Descargar

El día que profanaron la tumba de George W. Bush (El libro de la eminencia)


Partes: 1, 2

    1. Capítulo flotante "La sentencia será cumplida"
    2. La mujer de los jueves no habla
    3. Orden de matar

    Novela inédita de Jose Manuel Lopez Gomez. Selección de capítulos

    Capítulo flotante "La sentencia será cumplida":

    "Creo que la cosa más misericordiosa del mundo es la inhabilidad de la mente humana de conectar todos sus contenidos… pero algún día la conexión de conocimientos dispersos abrirá vistas de la realidad tan horroríficas que, o nos volveremos dementes por la revelación o huiremos de la luz mortífera a la paz y seguridad de una nueva edad oscura."

    "Los mitos de Cthulhu"

    H.P.Lovecraft.

    La sentencia será cumplida.

    Nada importará los lazos de sangre; apenas un medio hermano, fruto bastardo de una aventura extramatrimonial.

    Casi cuatro décadas sin verse.

    Medio hermano presente sólo a través del holograma mental activado en forma esporádica por la memoria. Imágenes deshilvanadas de un episodio puntual durante la infancia en Tandil: imposible olvidar la sorpresiva tormenta que se desatara de golpe sobre el lago artificial, cuando, casi por milagro, el padre gringo aceptó a último momento participar en aquella excursión de pesca dominguera. Un puñado de retratos a modo de esbozo cinematográfico cuyo epicentro giraba en torno al hombre de Nebraska fumando en pipa frente al contorno del lago cargado de escarcha; eso sí, sintiendo los tres la presencia desagradable de los centenares de famélicos que pululaban por la orilla buscando restos de comida.

    Pero también reclamaban su parte en el recuerdo, las gotas de la tormenta ácida que parecían escupitajos de alfileres sobre la cara; las manos agarrotadas de frío mientras trataban de encastrar el Rel. al cuerpo principal de la caña( a raíz de la contaminación y el rostro siempre triste, particularmente triste, de ese hermanastro que jamás fuera reconocido por su propio padre .

    No era hora de consideraciones. Nunca las había habido ni las habrá.

    La sentencia será cumplida.

    Nada importarán los lazos de sangre.

    "Father: in the school they say that Jorge is my brother. That the mother is in Buenos Aires interned in a Hospital and that vos takes charge of paying all the expenses…" (1) No se permitía dialogar en castellano; en todo caso, a modo de concesión, el hombre de Nebraska ? y de manera excluyente- solía mechar algunas palabras de español que le resultaba difícil traducir.

    Demasiada dureza en los gestos, tanta, que la mirada solía dar respuesta a cualquier capítulo de dudas y de angustias, como aquella en que se rozaba el problema del hermano no blanqueado, por ejemplo; pero además, poniéndole el broche con palabras que serían eternas si la eternidad alcanzara a las palabras. Menos mal que el traductor automático facilita las cosas: "No haga caso de las habladurías, hijo. En el pueblo mucha gente no me quiere porque soy oriundo de Nebraska; americano, claro. Todos los argentinos frustrados nos odian porque nos culpan de su maldito fracaso. Ese muchacho del que usted habla es el hijo de un político populista, enemigo de los Estados Unidos de América, hoy desaparecido. Pero él no lo sabe; por eso le prohíbo que le mencione este tema."

    Nunca más se verían.

    Mientras el medio hermano quedaba en Tandil hasta completar la secundaria, llegaría la larga gira en tiempo y distancia siguiendo el derrotero paterno al frente de una DEA regional sumamente desacreditada.

    A eso y nada más que a eso se reducía la suma de las imágenes del pasado. Apenas lo único visible, a tenor que durante los primeros doce años de su vida, esa presencia conflictiva sólo había existido para una ocasional amante, la misma que le había dado al hermano bastardo el apellido Paradela.

    En fin, apenas un hermano de semen.

    La sentencia será cumplida.

    Nada importarán los lazos de sangre.

    La niñez en soledad y una adolescencia monologando con las sombras, dejarían una pesada herencia traumática.

    Después vendrían las hambrunas sociales, con los corrillos de indigentes haciendo guardia permanente en el Hostal, esperando la solidaridad materna manifestada sólo en ausencia del maldito hombre de Nebraska; la maldita deuda que terminaría de ahogar definitivamente a la maldita nación de los argentinos ; las malditas y violentas protestas urbanas, fagocitadas por hordas de piqueteros aliadas con el nuevo zurdaje antiimperialista, creciente en número, a consecuencia de la maldita guerra por el control de la geoestratégica vertiente acuífera guaraní. ¿Colofón? Una suma de malditas circunstancias.

    En esa maldición de maldiciones ¿cómo sorprenderse ante la toma virtual de la Patagonia por parte de los malditos chinos y/o asiáticos de todo laya?

    Luego sobrevendría la Junta Grande y el advenimiento reciente del Jesucristo de los pobres, de la mano del Hermano Consejero.

    ¿Cuánto tiempo había pasado? Treinta y siete años.

    Exactamente 37 años desde el momento que su hermanastro se fuera de Tandil a Buenos Aires para perderse en la historia y los recuerdos.

    Claro que hubo un tiempo de rastreo.

    Hasta casi se alegró por él cuándo lo vio ungido como el niño mimado de la SIE (2), antes de su estúpida renuncia para volcarse al ERA, esa absurda banda de delincuentes subversivos que tratan de reivindicar el antiguo país de los argentinos.

    La sentencia será cumplida.

    Nada importarán los lazos de sangre.

    La biología no garantiza afectos. Los códigos genéticos suelen ser sordos y mudos a la hora en que se generan. El ruso Groissman había sido muy claro al respecto: "Mirá gringo: el hombre se pierde cuando se hace esclavo de las emociones. Ni debe promoverlas, ni debe permitir que otros se las transfieran. No hay peor esclavitud que la del sentimentalismo. Si verdaderamente querés ser libre, no escuchés jamás la voz del corazón". Palabras del ruso Groissman, recién recibido de ingeniero de redes de sistemas; 27 flamantes años, época en la que la televisión ya se había convertido en esa especie de Dios virtual de millones de personas y la violencia demencial era la moneda corriente durante la agonía del país de los argentinos. "¡La muerte en Buenos Aires por un dólar veinticinco!". Áspero el titular del "Clarín" de entonces, vivo en su cerebro, como un holograma mental de su memoria.

    Nunca terminaría de agradecer las sabias palabras de Groissman.

    Palabras más que suficientes para presentar la renuncia en el "Volvamos a las Fuentes Social Club. Afectos, Cultura y Respeto", uno de esos estúpidos Clubes de barrio patrocinados por los nostálgicos del pasado.

    Filosofía barata de entre casa que en realidad preconizaba el odio y la división. Convirtiendo a los piqueteros, a la televisión basura y a Internet, en el aborrecible trípode de todas las calamidades públicas.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente