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Astrología: Un intento desprejuiciado por comprenderla (página 2)


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Está ligada a la Astrología desde su aparición y constituye una prueba de su antigüedad.

Pero la Astrología no es solo matemática.

En sus entrañas se esconde un concepto hoy ignorado del sistema solar integral, de la energía que tal sistema emana, condiciona y transforma, y de su relación con la biología y la vida.

La humana incluida.

El desarrollo de las ideas copernicanas trajo el principio del fin de la gloria astrológica.

Desplazar a la Tierra del centro del Universo introdujo el primer y más importante argumento en la defenestración científica de la Astrología.

Situación que todavía se mantiene, gracias a la cooperación indeseada pero real, entre científicos y practicantes astrológicos.

Unos por exceso de celos y prejuicios, y otros por cobardía intelectual.

Posiciones que no son exclusivas y sí, compartidas.

El siglo XX asistió a una rápida degradación de las bases teóricas de la Astrología, ya menguantes de antemano.

En un intento de resolver los conocidos baches en los recursos matemáticos del sistema, se acudió a la invención de múltiples complementos, que solo aumentaron la confusión general.

El golpe de muerte lo dio el enorme desarrollo de los intentos de reducir la disciplina, a una colaboradora menospreciada de la Psicología.

En todo ese período solo se dio un verdadero avance técnico, que todavía espera su reconocimiento: el sistema Topocéntrico, al cual le dedicaremos un capítulo especial, dada su importancia y trascendencia futura.

El uso de matemáticas en la disciplina astrológica introdujo la falsa idea de que nos encontrábamos frente a una ciencia.

Lo que atrajo la furia de aquellos que solo esperaban este paso en falso para iniciar la guerra santa contra el charlatanismo y el pensamiento medieval.

La Astrología efectivamente, no es una ciencia. Solo una disciplina con base matemática. Más aún. Una disciplina conjetural.

Y no es la única. Hay otras que han logrado camuflarse con éxito y gozan de reconocimiento general.

Para mencionar la más destacada: la Medicina.

Una muestra de la confusión reinante en ambas la encontramos en la dificultad de encontrar diagnósticos coincidentes. Hay tantas opiniones como astrólogos o médicos.

En tiempos pasados se aceptaba como un hecho que las influencias planetarias, por algún mecanismo oculto, ejercían sobre la vida una relación de causa y efecto.

Hoy se niega tal relación. La frase repetida es que los planetas inclinan pero no obligan.

Como ya expresáramos, es una derivación del predominio de la teoría del Libre Albedrío.

Tal afirmación encuentra soporte en el desconocimiento de las verdaderas fuerzas cósmicas que dan origen a la Astrología.

Como es sabido, la Astrología se basa en 3 elementos básicos: Planetas, Zodíaco y Casas Astrológicas.

Las tres se relacionan entre sí para conformar un resultado que, como otras manifestaciones de la naturaleza, es único e irrepetible.

No existe la Astrología masiva. Es solo un recurso patético para poner al alcance de las masas una ilusión de futuro.

El cuadro conformado por Planetas, Zodíaco y Casas requiere de experiencia, poder de síntesis y capacidad expresiva, para alcanzar un resultado exitoso.

La dificultad reside en que la disciplina está reducida a una tarea artesanal.

Al desconocer el origen de las fuerzas planetarias, la forma en que el Zodíaco condiciona esas fuerzas y la actuación de las mismas en la vida, a través de las Casas, el astrólogo depende de una gran cantidad de imponderables.

Si bien se reconoce la influencia que ejerce el cosmos sobre la vida, a través del agua contenida en los materiales biológicos, tal conocimiento es todavía muy fragmentario.

El grupo de planetas que rodea la Tierra emite o irradia; mezcla o difumina un tipo de energía que no ha podido ser identificado. No pertenece a ninguno de los campos conocidos.

Tiene un lejano parentesco con el Campo Eléctrico. Al igual que él, tiene la propiedad de modificar la estructura físico química del agua.

Existe sin embargo un grave inconveniente para su estudio.

A diferencia de los campos eléctrico, magnético o gravitatorio, su influencia no depende de la distancia a la Tierra.

Para la Astrología, el planeta actuante da lo mismo que se encuentre de este lado o del otro del Sol.

Tampoco influye su tamaño o masa. Marte o Júpiter no muestran diferencias cuantitativas.

Lo que constituye una flagrante herejía para la ciencia.

A medida que se descubrieron los planetas Urano, Neptuno y Plutón, la Astrología debió enfrentar nuevos desafíos interpretativos, para poder asimilar estos aportes.

Una solución dada a estas incorporaciones no tradicionales, fue declararlos portadores de cualidades Psíquicas por sobre las influencias materiales.

Nació así una nueva categoría de influencias planetarias.

Para ese entonces los dominios planetarios ya estaban adjudicados, asignando a cada signo del Zodíaco (12) un planeta:

Aries: Marte +

Tauro: Venus –

Géminis: Mercurio +

Cáncer: Luna

Leo: Sol

Virgo: Mercurio –

Libra: Venus +

Escorpio: Marte –

Sagitario: Júpiter +

Capricornio: Saturno –

Acuario: Saturno +

Piscis: Júpiter –

Dado que cada planeta tomaba dos signos, se dividió la influencia de los mismos en Positivo y Negativo.

Solo Cáncer y Leo son dominios de un solo planeta.

El eje que divide a los doce signos en dos mitades opuestas y complementarias, pasando por la unión de Cáncer-Leo y Capricornio-Acuario posee una inclinación de 30 grados, que se acerca mucho a la del eje de la Tierra. No se conoce su origen ni significado físico.

Lo que llamamos Zodíaco es una faja imaginaria que rodea la Tierra, dividida en doce sectores (signos astrológicos) de 30 grados cada uno, comenzando con Aries.

Originalmente, en el momento de su adopción por la Astrología, esta faja llevaba el nombre de las constelaciones que se visualizaban detrás de la misma, pero con el correr del tiempo, debido a la Precesión, estrellas y zodíaco han dejado de coincidir.

El ancho de esta banda, 16°, (8° a cada lado de la Eclíptica), corresponde a la latitud eclíptica máxima de los planetas, con excepción de Plutón, muy fuera del plano del resto.

La interpretación tradicional dice que las emisiones planetarias, al atravesar los signos, modifican su calidad y cantidad, con un máximo al comienzo de cada signo y su posterior y gradual debilitamiento hacia el final de los mismos.

Y una modificación de su calidad cuando se encuentran fuera de su propio domicilio.

Los signos astrológicos se desempeñarían entonces como transformadores de la energía planetaria, con excepción del caso donde un planeta se encuentra traspasando su propio signo, en cuyo caso conserva su calidad original.

El mecanismo físico por el cual se produce esta combinación de energías planetarias y filtros zodiacales, es desconocido.

Al igual que el que corresponde al tercer elemento clave del sistema: las Casas Astrológicas.

Estas, doce también, siguen un sistema de división que ha sido arbitrario, más aún que el resto, hasta el descubrimiento del mencionado sistema Topocéntrico.

Las casas permiten relacionar la energía cósmica planetaria que atravesó el Zodíaco, con los distintos aspectos de la vida.

Cuando decimos vida, no nos referimos solamente a la humana.

La Astrología, en principio, puede emplearse en todo elemento biológico.

Más aún, puede utilizarse para determinar la suerte de conjuntos vivos, tales como países, asociaciones, etc.

Se comprende que en estos terrenos es más difícil aún justificar su aplicación.

En la antigüedad, una de los empleos más frecuentes era la meteorología, lo que constituyó una de las razones para su descrédito, dado que como sabemos, este ha sido desde siempre un campo de investigación con resultados dudosos, hasta tiempos recientes, donde la tecnificación la convirtió, por primera vez, en una ciencia confiable.

La principal razón para el estancamiento y aún retroceso de la Astrología radica en nuestro desconocimiento de los mecanismos que actúan en las Radiaciones planetarias, las modificaciones zodiacales y las influencias terrestres.

Estamos a ciegas en esos campos.

Por épocas se arguyó que tales conocimientos, dado lo enigmáticos, podrían provenir de alguna fuente exterior al planeta, una suerte de legado extraterrestre.

No existe, más allá del misterio de su origen, nada que aporte para justificar esta opinión.

Más aún. Encontrando en el estudio de antiguas civilizaciones elementos culturales que no pueden ser conciliados con el grado de desarrollo que les reconocemos, por alto perfeccionamiento, por ejemplo, el trabajo de la piedras en las culturas egipcia e inca, debe admitirse que es posible que nuestra astrología derive de algún centro cultural autóctono, cuya continuidad se vio afectada y cuyos residuos fueron empleados, sin guía real, para armar el actual esquema.

Cuando se compara la astrología medieval y aún anterior, con la actual salta a la vista una gran contradicción.

El nivel de sofisticación y uso de múltiples elementos técnicos por la disciplina moderna llevaría a suponer un mayor grado de efectividad en sus análisis.

No es así. Dejando de lado los naturales casos de charlatanismo puro, los astrólogos antiguos eran sin duda más eficaces.

Una de las posibles explicaciones es que aún siendo una disciplina conjetural, la astrología requiere un conocimiento razonable de las matemáticas, la trigonometría esférica, la astronomía de posición, etc.

Conocimientos que, como hemos mencionado, han sido reemplazados por aquellos que permiten a los practicantes astrológicos llenar los espacios con palabras: psicología y caracterología.

Peor aún, con esoterismo.

De allí deriva la notable ausencia de pronósticos en la astrología moderna.

Pronósticos que una vez convertidos en sucesos, encuentran, entonces sí, legiones de astrólogos puestos a analizar lo sucedido, en búsqueda de material confirmatorio, que en principio les aprovecharía para casos futuros similares.

Esta astrología inversa, donde nada se arriesga y permite sentar cátedra de profesional en la materia, es uno de los peores males de la disciplina.

La aparición de las computadoras ha permitido simplificar la tarea matemática del horóscopo y evitar los errores de cálculo, tan frecuentes en las épocas pasadas.

Pero una cosa es el uso del elemento de apoyo, posterior al proceso de adquisición del conocimiento básico, y otra muy diferente usar el dispositivo electrónico a ciegas.

Hasta donde ha sido posible interiorizarse en la actual situación de la Astrología, encontramos que ha cesado toda búsqueda de las explicaciones básicas que justifican su existencia,

Por el lado de la ciencia ortodoxa, un rechazo primario y prejuicioso ha alejado a todos aquellos que podrían haber dedicado su interés al estudio de estos enigmas.

El ataque ha sido indiscriminado e innecesario, como si de la negación de la existencia de la astrología pendiese la suerte del conocimiento humano.

El resultado ha sido el lógico pánico en los posibles investigadores interesados en la materia.

Y como ya es una situación clásica, la enorme mayoría de los censores no ha leído una sola obra de astrología.

Una muestra de ello es la confusión a que se remiten cuando confunden astrología con panfletos de diarios y revistas.

Podemos definir la situación diciendo que los astrólogos no tienen en la actualidad los conocimientos físicos y astronómicos necesarios para encarar la necesaria investigación. Y aquellos que los poseen, se niegan a emplearlos por prejuicio y cobardía intelectual.

Con lo cual volvemos a repetir aquellas situaciones del pasado, donde la ortodoxia retrasó el conocimiento, utilizando los métodos represivos a su alcance. Caso Galileo y otros.

Durante el siglo XX se idearon numerosos nuevos sistemas de cálculo y pronóstico astrológicos, en un vano intento de superar la falencia originada por la falta de una teoría general.

Podemos afirmar que la mayoría no tiene realmente ningún valor.

Existen programas de cálculo por computadora, repletos de sistemas a los que acudir. Representan una muestra clara de la confusión reinante.

Cuando se revisa un tratado astrológico, lo primero que salta a la vista es la falta de reglas claras de interpretación.

Han sido reemplazadas por recetas, que como resulta lógico en una disciplina de aplicación estrictamente individual, son generalmente erróneas.

Atrapada entre sus propias falencias y los ataques de la ortodoxia científica, el futuro desarrollo de la Astrología depende del avance que pueda realizarse en el estudio de las fuerzas cósmicas que operan para su manifestación.

Por el momento, tal avance no existe.

El Sistema Topocéntrico

Medio siglo atrás, un par de investigadores residentes en Argentina, pusieron todo su esfuerzo en solucionar uno de los problemas acuciantes para la época: la elaboración de un sistema de Casas Astrológicas que actuase en todo el globo.

Como era conocido, a partir del paralelo 66°, no se podía emplear ninguno de los sistemas de casas conocidos (hoy son por lo menos 16).

La solución surgió en el momento en que descubrieron y probaron que el eje del Mundo no pasaba, para la Astrología, por el centro de la Tierra, sino por cada ser humano.

Apareció así un sistema denominado en consecuencia Topocéntrico, que no solo solucionó el problema, dotando de Casas Astrológicas a cualquier lugar de la Tierra, donde habitasen seres vivos, sino posibilitando la aplicación de la disciplina en ámbitos hasta el momento fuera de su alcance.

Una de las principales deducciones recaló en la predicción de acontecimientos con una precisión considerada imposible.

Fue posible determinar dentro del orbe de tiempo de investigación, generalmente de un segundo, la existencia de sucesos que no dependían de la voluntad y del libre albedrío, creando así un verdadero problema filosófico.

Sucesos que mostraban la existencia de un determinismo que era y es negado sistemáticamente.

En su momento se pensó que estábamos a las puertas de una revolución del concepto de tiempo y vida, y al replanteo del determinismo existencial.

Desafortunadamente, para la época, los cálculos correspondientes al nuevo sistema eran manuales y complejos. Muy pocos astrólogos estaban en condiciones de emplearlos y menos aún dispuestos a convalidar los resultados.

El resultado fue el abandono y olvido del descubrimiento, que todavía figura en algunos tratados, pero casi nadie aplica.

Este desarrollo básicamente matemático no estuvo acompañado por un similar hallazgo en el terreno físico.

Seguimos ignorando el origen de las fuerzas actuantes detrás de la Astrología.

Y mientras esta ignorancia persista, no estaremos en condiciones de realizar un proceso de depuración y puesta a punto de esta disciplina conjetural, para convertirla en una verdadera ciencia.

 

 

 

 

Autor:

Juan Carlos Bianchi

Investigador

Mar del Plata. Argentina

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