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El derecho de autor, los derechos conexos y la industria discográfica cubana


  1. La industria discográfica en Cuba
  2. Bibliografía consultada

La calidad de la música cubana es indiscutible, nuestra Isla cuenta con un talento artístico extraordinario, sujetos de derechos de autor y artistas intérpretes y ejecutantes han sabido ganarse el reconocimiento mundial por el trabajo que realizan. A pesar de ello, la legislación cubana no ha logrado adecuarse y brindarle protección a estos sujetos de derechos, garantizándoles el reconocimiento de todos sus derechos morales y patrimoniales y la remuneración más justa en cada caso; es por esta razón que en muchas ocasiones se encuentran desprotegidos ante determinadas situaciones que se suscitan en esta convulsa y monopolizada industria musical.

La industria discográfica cubana, a pesar de no contar con los presupuestos financieros necesarios para suplir el mercado nacional y competir en el mercado internacional con las grandes transnacionales que han monopolizado esos espacios, ha venido desarrollándose poco a poco durante todos estos años. Ha acogido las nuevas tecnologías, ha transformado sus formas de contratación tratando de lograr beneficios para las partes contratantes, de acuerdo a la realidad que se está viviendo, ha perfeccionado sus estudios de grabaciones, entre otras; sin embargo, nuestras empresas discográficas, carentes de las regulaciones necesarias para la protección de sus derechos, así como los de los autores y artistas intérpretes y ejecutantes, se han visto desprotegidos ante la aparición de la piratería.

La piratería es uno de los fenómenos que más afectan a estos titulares de derechos de Propiedad Intelectual, pues trae como consecuencia la reproducción y comercialización, con ánimo de lucro, de obras, interpretaciones o ejecuciones, sin el consentimiento de las personas que ostentan los derechos sobre ellas, y sin que esos titulares reciban ninguna remuneración por la explotación de las mismas.

Cuba presenta una gran carencia legislativa con respecto a las normas que regulan los derechos de los autores y de los titulares de derechos conexos con respecto a este fenómeno, las cuales no garantizan su defensa y protección ante cualquier vulneración de este tipo que afecten sus derechos, y tampoco por la vía administrativa contamos con procedimientos que puedan responder ante esta desprotección.

CAPÍTULO 1:

La industria discográfica en Cuba

1.1.- Antecedentes

Cuba representa desde hace muchísimos años un paradigma de la música a nivel mundial, pues la mezcla de nuestras raíces africanas y españolas ha dotado a nuestros artistas de un carisma y una calidad excepcional para la interpretación y creación de obras de diferentes géneros musicales. Desde finales del siglo XIX los empresarios de la industria de la música se percataron del talento existente en nuestra Isla y desde ese entonces surgieron los primeros cimientos de la discografía cubana, la cual ha transitado por diferentes etapas.

En el año 1897 se llevó por primera vez una voz cubana a un registro fonográfico, cuando la soprano habanera Rosalía Díaz de Herrera (1864-1948), conocida como Chalía Herrera, grabó algunos cilindros de dos minutos de duración para la marca Bettini Unnumbered, y así mismo en el año 1898 grabó la habanera titulada "Tú", de la autoría del Maestro Eduardo Sánchez de Fuentes. No obstante, algunos estudiosos han planteado que en el año 1893 la prensa periódica descubrió en nuestro país a los técnicos de la Casa de fonogramas EDISON en funciones de registrar el arte musical cubano, por lo que es muy probable que estos primitivos registros en cilindros de metal recubiertos de cera recogiesen a nuestros guaracheros y cantadores, pero hasta la fecha no existe ninguna prueba de ello.

La historia de la discografía en Cuba recoge la presencia de las firmas de fonogramas norteamericanas Edison Record, Zon-O-Phone, Víctor Talking Machine Co. y la Columbia Phonograph Co. También constituye un elemento importante en esta historia la firma comercial Humara y Lastra S en C.

Entre 1903 y 1906 visitan nuestro país representantes de varios sellos discográficos interesados en incluir en sus catálogos de ventas a diferentes artistas y agrupaciones cubanos, aunque algunos de ellos ya habían realizado viajes a Estados Unidos para cumplimentar contratos de grabaciones.

En el año 1908 se fundó la Compañía Cubana de Fonógrafos S.A. Esta publica un catálogo resumen en el que se relacionan los registros realizados en La Habana para las distintas firmas.

La Columbia Phonograph Co. instala definitivamente en Cuba su agencia representativa y al frente de la misma se designa al compositor cubano Jorge Anckerman, quien realiza una meritoria labor, en la exquisita selección del talento musical a grabar por dicha compañía, la cual estuvo representada en nuestro país por la casa comercial Hermanos Giralt.

A partir de 1910 el personal integrante de la firma Humara se dedicó a buscar talento artístico adecuado para los programas de grabaciones de la Víctor, por lo cual a esta primera se le debe el descubrimiento de grandes artistas cubanos que llegaron a convertirse en estrellas del disco fonográfico de 78 RPM, tales como Manuel Corona, el Trío Matamoros, Antonio Machín, Ernesto Lecuona, Dámaso Pérez Prado, Benny Moré, Orlando "Cascarita" Guerra y la Orquesta Aragón, entre otros muchos.

En el año 1925 y con el desarrollo de las grabaciones por los sistemas eléctricos, ocurre la impronta del Sexteto Habanero en el mundo de las grabaciones ortofónicas, algunas de las cuales se realizaron en La Habana, y ya en fecha 2 de septiembre de 1926, dicho sexteto se encontraba en la Ciudad de Nueva York realizando un grupo de registros de sones.

En el año 1935 el empresario cubano Miguel Gabriel, propietario de la radioemisora CMQ, adquiere algunos equipos de grabaciones en desuso por la Compañía Víctor. Con la adquisición de estos medios se da a la tarea de grabar en Cuba a nuestros artistas, hecho que provocó un vuelco muy significativo en todo el espectro de la fonografía cubana, sobre todo porque ocurrió en el momento en que la industria fonográfica universal estaba a las puertas de una verdadera etapa de monopolización por las grandes compañías. Este hecho significó para Cuba un avance importante, ya que el hecho de poder grabar a sus artistas en sus propios estudios le abre un camino muy definido en el contexto fonográfico del mundo, pues la selección del talento propio para grabar resultó más amplia, dando lugar a que la fonografía cubana asumiera un carácter más nacional.

En el año 1943, el ingeniero cubano Ramón Sabat establece la Cuban Plastic and Record Co., la cual se propuso fabricar y prensar discos cubanos con carácter comercial. En 1944, Sabat funda la firma Pan-Art, primer sello discográfico genuinamente cubano, el cual luego se denominó Panart.

Dicha compañía se convirtió inmediatamente en un fuerte contrincante para la archipoderosa RCA Víctor, debido a que muchos de nuestros artistas prefirieron grabar con la compañía cubana debido a que de esta forma era menor el tiempo que los discos demoraban para su salida y comercialización en el mercado.

En los primeros años de la década del 50 la Panart pone en circulación sus primeros discos de larga duración (LD) prensados en Cuba y su éxito abre nuevas perspectivas a otros industriales e inversionistas cubanos; en 1954 aparece el sello Puchito, de Jesús Goris y en 1957 Gema, de los Hermanos Álvarez Guedes; después vendrían Kubaney, Maype, Modiner, Velvet, Rosell Record y Discuta. Con ellos surgen nuevas estrellas del disco cubano, tales como, Celeste Mendosa, "Rolo" Martínez y Orlando Contreras, entre otros muchos; así como también se reafirman como súper estrellas del disco cubano varios artistas triunfadores en este medio desde los años cuarenta, como Celia Cruz. .

Luego del Triunfo de la Revolución, el 29 de mayo de 1961 y dentro del proceso de nacionalización de empresas llevado a cabo por el Gobierno Revolucionario, la Cuban Plastic and Record Corporation pasa a ser dirigida por la Imprenta Nacional de Cuba y posteriormente surge el Sello Areíto, al cual se añade subsiguientemente el Sello Siboney, ambos pertenecientes a la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), la cual desarrolló desde ese momento una política de grabación discográfica con un pronunciado carácter en defensa de la música cubana y el desarrollo cultural de nuestro pueblo.

Durante aproximadamente treinta años la producción discográfica estuvo diseñada y planificada solamente por la EGREM, la cual tuvo la responsabilidad absoluta de realizar y difundir el fonograma cubano, para lo cual desarrolló sus producciones con artistas y agrupaciones que habían obtenido el éxito en ese medio, y promovió internacionalmente la nueva música cubana de todos los géneros y estilos que se creaban en el país, combinando repertorios, figuras y agrupaciones provenientes de la tradición, a los que se unían los nuevos valores.

Con posterioridad surgieron nuevas casas y sellos discográficos que compartieron la responsabilidad que implica producir y comercializar la discografía de nuestros artistas en nuestro país y a nivel mundial, tal es el caso de ARTEX, primera empresa del país que llevó al mercado el disco compacto en el año 1992, con su actual casa disquera Bis Music y los sellos Tributo, Meneo y Sésamo; Producciones Abdala con su sello Unicornio; RTV Comercial y su sello Cuba es música y Producciones Colibrí del Instituto Cubano de la Música, con sus sellos In Situ, Cinquillo y Roldán.

1.2.- Situación de la industria discográfica cubana durante el siglo XX y hasta la actualidad.

En Cuba, desde antes del Triunfo de la Revolución, existía una gran demanda nacional de discos LD, cuyo contenido se resumía en las obras musicales de los artistas del patio, y hacia la satisfacción de ese rubro iba encaminada la producción y comercialización de la industria fonográfica en aquel momento.

Como bien plantea Reinaldo Hernández Sordo, en la década de los ochenta, el casete de cinta magnetofónica impactó la salud del disco negro y amenazó con su total reemplazo. Este soporte no obtuvo el éxito esperado, al ser rápidamente superado por el novísimo CD o disco compacto.

En medio de las transformaciones económicas que tuvieron lugar en la década de los noventa emergió por primera vez en Cuba, en el año 1992, el disco compacto como soporte musical. Este apareció en la red de comercialización en divisas, quedando reservada la producción de los mismos solamente para la infraestructura de distribución y venta al turismo internacional, ya que era un proceso muy costoso y sofisticado, lo cual unido a la crisis económica que atravesaba nuestro país en ese entonces, fue una razón suficiente para que solamente pudiese solventarse para el sistema de comercio en divisas, mientras la demanda en moneda nacional de los productos musicales que hasta el momento había sido atendida quedó desprovista de los recursos necesarios.

Según Hernández Sordo, tratando de darle solución a las dificultades que comenzaron a afectar la industria musical se puso en práctica una estrategia para la fabricación de cassettes de cinta magnetofónica para la red de establecimientos de venta en moneda nacional, la cual fue llevada a cabo por la EGREM y ARTEX S.A. Esta oferta, aunque no pudo darle respuesta a todas las necesidades de consumo del mercado interno, sí logró suplir en cierta medida, las expectativas de los diferentes públicos amantes de la música, los cuales eran los consumidores y seguidores de ferias populares, conciertos, presentaciones de discos y otros eventos, que de forma esporádica se llevaban a cabo en nuestro país.

La apertura al capital extranjero en la década de lo noventa trajo de manera aparejada la inserción en nuestro país de diferentes compañías discográficas que tenían como objetivo la realización de este tipo de producciones con las creaciones de los artistas cubanos, así como la posterior explotación de esas obras musicales que pasaban a formar parte de su catálogo, mediante la comercialización de los discos y la organización de giras internacionales.

En este caso podemos mencionar a Sellos como Caribe Productions, Magic Music, EuroTropical, Tumi Music, Karlyor, Ahí Mamá, entre otros, todos los cuales, a diferencia de las compañías discográficas cubanas, ofrecían condiciones muy atrayentes, sobre todo por la situación económica existente en nuestro país en ese momento; en primer lugar, formas de pago en divisas (entrega de anticipos, pagos por concepto de royalties o de cualquier otro tipo); y en segundo lugar, una labor promocional que en muchos casos los daría a conocer por primera vez internacionalmente, y en relación con artistas ya conocidos los introduciría y consolidaría en el mercado musical de otros países.

Debido a esta situación, muchos de los artistas del patio prefirieron firmar contratos con dichas disqueras en vez de con los sellos cubanos, sin embargo, la falta de experiencia y el desconocimiento en esta materia, provocó que en muchos de esos casos nuestros artistas firmaran contratos discográficos engañosos, oportunistas y con condiciones desventajosas que afectaban las facultades patrimoniales de las que eran titulares, tales como los siguientes:

  • Los que incluían pactos de exclusividad de manera perpetua y pagos de royalties extraordinariamente bajos, los cuales sólo serían de aplicación para artistas noveles, sin embargo, se trataba de imponer a los que ya tenían un prestigio ganado en el mundo de la música, todo lo cual provocaba un enriquecimiento del empresario de forma tal que superaba la inversión que realizaba en esa producción discográfica.

  • Los que no contenían garantías de publicación de los discos de manera inmediata, y de esta forma podía ocurrir que el empresario conservara o retirara de su catálogo dichas interpretaciones durante un tiempo indefinido, aún cuando fuera en detrimento del derecho que tienen los autores de explotar las obras de su creación, ya sea de manera directa o a través de terceros mediante la cesión de dichas facultades, siendo en este caso también afectados los intérpretes de dichas obras musicales, ya que estos tiene derecho a ser remunerados también por la explotación de sus interpretaciones, aunque en algunos países, como en el caso de Cuba, los derechos conexos no se reconocen. Ante esta situación los mencionados discos salían al mercado cuando el empresario estimara conveniente, sin que el artista estuviese obteniendo ninguna gratificación, y en muchos casos podía suceder que esas obras musicales que estaban incluidas en dichas producciones discográficas eran escuchadas constantemente tanto en Cuba como en otros países extranjeros con un alto nivel de demanda, sin embrago, no existía una concordancia entre su explotación mediante la comunicación pública y la promoción, distribución y venta de esa discografía, todo lo cual traía efectos negativos tanto para el autor como para los intérpretes de dichas creaciones artísticas, tanto en el ámbito patrimonial como en el ámbito moral, pues esto también afectaba su desarrollo intelectual y el prestigio que pudiese ganar por su desempeño artístico.

La difícil situación económica que afrentó nuestro país ocasionó que las ilegalidades proliferaran, consolidándose con mucha fuerza la existencia del llamado "mercado negro", en el cual podíamos encontrar una gran diversidad de productos a precios más baratos que los que estaban establecidos en las tiendas, tanto en la red de ventas en moneda nacional como en divisas. Los discos no quedaron exentos de esta cadena de ventas ilegales, y de esta forma apareció en Cuba la piratería.

En la actualidad la industria discográfica cubana posee características muy particulares:

  • Los sellos discográficos que mayor cantidad de discos aportan anualmente son EGREM, BIS MUSIC y PRODUCCIONES ABDALA.

  • Muchos de nuestros artistas o agrupaciones firman contratos con compañías extranjeras para otorgarles con respecto a sus producciones discográficas los derechos de reproducción, distribución y comunicación pública para determinados territorios o para todo el mundo, exceptuando Cuba, pues aquí nuestros sellos discográficos explotan dichas producciones amparados en las licencias que los propios artistas o las referidas compañías extranjeras les otorgan a estas por el período de tiempo que las partes acuerden en los contratos que suscriban.

  • A pesar de los esfuerzos del Ministerio de Cultura de nuestro país y de todas las instituciones que se relacionan con esta esfera, la industria discográfica cubana no cuenta con la infraestructura y los recursos financieros necesarios para la realización de todas las producciones de discos que requieren nuestros talentosos artistas, así como tampoco para preparar y llevar a cabo estrategias de promoción y publicidad, las cuales son imprescindibles para abordar, competir y penetrar los principales mercados internacionales de la música, monopolizados en la mayoría de los casos por las grandes compañías multinacionales, tales como UNIVERSAL MUSIC, SONY MUSIC, BMG, EMI y WARNER MUSIC.

  • En muchos casos nuestras compañías discográficas siguen criterios y líneas de trabajo, producción, marketing y estudios de mercado que no toman en cuenta algunas tendencias de la música contemporánea, tal es el caso del reggaeton ( y me refiero al buen reggaeton y no a las temas musicales vulgares que en muchos lugares hemos escuchado, sobre todo en los inicios de este género en Cuba), lo cual ha provocado que a pesar de la demanda tan grande que ha existido en el país y en el mundo, nuestras compañías discográficas se hayan mantenido casi al margen de la inclusión de estos artistas en sus catálogos, lo cual ha provocado, en primer lugar, que los artistas e intérpretes que incursionan en ese género firmen con compañías discográficas extranjeras, y en segundo lugar, para aquellos que no tienen la misma suerte, estos se han visto obligados a grabar los master de sus interpretaciones en estudios de grabaciones caseros, los cuales han sido creados por los propios artistas, DJ u otros participantes en esta línea de trabajo, los cuales con la utilización de un ordenador y software destinados para ese fin logran fijar en soportes dichas interpretaciones con una muy buena calidad, aunque no sean grabadas en estudios profesionales, y luego esos master se reproducen por esas mismas personas o por cualquier otra utilizando sus computadoras y dichas reproducciones comienzan a comercializarse en el mercado negro, con una gran demanda, a precios bastante económicos para todo el público.

  • Es una industria que está siendo muy afectada por la piratería, la cual ha ido en ascenso en los últimos años, sin embargo, no cuenta en nuestro país con una legislación que ponga freno a estos actos. Estamos en presencia de un fenómeno que vulnera los derechos de nuestros autores, artistas intérpretes o ejecutantes y productores de fonogramas, así como también afecta nuestra economía, debido a todas las inversiones que se llevan a cabo en este rubro y que no son recuperadas debido a todas las ventas piratas que se realizan, no obstante, la piratería no es considerada un delito en nuestro Código Penal; y tampoco se ha dispuesto ningún procedimiento administrativo efectivo para lograr controlar esta avalancha que cada día se hace más fuerte.

Bibliografía consultada

  • 1- Lipszyc, Delia. Derechos de Autor y Derechos Conexos/, Delia Lipszyc._ _ La Habana: Editorial Feliz Varela, 1998.

  • 2- Hernández Sordo, Reinaldo. "La industria musical y la piratería discográfica"; Marzo – 2005.

  • 3- Hernández Sordo, Reinaldo. "Crisis mundial del disco y debilidades de la industria discográfica cubana. Abril-2006.

  • 4- Ginebra. Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Convención de Roma sobre la protección de los artistas intérpretes o ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos de radiodifusión / 1961.

  • 5- Ley No. 14 "Ley de Derecho de Autor" de 28 de diciembre de 1977.

 

 

Autor:

Anaily González Cabrera