en la tierra.

 Enseñanza:

Cuando se conoce o aprende algo útil es lo mejor darlo a conocer a los demás.

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82-El tamborilero 

Un joven tamborilero salió completamente solo una tarde hacia el campo, y llegó a un lago en cuya orilla él encontró tres piezas de lino blanco en el suelo

-"Que lino más fino,"- dijo él, y guardó una de las piezas en su bolsillo. 

Volvió a casa, pensando sobre lo que había encontrado, y se acostó. Cuando ya se  iba a dormir, le pareció como si alguien decía su nombre. Él escuchó, y se dio cuenta de una voz suave que le gritaba, 

-"¡Tamborilero, tamborilero, despierte!" Como era una noche oscura no podía ver a nadie, pero le pareció que una figura se cernía sobre su cama. 

-"¿Qué quiere usted?"- preguntó. 

-"Devuélvame mi vestido,"- contestó la voz, -"el que se llevó esta tarde a la orilla del lago."-

 -"Se lo daré de nuevo,"- dijo el tamborilero, "si me dice quien es usted."

-"Ah,"- contestó la voz, -"soy la hija de un Rey poderoso; pero he caído bajo el poder de una bruja, y estoy  encerrada en la Montaña de Cristal. Tengo que bañarme en el lago cada día con mis dos hermanas, pero no puedo regresar sin mi vestido. Mis hermanas se han marchado, pero yo he sido obligada a quedarme. Le suplico que me devuelva mi vestido."-

-"Tranquila, jovencita,"- dijo el tamborilero. -"Se lo devolveré con mucho gusto."-

Él lo tomó de su bolsillo, y se lo alcanzó en la oscuridad. Ella lo arrebató con prisa, y quiso marcharse con la prenda. –

-"Espere un momento, quizás pueda ayudarle."- dijo el tamborilero.

 -"Usted sólo puede ayudarme subiendo la Montaña de Cristal, y liberándome del poder de la bruja. Pero usted no puede venir a la Montaña de Cristal, y en efecto si usted estuviera completamente cerca de ella no podría subirla."-

 -"Cuando quiero hacer una cosa, siempre logro hacerla,"- dijo el tamborilero; -"me entristece su situación , pero yo no tengo miedo de nada. Sólo que no conozco el camino que conduce a la Montaña de Cristal."-

 -"El camino pasa por el gran bosque, en el cual viven los gigantes caníbales,"- contestó ella, -"y algo más que eso, no me atrevo a decirle." 

Y luego él oyó el rugir del aire, cuando ella se fue volando. Al amanecer, el tamborilero se levantó, se abrochó su tambor, y se fue sin miedo directamente hacia el bosque. Después de que había andado un rato sin ver a ningún gigante, pensó,

-"Debo despertar a los holgazanes,"- y colgó su tambor al frente de él, y golpeó tal redoble‚ que las aves volaron de los árboles con fuertes gritos.

No pasó mucho rato  antes de que un gigante que había estado durmiendo entre la hierba, se levantó, y era tan alto como un abeto. 

-"¡Desgraciado!"- gritó él; -"¿qué haces tamborileando aquí, despertándome de mi mejor sueño?"-

-"Toco el tambor,"- contestó , -"porque quiero mostrar el camino a muchos miles que  me siguen."-

-"¿Qué quieren ellos en mi bosque?"- exigió el gigante. 

-"¡Ellos quieren acabar contigo, y limpiar el bosque de tal monstruo como eres tú!"-

-"¡Oho!"- dijo el gigante, -"pisotearé a todos ustedes hasta la muerte como si fueran  hormigas."-

-"¿Y crees que puedas hacer algo contra nosotros?"- dijo el tamborilero; -"si tratas de  coger a uno, él brincará lejos y se ocultará; y cuando te acuestes a dormir, todos ellos saldrán de la espesura, y se subirán sigilosamente sobre ti. Cada uno de ellos tiene un martillo de acero en su cinturón, y con él golpearán tu cráneo."-

 El gigante se puso enojado y pensó, 

-"Si me meto con esa gente mañosa, podría resultar mal para mí. Puedo estrangular a lobos y osos, pero no puedo protegerme de una multitud de estos gusanos."-

-"Escuche, pequeño compañero,"- dijo el gigante; -"devuélvase de nuevo, y le prometeré que para el futuro los dejaré a usted y sus compañeros en paz, y si hay algo más que usted desee, dígame, ya que ciertamente quiero hacer algo para complacerle."-

-"Usted tiene piernas largas,"- dijo el tamborilero, -"y puede correr más rápido que yo; lléveme a la Montaña de Cristal, y daré a mis seguidores una señal para que regresen, y ellos lo dejarán en paz esta vez."-

-"Venga acá, gusano,"- dijo el gigante; -"siéntese en mi hombro, y lo llevaré a donde quiere ir."- 

El gigante lo levantó, y el tamborilero comenzó a golpear su tambor al mayor placer de su corazón. El gigante pensó,

– "Es la señal para que la otra gente se regrese."-

Al ratito, un segundo gigante estaba parado en el camino, quién inmediatamente tomó al tamborilero, y lo puso en su ojal. El tamborilero se colgó del botón, que era tan grande como un plato,  y agarrado de él, miró alegremente alrededor. Entonces  llegaron donde un tercer gigante, quien lo tomó del ojal, y lo puso en el borde de su sombrero. Entonces el tamborilero anduvo hacia atrás y hacia adelante en el sombrero mirando por encima de los árboles, y cuando percibió una montaña en la distancia azul, se dijo, 

-"Esa debe de ser la Montaña de Cristal," y realmente lo era.

El gigante sólo dio dos pasos más, y alcanzaron el pie de la montaña, donde el gigante lo dejó. El tamborilero exigió ser puesto sobre la cumbre de la Montaña de Cristal, pero el gigante sacudió su cabeza, gruñó algo, y volvió al bosque.Y ahora el pobre tamborilero estaba de pie ante la montaña, que era tan alta como si tres montañas se hubieran amontonado una sobre otra, y al mismo tiempo tan lisas sus paredes como un espejo, y no sabía cómo haría para alcanzar la cumbre. Entonces  comenzó a subir, pero era inútil, ya que siempre resbalaba y caía otra vez. 

-"Si yo fuera una ave ahora,"- pensó él; pero sólo fue un buen deseo, ningún ala le creció.

Mientras él estaba así de pie, no sabiendo que hacer, vio, no lejos de él, dos hombres que luchaban ferozmente entre sí. Se acercó a ellos y vio que discutían por una silla de montar que yacía en la tierra frente a ellos, y que ambos querían poseer. 

-"¡Qué tontos son ustedes,"- dijo él, -"pelearse por esa silla, cuando no tienen un caballo donde ponerla!"-

-"La silla sola bien vale la pena luchar por ella,"- contestó uno de los hombres; -"quienquiera que se siente en ella, y desee estar en cualquier lugar, aun si eso fuera el mismo final de la tierra, consigue ponerse allí en el mismo instante que haya pronunciado el deseo. La silla nos pertenece en común. Este es mi turno para montarla, pero ese otro hombre no quiere dejarme hacerlo."-

-"Decidiré pronto la pelea,"-  dijo el tamborilero, y se alejó una distancia mediana y pegó una vara blanca en la tierra. Entonces regresó y dijo, 

-"Ahora corran hasta la vara, y quienquiera que llegue allí primero, montará la silla de  primero."-

Ambos se pusieron a trotar; pero apenas habían dado un par de pasos cuando el tamborilero se abalanzó sobre la silla, y deseó estar en la Montaña de Cristal; y antes de que alguno de los hombres pudiera dar la vuelta para regresar, ya él estaba en la montaña. En la cumbre de la montaña había una llanura; allí estaba una vieja casa de piedra, y delante de la casa un gran estanque con peces, pero más atrás todo era un bosque oscuro. Él no vio, ni a hombres, ni a animales, todo era tranquilo; sólo el viento crujía  entre los árboles, y las nubes pasaban muy cerca encima de su cabeza. Él fue a la puerta y llamó. Cuando ya había llamado por tercera vez, una anciana con una cara marrón y ojos rojos abrió la puerta. Ella usaba gafas sobre su larga nariz, y miró bruscamente hacia él; entonces le preguntó que qué quería.

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"Entrada, alimento, y una cama para la noche," contestó el tamborilero. 

-"Todo eso lo tendrá,"- dijo la anciana, -"si me realiza tres servicios a cambio."-

-"¿Por qué no?"- contestó, -"no temo a ninguna clase de trabajo, no importa lo duro que fuera."-

La anciana lo dejó entrar, le dio alimento y una buena cama para la noche. A la mañana siguiente, cuando ya había despertado, ella tomó un dedal de su dedo arrugado, lo alcanzó al tamborilero, y dijo, 

-"Vaya a trabajar ahora, y vacíe el estanque con este dedal; pero usted tiene que  haberlo terminado antes del anochecer, y debe de haber sacado a todos los peces y dejarlos colocados  lado a lado, según su clase y tamaño."-

-"Ese es un trabajo extraño,"- dijo el tamborilero, y se fue al estanque, y comenzó a vaciarlo. Así pasó la mañana entera; ¿pero qué puede alguien vaciar a un gran lago con un dedal, aun si fuera a estar haciéndolo durante mil años?

Cuando llegó el mediodía, él pensó, 

-"Es todo inútil, y si trabajo o no, esto quedará en la misma cosa."-

Entonces lo dejó y se sentó. En eso vino una doncella de la casa quién puso una pequeña cesta con alimento al frente de él, y dijo, 

-"¿Qué te aflije, que estás tan triste?"-

Él la miró, y vio que era maravillosamente hermosa. 

-"Ah",- dijo él, -"no podré terminar el primer trabajo, ¿cómo será con los demás? Vine aquí para buscar a la hija de un rey quien dijo mora acá, pero no la he encontrado, y por lo tanto iré más lejos."-

-"Permanece aquí,"- dijo la doncella, -" te ayudaré con tu dificultad. Estás cansado,  pon la cabeza en mi regazo, y duerme. Cuando despiertes, tu trabajo estará concluído."-

 El tamborilero no esperó a que se lo dijeran dos veces. Tan pronto como sus ojos se cerraron, ella giró un anillo de deseos y dijo,

-"Levántense aguas. Peces, salgan y acomódense."

Al instante el agua se elevó a lo alto como una niebla blanca, y se alejó con las otras nubes, y los peces saltaron a la orilla y se pusieron lado al lado cada uno según su tamaño y clase. Cuando el tamborilero despertó, vio con asombro que todo estaba  hecho. Pero la doncella dijo, 

-"Uno de los peces no yace con aquellos de su propia clase, sino que yace  completamente solo; cuándo la anciana venga al atardecer y vea que todo lo que ella exigió ha sido hecho, te preguntará, 

-"¿Por qué yace este pescado solo?"-

Entonces lánzale el pescado en su cara, y dile, 

-"Éste es para ti, vieja bruja.'-

Al atardecer llegó la bruja, y cuando había hecho su pregunta, él lanzó el pescado en su cara. Ella se comportó como si no lo hubiera notado, y no dijo nada, pero lo miró con ojos malévolos. A la mañana siguiente ella dijo, 

-"Ayer fue demasiado fácil para ti, debo darte un trabajo más difícil. Hoy debes talar todo el bosque, partir la madera en troncos, y amontonarlos, y todo debe estar terminado antes del anochecer."-

Ella le dio un hacha, un mazo, y dos cuñas. Pero el hacha estaba hecha de plomo, y el mazo y las cuñas eran de lata. Cuando él comenzó a cortar, el borde del hacha se volvió hacia atrás, y el mazo y las cuñas quedaron deformadas. Él no sabía qué hacer, pero al mediodía la doncella vino una vez más con su comida y lo consoló.

-"Pon tu cabeza en mi regazo,"-  dijo ella, -"y duerme; cuando despiertes, tu trabajo estará hecho."-

 Ella giró su anillo de deseos, y en un instante el bosque entero cayó con un golpe, la madera quedó troceada, y arreglada en montones, y pareció justo como si gigantes invisibles terminaron el trabajo. Cuando él despertó, la doncella dijo, 

-"Ya ves que la madera está apilada y arreglada, y sólo una rama permanece separada; cuando la anciana venga esta tarde y te pregunte sobre aquella rama, dále un golpe con ella, y dile, 

-"Esta es para ti, bruja."-

La anciana llegó, 

-"¡Ya veo qué fácil era el trabajo!"- dijo ella; -"¿pero para quien has dejado aquella rama que está allí todavía?"-

-"Para ti, bruja,"- le contestó, y le dio un golpe con ella. 

Sin embargo ella pretendió no sentirlo, y se rió desdeñosamente, y dijo, 

-"Temprano mañana por la mañana arregla toda la madera en un montón, préndele fuego, y quémala."-

Él se levantó al amanecer, y comenzó a recoger la madera, pero ¿cómo puede un hombre solo amontonar todo un bosque entero junto? El trabajo no hizo ningún progreso. La doncella, sin embargo, no lo abandonó en su necesidad. Ella le trajo su alimento del mediodía, y cuando ya había comido, puso su cabeza en su regazo, y durmió. Cuando él despertó, el montón entero de madera se quemaba en una llama enorme, que estiraba sus lenguas hacia el cielo.

-"Escúchame,"- dijo la doncella, -"cuando la bruja venga, ella te dará cualquier clase de órdenes; haz lo que ella pida sin temor, y entonces ella no será capaz de obtener lo  mejor de ti, pero si tienes miedo, el fuego vendrá sobre ti, y te consumirá. Por fin cuando le hayas hecho lo que pidió, agárrala firme con tus manos, y lánzala en el medio del fuego."-

La doncella se marchó, y la anciana vino sigilosamente hasta donde él. 

-"Ah, tengo mucho frío,"- dijo ella, -"pero hay un fuego ardiendo; ¡eso calienta mis viejos huesos, y me hace muy bien! Pero hay un tronco que está allí sin arder, sácalo para mí. Cuando hayas hecho eso, quedarás libre, y podrás ir donde gustes, ven; hazlo con  buena voluntad."-

El tamborilero no reflexionó mucho tiempo; saltó en el medio de las llamas, pero ellas no le hicieron daño, y no pudieron chamuscar ni un solo pelo de su cabeza. Él llevó el tronco, y lo posó en tierra. Sin embargo, apenas el tronco tocó tierra fue transformado, y la doncella hermosa quién le había ayudado en su necesidad, quedó de pie ante él, y por las ropas de seda y brillantes de oro que llevaba, él supo correctamente que ella  era la hija del Rey. Pero la anciana se rió venenosamente, y dijo, 

-"¡Tu crees que la tienes segura, pero aún no es así!"- 

Cuando ella estuvo a punto de caer sobre la doncella y llevársela, el joven agarró a la anciana firmemente con ambas manos, la levantó en alto, y la lanzó en las mandíbulas del fuego, que se cerró sobre ella como si estuviera encantado de que una vieja bruja cayera en sus brasas.

Entonces la hija del Rey miró al tamborilero, y cuando vio que él era de una apuesta  juventud, y recordó como él había arriesgado su vida para rescatarla, ella le dio su mano, y dijo, 

-"Tú has arriesgado todo por mí, y yo también haré todo por ti. Prométeme ser sincero conmigo, y serás mi marido. No buscaremos por riquezas, tendremos bastante con lo que la bruja ha recogido aquí."-

 Ella lo condujo dentro de la casa, donde había baúles y cofres llenos con los tesoros de la anciana. La doncella dejó el oro y la plata donde estaban, y tomó sólo las gemas. Ella no se quedaría más tiempo en la Montaña de Cristal, y entonces el tamborilero le dijo, 

-"Siéntate a mi lado en mi silla, y volaremos hacia abajo como aves."-

-"No me gusta esa vieja silla,"- dijo ella, -"sólo tengo que girar mi anillo de deseos y estaremos en casa."-

-"Muy bien, entonces,"- contestó el tamborilero, -"desea que estemos delante de la puerta de ciudad."-

 En un parpadear de ojos ya ellos estaban allí, y el tamborilero dijo, 

-"Iré sólo a donde mis padres y les diré las noticias, espérame aquí afuera, estaré de vuelta pronto."-

-"Ah,"- dijo la hija del Rey, -"te ruego que tengas cuidado. Al llegar no beses a tus padres en la mejilla derecha, porque si lo haces lo olvidarás todo, y me quedaré aquí afuera, sola y abandonada. 

-"¿Cómo podría olvidarte?"- dijo él, y le prometió volver muy pronto, y le dio su mano como confirmación. 

Cuando él entró en la casa de sus padres, había cambiado tanto que nadie sabía quién era, pues durante los tres días que él había pasado la Montaña de Cristal, en realidad aquí habían sido tres años. Entonces él se dio a conocer, y sus padres cayeron en su cuello con alegría, y su corazón fue tan conmovido que olvidó lo que la doncella le había dicho, y los besó en ambas mejillas.

Pero cuando él les dio el beso en la mejilla derecha, todo pensamiento sobre la hija del Rey desapareció de su mente. Él vació sus bolsillos, y puso puñados de las joyas más grandes en la mesa. Los padres no tenían la menor idea de que hacer con las riquezas. Entonces el padre construyó un castillo magnífico todo rodeado por jardines, bosques, y prados como si un príncipe fuera a vivir en el, y cuando estuvo listo, la madre dijo,

-"He encontrado una doncella para ti, y la boda será en tres días."-

El hijo estaba contento por hacer cuanto sus padres desearan. 

La pobre hija del Rey había aguantado mucho tiempo fuera de la ciudad en espera del regreso del joven. Un día, cuando la tarde llegó, ella se dijo, 

-"Él debe haber besado seguramente a sus padres en la mejilla derecha, y me ha olvidado."-

Su corazón se llenó de pena, y ella deseó estar en una pequeña choza solitaria en un bosque, y no volver a la corte de su padre.

Cada tarde ella iba a la ciudad y pasaba por la casa del joven; él a menudo la veía, pero no la reconocía. Con mucho detalle ella oyó el decir de gente, "la boda ocurrirá mañana." Entonces se dijo, 

-"Intentaré reconquistar su corazón."-

Durante el primer día de las ceremonias previas para la boda, ella giró su anillo de deseos, y pidió, 

-"Quiero un vestido tan brillante como el sol."-

Al instante el vestido se presentó ante ella, y era tan brillante como si hubiera sido tejido con verdaderos rayos de sol. Cuando todos los invitados estuvieron reunidos, ella entró en el pasillo. Todos quedaron asombrados por el hermoso vestido, y la novia sobre todo, ya que los vestidos bonitos eran las cosas que más la deleitaban, por lo que fue donde la forastera y le preguntó si ella se lo vendería. 

-"No por dinero,"- contestó ella, -"pero si puedo pasar esta noche fuera de la puerta del cuarto donde duerme su prometido, se lo daré a usted."-

La novia no podía vencer su deseo y consintió, pero previamente mezcló una pócima para dormir en el vino que el prometido tomó por la noche, que lo hizo caer en un sueño profundo. Cuando todos se habían retirado, la hija del Rey se puso en cuclillas abajo por la puerta del dormitorio, lo abrió sólo un poco, y gritó,

-"¡Tamborilero, tamborilero, te ruego me escuches!,¿Has olvidado tu promesa, mí querido?¿Aquella en la Montaña de Cristal, donde nos sentamos hora tras hora?¡Tú que rescataste mi vida del poder de la bruja!¿No ves la difícil situación para mí?¡Tamborilero, tamborilero, escúchame!"-

Pero todo era en vano, el tamborilero no despertó, y cuando la mañana alboreó, la hija del Rey fue obligada a volver otra vez como vino. Durante la segunda tarde ella giró su anillo de deseos y dijo, 

-"Deseo un vestido tan plateado como la luna."-

Cuando ella apareció en el banquete con el vestido que era tan suave como rayos de luna, otra vez excitó el deseo de la novia, y la hija del Rey se lo ofreció si daba el permiso de pasar la segunda noche también, fuera de la puerta del dormitorio. Entonces en la calma de la noche, ella gritó,

-"¡Tamborilero, tamborilero, te ruego me escuches!,¿Has olvidado tu promesa, mí querido?¿Aquella en la Montaña de Cristal, donde nos sentamos hora tras hora?¡Tú que rescataste mi vida del poder de la bruja!¿No ves la difícil situación para mí?¡Tamborilero, tamborilero, escúchame! "-

Pero el tamborilero, que dormía profundamente por el efecto de la pócima, no podía ser despertado. Tristemente a la mañana siguiente ella volvió a su choza en el bosque. Pero la gente en la casa había oído la lamentación de la doncella forastera, y habían  hablado al novio sobre lo sucedido. Ellos le dijeron también que era imposible que él pudiera oír algo de eso, porque la doncella con la que él iba a casarse había vertido una pócima de sueño en su vino.Durante la tercera tarde, la hija del Rey giró su anillo de deseos, y dijo, 

-"Deseo un vestido que brille como las estrellas."-

Cuando ella se presentó en el banquete, la novia estaba completamente fuera de sí con el esplendor del vestido, que superó totalmente a los demás, y ella se dijo, 

-"Debo obtenerlo."-

La doncella se lo ofreció como había hecho con los demás obteniendo el permiso de pasar la noche fuera de la puerta del novio.

El novio, sin embargo, no bebió el vino que le fue dado antes de que él se acostara, sino que lo vertió detrás de la cama, y cuando todo estuvo tranquilo, él oyó una voz dulce que le llamó,

-"¡Tamborilero, tamborilero, te ruego me escuches!,¿Has olvidado tu promesa, mí querido?¿Aquella en la Montaña de Cristal, donde nos sentamos hora tras hora?¡Tú que rescataste mi vida del poder de la bruja!¿No ves la difícil situación para mí?¡Tamborilero, tamborilero, escúchame! "-

De repente, su memoria volvió a él. 

-"Ah",- gritó, -"como pude haber actuado tan infielmente; ¡pero el beso que en la alegría de mi corazón di a mis padres en la mejilla derecha, es el culpable de todo esto, es lo que me dejó sin el recuerdo!"-

Él se levantó, tomó a la hija del Rey de la mano, y la condujo a la cama de sus padres.

-"Ésta es mi novia verdadera,"- dijo él; -"si me caso con la otra, será un gran error."-

Los padres, cuando oyeron como todo había pasado, dieron su consentimiento. Entonces las luces en el pasillo fueron encendidas otra vez, los tambores y las trompetas fueron traídos, los amigos y los familiares fueron invitados a regresar, y la verdadera boda fue solemnizada con gran alegría. La primera novia recibió los vestidos hermosos como una compensación, y se declaró satisfecha.

Enseñanza:

Puede que por alguna razón involuntaria alguna vez olvidemos una promesa, pero en cuanto la recordemos, debemos cumplirla.

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83-Dulce Potaje

Había una joven pobre pero buena que vivía sola con su madre, y ya no tenían para comer. Entonces la muchacha fue al bosque a buscar frutas, y allí una mujer anciana la encontró, quien estuvo conciente de su pena, y le presentó un pequeño pote, el cual cuando ella dijera, 

-"Cocina comida, potito, cocina comida,"-

cocinaría un buen y alimenticio potaje, y cuando ella dijera, 

-"Para, potito,"-

él dejaría de cocinar. La muchacha llevó el pote a casa a su madre, y ahora ellas estaban liberadas de su pobreza y hambre, y comieron los potajes tan a menudo como ellas eligieran. Una vez, cuando la muchacha había salido, su madre dijo, 

-"Cocina comida, potito, cocina comida,"-

Y el pote cocinó realmente y ella comió hasta sentirse satisfecha, y luego ella quiso que el pote dejara de cocinar, pero no sabía las palabras. Entonces el pote continuó  cocinando y el potaje se elevó y saltó sobre el borde, y así siguió hasta que la cocina y la casa entera se inundaron de comida, y luego la siguiente casa, y luego la calle entera, justo como si quisiera satisfacer el hambre del mundo entero, y hubo mucha angustia, pues nadie sabía pararlo. Por fin cuando sólo una casa permanecía sin potaje, la joven llegó e inmediatamente dijo, 

-"Para, potito,"-

 y con eso dejó de cocinar, y quienquiera que deseara volver a la ciudad tenía que comerse el camino para regresar.

 Enseñanza:

Nunca hay que usar instrumentos o maquinaria si antes no se ha aprendido su manejo correcto.

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84-La Hilandera Perezosa

En un cierto pueblo una vez vivían un hombre y su esposa, y la esposa era tan ociosa que ella nunca trabajaría en nada; y cuando su esposo le traía algo para hilar, ella casi nunca lo hacía, y si lograba hilar algo, nunca lo embobinaba, y todo permanecía enredado en un montón. Si el hombre la reprendía, ella estaba siempre lista con su lengua, y decía, 

-"Bien, ¿pero cómo puedo embobinar, si no tengo ningún carrete? Entra en el bosque y con  madera hazme uno."-

-"Si eso es así,"- dijo el hombre, -"entonces iré al bosque, y conseguiré un poco de madera para hacer carretes."-

Entonces la mujer estaba temerosa de que él obtuviera la madera e hiciera un carrete, y ella tendría que embobinar, y luego volver a comenzar a hilar de nuevo.

Ella meditó por un rato, y luego una idea afortunada se le ocurrió: en secreto siguió al hombre en el bosque, y cuando él ya había subido a un árbol para elegir y cortar la madera, ella se arrastró en la espesura abajo donde él no podía verla, y gritó,-"Quien corta la madera para carretes morirá,Y quien embobina, fallecerá. "-

El hombre escuchó, posó su hacha durante un momento, y comenzó a considerar lo que esto podría significar. 

-"Ajá"-, dijo él por fin, -"lo que pudo haber sucedido; mis oídos deben haber estado zumbando, no me alarmaré para nada."-

Entonces él otra vez agarró el hacha, y comenzó a talar; luego otra vez oyó un grito de abajo:-"Quien corta la madera para carretes morirá,Y quien embobina, fallecerá. "-

Él paró, y se sintió con miedo y alarmado, y reflexionó sobre la circunstancia. Pero cuando habían pasado unos momentos, él tomó valor otra vez, y por tercera vez estiró su mano hacia el hacha, y comenzó a cortar. Pero alguien gritó una tercera vez, y dijo en voz alta,-"Quien corta la madera para carretes morirá,Y quien embobina, fallecerá. "-

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Eso fue bastante, y todo interés se había marchado de él, entonces de prisa bajó del árbol, y se puso en camino a su casa. La mujer corrió tan rápido como pudo por desvíos para llegar a casa primero. Así, cuándo él entró a la casa, ella puso una mirada inocente como si nada hubiera pasado, y dijo, 

-"Bien, ¿has traído un pedazo conveniente de madera para los carretes?"-

-"No,"- dijo él, -"veo muy bien que entonces no habrá embobinado,"-

 y le dijo lo que le había pasado en el bosque, y a partir de aquel momento en adelante la dejó en paz sobre el asunto. Sin embargo, después de algún tiempo, el hombre otra vez comenzó a quejarse del desorden en la casa. 

-"¡Esposa,"- dijo él, -"esto es realmente una vergüenza, que el hilo hecho tenga que estar ahí tirado en el suelo!"-

-"Te diré algo,"- dijo ella, -"como todavía no tenemos ningún carrete, ve tú al desván, y yo me retiraré abajo, y te lanzaré el hilo, y luego me lo lanzas hacia abajo, y así entonces conseguiremos una madeja después de todo."-

-"Sí, eso funcionará,"- dijo el hombre.

Entonces lo hicieron así, y cuando todo estuvo concluido, él dijo, 

-"El hilo está en madejas, ahora debe ser hervido."-

La mujer otra vez se sintió comprometida y dijo, 

-"Sí claro, lo herviremos mañana temprano."-

Pero ella concebía en secreto otra maniobra.

De madrugada ella despertó, encendió el fuego y puso la caldera, sólo que en vez del hilo, ella puso unas estopas, y las dejó hervirse. Después de hacer eso fue donde el  hombre, quien aún yacía en la cama, y le dijo, 

-"Yo tengo que salir, tú debes despertar y cuidar del hilo que está en la caldera en el fuego, pero debes estar atento inmediatamente; porque si oyes cantar al gallo, y no cuidas de la madeja, simplemente ella quedará en estopa."

El hombre tomó voluntad e hizo lo posible para no holgazanear. Despertó tan rápidamente como pudo, y entró en la cocina. Pero cuando él llegó a la caldera y miró a hurtadillas, vio, a su horror, solamente un puño de estopas. Entonces el pobre hombre se sintió como un ratón, pensando que él lo había descuidado, por lo que era  culpable, y en el futuro no dijo más sobre hilos y bobinados.

¡Pero usted deducirá que ésta no era una mujer agradable!

Enseñanza:

Quien es perezoso de convicción, lo que mejor sabe hacer es no hacer nada. 

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085-El Joven Gigante    

Hace mucho tiempo sucedió que un campesino tenía a un hijo que era tan grande como una mano, y no llegaba a crecer nada más, y durante varios años no creció ni el grueso de  un pelo. Una vez cuando el padre salía para arar, el pequeño dijo, 

-"Padre, iré con usted."-

 "¿Dices que vendrás conmigo?"- dijo el padre. -"Quédate aquí, pues no serías de ninguna utilidad allá, además de que podrías perderte"-

Entonces el pequeñito comenzó a llorar, y por quedar en paz, su padre lo puso en su bolsillo, y lo llevó con él. Cuando llegaron al campo, el padre lo sacó del bolso, y lo puso en un surco recientemente hecho.

Mientras él estaba allí, un gran gigante se vio venir sobre la colina. 

-"¿Ves ese gran espectro?"- dijo el padre, ya que quiso asustar al pequeño compañero para que se portara bien; -"él viene para llevarte."-

El gigante, apenas había recorrido dos pasos con sus piernas largas y ya estuvo en el surco. Él tomó al pequeñito con cuidado con dos dedos, lo examinó, y sin decir una palabra se marchó con él. Su padre se quedó paralizado, y no podía pronunciar un solo sonido por el terror, y no pensó en nada más que había perdido a su niño, y que mientras él viviera nunca más lo volvería a ver.El gigante, sin embargo, lo llevó a su casa, lo alimentó adecuadamente, y el pequeñito creció y se hizo alto y fuerte bajo el cuido de los gigantes. Cuando habían pasado dos años, el gigante lo llevó al bosque, para probarlo, y dijo, 

-"Tira un palo para ti."-

Para entonces el muchacho era tan fuerte que extrajo un árbol joven de la tierra desde  las raíces. Pero el gigante pensó, 

-"Debemos mejorar esto,"- 

Y regresaron a casa, y lo cuidó y preparó por dos años más. Cuando lo probó de nuevo, su fuerza había aumentado tanto que ya podía extraer un viejo árbol de la tierra. Pero aún no era suficiente para el gigante; y otra vez lo cuidó durante dos años más, y de nuevo fue con él al bosque y dijo, 

-"Ahora sólo saca un palo apropiado para mí,"-

y el muchacho sacó de la tierra el roble más fuerte que había, y dividirlo en dos fue una mera bagatela para él. 

-"Ahora sí funciona,"- dijo el gigante,- "estás perfecto,"- y partieron hacia el campo de donde él lo había traído. 

Su padre estaba ahí arando. El joven gigante se acercó a él, y dijo, 

-"¡Mira padre en qué magnífico hombre tu hijo se ha convertido!"-

El agricultor se alarmó, y dijo, 

-"No, no eres mi hijo; ¡Vete por favor!"-

-"Realmente soy tu hijo; permíteme que yo haga el trabajo, puedo arar así como lo haces, no mejor."-

 "No, no, no eres mi hijo; ¡y no puedes arar, márchate!"-

Sin embargo, como él tuvo miedo de este gran hombre, soltó el arado, retrocedió y se mantuvo a un lado de las tierras. Entonces el joven tomó el arado, y sólo lo presionó con una mano, pero su presión era tan fuerte que el arado entró profundamente en la tierra. El agricultor no soportó ver aquello, y lo llamó, 

-"Si vas a arar, no debes apretar tan fuerte, porque queda mal el trabajo."-

El joven, sin embargo, no enjaezó a los caballos, y jaló el arado él mismo, diciendo,

-"Ve a casa, padre, y pide a mi madre que prepare un plato grande de alimento, y mientras tanto yo trabajaré el campo."

Entonces el agricultor se fue a casa, y pidió a su esposa que preparara el alimento; mientras tanto el joven aró el campo que era dos acres de grande, completamente solo, y luego él se enjaezó a la rastra, y escarificó toda la tierra, usando dos rastras a la vez. Cuando terminó, entró en el bosque, y tiró dos robles, los puso sobre sus hombros, y colgó en ellos una rastra detrás y una adelante, y también un caballo detrás y uno adelante, y llevó a todos, como si hubiera sido un bulto de paja, a la casa de sus padres. Cuándo él entró en el jardín, su madre no lo reconoció, y preguntó, 

-"¿Quién es ese horrible hombre alto?"-

El agricultor dijo, 

-"Es nuestro hijo."-

Ella dijo, 

-"No, no puede ser nuestro hijo, nunca tuvimos uno tan alto, el nuestro era una cosa pequeñita."- Ella lo llamó diciendo, 

-"Márchese, no lo queremos aquí"-

El joven se mantuvo en silencio, y condujo a los caballos al establo, les dio alguna avena y heno, y todo lo que ellos quisieron.

Cuándo terminó, entró al comedor, se sentó en el banco y dijo, 

-"Madre, ahora me gustaría comer algo, ¿estará listo pronto?"-

Entonces ella dijo, 

-"Sí"-, 

y le sirvió dos platos inmensos llenos de alimento, que habría sido bastante para satisfacer a ella y su marido durante toda una semana. El joven, sin embargo, lo comió  todo él solo, y preguntó si no tenía nada más de comida. 

-"No"-,contestó ella , -"es todo que tenemos."-

-"Pero eso sólo fue un bocadillo, necesito más."-

Ella no se atrevió a oponérsele, y fue y puso un caldero enorme lleno de alimento en el  fuego, y cuando estuvo listo, se lo llevó. 

-"Al fin llegaron unas migas,"- dijo él, y comió todo lo que había, pero no era todavía suficiente para apaciguar su hambre.

Entonces dijo, 

-"Padre, veo bien que con ustedes nunca tendré suficiente alimento; si tú me consigues  una vara de hierro bien fuerte, y que yo no pueda romper contra mis rodillas, saldré a recorrer el mundo."-

El agricultor se alegró, puso a sus dos caballos en su carro, y trajo del herrero una vara  tan grande y gruesa, que los dos caballos apenas podían traerla. El joven la puso a través de sus rodillas, y ¡clik! la rompió en dos al medio como una judía, y la tiró. El padre entonces enjaezó a cuatro caballos, y trajo una barra que era tan larga y gruesa, que los cuatro caballos la arrastraban con pesadez. El hijo la rompió también en dos partes contra sus rodillas, la tiró, y dijo, 

-"Padre, esto no me servirá, debes enjaezar a más caballos, y traer una vara aún más fuerte."-

Entonces el padre enjaezó a ocho caballos, y trajo una vara que era tan larga y gruesa, que los ocho caballos tenían que llevarla poco a poco. Cuando el hijo la tomó en sus manos, quebró un pedazo cerca de la punta, y dijo, 

-"Padre, veo que no serás capaz de conseguirme una barra como yo quiero, así que ya no permaneceré más con ustedes."

Entonces él se marchó, y se presentaría como aprendiz de herrero. Llegó a un pueblo, en donde vivía un herrero que era un hombre avaro, que nunca hizo una bondad a nadie, sino que todo lo quería para él. El joven entró en la herrería y preguntó si él necesitaría un ayudante. 

-"Sí"-, dijo el herrero, y lo miró, y pensó, -"es un tipo fuerte que golpearía bien el mazo, y ganaría su pan."-

Entonces le preguntó, 

-"¿Cuánto pide de salario?"-

-"No quiero ninguno en absoluto,"- contestó él, -"sólo cada quincena, cuando pagan a los otros ayudantes, le daré a usted dos golpes, y usted debe aguantarlos."-

El avaro estuvo realmente satisfecho, y pensó que así ahorraría así mucho dinero.

A la mañana siguiente, el nuevo ayudante debía comenzar a trabajar, pero cuando el maestro trajo la barra encendida, y el joven dio su primer golpe, el hierro voló a trozos, y el yunque se hundió tan profundamente en la tierra, que no había forma de sacarlo de nuevo. Entonces el avaro se puso enojado, y dijo, 

-"Ah, pero así no puedo hacer ningún uso de usted, usted golpea demasiado poderosamente; ¿cuánto será por ese golpe?"-

Entonces dijo él, 

-"Sólo le daré a usted un pequeño golpe, esto es todo."- 

Y él levantó su pie, y le dio tal patada que el avaro se fue volando más de cuatro cargas del heno. Entonces él buscó la barra de hierro más gruesa en la herrería para él, la tomó como un palo en su mano y salió.

Cuando él había andado durante algún tiempo, llegó a una pequeña granja, y preguntó al administrador si él no requeriría a un criado principal. 

-"Sí"-, dijo el administrador, -"puedo necesitar uno; usted parece un tipo fuerte que puede hacer mucho, ¿cuánto quiere como salario por un año?"-

Él otra vez contestó que no quería ningún salario en absoluto, pero que cada año él le daría tres golpes, que él debería aguantar. El administrador estuvo satisfecho, ya que él, también, era un hombre codicioso. 

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A la siguiente mañana todos los criados debían entrar al bosque, y cuando todos estaban listos, el criado principal estaba todavía en la cama. Entonces uno de ellos lo llamaba diciendo, 

-"Despierte, es la hora; vamos al bosque, y usted debe ir con nosotros."-

-"Ah,"- dijo él completamente aperezado y somnoliento, -"entonces ustedes pueden ir solos; yo estaré de vuelta antes que cualquiera de ustedes."

Entonces los demás fueron donde el administrador, y le dijeron que el jefe todavía yacía en la cama, y no entraría al bosque con ellos. El administrador les dijo que  debían despertarlo otra vez, y decirle que fuera a enjaezar a los caballos. El jefe, sin embargo, dijo como antes, 

-"Ustedes pueden ir solos; yo estaré de vuelta antes que cualquiera de ustedes."-

Y luego él se quedó en la cama por dos horas más. Por fin se levantó de la cama, pero primero consiguió dos bushel de guisantes del desván, se hizo un caldo con ellos, lo comió a su paciencia, y cuando terminó, fue y enjaezó a los caballos, y se dirigió al bosque.  No lejos del bosque había  un barranco por el cual él tuvo que pasar, entonces primero condujo a los caballos, y luego los paró, y fue detrás del carro, tomó árboles y broza, e hizo una gran barricada, de modo que en adelante ningún caballo pudiera pasar.

Cuando él entraba en el bosque, los demás ya regresaban con sus carros cargados para irse a casa; entonces dijo a ellos, 

-"Sigan, todavía llegaré a casa antes que ustedes."-

Él apenas entró a la orilla del bosque, e inmediatamente arrancó de la tierra dos de los árboles más grandes, los lanzó en su carro, y dio vuelta. Cuando llegó a la barricada, los demás todavía estaban de pie allí, incapaces de pasar. 

-"¿Lo ven?,"- dijo él, -"si ustedes se hubieran quedado conmigo, regresarían a casa rápidamente, y habrían tenido otra hora más de sueño"-

Él ahora trató de conducir, pero sus caballos no pudieron seguir por el camino, entonces él los desenjaezó, los puso arriba del carro, tomó los ejes en sus propias manos, y jaló todo, y él hizo todo esto tan fácilmente como si hubiera cargado plumas.

Cuando ya había pasado, dijo a los demás, 

-"Allí, ustedes ven, he sido más rápido que ustedes"-

y siguió adelante, mientras que los demás tuvieron que quedarse donde estaban. Al llegar a la casa, él tomó uno de los árboles en su mano, lo mostró al administrador, y dijo, 

-"¿No es esto un bulto fino de la madera?"-

Entonces dijo el administrador a su esposa, 

-"El criado es muy bueno, aunque él duerme realmente mucho tiempo, regresa a casa antes que los demás."-

Entonces el joven sirvió al administrador durante un año, y cuando estuvo concluido, y los otros criados recibían sus salarios, él dijo que ahora era el momento para tomar su parte también. El administrador, sin embargo, tuvo miedo de los golpes que él debía recibir, y seriamente le suplicó para perdonarlo de tenerlos; y más bien que él mismo sería el criado principal, y el joven debería ser el administrador. 

-"No"-, dijo el joven, -"no seré administrador, soy el criado principal, y permaneceré así, pero tomaré mi paga tal como convinimos."

El administrador estaba anuente a darle todo lo que le exigiera, pero era inútil, el criado principal dijo no a todo. Entonces el administrador no sabía que hacer, y pidió posponerlo una quincena, ya que quería  encontrar algún camino para evitarlo. El criado principal consintió en esta solicitud. El administrador convocó a todos sus ayudantes para que meditaran sobre el asunto, y le dieran su consejo. Los ayudantes  reflexionaron durante mucho tiempo, pero por fin ellos dijeron que nadie estaba seguro de su vida con el criado principal, ya que él podría matar a un hombre tan fácilmente como un mosquito, y que lo que el administrador debería hacer era enviarlo a entrar al pozo y limpiarlo, y cuando él estuviera abajo, ellos rodarían una de las piedras de molino que estaban allí, y la dejarían  caer sobre su cabeza; y así nunca volvería a ver  la luz del día. El consejo sugerido complació al administrador, y el criado principal aceptó bajar al pozo.

Cuando él ya estaba abajo en el fondo, ellos hicieron rodar la piedra de molino más grande y pensaron que le habían roto su cráneo, pero él gritó, 

-"Ahuyenten las gallinas del pozo, ya que rasguñan en la arena allá arriba, y lanzan los granos en mis ojos, de modo que yo no puedo ver."-

 Entonces el administrador gritó, 

-"Sh-sh"-, imitando el espantar a las gallinas. 

Cuando el criado principal había terminado su trabajo, subió y dijo, 

-"Sólo miren qué hermosa corbata tengo,"-

 y lo que contemplaban era la piedra de molino que él llevaba puesta alrededor de su cuello. El criado principal ahora quiso tomar su paga, pero el administrador de nuevo  pidió un retrazo de otra quincena. Los ayudantes se reunieron y aconsejaron al administrador que enviara al criado principal al molino encantado para moler el maíz antes de la noche, ya que de allí aún ningún hombre había vuelto alguna vez por la mañana vivo.

La propuesta complació al administrador, y llamó al criado principal esa misma tarde, y le ordenó que llevara ocho bushel de maíz al molino, y lo moliera esa noche, ya que así había sido solicitado. Entonces el criado principal fue al desván, y puso dos búshels en su bolsillo derecho, y dos en su izquierdo, y tomó cuatro en una cartera, mitad en su espalda, y la mitad en su pecho, y así cargado fue al molino encantado. El molinero le dijo que él podría moler allí muy bien durante el día, pero no antes de la noche, ya que el molino estaba encantado, y que hasta ahora, quienquiera había entrado en él por la noche había sido encontrado muerto por la mañana.

El criado principal dijo, 

-"Yo lo manejaré, usted ya puede retirarse a descansar."-

Entonces él entró en el molino, y vació el maíz. A las once de la noche entró en el cuarto del molinero, y se sentó en el banco. Cuando ya se había sentado allí por un rato, de repente una puerta se abrió y una mesa grande entró, y en la mesa, se colocaron vino y carnes asadas, y además muchos alimentos buenos, pero todo aparecía solo, ya que no había nadie llevándolo. Después de esto las sillas se acomodaron, pero no se vio venir a nadie, hasta que de repente él contempló dedos  que manejaban cuchillos y tenedores, y ponían el alimento en los platos, pero fue lo único que consiguió ver. Cuando él tuvo hambre, y vio el alimento, también tomó un  lugar en la mesa, comió con aquellos invisibles que comían y lo disfrutó todo muy bien.

Cuando él ya había comido bastante, y los demás también habían vaciado completamente sus platos, él claramente oyó y vio que todas las velas fueron de repente apagadas, y como ahora todo estaba oscuro, él sintió algo como un golpe de puño en el oído. Entonces él dijo, 

"Si algo similar viene otra vez, le daré su buen golpe de regreso."-

Y cuando recibió un segundo golpe en el oído, él reaccionó como lo ofreció. Y así siguió todo esto la noche entera. Él no aceptó nada sin devolverle el golpe, y  reembolsó todo con intereses, y su actuación no fue en vano. Al amanecer, sin embargo, todo cesó. Cuando el molinero se levantó, quiso mirar qué sucedió, y se preguntó si aquel estaría todavía vivo. Entonces el joven dijo, 

-"Me he hartado, he recibido algunos golpes en las orejas, pero he dado muchos más a cambio."-

El molinero se alegró, y dijo que el molino fue liberado ahora del encantamiento, y quiso darle mucho dinero como recompensa. Pero él dijo, 

-"Dinero no, tengo bastante."-

Entonces él echó la masa en su espalda, se fue a casa, y dijo al administrador que ya  había hecho lo que él le había pedido hacer, y que ahora tomaría su paga. Cuando el administrador oyó aquello, quedó seriamente alarmado y completamente fuera de sí; caminaba para atrás y adelante en el cuarto, y gotas de transpiración se acumularon sobre su frente. Entonces abrió la ventana para tomar algún aire fresco, pero antes de que él se diera cuenta, el criado principal le había dado tal patada que voló por la ventana en el aire, y fue tan lejos y alto que nadie lo volvió a ver otra vez.

Entonces dijo el criado principal a la esposa del administrador, 

-"Si él no vuelve, usted debe tomar el otro golpe."-

 Ella gritó, 

-"¡No, no, no puedo aguantarlo!,"-

y abrió la otra ventana, porque gotas de transpiración también corrían sobre su frente. Entonces él le dio tal patada que ella también, se fue volando, y como ella era más liviana llegó  mucho más alto que su marido. Su marido al verla pasar gritó, 

-"¡Acércate a mí!"-

 pero ella contestó, 

-"¡Ven tú a mí, yo no puedo ir a ti!"-

Y ellos se cernieron allí en el aire, y no podían acercarse el uno al otro. Y si ellos todavía se ciernen en el aire o no, no lo sé, pero el gigante joven tomó su barra de hierro, y continuó su camino.

Enseñanza:

Al hacer un contrato de trabajo, debe de valorarse y meditarse bien sobre las condiciones de la labor y del pago por dicha labor antes de aceptar las condiciones, para no lamentarse cuando ya es demasiado tarde. Esto tanto para quien da el trabajo como para quien lo recibe.

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086-Amigos Sabios

Un día un campesino tomó su buen palo de avellana de la esquina y dijo a su esposa, 

-"Trina, voy a ir al campo, y no volveré durante tres días. Si durante ese tiempo el comprador de ganado viene a querer comprar nuestras tres vacas, puedes cerrar un acuerdo inmediatamente, pero siempre que puedas conseguir doscientos pesos por ellas y nada menos, ¿comprendiste?"-

-"Por el amor de Dios, vete en paz,"- contestó la mujer, -"yo lo manejaré."-

-"¡Seguro!,"- dijo el hombre. -"Una vez te caíste de cabeza cuando eras una  pequeña niña, y eso aún te afecta; pero déjame decirte, si haces algo tonto, tendré que reprenderte muy seriamente, y no podrás comprar aquello que tanto deseas."- 

Y habiendo dicho eso, el hombre continuó su camino.

A la mañana siguiente el comprador de ganado vino, y la mujer no tenía ninguna necesidad de decirle muchas palabras. Una vez que había visto a las vacas y había oído el precio, dijo, 

-"Estoy de acuerdo en darle eso, francamente hablando, ellas lo valen. Me llevaré a las bestias conmigo inmediatamente."-

Él desató las amarras para sacarlas fuera del establo, pero cuando iba por la puerta, la mujer lo agarró por la manga y le dijo, 

-"Usted debe darme doscientos pesos ahora, o no puedo dejarlo llevarse a las vacas."-

-"Cierto"- contestó el hombre, -"pero he olvidado traer mi cinturón de dinero. Sin embargo, no tenga ningún temor, usted tendrá la seguridad de mi pago. Tomaré sólo dos vacas conmigo y dejaré una, y así usted tendrá una  buena garantía."-

 La mujer creyó en la fuerza de ese trato, y dejó al hombre marcharse con las vacas, y pensó, 

-"¡Qué contento se pondrá Hans cuando vea lo hábilmente que lo he manejado!"-

El campesino regresó a casa al tercer día como lo había dicho, e inmediatamente preguntó si las vacas fueron vendidas.

-"Sí, en efecto, querido Hans,"- contestó la mujer, -"y por los doscientos pesos  como me dijo. Ellas apenas valdrán eso, pero el hombre las tomó sin hacer ninguna objeción."-

-"¿Y dónde está el dinero?"- preguntó el campesino. 

-"Ah, aún no tengo el dinero,"- contestó la mujer; -"resulta que él olvidó su cinturón de dinero, pero lo traerá pronto, y dejó una buena garantía"-

 -"¿Qué tipo de garantía?"- preguntó el hombre. 

-"Dejé aquí una de las tres vacas, que él no podrá llevarse hasta que haya pagado las otras dos. Y fui muy hábil, ya que he dejado la más pequeña, que es la que come menos."-

El hombre se enfureció y se levantó amenazante recordándole cobrarle su ingenuidad. Pero de repente se calmó y dijo, 

-"Eres la gansa más ingenua que alguna vez anidó en esta tierra de Dios, y me apena por ti. Pero bien, saldré a la carretera y esperaré durante tres días a ver si encuentro a alguna persona que sea todavía más estúpida que tú. Si tengo éxito en ello, quedarás impune, pero si no la encuentro, recibirás tu recompensa bien merecida sin ningún descuento."-

Él entonces salió a las gran carretera, se sentó en una piedra, y esperó a ver que pasaría. De pronto vio un carro con una campesina venir hacia él, y la mujer estaba de pie, erguida, en medio del carro, en vez de sentarse en el bulto de paja que estaba al lado de ella, o de andar cerca de los bueyes conduciéndolos. El hombre pensó, 

-"Es seguramente una de esa clase que ando buscando,"-

 y saltó y corrió de acá para allá delante del carro como quién no sabe qué hacer.

-"¿Qué quiere usted, mi amigo?"- le preguntó la mujer; -"no le conozco, ¿de dónde viene usted?"-

-"Me he caído del cielo,"- contestó el hombre, -"y no sé cómo regresar otra vez, ¿podría usted hacerme subir?"-

 -"No,"- dijo la mujer, -"no sé el camino, pero si usted viene del cielo podría  decirme seguramente cómo está mi marido, que ha estado allí estos tres últimos años. Usted debe haberlo visto."-

 

-"Ah, sí, lo he visto, pero no todos los hombres pueden estar muy bien. Él guarda  ovejas, y las ovejas le dan mucho que hacer. Ellas se dirigen a las montañas y pierden su camino en el páramo, y él tiene que perseguirlas y traerlas juntas otra vez. Su ropa está toda despedazada también, y se le caerá pronto de su cuerpo. No hay ningún sastre allí, ya que San Pedro no deja entrar a ninguno de ellos, como usted sabe por la historia."-

-"¿Quién lo hubiera pensado?"- gritó la mujer, -"le digo que traeré su abrigo que usaba los domingos y que todavía cuelga en casa en el armario, así él puede llevarlo puesto y presentarse respetable. ¿Sería usted tan amable de  llevárselo?"-

 -"Eso no estará muy bien,"- contestó el campesino; -"a la gente no le permiten entrar ropa al Cielo, se la quitan a uno en la puerta."-

-"Entonces escúcheme usted,"- dijo la mujer, -"vendí mi trigo fino ayer y conseguí un buen pago de dinero por él, así que se lo enviaré. Si usted esconde el monedero en su bolsillo, nadie sabrá lo que usted lleva."-

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-"Si usted no puede manejarlo de ninguna otra forma,"- dijo el campesino, -"le haré el favor."-

-"Sólo quédese ahí donde está ahora,"- dijo ella, -"e iré a casa y traeré el monedero, y pronto estaré de vuelta de nuevo. No me siento en el bulto de paja, sino que me levanto en el carro, porque así se hace más liviano para el ganado."-

Ella dirigió sus bueyes hacia su casa, y el campesino pensó, 

-"Esa mujer tiene un talento perfecto para la locura, y si ella realmente trae el dinero, mi esposa puede pensarse afortunada, ya que entonces no recibirá  ningún castigo."-

No pasó mucho tiempo cuando ella vino con gran prisa con el dinero, y de sus propias manos se lo puso en su bolsillo. Antes de marcharse, ella le agradeció otra vez mil veces por su cortesía.

Cuando la mujer del carro llegó a su casa otra vez, encontró a su hijo que había regresado del trabajo del campo. Ella le contó de las cosas imprevistas que le habían acontecido, y luego añadió, 

-"Estoy realmente encantada en haber encontrado una oportunidad de enviar algo a mi pobre marido. ¿Quién hubiera imaginado alguna vez que él podría sufrir a falta de algo en el cielo?"-

El hijo quedó lleno de asombro. 

-"Madre"-, dijo él, -"no es todos los días que un hombre viene del Cielo de esta manera. Saldré inmediatamente, y veré si todavía lo puedo encontrar; él debe decirme cómo es allá arriba, y cómo se trabaja allá."-

Él ensilló el caballo y galopó a toda la velocidad. Y encontró al campesino sentado bajo un sauce, quien iba ya a contar el dinero que tenía en el monedero. 

-"¿Ha visto usted al hombre que se ha caído del Cielo?"- le gritó el joven. 

-"Sí, claro"-, contestó el campesino, -"él ha tomado su camino de regreso, y ha subido por aquella colina, por donde me dijo que regresaría más rápido; pero usted todavía podría alcanzarlo, si puede correr velozmente en su caballo."-

 -"¡Ay!,"- dijo el joven, -"he estado haciendo trabajo duro todo el día, y el venir aquí me ha desgastado completamente; usted que conoce al hombre, ¿sería tan amable de tomar mi caballo, e ir a alcanzarlo y persuadirlo de venir aquí?"-

-"¡Ahá!"- pensó el campesino, -"¡aquí está otro que no tiene ninguna mecha en su lámpara!"-

-"¿Y por qué no debería yo hacerle este favor?"- dijo él, y montó en el caballo y se fue lejos en un rápido trotar. 

El joven permaneció sentado allí hasta antes de que la noche cayera, pero el campesino nunca volvió. 

-"El hombre del Cielo debe haber estado seguramente con gran prisa, y no se devolvería para acá,"- pensó él, -"y el campesino sin duda le ha dado el caballo para que más fácilmente llegue a donde está mi padre."-

Él se fue a casa y le dijo a su madre lo que había pasado, y que le había enviado a su padre el caballo de modo que pudiera cuidar más comodamente de las ovejas. 

-"Has hecho muy bien,"- contestó ella, -"las piernas tuyas son más jóvenes que las de él, y tú bien puedes viajar a pie."-

Cuando el campesino llegó a su casa, puso al caballo en el establo al lado de la vaca que quedó como garantía, y luego fue donde su esposa y le dijo, 

-"Trina, has tenido muy buena suerte, he encontrado a dos gentes quiénes son todavía más ingenuos que tú; te salvaste de la reprimenda, cuida de no tropezarte en otra ocasión."-

Entonces él encendió el hogar, y sentado en la silla de su abuelo, dijo, 

-"Fue un excelente negocio conseguir un caballo fino y además un gran monedero lleno de dinero a cambio de dos vacas flacas. Si la estupidez siempre hiciera generar tanto como ahora, yo la mantendría en un sitio de  honor."-

Así pensó el campesino, pero usted sin duda preferirá a la gente sencilla.

Enseñanza:

Nunca debe de creerse todo lo que un desconocido cuente, pues puede caerse de ingenuo y hasta perder muchas pertenencias.

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087-Juan Fierro   

Hubo una vez hace mucho tiempo un rey que tenía un gran bosque cerca de su palacio, lleno de todas las clases de animales salvajes. Un día envió a un cazador para que le cazara una cierva, pero no volvió. 

-"Quizás algún accidente le ha acontecido,"- pensó el Rey.

Al día siguiente envió a dos cazadores más para buscarlo, pero ellos tampoco  volvieron. Entonces al tercer día, llamó a todos sus cazadores, y les dijo, 

-"Rastreen el bosque entero, y no paren hasta que hayan encontrado a los tres."-

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
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