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Támara, historia y belleza (página 2)


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contaba en esa época con siete prestes, dos diáconos, dos subdiáconos,….. De aquella primitiva edificación, aparentemente, hoy no queda nada.

Falta documentación que refrende y concrete las razones o las causas por las cuales los reyes patrocinaron un templo de características catedralicias en una localidad tan pequeña. Tal vez, pudo ser por el peso específico y estratégico en la historia de Castilla y que los reyes quisieron reconocerlo o, más bien, se debiera a un equilibrio o complemento, por la existencia del Monasterio Benedictino de San Miguel y el Hospital de peregrinos de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Fuera por una u otra razón, lo cierto es que fueron muchos los reyes de Castilla que otorgaron privilegios a ésta iglesia de Támara, como: Privilegio de Demandar Limosnas, Privilegio del Yantar y Privilegio de las Tercias Reales; y de entre los reyes que podemos significar se encuentran: Sancho IV de Castilla, el Bravo (1258 –1295), Fernando IV de Castilla, el Emplazado (1285 –1312), Alfonso XI de Castilla, el Justiciero, que nació el día 13 de agosto de 1311, -fiesta de San Hipólito- y que murió el 26 de marzo de 1350 y Juan II de Castilla (1405 –1454).

A dichas prerrogativas reales hay que añadir las eclesiásticas, mediante bulas y otros documentos papales, como los de Paulo II (1464 – 1471), Gregorio XIII (1572 – 1585), Clemente VIII (1592 – 1605), Paulo V (1605 – 1621), Urbano VIII (1623 – 1644), Inocencio X (1644 – 1655), Clemente X (1670 – 1676), Benedicto XIII (1721 – 1730) y Pío VII (1800 – 1823), entre otros.

Indicar que el día 15 de agosto de 1332 Alfonso XI, “para agradecer a Dios el haber nacido en el día de San Hipólito, cuya iglesia de Támara es muy pobre”, concede a la fábrica de dicha iglesia los 600 maravedís del Yantar que cobraba del comendador de Población y los concejos de Población, Támara y Ferrumbrada. Dos años después, el día 16 de julio de 1334, concede a la obra las tercias anuales que cobraba en el lugar de Támara. En 1338, confirma el mismo rey los anteriores privilegios. Estas fechas son las que los historiadores fijan como comienzo de la actual contrucción, si bien en ningún momento se menciona en los documentos nada referente a una fundación o inicio de obras.

En 1351, el Becerro de Behetrías recoge que los trabajo siguen desarrollandose y que el impuesto del Yantar continuá desviándose hacia la obra. Alfonso XI de Castilla, el Justiciero (13 de agosto 1311 – 26 de marzo 1350). Todos estos privilegios son sucesivamente refrendados y confirmados por Pedro I y también por Enrique II (1367, 369 y 1371), Juan I (1379), Enrique III (1393 y 1397), Juan II (1410 y 1417), Enrique IV (1456), los Reyes Católicos (1489), la reina

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Juana I (1512), Felipe II (1557), Felipe III (1605), Felipe IV (1627) y Felipe V (1707), además de bulas y dispensas por diversos papas entre los siglos XV y XVIII, como se acredita en los 37 pergaminos originales, inventariados y documentados, que se conservan en los archivos municipales y parroquiales del Partido de Astudillo.

La iglesia, tal como se conoce en la actualidad, empezaría a erigirse en el siglo XIV (año 1332), quizá coincidiendo con nuevos privilegios otorgados por Fernando IV de Castilla y confirmados por Alfonso XI, monarca nacido el día de San Hipólito, como ya se ha señalado, que aportó importantes cantidades para su construcción, un Patronato Real al que también se le uniría la protección eclesiástica, donaciones particulares, testamentos como el de Alfonso Díez, arcediano de Carrión, y otros muchos, que donaban a la Iglesia casas, tierras, viñas y otros bienes que sirvieron para incrementar su patrimonio; así como fundaciones, entre la que podemos destacar la de Antonio Vallejo, el cual se encuentra enterrado a los pies de la capilla de San Hipólito.

En el siglo XV se estima un avance sustancial, principalmente a finales de siglo. Vemos reiteradamente el escudo real de los Reyes Católicos en la decoración del templo, y durante su reinado y mediante su patrocinio se atribuyen muchas de las obras de arte que hoy se conservan y otras ya desaparecidas.

Probablemente, la edificación del templo concluyó a principios del siglo XVI, pues el último documento de cesión de fondos en este siglo es el antes citado de 1512, firmado por la reina Juana I de Castilla. También podemos aseverar tal afirmación por el dato de que es aproximadamente en esta época cuando se empieza a dotar la iglesia del mobiliario necesario; construyéndose el púlpito, la reja del altar mayor y el coro. Escudo de los Reyes Católicos en la bóveda del sotocoro. Asimismo, queda constancia en los archivos de la parroquia que, desde los últimos años del siglo XV hubo una gran proliferación de cofradías; en los libros conservados hacen mención a las cofradías del Santisimo Sacramento, de la Concepción, de San Hipólito y de San Pedro y San Juan, pero también existieron otras, como las de las Ánimas y la de la Purísima.

El Concilio de Trento (1545 – 1563) convocado por el papa Paulo III aprobó la llevanza de los libros de cuentas. Los libros del archivo de Támara dan comienzo en 1561, a Paulo III con Alejandro y partir de entonces es cuando conocemos con cierto detalle las Octavio Farnesio. Tiziano. vicisitudes de ésta iglesia.

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Entre los años 1562 y 1563 se terminó la edificación de la iglesia con la colocación del enlosado de piedra, que será empleado parcialmente como cobertura de sepulturas. Todas las obras anteriores están sin reseñar, dado que los libros de cuentas existentes comienzan en estos años. Por consiguiente, nada consta de la obra de fábrica de la iglesia, del famoso coro, de su puerta y de la pila bautismal; pues todo ello es anterior. Igualmente, de los libros de cuentas tampoco se pueden sacar características del templo antiguo, sobre el cual está edificado el actual.

Comprobamos cómo en el libro 1º de cuentas, en el año 1563 (folio 7) figuran asientos sobre el órgano y se determina que fue restaurado por un organista de Osorno, también aparecen como canteros que realizan la escalera de la subida al coro; Fernando del Río y Juan de la Carreta. A finales del año 1567 (folios 157 – 158) se registran unos pagos por acondicionar las campanas del campanario, que estuvieron en activo muy poco tiempo por el hundimiento de la torre gótica. También podemos apuntar que en el año 1568 (folio 254) se consigna el finiquito de las campanas.

En el año 1568 la Iglesia debía de estar en mala situación pues aparece señalado un pago a Juan de Escalante, veedor del obispado, por reconocer las obras de la iglesia, luego aparece la caída de la torre (en el libro 1, folio 271), y unos posteriores pagos a Rodrigo de Rivas por retirar los escombros producidos por el hundimiento de la iglesia y de la torre antigua de estilo gótico.

Son varios los testimonios que de aquel acontecimiento nos han llegado; uno muy significativo es el que aparece encima de la puerta del baptisterio, en una inscripción situada bajo la repisa o pasarela por la que se accede a la vivienda del músico y que nos señala aquel suceso de la siguiente forma:

“GOBERNAN / DO LA SILLA A / PÓSTOLICA PÍO / V DE BVENA ME / MORIA I REI / NANDO EN ES / PANNA DON / FHIPLIPE 2 EN EL / ANNO DE 1568 / VLTIMO DÍA DEL / DICHO ANNO I PRINCIPIO DE 69 SE VNDIÓ LA TORRE DESTA IGLESIA / LA QVAL DERIBO / SEIS CAPILLAS”. Inscripción del fatal suceso, bajo la pasarela de acceso a la vivienda del músico. Hay sin embargo en esto una contradicción con la inscripción que hemos recogido anteriormente, pues la documentación aparece señalando un primer

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hundimiento de la iglesia y luego el de la torre, mientras que en la inscripción se recoge que la torre se hunde y se derriba con ella seis capillas o crujías.

Pero ambos testimonios pueden conexionarse muy bien, de forma que hubiera un primer hundimiento, quizá pequeño, de parte de la iglesia, lo que produciría un desequilibrio en la torre que acarrearía su caída, arrastrando con ella a otra parte de la iglesia.

La torre estaba integrada en la iglesia a los pies de la nave central, no cayó toda ella durante el derrumbe, aunque fue importante la parte hundida. En la estructura interior de la iglesia actual, nos ha quedado algún ligero testimonio de lo que fue.

(La nueva torre no se levanta sobre la anterior, sino adosada al espacio que ocupó aquélla). En dicho espacio pueden apreciarse restos de la torre hundida; el arco apuntado de acceso a la iglesia, con cinco arquivoltas y capiteles vegetales; los goznes de las puertas que, por su tamaño, nos hace pensar que tuvieron que ser gruesas y pesadas. Encima de la portada y en las esquinas del espacio cúbico, unas ménsulas que señalan el arranque de los nervios de crucería de la bóveda que formaba la cubierta del antiguo pórtico. Vestigio de la bóveda que formaba el antiguo pórtico de la torre gótica, (vista cenital). Los restos de la vieja torre nos sirve para poder establecer cuál fue el área del hundimiento, qué es lo que quedó en pie y qué parte se hubo de derribar en el momento de la nueva construcción; y si dibujamos una línea imaginaria desde la pasarela de la casa del músico al armario donde se guardaban los cantorales, situado en la parte contraria; comprobamos que abarca todo el coro; de esta zona se hunde la parte que ocupaba la sillería vieja, la parte del facistol y hasta el armario o anaquel. Queda sin hundir la parte del órgano, la puerta del coro y la Restos en el hueco de la antigua torre, vistos desde la pasarela de acceso al campanario de la torre actual.

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La obra de la sacristía nueva.-

La sacristía es obra del maestro de cantería Domingo de Cerecedo, vecino de San Miguel de las Eras. Es una construcción posterior a la iglesia y de estilo renacentista; la sacristía está adosada a un lateral de la cabecera gótica entre los ábsides de la nave del Evangelio y el de la nave central. Sacristía, edifico renacentista adosado entre los ábsides góticos de las naves central y Evangelio.

Transcurría el año 1588, cuando puede verse en el libro de cuentas de la iglesia el comienzo de la obra de la sacristía (folio 226); en ese mismo año se detalla el asiento del pago de 175.000 maravedís de la obra de la sacristía (folio 247). En 1589 se paga la licencia de obras. En 1590 se hace referencia a la “sacristía que se derribó”; este dato revela que existió una construcción anterior, al igual que ocurre con la torre, pero no hace referencia a la ubicación de dicha sacristía. En 1592 se abonan dos cantidades a Cerecedo por la obra de la sacristía (folios 267 – 269).

No están debidamente documentadas las razones de la construcción y el espacio elegido para el actual emplazamiento, pero no parece que éste fuera su ubicación anterior, pues si contemplamos la planta de la iglesia desde la cabecera se observan los tres ábsides y se puede constatar la simetría entre los ábsides de la Epístola y la del Evangelio. Ello es determinante para poder afirmar que el recinto interior existente entre

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24 el ábside de la nave central y la del Evangelio es muy escaso para que albergara un espacio suficiente que pudiera dar servicio al esplendor y actividad de tamaña iglesia.

Por consiguiente, nos inclinamos en dar por bueno que la sacristía antigua se quedaba pequeña para el número de beneficiados corales que había y que su ubicación se hallaba en lo que actualmente se denomina como “capilla secreta” que está detrás del retablo del Santo Cristo o del Miserere, y se accede a ella precisamente por una puerta que es parte del citado retablo y así nos ha llegado este relato hasta nuestros días.

La falta de dinero obligó a paralizar momentáneamente la construcción en 1593, pero el obispo de Palencia otorgó licencia a los mayordomos del templo para tomar a censo 500 ducados, y así continuar la obra que estaba hecha más de la mitad.

Las noticias que se conocen de este artista trasmerano son pocas, se sabe de intervenciones suyas en Fuentes de Valdepero, Carrión de los Condes y Autilla del Pino, pero en la mayoría de las ocasiones actúa como tasador o fiador. Como maestro de obras participa en la iglesia de Santa Eugenia de Becerril, en la iglesia de la Asunción de Cordovilla la Real, y en la reconstrucción de la iglesia de San Juan Bautista de Palenzuela.

En 1605 se inició un pleito entre Cerecedo y el cabildo, quizás por retrasos en los pagos. A partir de esa fecha, el maestro cobrará a través de terceras personas, fundamentalmente de su hijo Juan de Cerecedo, que figura en las cuantas como intermediario de los abonos “a cuenta de la obra de la sacristía y cimientos de la torre que el dicho su padre había ejecutado”.

En 1612 se presume que la obra estaba prácticamente concluida, porque se paga a tres hombres por “limpiar la tierra de la sacristía” (folio 142). En 1614 se compra la puerta de la sacristía nueva (folios (159 – 165), y en 1622 se adquiere la cajonería.

Pero aunque se amueblaba ya el nuevo espacio, las cosas no estaban aún concluidas con Cerecero, ya que en 1625 todavía se anotan los gastos del pleito y de los procuradores (folio 323). Esta es la última noticia que tenemos.

La sacristía es un edificio de planta cuadrada, se adscribe en el clasicismo herreriano. Los muros están decorados con leves resaltes de pilastras esquineras, y el alzado se divide en tres cuerpos, teniendo el segundo doble altura que los otros. Interiormente, la cubierta es una cúpula semiesférica sobre pechinas, decorada con yesería. Se accede al recinto por el presbiterio, y desde allí sendas escalinatas permiten bajar a la cripta y ascender a la torre a través de la cámara de la bóveda central. Detalle de la bóveda de la sacristía.

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ReconstRucción de la toRRe.- Planta de la iglesia con la zona de derrumbe. Planta de la iglesia, estado actual. Entre el hundimiento de la vieja torre (el 31 de diciembre de 1568) y el año 1614, se va a reconstruir de nuevo toda la obra de la torre actual, se subsanarán los desperfectos ocasionados por el efecto del derrumbe y se acometerán otras dos obras importantes: la nueva sacristía y la sillería del coro.

Las primeras anotaciones que aparecen señaladas en el libro de cuentas, después del hundimiento de la torre gótica, son los pagos a Juan de Escalante, que era veedor del obispado, por informar qué es lo que hay que hacer para arreglar la iglesia por el lamentable hecho de la caída de la torre y del estado de las seis capillas a su señoría y al alcalde de la villa, y en el mismo acto se empieza a negociar cómo ha de cerrarse la iglesia.

El pueblo se encargó de la burocracia; confiando tal misión a Gaspar de Espinosa para negociar e informar del asunto en la corte y, también, para tratar del arreglo entre el cabildo, el arcediano de Palencia y con el canciller Salinas.

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26 Reseñar el hecho de que en el año 1574 (folio 502) se consulta con un arquitecto llamado Rodrigo Gil que acudió a Támara y dejo una traza, como queda reflejado en el libro de cuentas de la parroquia a través de dos notas, la primera;“estuve en Palencia negociando la relación de Rodrigo Gil de lo que mandó se hiciese en esta iglesia” y la segunda; “di a Rodrigo Gil cuatro escudos en oro y otros doce que me dio Andrés Carreras por la visita que hizo a esta iglesia y por la traza que dexó”. Es muy posible que se trate de Rodrigo Gil de Hontañón, uno de los más celebres arquitectos de su tiempo. Pero por esa época, Gil de Hontañón se ocupaba principalmente de las catedrales de Segovia y Salamanca, así como de la Universidad de Oviedo. Las crónicas señalan que este famoso arquitecto fallece en el año 1577.

Terminada la negociación y la burocracia, se procede a retirar los escombros con la colaboración del pueblo concluyendo la tarea en quince días. Hernando del Campo es el encargado de derribar lo poco que quedó en pie de la torre y con amenazas de derrumbamiento, finalizando los trabajos y el cerrado de tejados en el año 1579 (f. 629).

En 1605 (f. 382) se adquiere la licencia para comenzar la torre y abrir los cimientos.

Inicialmente el constructor será Domingo de Cerecedo, que precisamente empezó a abrir los cimientos para la construcción de la torre el día de la Magdalena, el 22 de julio del año 1605 (f. 397), pero inmediatamente abandonó la obra por surgir el pleito entre él y la Iglesia por la obra de la sacristía. Escalera de la torre gótica, la cual sirvió también para la nueva torre hasta los años 80 del siglo pasado. Se encarga a Santiago de Sigüenza, que es mitad cantero mitad arquitecto y residente en Carrión de los Condes, para que haga la “traza” de la nueva torre. En el año 1605 figura el pago al maestro Sigüenza por las trazas de la torre (folio 400 – 406). Santiago de Sigüenza y Juan del Pozo abren los primeros cimientos y realizan limpieza de escombros entre los años 1606 y 1608 (folio 420), trabajo que debe abonar Domingo de Cerecedo debido al pleito que mantiene con la Iglesia por las obras de la sacristía; dato que se establece en el libro de cuentas de la parroquia, así como la tasación de la traza de la torre (folio 421) y las condiciones que dio para su construcción (folio 424).

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