Los Grandes Simios
Hay muy pocos frugívoros entre los mamíferos en general, y entre los primates en particular. Los únicos monos que son predominantemente frugívoros (gibones y siamanes) son atípicos entre los monos en muchos aspectos ecológicos y de comportamiento, y comen cantidades sustanciales de vegetación. Los orangutanes son semejantes, sin ninguna observación en estado salvaje de consumo de carne.
Los gorilas son más típicamente vegetarianos, con menos énfasis en las frutas. Hace varios años se inició un estudio muy elegante sobre la relación entre el tamaño corporal y la dieta en los primates (y algún otro grupo de mamíferos). Los únicos primates en la lista con dietas puras fueron las especies de tamaño pequeño (que son enteramente insectívoros) y los más grandes (que se especializan en una dieta vegetariana). No obstante, el espectro de preferencias dietéticas reflejan las necesidades diarias de alimentación de cada tamaño corporal y la disponibilidad relativa de recursos alimentarios en la selva tropical. Nuestros parientes más cercanos entre los monos – en sentido anatómico, de comportamiento, genético y evolucionario – son los chimpancés, que frecuentemente matan y comen otros mamíferos (incluso otros simios).
Nuestra historia de estrategia del comer
Historia Arqueológica
Hasta los tiempos documentados más remotos, la historia arqueológica indica claramente una dieta omnívora para los humanos que incluía la carne. Nuestros ascendentes fueron cazadores y recolectores desde el principio.
Tipos de Células
El número relativo y la distribución de los tipos de células, así como las especializaciones estructurales, son más importantes que la longitud total del intestino a la hora de establecer la dieta típica para un grupo animal determinado. Los perros son carnívoros típicos, pero sus características intestinales tienen más en común con los omnívoros. Los lobos comen mucha materia vegetal, como lo hacen algunos gatos.
Los Depósitos de Fermentación
Casi todos los herbívoros tienen depósitos de fermentación (espacios engrandecidos donde reside la comida mientras los microbios la descomponen en el proceso de digestión). Los rumiantes como las vacas y los ciervos tienen sacos anteriores derivados de un esófago y estómago adaptados. Los caballos, los rinocerontes, y los monos de tipo "Colobino" tienen sacos posteriores. Los humanos carecen de tales especializaciones.
Las Mandíbulas
Aunque la evidencia sobre la estructura y función de las manos y mandíbulas humanas, su comportamiento e historia evolucionaria también o apoyan una dieta omnívora o no apoyan una dieta vegetariana estricta, la mejor evidencia proviene de los dientes.
Los colmillos pequeños de los humanos son una consecuencia funcional del cráneo más grande y la reducción asociada del tamaño de la mandíbula. En los primates, los colmillos funcionan como armas de defensa y como instrumento visual de amenaza. Curiosamente, los primates con los colmillos más grandes (gorilas y babuinos gelada) tienen dietas básicamente vegetarianas. En los restos arqueológicos, los molares humanos a menudo se confunden con los premolares y molares de los cerdos, un omnívoro clásico. Por otra parte, algunos herbívoros poseen incisivos bien desarrollados que a veces se confunden con los de la dentadura humana cuando se encuentran en las excavaciones arqueológicas.
Las Glándulas Salivares
Éstas indican que podríamos ser omnívoros. Los datos de la saliva y de la orina varían, dependiendo de la dieta, no del grupo taxonómico.
Los Intestinos
La absorción intestinal es una cuestión de área de superficie, no lineal. Los perros (que son carnívoros) tienen especializaciones intestinales más características de omnívoros que de carnívoros como los gatos. El número relativo de criptas y tipos de células es una mejor indicación sobre la dieta que la mera longitud. Nosotros los humanos ocupamos un lugar intermedio entre los dos grupos.
Conclusión
Los humanos somos ejemplos clásicos de omnívoros en todos los aspectos anatómicos relevantes. No hay ninguna base anatómica ni fisiológica para la suposición de que los humanos estamos preadaptados a la dieta vegetariana. Por esta razón, los mejores argumentos en pro de una dieta exenta de carne se limitan a las cuestiones ecológicas, éticas o de salud.
Deducciones
Un ser humano sometido a una dieta vegetariana o de frutas estrictamente, puede, de acuerdo a experimentos meticulosamente conducidos, sostener la vida precariamente por unos tres meses, si el agua es suficiente. Lo es así, porque muchos aminoácidos y proteínas se encuentran ausente, incluyendo vitaminas del complejo B que solamente provienen de la carne. Aparentemente, los incas aproximaron el balance nutritivo de una dieta satisfactoria sobreviviendo principalmente del maíz, la calabaza y los frijoles. Otras culturas, entre ellos los aborígenes de Norteamérica y los aztecas suplementaban sus vegetales con elementos adicionales pare enriquecerlos.
Las frutas
La importancia de la fruta en la alimentación humana ha sido valorada desde la antigüedad, hasta el punto que los antiguos la denominaban como " la comida de los dioses" y le otorgaban propiedades mágicas o divinas. Existen muchas referencias de como los templos estaban llenos de fruta dedicada a sus dioses, de como la fruta aparecía en las ceremonias rituales formando parte de la decoración de los templos, de los objetos de culto o de los vestidos.
Las frutas constituyen uno de los alimentos más importantes dentro de los alimentos naturales vegetales. Las frutas junto con las hortalizas proporcionan muchas vitaminas y minerales, por lo tanto son alimentos que deben estar presentes en todas nuestras comidas. Podemos estar seguros que, comiendo frutas y verduras, nunca tendremos carencia de vitaminas o minerales, si incorporamos a ésta las proteínas animales. Las vitaminas hidrosolubles (B y C) no se almacenan en el organismo, por lo tanto tenemos que comer alimentos que las contengan habitualmente. La vitamina C, por ejemplo, además de ser un potente antioxidante, contribuye a una buena salud de los huesos, ayuda a sanar las heridas además de reforzar la acción de la vitamina E, otro potente antioxidante. Comiendo cítricos regularmente (naranjas, pomelos, limones), bayas o pimientos, entre otros, es una buena manera de adquirir esta vitamina.
La adquisición de minerales es imprescindible para una buena salud. El hierro, por ejemplo, es necesario para el desarrollo de la hemoglobina que es la sustancia que, además de dar color a las células rojas de la sangre, está encargada de llevar oxígeno a las células. La deficiencia de hemoglobina es uno de los factores que produce una enfermedad llamada anemia. Aunque existen alimentos animales, como la carne y el pescado que proporcionan hierro, también lo podemos obtener, de modo insuficiente, a partir de los vegetales. Las lentejas y las hojas de color verde oscuro, por ejemplo, son una buena fuente de este mineral.
Las frutas proporcionan fibra, aquella parte de los vegetales que nuestro aparato digestivo no puede digerir, pero que resulta tan importante para la expulsión de la materia fecal. Pero la ingestión de abundante fibra no solamente supone solo una manera útil de prevenir el estreñimiento. Estudios recientes ha demostrado que una dieta rica en fibra reduce el colesterol, ayuda a los diabéticos a controlar el azúcar de la sangre y previene la aparición del cáncer de colon. Son frutos ricos en fibra: las peras, las fresas, las manzanas, los cítricos, las bayas, las uvas – sobre todo en forma de pasas.
Además de proporcionar vitaminas y minerales al organismo, las frutas ayudan a conseguir el equilibrio ácido-base del cuerpo, neutralizando el exceso de acidez. Por su contenido en sales de potasio y magnesio favorecen la eliminación de líquidos y el exceso de residuos nitrogenados y cloruros por lo que purifican el organismo.
Por su contenido en agua – entre el 80 y el 90 % de su peso – constituyen una manera ideal de hidratar nuestro cuerpo al mismo tiempo que le aportan la energía suficiente en forma de hidratos de carbono complejos muy ventajosos para nuestro organismo.
A las vitaminas, minerales fibras e hidratos de carbono, hay que añadir otros componentes, llamados fotoquímicos, que convierten a las frutas en fuente de salud. La manzana, por ejemplo contiene pectina, cuyo valor para tratar la diarrea y otras enfermedades gastrointestinales se ha conocido desde la antigüedad. Las uvas contienen resveratrol, un colorante, que mejora la circulación y previene los ataques de corazón. Las piñas contienen bromelina, una enzima que favorece la digestión. Las cerezas son especialmente adecuadas para prevenir la arteriosclerosis y las enfermedades reumáticas; incluso se cree que el rabito de la cereza se puede aprovecharse para realizar infusiones para perder peso. Las sandías constituyen uno de las mejores medicinas para limpiar los riñones. Las propiedades de estos alimentos son innumerables y nombrarlas todas en este artículo sería prácticamente imposible.
Los principales componentes que contienen las frutas son los siguientes:
- Minerales
- Vitaminas
- Flavonoides
- Fibra
- Saponinas
- Fenoles
- Carotenoides
- Isocianatos
Todos estos componentes, no solamente ayudan a que el cuerpo este nutrido, sino que previenen la aparición de muchas enfermedades, tal como se ha venido demostrando en los estudios realizados en los últimos años. Entre las principales enfermedades que una dieta rica en frutas y verduras puede prevenir podemos mencionar las siguientes:
– Obesidad: Las frutas, en general, poseen muy pocas calorías y mucha fibra. Esto permite que el cuerpo se sacie con más facilidad sin que tenga que ingerir otros alimentos más calóricos. La ingestión habitual de fruta es una buena manera de prevenir la obesidad.
– Estreñimiento: La fruta, por su riqueza en fibras, facilita la expulsión de heces del intestino y previene el estreñimiento u otras enfermedades intestinales como la diverticulosis, esta última más habitual en la gente mayor.
– Ataques de corazón: Las frutas y las verduras previenen la formación de coágulos en las arterias y fluidifican la sangre. Se ha comprobado como la ingestión habitual de estos alimentos reduce de un 20 a un 40 % las posibilidades de sufrir un problema vascular.
– Hipertensión: El consumo habitual de fruta y verdura, combinado con una dieta baja en grasas, disminuye la presión arterial.
– Cáncer : Estudios recientes han demostrado que la fruta es rica en componentes antioxidantes capaces de eliminar los radicales libres, unas partículas que son las responsables de la aparición de muchas enfermedades degenerativas, entre las que se encuentra el cáncer. Particularmente se ha comprobado como la ingestión habitual de frutas y verduras previene la aparición de muchos cánceres de pulmón y del aparato digestivo (estómago, esófago, colon, recto o boca, principalmente).
Recordemos que el hipotálamo, al final, controla el destino metabólico de lo que consumimos y que, por esa misma razón, si la ansiedad nos lleva a un apetito desbocado en el consumo de frutas y vegetales, terminaremos acumulando libras de grasa, resultado de mecanismos compensatorios y adaptantes que no se relacionan del todo al contenido calórico de estos alimentos.
Bibliografía
Se suministra por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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