En la actualidad, nuestro país está inmerso en una de las mayores Reformas Educacionales de su historia, construir una educación de alta calidad, con equidad y gratuidad, tanto para educación preescolar, básica, media y superior.
En este contexto, hago está propuesta de cómo lograr estándares de calidad, pero desde la mirada de los establecimientos educacionales y de sus integrantes.
No indico los alumnos, tampoco indico a sus familias, pues los países que han logrado conseguir educación de calidad, han puesto todos sus recursos en los establecimientos –no en la infraestructura- sino en los directivos, docentes, equipamiento, capacitación, formación, etc.
Desde esta mirada entonces el mejoramiento de calidad de los sistemas educativos debería estar relacionado con cuestiones primordiales; la primera está atañida al trabajo en equipo y su articulación.
Lo anterior se refiere a que todos los integrantes de la comunidad educativa saben que se espera de ellos y están capacitados y formados para conseguirlo, desde ahí el centro de la atención es el estudiante y no los contenidos.
El desarrollo de las metas es sistemático pero con objetivos a largo plazo. Esto se logra con capacitación de alto nivel y no capacitación para las estadísticas o a través de mensajes escritos de cómo se debe hacer tal o cual acción para conseguir determinado objetivo.
La capacitación en esta mirada se transforma en formación y tiene un seguimiento sistemático y permanente de cada uno de los pasos ya ensayados con total naturalidad. Por otra, las evaluaciones docentes están relacionadas con la mejora y no con las sanciones.
Esto último, creo, provoca la gran rotación docente en la educación superior. Para conseguir lo mostrado es necesario equipos multidisciplinarios que ayuden a otros, pero que estén formados para ayudar y no solo para conseguir el desarrollo de la actividad. La calidad no está en un resultado estadístico sino en procesos de mejora que permitan en el mediano y largo plazo alcanzar lo correcto en la visión y misión y expuesto en los objetivos.
En esta concepción de calidad el liderazgo es uno de los elementos más importante. Son los líderes quienes deben guiar el trabajo de la institución educativa, pero no desde el escritorio sino desde la ayuda constante dentro y fuera de las aulas, no desde el hacer clases para saber lo que pasa dentro del aula, sino para remediar cuando los objetivos se pierden, como es creer que el contenido es más importante que el aprendizaje significativo.
En suma, el trabajo de los líderes es primordial en el desarrollo sistemático y permanente de altos estándares de calidad. Entonces su elección también debe ser con altos estándares de exigencia.
En Singapur tienen un lema relacionado con el Liderazgo directivo educacional, que indica;
"Entrenamos a nuestros docentes y vice rectores para desarrollar mejores prácticas; entrenamos a nuestros directores para crearlas"
Luego la acción debería estar en las mallas curriculares y su constante adaptación a la realidad nacional y al esquema de país que estamos construyendo, estas deben ser flexibles y más cortas. Aquí somos todos, un conjunto de personas que aportamos desde nuestra cotidianeidad y desde nuestras competencias.
Las mallas curriculares deben estar periódicamente revisadas y fortalecidas, colocando el objetivo en la misión, visión y los objetivos estratégicos educacionales, pero además en el país que deseamos en los próximos 50 años como mínimo.
El apoyo a los estudiantes no debería estar centrado en si deserta o repite, sino en enseñar a estudiar para que no deserte y repita.
Esto de forma sistemática integral y no sólo relacionado con las asignaturas primarias como matemática, lenguaje, expresión y otras, sino en enseñar a leer un libro y retener lo leído, en enseñar a comprender un problema y luego poder sintetizar, analizar y diagnosticar para dar una opinión desde su propia mirada y desde su propia identidad.
En esto, también los docentes debemos aprender a confeccionar, crear, construir controles, pruebas u otros que saquen del alumno sus competencias y no su memoria –que al igual que la PSU- mide solo desde dónde venimos y no lo que tenemos como competencias.
Para esto, los recursos son de primera necesidad y deben estar al servicio tanto de los discentes como de los docentes para su preparación y formación profesional.
También la medición de los resultados debe ser continua y permanente.
En los países que han alcanzado niveles altos de calidad educativa, los docentes son visitados por sus pares en más de ocho ocasiones en el mes, además de las visitas de sus superiores, cada una de ellas está relacionada con el proceso de mejora y no con las sanciones, en esto entonces deberíamos crear instrumentos que indiquen lo que cada uno de los actores de la gestión educativa está ofreciendo y como puede ser mejorado, pero también los docentes evalúan el trabajo directivo y administrativo, bajo las mismas condiciones.
A veces este trabajo, tan o más importante que el docente, impide un mejor desarrollo de la labor en las aulas.
En Shanghái y Japón los docentes trabajan sus clases en equipo (al menos con un docente de la misma especialidad), en su preparación y su desarrollo, sus controles son consensuados y luego estandarizados, una vez desarrollados por los estudiantes, definen en conjunto lo que se alcanzó y lo que no se logró alcanzar en el objetivo del control.
Todos los docentes dan clases de sus clases a sus colegas de forma permanente, desde allí se sacan las riquezas para una mejor lección.
Por último, es necesario transparentar lo que indican los resultados educativos, en educación superior, es necesario saber si estoy construyendo una catedral o solo estoy haciendo ladrillos.
Esto quiere decir si los docentes poseen las estadísticas reales de qué pasa con los formandos titulados y donde se están insertando en el mercado laboral, puede permitir saber si es necesario enmendar el rumbo o mantener el timón tal cual está, pero haciendo las correcciones que exige esta nueva era, en donde los único cierto es el cambio.
En educación básica y media no me cabe duda que los elementos son los mismos; directivos preparados con altos estándares profesionales, con preparación en los mejores países que ya los han alcanzado, evaluados de manera permanente, pero para mejorar y no para excluir.
Crear y saber planificar en base a resultados de aprendizaje de los estudiantes y no a los contenidos de las asignaturas correspondientes.
Docentes preparados para mejorar y no entregar una materia establecida por programa, sabiendo por qué y para qué evalúa, sabiendo cómo se hacen controles y, además, como se entregan los contenidos para que sean asimilados por los estudiantes.
Como todo, esto es una percepción de lo que deberíamos alcanzar para tener una educación de calidad. El mapa no es el territorio.
Autor:
Francisco Vega Reichenberger
Asesor Técnico Educacional, registro MINEDUC 04434