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La mujer en la mitología: su significado moral, histórico y psicológico (I)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. La mujer
    2. Entra Gaia
    3. Las Diosas del Panteón mitológico
    4. Los Dioses del Panteón mitológico
    5. Los ritos de maternidad y la obesidad en la mujer de la Edad de Piedra
    6. La mujer moderna. El papel crucial de la mujer moderna
    7. Las Tres Furias
    8. La mujer en la posición singular de ser padre y madre a la vez
    9. La familia original- Los cambios
    10. Las empresas, su definición y su estructura. Nuestra tesis
    11. El concepto de lo qué es el carácter
    12. El rol de la fijación
    13. En resumen
    14. Bibliografía

    Los habitantes del África, moradores de las forestas y las praderas en el Paleolítico Superior, eran igualitarios en la organización de sus estructuras sociales y en la distribución de la ascendencia entre los sexos —

    En una sociedad pequeña, donde la supervivencia era precaria, fue crítica que la división de las responsabilidades para la reproducción y para la preservación de la vida fuera compartida igualmente entre ambos progenitores de los niños.

    Amén.

    Los conocimientos derivados de la historia conjeturada y los de la historia documentada nos muestran evidencia de un ser humano del entonces, que era complejo en sus hábitos, ordenado en su estructura, con signos claros de la aplicación de un sistema de moralidad e imbuido con creencias firmes de índole religiosas — un ser humano profundamente ajustado y exquisitamente en sintonía con el entorno y sus posibilidades — por ello subsistiría como especie; por ser un ser humano poseedor de muchas de las características que hoy exhibimos, y que a nosotros éste nos transmitiera.

    En esa sociedad igualitaria, la distribución de la labor, la división del prestigio en el ejercicio del poder, distribuidas igualmente entre sus miembros; resultó en el establecimiento de un orden en el cual ambos sexos permanecerían esencialmente afines — no la caricatura del patriarcado que naciera más adelante en las edades medias y que se arraigaría de modo permanente en los dogmas de las religiones de ideología musulmana y judeocristiana.

    Lo que hemos dicho, en el párrafo anterior, fue consecuencia del temor morboso de un hombre confuso. Testigo incauto de lo que viera, que le fuera incomprensible, en la mujer. Por tanto, decretaría su subyugación.

    La mujer

    La mujer en la mitología, y la mujer en las religiones prístinas; quizás por la complejidad enigmática de su anatomía y por su sincronismo fisiológico con la fase de los astros se consideraba entonces, como un ser infundido con la esencia misma de los dioses — de hecho, en la estructura antropomórfica de los panteones; los dioses y las diosas existían en proximidad idéntica — no se distinguía el dios de la diosa ni por el sexo, ni por la cantidad ni por la calidad del poder que a cada cual se atribuyera.

    Entra Gaia

    Gaia, la diosa de la tierra mitológica era, amén de omnipotente como sus coetáneos varones, asimismo capaz de todo aquello que otras deidades pudieran arrogarse a sí mismas. El culto de Gaia ha experimentado un renacimiento reciente y ha recibido nuevo ímpetus debido a los trabajos del filósofo James Lovelock cuyas teorías controversiales emplazan nuestro planeta como un supe organismo viviente y capaz de existencia orgánica.

    Gaia

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