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Parasitismo intestinal


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Objetivos
    3. Metodología
    4. Metódica
    5. Análisis y discusión
    6. Conclusiones
    7. Recomendaciones
    8. Referencias bibliográficas
    9. Anexos

    Intervención educativa sobre parasitismo intestinal en madres de niños menores de cinco años. Mayo 2006- Abril 2007

    RESUMEN

    Se realizó una intervención educativa con el objetivo de aumentar el nivel de conocimiento acerca de las parasitosis intestinales en las madres de niños menores de dos años pertenecientes a dos consultorios de la Candelaria, municipio Valencia, durante Mayo 2006- Abril 2007. El universo se constituyó por el 100% de las madres de niños menores de cinco años del área atendida por dichos consultorios. Luego de aplicar los criterios de exclusión se trabajó con 48 señoras. La obtención del dato primario se realizó mediante la aplicación de un cuestionario que recogió la información general y abordó aspectos como: etiología, vías de transmisión, sintomatología y formas de prevención de las parasitosis intestinales. Al aplicarlo por primera vez encontramos poco conocimiento en casi todas las participantes, quienes en su mayoría eran amas de casa, con predominio de la primaria sin terminar y la básica. De acuerdo a las principales dificultades encontradas implementamos un programa educativo, al finalizar aplicamos nuevamente el cuestionario, encontrando un aumento significativo del nivel de conocimiento (p<0.05), al aumentar de un 10.42% a un 85.42%, con un porcentaje de variación de 720%. El procesamiento de la información se llevó a cabo utilizando el programa estadístico Epi Info 2002, calculando el porcentaje como medida de resumen y el porcentaje de variación como medida de comparación. Se aplicó la prueba de McNemar para analizar las diferencias estadísticas de las variables categóricas. Finalmente arribamos a conclusiones y ofrecimos las recomendaciones pertinentes.

    INTRODUCCIÓN

    El parasitismo se conoce desde épocas tan remotas, que miles de años antes de nuestra era ya se tenían nociones reales de las tenias, filarias y lombrices intestinales, esa fue precisamente la razón por la que se escogió al gusano como símbolo de enfermedad; concepto que se extendió a los indostánicos, chinos, árabes y judíos. Se considera parásito todo ser vivo, animal o vegetal, que pasa una parte o toda su existencia en el interior de otro ser vivo, a expensas del cual se nutre, y provoca daños aparentes o inaparentes (1, 2).

    Las enfermedades parasitarias son responsables de una morbilidad considerable en el mundo entero; se presentan frecuentemente con síntomas no específicos y altas tasas prevalencia. Las ascariosis, tricocefalosis, giardiosis, y amebiosis se encuentran entre las diez infecciones más comunes observadas en el mundo. Actualmente los autores prefieren sustituir la terminología de parasitismo intestinal por el de enfermedades causadas por protozoarios y helmintos. En general tienen baja mortalidad, pero igualmente ocasionan importantes problemas sanitarios y sociales debido a su sintomatología y complicaciones (3, 4).

    Las enteroparasitosis pueden transcurrir durante largo tiempo asintomáticas sin diagnosticar, pero también pueden llegar a provocar cuadros digestivos, inclusive con severa repercusión sobre el crecimiento y desarrollo en los niños. (5). El comportamiento humano tiene gran importancia en la transmisión de las infecciones intestinales por parásitos, por lo tanto el éxito de las medidas de control que se implementen dependerá en gran medida de la modificación que se obtenga de los hábitos en el sentido de promover la salud y no contribuir a deteriorarla (6).

    Las infecciones y enfermedades parasitarias en el niño constituyen un importante problema de salud en la mayoría de los países Latinoamericanos, por su frecuencia, por los problemas diagnósticos y terapéuticos que plantean y, en ocasiones, por su gravedad. (7).

    El poliparasitismo es frecuente y a partir del segundo año abundan las infecciones con tres y cuatro especies de protozoarios. La intensidad de la infección agrava esta situación. Los estudios realizados en regiones rurales de Centroamérica, mediante técnicas de conteo de huevos, demuestran porcentajes elevados de niños con infecciones severas por Áscaris, Tricocéfalos y Uncinarias, en términos de concentración de huevos por gramo de heces. En América del Sur la situación es igualmente seria, y como un ejemplo se menciona los hallazgos hechos en una zona agrícola de Colombia, donde el 29,2% de las enteritis del niño reconocía como agente etiológico algún parásito. En otra región del mismo país se demostró que, a partir de los seis meses de edad, las enteroparasitosis inician una curva ascendente que las coloca en un lugar destacado como productores de diarrea (8).

    A las puertas del siglo XXI las parasitosis intestinales continúan siendo un problema de salud importante en Venezuela, sólo que ahora relegado a comunidades marginales, dado que globalmente hemos experimentado una mejoría sustancial, con un nivel de endemicidad muy bajo, como lo muestran las encuestas nacionales de parasitología realizadas en 1982 y 1996, en las cuales se muestra que menos del 5% de la población sufre la infección por geohelmintos. Este panorama, alentador desde el punto de vista de la salud pública, representa un espejismo para los pobladores de los anillos de pobreza, que aleja cada vez más una posible solución, pues los datos globales restan importancia a las parasitosis intestinales como problema de salud pública y en esas comunidades no se experimentan los cambios que ocurren en el resto de la sociedad, como se aprecia en las comunidades mas pobres atendidas por la Misión Barrio Adentro (Brigada Médica Cubana), donde el parasitismo intestinal està entre las enfermedades más atendidas en consultas y terrenos (9).

    Partes: 1, 2
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