Todo tiene un punto de partida, un momento inicial, un principio. Generalmente este se convierte en fecha de celebración, de fiesta o conmemoración, el asunto funciona como causa y efecto. Los motivos pueden ser infinitos, el día de nuestro nacimiento o el de nuestros hijos y nietos, cuando nos graduamos, el primer día de trabajo o el de la ocurrencia de un hecho histórico, cualquier cosa puede constituirse en una justificada causa. Nadie piense que el fenómeno solo involucra al ser humano – ¿o sí? -, sucede lo mismo con un inmueble, una obra de arte, un hecho histórico, nada escapa de tener su día.
Visto desde esa perspectiva, lo lógico sería pensar que la regla no tiene excepción, pero no es así, yo conozco un caso que a fuerza – o a la fuerza – del olvido, nunca cumple año, el emplazamiento no tiene aniversarios, esa reflexión es la que quiero compartir con los lectores hoy. Voy a hablar de un "no lugar", como pudiera haberlo definido sin ninguna dificultad Marc Augé[1]este es un sitio que existe físicamente, que se utiliza convenientemente para infinidades de cuestiones, hasta aparece en un billete de cinco CUC[2]pero que inexplicablemente, cada año, durante un día, se hace invisible.
Un "no lugar" que aparece en los billetes de CUC. Desde los primeros años del siglo XX se venían realizando en Cuba múltiples esfuerzos para construir un memorial dedicado a la figura del Mayor General Antonio Maceo Grajales, el "Titán de Bronce". No cejaban en el empeño los veteranos de las guerras por nuestra independencia nacional, un número importante de intelectuales de la época y un amplio sector popular, estimo públicamente que era justo y necesario luchar por esa causa. El 26 de febrero de 1910 fue publicada una ley en la "Gaceta Oficial" a favor de un proyecto para la construcción de un monumento al hijo de Mariana y de la patria; se disponía en ella que se convocara a un concurso internacional para que los artistas de todo el mundo, que lo desearan, enviaran sus obras, tendrían un año para realizar y enviar a la comisión organizadora sus proyectos. Concluido el tiempo de entrega y de las valoraciones del jurado, luego de innumerables intrigas y especulaciones – muy a lo cubano – respecto al posible ganador, llegó el esperado día de la comunicación oficial, el premio fue otorgado al artista de origen italiano Doménico Boni, este demoró cuatro años para culminar su obra y poder embarcarla para La Habana en el año 1915, para el autor tampoco fue fácil el camino, sobre todo con el asunto del presupuesto que se le debía entregar para la realización del proyecto escultórico.
Maqueta del monumento al General Antonio Maceo enviada al concurso por el escultor italiano Doménico Boni. El monumento debía quedar emplazado en un parque en La Habana, en este caso se escogió el lugar que ocupó anteriormente la Batería de la Reina, frente a la Casa de Beneficencia, en la confluencia de las calzadas de Belascoaín y San Lázaro. En 1916 quedó inaugurado solo el monumento al "Héroe de Cacarajícara", pero el parque no fue construido, tal cosa no resultó del agrado de los habaneros de la época, por eso se levantaron muchas voces pidiendo que se le rindiera el tributo merecido a la figura de Antonio Maceo.
El Monumento en solitario ya terminado en 1916, el parque no fue construido. Producto de las presiones populares y el empuje de muchos veteranos mambises, en 1919, luego de un devastador temporal que prácticamente destruyó la zona dragada de la "Caleta de San Lázaro", se logró consolidar un modesto parque, pero este no colmó tampoco las expectativas de los cubanos de la época, la figura histórica, el líder del combate de "Mal Tiempo", se merecía algo de mayor envergadura.
Versión del parque construido en 1919. En 1925 se retoma nuevamente la idea de consolidar un mejor homenaje al protagonista de "La protesta de Baraguá" y se proyecta un nuevo parque, fueron retirados algunos ornamentos de muy mal gusto que habían sido añadidos al antiguo, como tinajones y ranas que no tenían nada que ver con la idea del conjunto escultórico. En este momento se le agregó una fuente luminosa y una portada de tipo funeraria, esta había sido fabricada por encargo para el cementerio del barrio de Reina en la ciudad de Cienfuegos, pero jamás se colocó en la necrópolis, fue cedida al parque por el propio contratista, muchos le nombraron "la pérgola". Si bien es cierto que este proyecto apaciguó los ánimos, aún no era de la entera satisfacción habanera, así lo hizo conocer en la prensa Emilio Roig de Leuchsenring, el conjunto escultórico se erigía como centro del lugar.
El Parque Maceo con su pérgola y el monumento al centro, versión de 1925. No fue hasta 1960 – cuarenta y cuatro años después de la inauguración del monumento – que se consolidó definitivamente el soñado parque para rendir merecido tributo a Antonio Maceo, el General de "La invasión a occidente". Creció su área a treinta mil metros cuadrados, se construyó el paso subterráneo hacia el Malecón y se integró dentro del conjunto el "Torreón de San Lázaro", símbolo del municipio Centro Habana.
El Monumento al General Antonio Maceo y Grajales hoy. A partir de aquí ha sufrido múltiples acciones constructivas, en un momento anterior a la versión actual tuvo – en el lugar de la antigua pérgola – un pequeño anfiteatro donde, en tiempos de carnavales, los habaneros podían contemplar la tarima que se colocaba en el espacio que un día ocupó el hotel "Vista Alegre" y el popular café homónimo, reconocida guarida – en el mejor sentido del término – de la bohemia trovadoresca "habanera", donde Manuel Corona estrenó su conocida "Longina". En ese mismo espacio, en más de una ocasión, allá por los años setenta del siglo XX, cuando el carnaval habanero aún no era una caricatura, muchos terminaban la noche bajo los acordes de la popular canción "El perico está llorando", interpretada por la orquesta de Tata Güines y otros, tibor repleto de espumosa cervezas en la mano, hasta aderezada con una morcilla "El Miño" – de 31 centavos y venta libre en cualquier carnicería – algo repulsivo, pero carnavalesco al final, determinaban que el contenido fuera a parar en forma de lluvia sobre la multitud, inmediatamente se hacía notar la presencia de los cascos blancos[3]repartiendo "disciplina", y ahí terminaba todo, juro que eso nadie me lo contó, yo lo vi. Puede ser que hasta aquí el lector sienta que ya conoce la historia sobre la manera en que surgió y ha llegado a nuestros días el sitio, pero aún no comprenda el motivo de estas líneas, pues bien, todo se concreta en un punto, el monumento al Mayor General Antonio Maceo y Grajales fue develado el 20 de mayo de 1916, esto es lo que provoca que ese día se haga invisible, ningún medio habla de él y no se efectúa acto alguno en el sitio, el día de la instauración de la República, a la que tantos apellidos se le han puesto, a proscrito – al parecer – los aniversarios del monumento, incluyendo el importante número cien que acaba de pasar.
La historia se sustenta, inevitablemente, sobre una triada de variables, hecho – contexto – sociedad, el advenimiento de la República no se aleja de estos tres factores, por tal motivo es preciso que se llegue a comprender definitivamente que, se tuvo la República que se pudo tener, que además – en mi opinión – esta contribuyó a evitar que se produjera la anexión de la isla a los Estados Unidos, por lo menos de manera formal. Es cierto que los cubanos vieron frustrado el proyecto martiano de nación, pero el propio Máximo Gómez dijo: ¡Al fin hemos llegado!, obtener la instauración de una República – con sus luces y sus sombras – era el resultado de importantes luchas, donde participaron los mejores hijos de nuestro pueblo. Que aquella República se llenara posteriormente de "Generales y Doctores" y que con el paso del tiempo hiciera falta la consolidación de otra de nuevo tipo, eso es cierto, pero así son los procesos históricos, un constante devenir. Si no se cargó al machete en Santiago de Cuba luego que el Almirante Cervera inmoló a su flota frente a la boca de la bahía, al estilo de como lo hizo Sandino en Las Segovias contra las tropas norteamericanas, y si se olvidaron – en ese instante – totalmente del juramento del General Antonio de: "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha" y de una firme convicción que demostraba que Maceo tenía una gran fuerza en su mente:
"En un banquete en un hotel santiaguero – según una crónica de Emilio Bacardí Moreau – uno de los invitados, de nombre José Hernández, expresó su creencia de que Cuba llegaría a ser, fatalmente, una estrella más de la constelación norteamericana, y Maceo le ripostó de inmediato con una frase concluyente: "Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles".[4] (Diario Granma, 2011, p.1) Entonces había que buscar una vía política para amortiguar el golpe tras habernos traspasado – o vendido – en París.
El Generalísimo Máximo Gómez izando la bandera cubana el 20 de mayo de 1902. Es hora de que aprendamos a ver la historia en sus verdaderas dimensiones, esto ayudaría a evitar "omisiones" o quizás olvidos, aunque: el olvido, en suma, es la fuerza viva de la memoria[5](Augé, Marc, 1998, p.53). En otro orden de cosa – no menos importante en este caso –, es preciso señalar que las ciudades funcionan como entes vivos, individuos y entorno se funden para formar sentidos de pertenencias y cohesión: La ciudad es el mayor y más importante hecho cultural, que une la significación histórica y arquitectónica con la utilidad práctica cotidiana para todos los sectores sociales[6](Coyula, Mario, 2013, p.324). El "Parque Maceo", el mismo que inexplicablemente no está declarado oficialmente por las entidades de Patrimonio en ninguna de las categorías de monumento, es parte de la identidad del barrio de Cayo Hueso, de Centro Habana y del habanero en general, tanto como el propio "Torreón de San Lázaro" que es el símbolo oficial del municipio. Es justo que no se olvide nada en materia de historia, ella forma valores auténticos, el conjunto monumentario al Mayor General Antonio Maceo y Grajales, aunque se develó un 20 de mayo de 1916, fue el fruto del empeño de los cubanos de su tiempo y debe ser, a cien años del suceso, orgullo de los cubanos de hoy en su justa y verdadera dimensión. ?
Notas:
[1] Augé, Marc. (2000). “Los <>, espacio del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”. Barcelona: Editorial Gedisa, S.A.
[2] CUC: Moneda cubana con relación de cambio internacional.
[3] Cascos blancos: Forma popular de llamar a los agentes del orden público que se cubrían con un casco blanco la cabeza.
[4] Diario Granma. (2011). “El General Antonio”. La Habana: miércoles 7 de diciembre, Año 15 / No. 339, primera plana. (http://www.granma.cu/granmad/2011/12/07/nacional/artic08.html)
[5] Augé, Marc. (1998). “Las formas del olvido”. Paris: Editions Payot.
[6] Coyula, Mario. (2013). “Las tantas Habanas. Estrategias para comprender sus dinámicas sociales”. La Habana: Editorial UH (Epílogo).
Fotos: Del autor. Archivo del autor.
Autor:
Lázaro Numa Aguila.