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De los sistemas de desarrollo del pensamiento en Venezuela


Partes: 1, 2

    1. Simón Rodríguez y la influencia de Rousseau
    2. Línea del tiempo de la investigación en materia de Creatividad
    3. Notas
    4. Bibliografía

    Mucho se ha estudiado e investigado a lo largo del tiempo acerca de los sistemas educativos y de la forma en la que estos como mecanismos trascendentales de la formación cultural del hombre han sido objeto de innumerables transformaciones con las cuales se han intentado adecuar los sistemas educativos a necesidades socio-culturales e incluso políticas de cada respectiva zona. Sin embargo, más allá del hecho político, encontramos como punto esencial de partida el anhelo por impulsar desde los niveles básicos, mecanismos de desarrollo intelectual que permitan al individuo desde su niñez, la creación de estructuras mentales de clasificación y análisis capaces de generar sistemas de procesamiento y retensión de información que permitan, primero disminuir la dificultad de retensión de información y procesamiento de datos a fin de resolver de manera sencilla y con el menor esfuerzo posible, situaciones cotidianas y problemas prácticos; y en segundo término, permitir retener por más tiempo la información obtenida, así como agilizar los procesos de resolución de problemas de forma progresiva, a través de la practica consecuente de tales procesos.

    En Venezuela hemos contado con dos de los más famosos estudiosos de tal materia, a saber: Simón Rodríguez y Luís Alberto Machado.

    Simón Rodríguez y la influencia de Rousseau:

    Simón Rodríguez se interesó más que todo en el aspecto de forma de la creación de tales sistemas, esto es: En todas aquellas condiciones que rodean al individuo y que lo condicionan o según su consideración deberían condicionarlo con la finalidad de obtener de este su mayor provecho, no solo para el individuo, sino para los que no rodean y más allá para la nación.

    Rodríguez como para muchos otros venezolanos de su época seguía muy de cerca ese movimiento conocido como "La Ilustración", que se nutrió de filósofos de la talla de Montesquieu, Voltaire, y Juan Jacobo Rousseau entre otros, este último el más influyente de todos para Rodríguez, quien obtiene acceso a una de las obras más importantes de Rousseau en esta materia, debido a la gran importancia y prolijidad que tuvieron sus obras en esta materia. Rousseau planteaba una enseñanza libre en el sentido de que nunca se le forzara al niño más allá de sus facultades, ni se le implantaran principios que le incentivaran hacia metas más allá de las mismas. Puesto que si sus metas eran tales que llegaran a sobrepasar la capacidad de sus aptitudes, se le estarían implantando principios que lo conducirían indefectiblemente a la frustración por no poder alcanzar aquellas metas propuestas debido a la poca capacidad aptitudinal desarrollada por el individuo para tal fin.

    Indalecio Lievano Aguirre dice al respecto:

    "…El hombre, esencialmente es un compuesto de "deseos" y de "facultades" para satisfacerlos. Pero en el, a diferencia de los animales, el equilibrio entre los primeros y los segundos no se realiza automáticamente y siempre existe la posibilidad de que tal acoplamiento entre los unos y las otras no se produzca y se presenten entonces peligrosos desequilibrios de la personalidad. La educación ha sido, en la historia humana, el procedimiento escogido para lograr, con más o menos éxito, este equilibrio…" (1988) (1)

    Continuando con los procedimientos especificaba Rousseau que se podía aplicar el procedimiento contrario, esto es, procurar el desarrollo facultativo del hombre con el objeto de procurar que este alcance un nivel tal que le permita satisfacer sus metas con suma facilidad. No obstante, siempre persiste el peligro descrito por Rousseau en su obra "Emilio o de la educación":

    "…Si a la par crecieran nuestros deseos más que nuestras facultades nos tornaríamos más infelices…" (2)

    Basado en estos hechos el filósofo llego a concluir que era más conveniente procurar el desarrollo de las facultades del individuo por encima de sus anhelos por lo que resultaba prudente dejar que el individuo desarrollara las mismas libremente en la naturaleza y de esta forma permitirle descubrir por medio de estas sus propias limitaciones.

    Escribió Rousseau finalmente:

    "…Mantened al niño en la sola dependencia de las cosas, y en los progresos de su educación seguiréis el orden de la naturaleza. Nunca presentéis a sus livianas voluntariedades obstáculos que no sean físicos, ni castigos que no procedan de sus mismas acciones; sin prohibirle que haga daño, basta con estorbárselo. En vez de los preceptos de la ley, no debe seguir más que las lecciones de la experiencia o de la impotencia. Nada otorguéis a sus deseos porque lo pida, sino porque lo necesite; ni sepa, cuando obra él, que cos a es obediencia, ni cuando por el obran, que cosa es imperio. Reconozca igualmente su libertad en sus acciones que en las vuestras. Suplid la fuerza que le falta, justamente cuando fuere necesario para que sea libre, no imperioso; y aspire, recibiendo nuestros servicios, hechos concierto género de desdén, a que llegue el tiempo que pueda no necesitarlos y tenga la honra de servirse de si propio…" (3)

    Tal libertad, claro esta era bien concebida a los jóvenes aprendices puesto que los principios culturales con los que crecía en su entorno bastaban para limitarla de conductas libertinas, en la actualidad, la aplicación de tales preceptos ameritaría de una mayor reflexión debido a las distancias culturales entre nuestra época y aquella.

    El desarrollo físico, resultaba indispensable, hablando como Rousseau a Bolívar decía Rodríguez:

    "…Es necesario que para obedecerle al alma sea vigoroso el cuerpo…" (4)

    Claro está que este ha sido uno de muchos intentos por desarrollar sistemas educativos ideales, solo una de muchas teorías con respecto a dicha ciencia con la cual se ha procurado no más el crecimiento intelectual de la sociedad.

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