Gracias a mi abuelo
Francisco Sánchez Jiménez,
Comerciante honesto
Y honrado hasta los tuétanos,
Conocido por todos en Carayaca
Como Pancho "El Narizón";
Hombre de dos metros de alto
Y de extirpe canaria,
Quién con su pulpería
Saciaba en dulces y refrescos
A los caminantes tarmeños,
Que del pueblo de Tarmas
Pasando la cruz de igual nombre
Y Bajando El Pardillo
Colocaban en sus pies
Las alpargatas imperecederas
Para entrar en el pueblo de arriba,
En Carayaca la vieja.
Recuerdo sin cesar,
La bajada de Tirima
Y los caminos que transitaban
Arrieros y vecinos;
Para ir a Carayaca,
A la Colonia Tovar y al Jarillo,
Caracas, La Guaira o a Maiquetía,
Pasando ventorrillos y posadas
Para saciar la sed
Y el hambre de las bestias,
O para tomar horchatas o jugos
En esos trayectos llenos
De lluvias o de calor incesante.
Nuestro pueblo hermoso
Tan redondito como la "O",
Lar de constantes luchas
Y de tradiciones relevantes,
De guerreros inmortales
Y servidores públicos reconocidos,
De mujeres combativas
Y hombres creativos,
En donde las dulces piñas ya no se dan
Y las mujeres siguen siendo hermosas,
En la cual el inmortal poeta Pío Rengifo
Sigue ausente de esta su tierra natal,
Acrisolado en una tumba
De las tierras mirandinas,
En donde una lápida
Nos recuerda su nombre
Para la eternidad.
A mi presencia llega
La imagen de Juan de Jesús León,
Quién con Juana Onofre, su mujer,
Dejaron en este pueblo
A nuestra memoria viviente,
Nicanor León Mayora,
Viejo camionero andariego
Y modesto cronista de su pueblo.
Juan de Jesús León, amigo mío,
Ya tus bateas y pilones
Desaparecieron para siempre
De nuestras casas y hogares,
Porque el modernismo acabó
Con ese pasado hermoso
En donde reinaba la honestidad,
Honradez, sabiduría y solidaridad.
¿Cómo olvidar al centenario abuelo
José Félix Tortoza Castillo?
Bisnieto del gran cacique mestizo
Hilario de la Caridad Tortoza Rodríguez,
Paladín en las luchas indígenas
Que se libraron en estas tierras carayaqueras
Contras godos y malandrines
Enemigos de la libertad y la justicia social.
Si la memoria tarmeña
Tiene un libro abierto
De enseñanzas y sabiduría,
Se lo debemos a tarmeños inmortales
Como al mestizo indígena
José Félix Tortoza Castillo,
Natural de Cangonga en la fila de Jesús
Y al cultor de ébano
Nicanor León Mayora,
Nativo de La "Pericosa"
En la Hacienda "La Florida".
En mi devenir por la historia tarmeña,
Miro en mi memoria andar
A Tomás Benítez Capote.
El hacedor de urnas;
Comisario y mayordomo de fábrica
En nuestra vieja iglesia fue,
Cargador del Santo Niño Jesús de Tarmas
A quién a Daniel Benítez entregó
En ceremonia cerrada y ancestral.
El viejo Tomás Benítez dicharachero fue,
En este pueblo indiano
De extirpe africana;
Quién con sus dedos amputados
Por un cohete decembrino,
Alegraba a nuestras navidades
Con fuegos artificiales;
Y en los días de la Virgen del Carmen
Sacaba su ataviado baúl
Para rendir cuentas claras
Ante los miembros de su sociedad.
Si tenemos que hablar del trabajo
Arduo, tesonero y constante;
Tengo que mencionar a una mujer
De temple y gran fortaleza;
Quién mejor que la tarmeña
Magdalena Hidalgo Arias,
Ejemplo de madre virtuosa,
Que en sus años mozos y andariegos
Aún planchaba y lavaba
En casas de familias amigas;
Como fuerza de su espíritu
En su transitar por Tarmas, la redondita.
El carácter alemán e indiano
De Sebastián Kienzler Tortoza,
Comisario de vieja extirpe
Quien siempre jugó
A la honradez y a la virtud
En este su pueblo natal.
Tarmas, la de su padre,
Madre, hijos, nietos y bisnietos.
Con algarabía y sobresalto,
Sale Heriberto Izquierdo
A curar a enfermos y embrujados,
Picados de serpientes
Y con huesos quebrados,
Con sus oraciones milenarias
A caminar puso a centenares
De viejos y nuevos tarmeños,
Hoy en las excelsas moradas.
¿Y qué decir de Bruno Antonio Kienzler Tortoza?
De carácter temible y fiero,
Quien nunca se dejó amilanar
Por terrófagos y sinvergüenzas,
Siendo el guardián eterno
De nuestros bosques y quebradas,
Dejando sus tierras
A este su pueblo natal,
Para los tiempos y las edades.
En nuestras festividades
A San Juan Bautista,
Viendo a Catalina Mayora
Seguir desde su casa
El ritmo tamboril
Que un día nos legaron
Sus antepasados africanos.
Ay, de Celestino Tortoza,
Quién con sus anteojos
Y un periódico en manos,
Todas las mañanas solía
Caminar a casa de Pellín, su hermana,
A comerse una sabrosa arepa
Y a tomarse una taza
De buen y amargo café.
En el pueblo de Carayaca
Se pavonea Agustín Péinate,
Hijo de nuestra tierra tarmeña
Y de Leoncia Péinate;
Nacido en el sitio de Bachaquero
En las cercanías de la hacienda Anare,
Quién con buena memoria
Aún recuerda las pelas los castigos
Que le daba Adela Iriarte,
Su maestra querida.
¿Y qué decir, de Ricardo Piñango "El Ratón"?
Padrino de bautizo de mi hermano
Edgar Eduardo Morales,
Quién con su Burriquita
Saltarina y danzona,
Nos deleitaba alegremente
En nuestras festividades.
¿Cómo olvidar a Alberto Millán?
El margariteño navegante
De extirpe neoespartana,
Quién un día llegó a Uricao
En una balandra a vela
Y vendiendo pescado
En Tarmas la bella
Quedándose estableció familia,
Hombre honrado de además,
Donde nunca más volvió
A Margarita, su isla natal.
¿Y qué será de Ángel Herrera Guevara?
El terror de los latifundistas,
Terratenientes y ladrones de tierras;
Quién proveniente de los valles del Tuy,
Por años deleitó con su sabiduría
A tarmeños y tarmeñas
En la defensa de sus tierras,
Historia, ambiente, ecología y geografía.
Hay quienes dicen
Que este adalid adoptado
En Tarmas, mi tierra amada;
Degustador de las arepas
Que por años María Yépez
Con devoción culinaria
En su ventana dejaba;
Dicen que por los lados
De la tierra fría se fue,
A descansar como viejo guerrero
En Petáquire de sus amoríos.
¡Gloria a ti, maestro mío!
En defensa del derecho
Y la práctica de la justicia social,
Que es la única revolución
Que necesita nuestra patria hoy en día.
¡Salve a ti, Tarmas heroica!
Qué Dios te conceda la gloria
De ser perecedera y armoniosa,
En el tiempo y las edades.
Muchos ya no recuerdan
A Mónico Mayora, el negrito;
Quién con su mamadera de gallos
A más de uno hizo reír en su pueblo querido
Y en Carayaca malestares produjo
En la fiesta de San José
Del año mil novecientos cincuenta y cinco;
Cuando en un partido de bolas criollas,
Una hermosa diva carayaquera
De extirpe mantuana y goda,
En chanza y ofensa,
Cinismo y maledicencia,
Le dijo: ¡negro asqueroso!
Y Mónico como un buen arlequín cualquiera
Y con su sapiencia dicharachera,
Propia de todo tarmeño al fin:
Le respondió en buen castellano,
El rabo tienes que verte
Para que veas en ti,
Tus orígenes africanos.
En Tarmas están mis primeros retoños,
Mezcla de Morales y Kienzler son;
O Morales y Tussentt, venidos desde Irapa
Y el sur de nuestra rica nación.
De esa estirpe como buenos arrieros
Le sirvieron a mi abuelo Pancho "El Narizón",
Los hoy difuntos tarmeños:
Pastor y Sebastián Kienzler Tortoza,
Como el viejo José Félix Tortoza Castillo;
Quienes con sus cargas en mulas
A los Frailes de Catia fueron a parar,
Para abastecer a la familia Alfonzo
Ayudándolos a enriquecer sus arcas,
Para que naciera "La Maicena Americana"
Gran producto nacional.
Con trueques e intercambios,
Sebastián Kienzler Tortoza
Infinidades de arreos de mulas
Le llevó a Domingo González,
Los productos embalados
Que de las factorías de Pancho "El Narizón"
Salían desde la bajada de El Pardillo
Con destino marcado en la ruta
De la honradez y del negocio sincero,
Para abastecer al pueblo carayaquero
Por años y sin sabores algunos.
¡Que viva Tarmas por siempre!
Tierra de mi inspiración eterna y divina,
Por ser el lar en donde nací;
Que la Virgen de la Candelaria
Y el Nazareno bendito de San Pablo,
Hijo mayor del pueblo de Carayaca,
Nos reafirmen en la unidad
Y nos conduzcan por los senderos
De la felicidad y la alegría por siempre.
Amén, Di_s.
Este trabajo poético fue dedicado a la madre del Ing. Félix Vásquez Aquino quien es familia de mis hijos y ahora trabaja con la empresa OXY en Los Ángeles en USA; debido al marco poético de su padre quien le buriló hermosos poemas en aras de alcanzarla en el inframundo desconocido por nosotros mismos. El trabajo fue realizado en el 2.012.
A Gloria Esther Aquino de Vásquez, In Memoriam
Gloria Esther, la princesa del vestal del Di_os Apolo
Quién como Musa en el altozano del Paraíso terrenal
Viajó como sombra viajera a los umbrales de la eternidad,
Dejando herido en su corazón a su bien amado
Félix Manuel Vásquez Morillo.
Entre lágrimas y sollozos quijotescos
Tan honorable hombre, hijo de Camaguán;
Su destino final preparó con su marcha triunfal
Entre las maledicencias de uno de sus descendientes
Para reencontrarse contigo: Gloria Esther.
Ahora tan nobles enamorados en el tiempo y las edades
Y sepultados en sepulcros distantes,
Extiendes sus brazos el uno hacia el otro
En busca de alcanzar la paz deseada
Entre los laureles de la vida amena y fraterna
Que siempre vivieron en esta vida terrenal.
Los poemas y los llantos ahora no serán más en ellos,
Pero si en sus hijos y nietos, quizás en sus bisnietos y tataranietos,
Quienes tienen el sagrado deber de inmortalizarlos
Más allá de las altas cumbres en esos bosques
Que trazaron el derrotero de sus modestas vidas.
Gloria Esther, en donde te encuentre;
Félix Manuel Vásquez Morillo, en donde mores,
Carmen Renata Aquino Kienzler, en donde estés reinado,
Anselmo Aquino, el acaso olvidado abuelo guariqueño
De la misma extirpe llanera de Félix Manuel;
Cobijen con sus luces llenas de sabiduría y resplandor
A la memoria de Mario Vásquez, el hijo renegado
En esta ansiedad y soledad que hoy embarga
A la familia Vásquez Aquino.
¡Oh, ángeles de la familia Vásquez Aquino!
Serafines y Arcángeles en las huestes de San Miguel,
Protejan en cada instante a Félix Manuel Vásquez Aquino
De todo mal y pesar que en su contra
Pudieran provenir de las fuerzas de las tinieblas,
Que son infundadas por mentes perversas
Que desean acabar con el linaje de una familia
Trabajadora, honesta y procera.
Que el espíritu inmortal de Josefa Kienzler Belsinger
Cabalgue en las sienes de todos sus descendientes,
Y que el alma inmortal de los viejos abuelos del ayer,
Georg Kienzler Kabis y Marcelina Belsinger Milk
Os protejan de las acechanzas de la maldad
Y de la buena convivencia familiar;
Y que el egregor familiar creado en los átomos nous
De Bárbara Kabis y Georg Kienzler Minis
Los proteja por los albores de la eternidad misma,
De toda acechanza de las tinieblas.
Gloria Esther Aquino, noble mujer de raza teutónica y llanera,
Levántate de tú sepulcro y comienza a andar
En los caminos de tus bendiciones a tu prole y descendencia;
Y en el túnel del tiempo ven acompañada
De tu bien amado esposo, Félix Manuel.
Que el Gran Arquitecto del Universo os guie
En esa ruta hacia la inmortalidad, de hecho ya lo eres.
Te desea León Manuel Morales,
Esposo de tu prima Roquelina Kienzler Bello.
Quién hoy ha alcanzado la efímera edad
De los cincuenta y siete años de haber conocido la luz
En nuestro pueblo matriz de Nuestra Señora de La Candelaria de Tarmas.
Paz eterna para ti y tu esposo, para tu madre y demás ancestros.
Fraternalmente,
LEÓN MANUEL MORALES
Francmasón Past Master Gº 33º
Patrimonio Cultural Viviente del Edo. Vargas
0426-9006413
Pensamiento: "La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor".
Charles M. Schwab
Autor:
León Morales
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