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Civilizaciones: Los Incas


  1. Lista de emperadores incas
  2. Crisis de sucesión
  3. Incas después de la Conquista
  4. Última rebelión inca contra los reyes de España
  5. Dinastías
  6. El medio físico del imperio
  7. La Población Indígena
  8. La clase dirigente
  9. El pueblo incaico
  10. La civilización incaica

En el inmenso y variado territorio de la América del Sur, tuvieron su asiento numerosas y antiguas civilizaciones que muestran, una vez más, el riquísimo pasado cultural de América. Tanto en la árida costa del Pacífico, como en las elevadas y frías sierras y mesetas, o en las tierras de selva tropical, se encuentran los mudos vestigios de los hombres que habitaron y desarrollaron su cultura durante milenios en esa parte del continente americano .zonas los hombres no sobrepasaron el nivel de vida de comunidades rudimentarias, en otras desarrollaron, desde épocas tempranas, complejas y elevadas formas de vida, en sociedades divididas en clases y con un eficaz aparato estatal para sustentarlas.

Si bien la civilización incaica comparte los rasgos generales que son comunes a las otras grandes civilizaciones de la América antigua, existen peculiaridades que la distinguen. Si algo distingue marcadamente al imperio incaico es haber llevado la organización económica, política y social de su Estado

No todas, por supuesto, alcanzaron el mismo nivel de desarrollo; y este es otro de los numerosos contrastes que nos ofrece la región suramericana en su conjunto, mientras en algunas los hombres no sobrepasaron el nivel de vida de comunidades rudimentarias, en otras desarrollaron, desde épocas tempranas, complejas y elevadas formas de vida, en sociedades divididas en clases y con un eficaz aparato estatal para sustentarlas.

Si bien la civilización incaica comparte los rasgos generales que son comunes a las otras grandes civilizaciones de la América antigua, existen peculiaridades que la distinguen. Si algo distingue marcadamente al imperio incaico es haber llevado la organización económica, política y social de su Estado a un extremo control. La centralización del poder llega a su máxima expresión en esta sociedad, y así vemos que desde el Cuzco, la capital, se ejercía el total dominio del vastísimo territorio del imperio. Esta centralizada u organizada sociedad alcanzó un extraordinario desarrollo e incluso aparecieron formas aisladas de propiedad privada, sobre todo en el Cuzco, que anunciaban un paso a otra fase de la historia del Estado y las clases sociales.

Ocupaban el imperio incaico una superficie de 1.700.300 kilómetros cuadrados. En el siglo XV, momento de su máximo esplendor y poderío, tenía una población calculada en unos 10 millones de habitantes. Existían entonces tres razas importantes los aimaras, a los que se da también el nombre de colas, que habitan en la zona del sur de Cuzco; los quichuas, que fundaron el imperio y poblaban las zonas al norte de Cuzco y los yungas, que habitaban la región de la costa. La capital de este vasto territorio era el Cuzco, denominada hoy" capital arqueológica de América y Rusia". Los incas se consideraban el pueblo elegido por sus dioses para gobernar a los hombres y creían que el Cuzco (ombligo) estaba en el centro y fin del universo.

Los incas, antiguamente ingas (quechua: Inqa), fueron los gobernantes del imperio aborigen más extenso de América precolombina. También eran usados los términos Cápac Inca (quechua: Qhapaq Inqa, 'el Poderoso Inca ") y Sapa Inca (quechua: Sapa Inqa, 'el Inca, el único") que era extensible a los gobernantes inicialmente del curacazgo Inca y luego a los emperadores incas del Tahuantinsuyo. Es costumbre también referirse a ellos sólo como el inca.

El primer sinchi cusqueño en utilizar el título de inca fue Inca Roca, fundador también de la dinastía Hanan Cuzco. El último inca en el gobierno fue Atahualpa. Posteriormente el título es usado por los que opusieron resistencia a la conquista del Imperio inca, como los casos de Manco Inca o Túpac Amaru I. Una de las cualidades más notables del Imperio Incaico era su altamente organizado gobierno, centralizado en el Cuzco, la capital donde el emperador vivía y desde allí se dictaban las leyes que gobernaban a alrededor de cinco millones de indios. Pero la única ley que sin excepción todos debían acatar era esta: Ama sua, ama llulla, ama cheklla, No robar, no mentir, no ser perezoso.

Lista de emperadores incas

La lista oficial de gobernantes del Imperio Inca fue escrita por la mayoría de los cronistas como Capaccuna, del quechua Qhapaqkuna, "Los gobernantes[1] ". Se ha especulado algunas veces que existieron más gobernantes de los que ésta acepta y que varios fueron borrados de la historia oficial del Imperio por distintos motivos, pero estas tesis carecen de fundamento. Es muy improbable que hubiera Incas no listados en la capaccuna por alguna razón. Actualmente se considera en total como 13 Incas, agrupados en dos dinastías: Bajo Cusco (quechua: Urin Qusqu) y Alto Cusco (quechua: Hanan Qusqu).

  • Reino del Cuzco (Fase local)

Dinastía Hurin Cusco:

  • ~1200 – ~1230: Manco Cápac

  • ~1230 – ~1260: Sinchi Roca

  • ~1260 – ~1290: Lloque Yupanqui

  • ~1290 – ~1320: Mayta Cápac

  • ~1320 – ~1350: Cápac Yupanqui

Dinastía Hanan Cusco:

  • ~1350 – ~1380: Inca Roca

  • ~1380 – ~1400: Yáhuar Huácac

  • ~1400 – 1438: Huiracocha Inca

  • Imperio Inca o Tahuantinsuyo (Fase de expansión)

Dinastía Hanan Cusco:

  • 1438 – 1471: Pachacútec

  • 1471 – 1493: Túpac Yupanqui

  • 1493 – 1525: Huayna Cápac

  • 1525 – 1532: Huáscar

  • 1532 – 1533: Atahualpa

Aunque algunos historiadores consideran que Atahualpa no debe ser incluido en la capaccuna, argumentando que Atahualpa se habría declarado súbdito de Carlos I de España, además del hecho de que nunca llegó a serle ceñida la mascapaicha, el símbolo del poder imperial, la mayor parte de los cronistas da como cierta la relación de trece incas, asignando el escaño décimo tercero a Atahualpa.

Otros historiadores han seguido el linaje y consideran que deben tomarse en cuenta también a Tarco Huaman y a Inca Urco. El primero sucedió a Mayta Cápac y, después de un corto período, fue depuesto por Cápac Yupanqui. El segundo se ciñó la mascaypacha por decisión de su padre, Viracocha Inca, pero, ante su evidente desgobierno y la invasión de los chanca, huyó con él. Luego del triunfo de Cusi Yupanqui —el futuro Pachacútec Inca Yupanqui, también hijo de Viracocha Inca— sobre el pueblo enemigo, Inca Urco fue muerto en una emboscada que él mismo le tendió a su hermano. Asimismo, Garcilaso y algunos otros cronistas insertan entre Pachacútec y Túpac Yupanqui a Inca Yupanqui, soberano de dudosa existencia.

Crisis de sucesión

La costumbre, tradición y las leyes del Incario, establecían que la sucesión del inca sucesor debía ser ocupada por un descendiente directo estando en primera línea el hijo del actual emperador con una Coya (miembro de la familia imperial). A falta del anterior debía ocupar el trono el hijo del inca con una Palla (princesa real del Cusco). A falta de los anteriores herederos legítimos, podían reclamar los hijos del Inca procreados con Ñustas (princesas extranjeras).

Huayna Cápac había nombrado como heredero con anterioridad a Ninán Cuyuchi (hijo de la Coya Mama-Cussi-Rimay) más éste resultó enfermo de viruela y murió muy joven en la ciudad de Quito. Entonces la falta del heredero legítimo directo habilitó la sucesión del hijo del Inca con una Palla (princesa real del Cuzco) y dos fueron los pretendientes: Manco-Inga-Yupanqui (hijo en la Palla Civi-Chimpo-Rontosca) quien murió asesinado sorpresivamente y su otro hijo, Huáscar, cuya madre la Palla Rahuac-Ocllo había gobernado el Cusco durante la ausencia de Huayna-Cápac. Atahualpa, siendo hijo de una Ñusta (princesa extranjera) con el Inca, se sintió con derecho también a reclamar el trono.

Incas después de la Conquista

Tras la llegada de los españoles, el Imperio Inca perdió la organización que lo caracterizó por años: las tropas fieles a Huáscar resistieron en Cusco y las tropas de Atahualpa se concentraron en el norte del Chinchaysuyo. Por razones de estrategia, los españoles decidieron instituir un "Inca" para atribuirle la capacidad de decisión sobre las tropas y pueblos a conquistar. Posteriormente la dinastía restante reivindicó autonomía y se confinó en Vilcabamba, lo que se conoce como el período de los Incas de Vilcabamba.

  • Túpac Hualpa "Toparpa" Inca (1533)- 2 meses septiembre y octubre Inca coronado por los españoles

  • Manco Inca (1535-1537) – Inca coronado por los españoles y (1537-1544) Inca de Vilcabamba

  • Paullu Inca (1537-1549) – Inca coronado por los españoles

  • Sayri Túpac Inca (1545-1558) – Inca de Vilcabamba

  • Titu Cusi Yupanqui Inca (1558-1571) – Inca de Vilcabamba

  • Túpac Amaru I Inca (1571-1572) – Inca de Vilcabamba

  • Túpac Amaru II Inca Rey del Perú (1780- 1781)

Última rebelión inca contra los reyes de España

Tupac Amaru I fue ejecutado por los españoles, acusado de una afrenta diplomática al asesinar a los embajadores. Aunque pudo dejar descendencia masculina, el título de Inca de Vilcabamba se perdió. Su hija, Juana Pilcohuaco, se casó con Diego Felipe Condorcanqui, curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca. El tataranieto de Diego Felipe, José Gabriel Condorcanqui, se rebeló contra la Colonia española, asumiendo el nombre de Túpac Amaru II, en una revolución desde 1780 a 1781 se coronó Inca, que, no obstante su fracaso, y aunque otros atribuyan a la revuelta un significado distinto, puede considerarse como el primer gesto independentista en la América conquistada, aunque sin formar parte de las Guerras de independencia hispanoamericana que llevó a la formación del Perú.

Dinastías

Como los primitivos pobladores de este dilatado imperio ignoraban la escritura, no existe ningún documento que demuestre, con cierta verosimilitud, el origen del poder de los incas. Los primero cronistas de la conquista española se han valido de un método harto, elemental y completo para dejar a la posteridad algún documento que atestigüe la procedencia de este pueblo, para lo cual reproducían en lengua inglesa y española los sonidos que oían a las tribus incaicas. Este método, a pesar de los esfuerzos de los historiadores de todas las épocas, no tuvo la particularidad de rebelar mayores secretos del origen de los primitivos pobladores del Perú. Se sabe que la civilización incaica tuvo su cuna en torno a la ciudad de Cuzco situada en la región central del Perú. Según las tradiciones más divulgadas en Europa, hubo un tiempo en que las primitivas razas del continente americano se dedicaban a adorar a todos los objetos de la naturaleza sin distinción. La guerra parecía ser la ocupación diaria; los manjares predilectos, la carne de los prisioneros. El Sol, gran padre y madre de la humanidad, se compadeció de tanto dolor y envió a dos de sus hijos, Manco Capon y Mama Olclo, para que enseñaran a los naturales de estas regiones a vivir como seres civilizados. La gente sencilla y primitiva se mostró dócil a los enviados del Sol.

El medio físico del imperio

Geógrafos e historiadores, suelen tener en cuenta la llamada doctrina del determinismo que se funda en que las pequeñas civilizaciones se originan en regiones en las que no existen ciertas condiciones físicas que propician el advenimiento de la civilización. En la meseta donde surgió este imperio se encuentra, según las alturas, valles de clima tropicales y extensas regiones calientes. La meseta incaica ofrece un espectáculo desolado con grandes extensiones estériles o de vegetación pobre en terrenos abruptos y formaciones de origen volcánico. En los confines del horizonte se yergue a veces un nudo montañoso y perforado por las sacudidas sísmicas y luego se extienden desiertos de arena con una vegetación deforme compuesta por cactus pequeños y grandes, enormes aloes desgarrados por los vientos y una que otra cumbre escalonada de vegetación sobre la que cae lluvia fina que empapa el suelo. El cambio de estaciones a penas se nota. La vida y la muerte parecen perder toda significación en esta inmovilidad serena y silenciosa.

La Población Indígena

La existencia de grandes ciudades, demuestra la importancia de la población en el antiguo Perú, con una población calculada en unos 10 millones de habitantes. Aseguradas las fronteras y la paz interior los incas favorecieron por todos los medios el crecimiento demográfico y el matrimonio era obligatorio. En fechas fijas las mujeres de 18 a 20 años y los hombres de 24 a 26 eran casados en ceremonias solemnes. El poder del padre era decisivo en la sociedad incaica, particularmente en las mesetas, tanto que siempre elegía esposos a sus hijas sin que ellas lo supieran. l matrimonio celebrado sin el consentimiento de los padres era considerado nulo. El matrimonio era indisoluble salvo en casos comprobados de la infidelidad. La poligamia solo estaba permitida a los altos funcionarios y jefes locales y era un derecho incuestionable del Inca. Cuando nacía un niño se le hacia una ceremonia y dos años más tarde se le ponía un nombre.

La clase dirigente

La sociedad incaica se basaba en el principio de la desigualdad y jerarquía. Una frase del Inca roca revela los sentidos de esta sociedad: "hay que enseñar a las gentes humildes lo que no debe ser sabido más que por los grandes personajes". El sentimiento de jerarquía se descubre hasta en materia de historia pues las creencias populares y las de los nobles no eran las mismas. El Sol era el principio y el fin del mundo, y la luna era su hermana y esposa a la vez. El Inca era el hijo predilecto del Sol y el rayo su maldición. La plebe indígena veía una manifestación de religiosidad en todas las fuerzas de la naturaleza y una manifestación divina en todas las huacas. La nobleza por el contrario creía en un ser superior abstracto llamado Pachacaman, pues sabía que el elemento divino creado no podía ser representado bajo formas visibles.

La ley era la voluntad del Inca, y no tenía, por lo tanto ninguna consistencia en sí misma. Sin embargo en la práctica existía una ley establecida por la política de formalidad y continuidad del Inca reinante con su antecesor. Las decisiones de los soberanos estaban codificadas en lo equipos, documentos en los que se escribía todo lo relacionado con los gobiernos soberanos. La jerarquía incaica era muy rigurosa. En la cumbre de la sociedad y del poder estaban el jefe, o sea, el Inca, a quién todo el mundo debía obediencia, como el hijo del Sol que era.

El pueblo incaico

El pueblo, llamado genéricamente hatunruna, se dividía en dos grupos principales: los mitimaes y los yamacumas. Los primeros estaban al servicio del Inca y se les trasladaba de lugar a lugar en carácter de colonizadores del imperio. Los yamacumas era un pueblo sometido permanentemente, dedicado a la agricultura y al servicio del Inca también. El sello distintivo de casta residía en el vestido. Los hatunruna llevaban vestidos parecidos y el sombrero variaba de provincia a provincia. La nobleza llevaba vestidos especiales y cintas en la cabeza. Las castas permanecían radicalmente separadas y la extensión de los conocimientos y el modo de vida estaban de acuerdo con la jerarquía social de cada casta.

La civilización incaica

Es indudable que en el imperio incaico existieron bastante desarrolladas algunas formas de civilización inferior y superior. Las cerámicas, los tejidos, los objetos pincelados, y el uso de aceites demuestran una constante búsqueda de belleza. El indio no tenía más que obedecer y todo lo demás se le daba por añadidura. Generación tras generación, el indígena se fue acostumbrando a esta mansa sumisión y terminó por no tener claro sentido de su propia responsabilidad como individuo.

 

 

Autor:

Jorge Alberto Vilches Sanchez