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Origen de la masonería


    Monografias.com

    SUMERIA.

    ¿Cuando empieza la Historia?. Para responder a ello debemos recordar los conceptos básicos que definen el cambio de la Prehistoria neolítica a la Historia. En forma sencilla se afirma que son la aparición de los núcleos urbanos y la aparición de la escritura como método de comunicación. Así hubo un primer pueblo que destacó sobre las demás de su época, esta fue la Civilización Sumeria, cuna de la Historia.

    A Uruk se le puede considerar como la primera ciudad-estado (3,000 – 3,500 años a.c), y es allí donde se encontró los restos de escritura más antiguos.

    La ciudad de Uruk se impuso poco a poco, sin embargo no llego a ser un gran reino, ya que Sumeria era un país formado por varias ciudades-estado. Toda ciudad tenía un Zigurat (Pirámide escalonada para observar los astros y hogar del Dios de la ciudad), un Palacio del rey, un Templo y asentamientos agrícolas en la afueras.

    Los sumerios fueron grandes constructores, pero por el uso común del adobe pocas obras han llegado a nuestra época en buenas condiciones, lo que si se tiene son muestras abundantes de orfebrería y los relieves en piedra, así como tablillas de barro cocido.

    Es la cultura súmera en Mesopotámica (en el actual Irak), la primera referencia sobre las construcciones piramidales, los zigurat, situados en lugares principales de sus ciudades, eran las puertas a los dioses. En la parte superior de estas pirámides de adobe existía un pequeño templo en el que se producía la conexión con el dios.

    En la ciudad de Babilonia ("Bab-ili", que quiere decir "Puerta de Dios"), de planta cuadrangular, existía en su centro un zigurat que ha pasado a la historia como la Torre de Babel. Esta torre de planta cuadrada, era una construcción escalonada realizada con miles de ladrillos de adobe, se accedía mediante rampas y escaleras, y en su parte superior existía el templo en donde se producían los rituales.

    Esta torre, se construyó gracias al conocimiento de la construcción que tenían los arquitectos sumerios (los egipcios heredaron la tradición de los sumerios). Cabe señalar que el arquitecto es, según la significación griega, el que conoce la técnica para la construcción del templo, no es quien realiza el culto, asunto del que se ocupaban los sacerdotes.

    Es importante señalar que esta diferenciación se ha mantenido a lo largo de la historia. Los Arquitectos son los primeros obreros, los que conocen como debe realizarse la obra, los constructores iniciados. Si un arquitecto no construye no está en la función que el rito le asigna.

    Los arquitectos sumerios alcanzaron un elevado conocimiento de diversas disciplinas para conseguir la correcta construcción de sus ciudades y templos. Se sabe que conocían la geometría, la aritmética, la escritura, la astronomía, la astrología, la estática, la mecánica y para poder ejecutar sus proyectos debían de dominar el arte de administrar los recursos naturales y humanos.

    Los sumerios estudiaron las estrellas dividieron el años en 12 meses, determinaron los 12 signos zodiacales, las 12 horas del día y las 12 horas de la noche, los sesenta minutos de cada hora y los 360 grados del circulo. Para los sumerios el 12 era el número del universo. Contaban señalando con el pulgar las doce falanges de los otros cuatro dedos de la mano, y marcaban los múltiplos de doce con los cinco dedos de la otra, de modo que el mayor número que podían contar con los dedos era 60. Para ellos el número 12 se encontraba también en la mano del hombre. La mano del obrero que construía la puerta a los dioses.

    Los arquitectos sumerios construyeron sus ciudades y templos en ladrillos de adobe, millones de ladrillos producidos con el único material que disponían en su tierra, el adobe formado por arcilla y agua, materiales que son la fuente de su cultura, y base de todas sus creencias. Los Arquitectos sumerios no utilizaban la piedra, pues no disponían de ese material.

    La sociedad sumeria determinaba de manera clara las diferentes funciones de las clases dirigentes: el Rey, el Sacerdote y el Arquitecto. Estos últimos gracias al estudio de las disciplinas enumeradas más arriba podían llevar a cabo con éxito la construcción de sus torres zigurats, que facilitaban a los sacerdotes la conexión con sus dioses.

    Anu era el dios del cielo, y tenía su santuario más importante en la ciudad de Uruk. Su culto queda reflejado en el mito de la creación: al principio de los tiempos, el mundo era un caos dominado por Tiamat, diosa del mar (el mar era signo de caos y destrucción para un pueblo que no tenía ningún conocimiento de navegación) fue Anu quien la derrotó y con su cuerpo creo el Universo. Esta victoria era la que le otorgaba la preeminencia sobre los otros dioses. En el templo situado en la cima del zigurat el sacerdote realizaba el ritual a Anu, dios del cielo.

    Es interesante comprobar como queda determinado en esta época (4.000 al 3.000 a.c.) muchas de las tradiciones y características que se han ido repitiendo en las culturas posteriores en todo el mundo, como es el caso de la Torre de Babel y el Diluvio Universal.

    Es importante señalar el claro perfil del arquitecto sumerio. El primer obrero, el que por el estudio del cosmos en su manera más amplia y plena conoce como construir (y no necesariamente con piedra) la puerta a lo celestial.

    La palabra arquitecto es de origen griego formado por:

    ARKHO

    El Primero

    El Que Sabe Como

    TEKTON

    Obrero que construye, carpintero

    ARKHITEKTON

    EL obrero del primero, el que sabe como construir el templo

    LOS EGIPCIOS.

    Manetón, el sumo sacerdote del templo de Heliópolis, debió disponer de una ingente cantidad de material de trabajo en el momento en que se dispuso a escribir su Historia de Egipto en griego, durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (aprox. 250 a. c.). Esta obra no se ha conservado intacta, pero la conocemos por resúmenes fragmentarios y escogidos a través de los escritos de Josefo y otros autores clásicos que se remiten a ella sólo para justificar sus propias opiniones en las polémicas. (Alfred Cyrill – Los Egipcios)

    A falta de la Historia de Manetón, nos es de inapreciable valor el relato que el viajero griego Herodoto (450 a.c.) nos ofrece en el libro II de su Historia, en el que refiere su viaje al valle del Nilo. Su narración es sagaz y de considerable valor mientras cuenta lo que ha visto con sus propios ojos; pero en la mayoría de los casos se limitó a transmitir lo que le contaban, y parece ser que nunca entró en contacto con las clases instruidas del país. (Alfred Cyrill – Los Egipcios).

    Jufu construyó su pirámide monstruosa en una meseta rocosa, a pocas millas al norte de Sáqqara, cerca de donde se halla hoy la ciudad de Giza. Cuando la pirámide estuvo terminada, su base, cuadrada, medía 755 pies por cada lado, es decir, cubría una superficie de trece acres. La pirámide medía de la base a la cúspide 481 pies. Esta «Gran Pirámide» está formada por trozos de piedra —en número de 2.300.000, según se estima, con un peso medio de dos toneladas y media por pieza—. Cada uno de ellos fue transportado desde las canteras próximas a la Primera Catarata, a unas 600 millas de distancia (por vía fluvial, naturalmente sobre barcos arrastrados río abajo por la corriente del Nilo).

    Teniendo en cuenta el estado de la ingeniería en aquellos tiempos y el hecho de que la estructura se ejecutó prácticamente con las manos (no se usó ni siquiera la rueda), la Gran Pirámide constituye sin duda la más noble realización arquitectónica del mundo.

    Los hombres no han dejado de maravillarse ante la Gran Pirámide, la mayor construcción erigida por el hombre; una construcción que no ha sido superada en los 4.500 años de su existencia. Los griegos la calificaron junto con las demás pirámides vecinas de una de las ?siete maravillas del mundo?, y de las siete enumeradas por ellos, sólo las pirámides pueden admirarse todavía. Y tal vez sigan en pie incluso después de que las naciones modernas hayan desaparecido como el antiguo Egipto y la antigua Grecia.

    Naturalmente, la Gran Pirámide atrajo la atención de Heródoto, el cual trató de informarse preguntando sobre ella a los sacerdotes egipcios. Estos le contaron ciertas historias fantásticas que no podemos aceptar, aunque una parte de la información parece razonable. Le dijeron que se había tardado veinte años en construir la Gran Pirámide, y que en ella habían trabajado cien mil hombres. Y esto puede muy bien ser cierto.

    También le dijeron el nombre del rey que la había erigido, pero Heródoto tradujo el extraño nombre egipcio a algo que sonase ?más griego? y más habitual a sus oídos, por lo que Jufu se convirtió en Keops; y nosotros estamos mucho más familiarizados con la versión griega, sobre todo con su ortografía latina Cheops (por lo general, la versión griega de los nombres egipcios nos es conocida mejor en su ortografía latina, y de ahora en adelante los escribiré siempre con ortografía latina).

    Nos gusta creer que los cien mil constructores de la pirámide eran esclavos, sometidos al látigo de despiadados vigilantes. Muchos creen, por haberlo leído en la Biblia, en el libro del Éxodo, que muchos de los esclavos eran judíos. Sin embargo, la Gran Pirámide y las edificaciones hermanas fueron construidas unos mil años antes de que los israelitas llegaran a Egipto, y en todo caso, es muy probable que las pirámides fueran construidas por hombres libres que trabajaban a gusto y recibían un buen trato. (Isaac Asimov – Historia de los Egipcios).

    Debemos remarcar que fueron los griegos, los historiadores ?formales? más antiguos que se conocen por ello muchas palabras sumerias y egipcias se deformaron o se adecuaron al gusto griego.

    Imhotep era el arquitecto del complejo de la pirámide escalonada del rey Dyoser (2630-2611 a. de C.) en Saqqara, que no tiene rival en lo concerniente a la grandeza de su concepción y que fue el primer edificio colosal de piedra que se construyó. La pirámide sugiere una escalinata gigantesca para el ascenso del monarca al cielo, mientras los edificios que la rodeaban eran el templo para el culto real y otros pabellones y capillas para la eterna celebración de las Fiestas del Jubileo de Dyoser. Un busto en piedra caliza de una estatua perdida del rey Dyoser (llamado Netyeri- jet en sus monumentos) conserva el nombre y los títulos de Imhotep: Portasellos del rey del Bajo Egipto, uno que está cerca de la cabeza del rey (es decir, visir), jefe de la Gran Mansión, representante real, Sumo sacerdote de Heliópolis, Imhotep, el carpintero y escultor…

    A partir de vasos de piedra descubiertos en las galerías, en torno a 30 m. bajo la pirámide, aún podemos añadirle el título de "Sacerdote lector en jefe". Así pues, los más altos oficios religiosos y seculares de la Administración egipcia pertenecían a Imhotep.

    Además del complejo de la pirámide, Imhotep era arquitecto de un santuario al dios Sol en Heliópolis, dedicado por Dyoser y que hoy en día sólo perdura en fragmentos de relieves de gran calidad. Su nombre ha sido también encontrado en un grafito del muro de la pirámide inacabada del rey Sejemjet (2611-2603 a. de c), sucesor de Dyoser. Ésta es el último testimonio histórico de Imhotep, por lo que podemos presumir que hace 4600 años que murió.

    Su reputación como arquitecto experimentado llevó a que los escribas de Egipto lo adoptasen como el más eminente de los que ejercieron su oficio. Fue considerado como fuente de inspiración intelectual y una gran cantidad de máximas morales se decía que habían sido escritas en papiro en su nombre. Una referencia la constituye una composición, en parte pesimista y en parte hedonista, conocida como Canto del arpista, cuya mejor copia es la del Papiro Harris 500 del Museo Británico. (George Hart – El Pasado Legendario Mitos Egipcios).

    A partir del año 3000 a.c. la civilización egipcia tuvo su desarrollo más importante, los reyes y los sacerdotes sumerios cesaron, su civilización desapareció, pero los conocimientos de los Arquitectos sumerios fueron transmitidos mediante la palabra a los Arquitectos egipcios. De todos ellos el más famoso y que paso a la historia por sus obras fue Imhotep.

    El arquitecto Imhotep no poseía solamente las cualidades de un arquitecto; también era médico, mago, astrólogo, escritor y filósofo. Imhotep fue el autor de la primera pirámide para el rey Zóser el magnifico. Fue el artífice de una revolución trascendente de un alcance considerable, puesto que fue el primer arquitecto en construir en piedra un conjunto monumental tan importante como el de Saqqara.

    La pirámide escalonada, realizada por la superposición de mastabas similares a los zigurats sumerios.

    Fue Imhotep el sucesor de los arquitectos sumerios, su figura completaba la trilogía de rey, sacerdote y arquitecto. Como en toda la antigüedad, su conocimiento de las leyes del universo permitía la conexión entre el rey, representante de la tierra y el sacerdote, representante del cielo.

    Tras Imhotep los arquitectos egipcios construyeron las más completas ciudades sagradas de la historia, sus templos, pirámides y conjuntos monumentales son muestra de su altísimo conocimiento. Su tradición transmitida en palabra de maestro a aprendiz a lo largo de los siglos alcanzo un altísimo grado de sabiduría que permitió soluciones técnicas y de gestión de recursos, tanto naturales como humanos, de los que hoy no tenemos explicación. Los estudiosos actuales de sus construcciones no consiguen una explicación satisfactoria de como se pudieron realizar las pirámides, ni como se pudo organizar su construcción. Ese conocimiento transmitido de generación en generación se perdió. Los arquitectos posteriores solo han podido vislumbrar parte de la sabiduría de sus antecesores.

    Egipto es la civilización donde el Arquitecto refleja su carácter ARKHITEKTON, el primer obrero, el que sabe. No hemos podido aun hoy en día recuperar la sabiduría perdida que los arquitectos egipcios poseyeron.

    Como se habrá notado hubieron constructores en Sumeria y Egipto, pero debemos a la vez recordar que tanto los griegos como los egipcios heredaron los conocimientos sumerios, que se perdieron en el tiempo ya que estos se trasmitían de maestro a aprendiz en forma oral.

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