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El hombre y el Universo (página 2)


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Sin embargo, las doctrinas anteriores no aportan nada concreto acerca de los misterios de las cosas. Lo que las doctrinas de carácter espiritualistas, de origen dogmático, que aun reconociendo en la ciencia a la única disciplina intelectual que puede darnos respuestas del mundo material en que nos encontramos, nada dicen acerca de los fenómenos integrantes y determinantes del Universo: el Movimiento, la vida y la conciencia. Se presenta entonces un dualismo supremo del Universo y de una Providencia Divina que nos permite comprender:

1º El orden y la belleza apreciables en el Universo.

2º La aparición de la vida.

3º La finalidad asombrosa de los instintos y de los órganos en las especies vivas.

Dicho dualismo explica que el Universo haya tenido una causa de tipo inteligente, ya que éste se encuentra montado a modo de un reloj perfecto. Buena y justa, ya que la bondad y la justicia suelen a menudo aflorar en el pensamiento, sentimiento y la acción del hombre, y sería a la luz de estas doctrinas que se explicarían todos los demás dualismos de la naturaleza: cuerpo-alma; cualidad-cantidad. Sin embargo ¿por qué existe algo en vez de Nada?

La visión del Hombre y su Universo, al respecto, toma entonces un trasfondo de carácter también dogmático pero idealista, que parten del principio de que la materia no existe como manifestación última de la realidad. El primer filósofo occidental, para quien las ideas eran las únicas realidades eternas e inmutables, fue Platón,  "la realidad son las ideas" sostenía. En la filosofía Moderna sería el francés R. Descartes quien formularía su famoso "Cogito ergo sum" (yo pienso luego existo) y para quien el pensar era ya un antecedente del ser, de la existencia. El Realismo Cartesiano se atenúa pero queda presente en la filosofía de Leibniz, para quien la sustancia extensa de las cosas en el sentido Cartesiano, no existe, pero existen sustancias inmateriales en número infinito y netamente distintas las unas de las otras, las que denomina "mónadas". Así, en el hombre, la "mónada" dominante sería el alma o mejor dicho, el espíritu y en el Universo, la mónada dominante sería Dios, quien para el autor es la "mónada" de las "mónadas", creadora de todas las "mónadas" existentes. Así también Schopenhauer, conserva un idealismo substancialista donde el Universo no es sino apariencia, fenómeno a través de cuyo prisma Kantiano del espacio y del tiempo pero al margen su apariencia, existe una realidad: la voluntad. Más no la voluntad individual, sino una "voluntad  universal", esa que no ha tenido comienzo ni tendrá fin, que no evoluciona y es soberanamente libre y que en definitiva el hombre puede conocer sólo por conocimiento interior.

Con Kant, en su obra cúlmine "Crítica de la Razón Pura", las doctrinas idealistas alcanzan su desarrollo lógico. Nos dice que el hombre no encuentra en su  mundo sino lo que él aporta, y éste además no podría pensar sino en función de determinadas categorías de su entendimiento, de tal manera que para el hombre, el Universo no sería otra cosa que apariencia y desprovisto de toda realidad de orden metafísico. Por otra parte, en el desarrollo secuencial del pensamiento las doctrinas que nos permiten entender el enfoque de nuestra existencia interior y exterior, encuentran su plenitud con Hegel, quien ante la clásica pregunta de ¿Qué es lo que existe?, nos dirá que lo que existe es el Espíritu y únicamente él. El espíritu en evolución perenne, sin tregua, conforme al proceso dialéctico de la tesis, de la antítesis y de la síntesis.

Sin embargo en materias de orden metafísico y ante la pregunta ¿por qué existe algo en vez de nada?, surge una actitud contraria a la dogmática, que asegura que los problemas inherentes al misterio de las cosas no pueden ni podrán nunca solucionarse, porque los medios de información y de prueba de que el hombre dispone para tal fin como los sentidos, la razón, la intuición en general, la contemplación amorosa de la divinidad y la relación mística con ella, no alcanzan a estar en relación con el contenido de esos problemas. Con esta actitud está claro que una ciencia de lo Absoluto no existe, y la verdad es imposible. Es ahí donde las Doctrinas Escépticas, el Relativismo Kantiano y el Positivismo dibujan imágenes del Hombre y su entorno, que sin duda sería motivos de muchas planchas desarrollar en profundidad.

III. EVOLUCIÓN HUMANA

En la actualidad, se considera que el humano evolucionó de una línea directa de los primates, se cree que él y algunos primates tienen un antepasado común que fue cambiado durante millones de años. El orden de los primates incluye a los lémures, los monos, los antropoides y el ser humano.

El conjunto de cambios que, durante varios millones de años, hicieron evolucionar algunos superiores hasta diferenciarse y constituir la especie humana se conoce como hominización.

Nuestros antepasados pertenecen a la familia hominidae. Los homínidos continuaron su evolución como individuos erectos y terrestres.

El ser humano y los antropoides probablemente evolucionaron a partir de un primate muy parecido al chimpancé moderno, el procónsul, que vivió hace unos 25 millones de años. De él surgieron dos líneas evolutivas. De una, derivaron los póngidos y los gigantopitecidos actualmente extintos.

Austrolophitecus: los científicos sostienen que el primer homínido, antepasado del ser humano actual, fue éste, género procedente de las sabanas africanas, donde se han encontrado los fósiles humanos más antiguos; era pequeño (más que las personas actuales, pesaba unos 40 kg, tenía aspecto simiesco, con la cara corta y ancha, la frente muy pequeña, las mandíbulas muy robustas y poco prominentes y dientes fuertes.

Homo Habilis: en 1964 se hallaron los restos de un homínido; se le consideró el primer usuario de herramientas que se encontraron en el mismo sitio. El cuerpo del homo habilis era menos pesado que el de los austrolophitecus, tenía un cráneo con una capacidad cerebral de 670 a 770 cm³, mentón retraído, dientes pequeños, rasgos simiescos menos acentuados y caminaba erguido. Se cree que estos homínidos surgieron de cierta población de austrolophitecus.

Homo Erectus: los científicos dieron este nombre a los fósiles de homínidos que flutúan entre las edades de 1.5 a 0.5 millones de años, los rasgos del homo erectus eran distintos a los del austrolophitecus y más aproximados a los del ser humano actual; su cuerpo estaba perfectamente adaptado a la postura erguida y a la locomoción de dos pies, la frente inclinada, ausencia de mentón y las mandíbulas pesadas y protuberantes.

Homo Sapiens: hombre de Neanderthal, que apareció en Europa, Asia y Africa.

El hombre del Neanderthal era poderoso y de corta estatura, vivía en un ambiente rigurosamente frío, construyó armas eficaces, cazó grandes animales para su alimentación y enterró a sus muertos con ceremonias. Su cerebro era tan grande o más que el de un humano actual, su avanzada cultura sugiere que era inteligente.

Las primeras personas semejantes a las actuales pertenecen a la especie Homo Sapiens.

IV. CONCLUSIONES

La relación del Hombre y el Universo  ha pasado a lo largo de la humanidad por visiones complejas y se ha ido nutriendo de las más diversas corrientes de pensamiento, siguiendo, eso sí, vertientes filosóficas claras y definidas que han creado mixturas de visiones a lo largo de las épocas. Desde una interpretación del Universo determinada por un orden armonioso de todas las cosas (cosmos) donde existía un orden numérico alcanzando a partir de esa armonía, desarrollos matemáticos y teoremas triviales hoy para el mundo que nos rodea, hasta las concepciones curvas de espacio y tiempo que desembocan en un Universo que ha dejado de ser lineal para convertirse en uno de formas curvas, convexas, y superposición de planos materiales y energéticos. Sin duda tanto las ciencias, los dogmas, los agnósticos y la enorme cantidad de vetas de pensamiento seguirán en la búsqueda incesante -desde su propia perspectiva- que le permita explicar las grandes interrogantes de la interacción del hombre y su ser interno y externo, con el medio que lo rodea más allá de lo conocido desde el comienzo hasta el fin de los tiempos, o hasta el inicio de lo que parece ser un proceso o quizás un ciclo nada más. A nuestra orden y a nosotros como hermanos Masones nos queda el trabajar en pos de una mejor relación con el Universo material y espiritual, y encausar nuestras dualidades ancestrales.

Nuestro entorno nos grita la urgencia de trabajar en dicho sentido y en ese afán de entender el mundo y el Universo, no abandonar el entendimiento primero y esencial de nosotros mismos, encontrando en algún momento nuestro auténtico rol y camino como Hombres libres, y nos permita enfrentar entonces nuestros grandes desafíos Masónicos Universales.

V. BIBLIOGRAFÍA

         PLATÓN. Obras completas. Universidad Central de Venezuela. Trad. G. Bacca. Caracas 1980.

  • Sinesio,  Urrestarazu y Falces. Introducción a la Filosofía Masónica. Edciciones de la Gran Logia de Chile. 1983.

         Sánchez Sarmiento, Fernando. "Historia de las Matemáticas. 1982". 

Dedicado:

FERNANDO LOPEZ Y ANA GARCIA

Padres ejemplares

FABIAN GARCIA

Querido Sobrino

EDGAR RACHA VERGARA

Compañero caminante de la vida

Agradezco a mis familiares por darme el apoyo correspondiente para poder salir adelante al igual doy gracias a mi asesora la cual me guía en todo lo necesario

 

 

 

Autor:

Fernando Alberto López García

Universidad Inca Garcilazo de la Vega

Facultad de estomatología

Curso: Metodología del Trabajo

Lima, Perú 04 de junio del 2007

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