Análisis sobre el trabajo de Gustavo Adolfo Vaamonde "Oscuridad y Confusión" (El Pueblo y la Política Venezolana del siglo XIX en las ideas de Antonio Guzmán Blanco)
Enviado por Axel Robert Blanco Castillo
Cuando nos adentramos a las páginas del libro "Oscuridad y Confusión" de Adolfo Vaamonde, descubrimos que su investigación gira en torno a cómo concebía Guzmán Blanco el pueblo venezolano. El autor nos describe el pensamiento de un personaje polifacético, con una preparación poco común en un país devastado por las pasadas grandes batallas independentistas, y los enfrentamientos regionales y nacionales de la Guerra Federal. Guzmán, es el heredero de la posición privilegiada de su padre Antonio Leocadio, que le permitirá hacerse de una valiosa formación en la Universidad de Caracas y otros terrenos foráneos. Pero Vaamonde no se dedica a relatar los hechos de la vida del protagonista. Su pasión al género: Historia de las Ideas, moverá su pluma por un camino delicado y sólo abordado por investigadores amantes de las rutas escabrosas. Historiadores, que como Elías Pino Iturrieta, han logrado franquear con atino las insondables aguas de los pensamientos de los hombres de la patria.
Desde sus primeras líneas, nuestro autor, se acerca a la formación intelectual, donde se observa su activa participación como orador en la "Sociedad de María" ejercitando sus pronunciados conocimientos en derecho, historia, filosofía, arte greco-romano, teología…pero sobre todo en jurisprudencia. Admiraba y elogiaba, cada vez que tenía oportunidad, los avances de los romanos en materia jurídica, el Derecho Civil. El autor tomó en consideración un escrito revelador en este punto:
"…Así es que la doctrina del Derecho Civil es el monumento ante el cual se han prosternado todas las jeneraciones, á rendir las ofrendas de su gratitud; i la memoria de Roma vive hoy, i vivirá siempre, en la legislación de todos los pueblos cultos de la tierra."
Desde el día 25 de septiembre de 1.853 había participado como orador en esa organización cristiana donde explicaba en muchas ocasiones, la importancia de la Iglesia católica. En "Glorias del Ilustre Americano, rejenerador i pacificador de Venezuela", esta la primera ponencia donde demuestra no poca erudición.
Vaamonde indica que las ponencias en la sociedad cristiana serán los primeros escritos de la juventud de Guzmán, y tomando en consideración su corta edad, y la innegable etapa de transición entre aquél mundo colonial con sus ideas profusamente religiosas y la influencia deliciosa de los nuevos tiempos con la doctrina liberal, provocará que no pocos oradores, entre ellos, nuestro protagonista, mezclen en sus ponencias tendencias tan antagónicas como las anteriores. En las disertaciones de Guzmán, también se encontrarán discordantes, el pensamiento clásico greco-latino y los postulados papistas de la Iglesia Católica.
En las regulares ponencias leídas por Guzmán en la "Sociedad de María" se observan aspectos contradictorios. Dice Vaamonde que aunque exaltaba el papel de la iglesia católica como tenedora y transmisora del saber, criticaba sus exagerados privilegios:
"La Iglesia había sido, a través de las cruzadas, la gran promotora del intercambio y síntesis de las ideas y culturas de la antigüedad en Europa y su participación en la historia no tenía parangón. Es obvio que si la educación de los jóvenes de la generación de Guzmán estaba aún bajo la influencia de la educación religiosa colonial, en estos discursos los ponentes debían resaltar la importancia de la iglesia católica a lo largo de la historia de la humanidad. A pesar de lo anterior, Guzmán Blanco será, durante su trayectoria pública, acérrimo enemigo de los privilegios con que contaba la Iglesia en Venezuela y, en contraposición, será un ferviente defensor de los principios masónicos."
Para el Ilustre Americano era un paradigma la cultura griega con sus adelantos en la organización política, postulados filosóficos y bellas artes. "Un pueblo que se diga civilizado debía ser ilustrado, filosófico y observador".
Como especialista en Derecho Civil, Guzmán hace apologías sobre la importancia de un reglamento que regule, a partir de sus normas, el comportamiento de los habitantes de cualquier país, y sobre todo, Venezuela. Vaamonde subraya la preocupación del protagonista por la anarquía que reinaba en la tierra donde nació Bolívar, aquella tendencia levantisca, donde no se reconocían instituciones, leyes o poder central. Los muchachos salidos de las montoneras vez tras vez, en un afán persecutorio a los que no pensaban igual, expropiando a la fuerza posesiones privadas, movidos por un mórbido talante predador.
Dice el autor: "Las constantes referencias sobre las realizaciones jurídicas logradas por los romanos provenían de la lectura sobre la doctrina jurídica romana con la cual se iniciaban en sus estudios los aspirantes a abogados en la Universidad de Caracas…"
Los libros de los muchachos de la universidad transcurren desde el mismo derecho canónico y agustiniano herencia de la Edad Oscura, pasando por la filosofía cristiana, romana y aristotélica, Maquiavelo, historia griega y romana, Rosseau, Marmortel, Lamartine, Voltaire, tetrarca, Dante, Ariosto, Diderot, Fenelon, Fray Diego de Cádiz y muchos otros, pero siempre predominando los textos europeos. De hecho para Guzmán existe una gran diferencia entre la cultura europea con su aporte enciclopédico y los jóvenes pueblos de América. El autor toma en cuenta un texto donde el "Ilustre Americano" presenta su visión del pueblo venezolano:
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