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La coerción sexual de la hembra entre los primates y los seres humanos: Lo nuevo (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

La primera, cubre las ideas que sirven como las bases teóricas del volumen.

En esta parte, los autores revisan las explicaciones e hipótesis más aceptadas desde el punto de vista evolutivo.

Machos mamíferos coercitivos, puede que atenten obtener acceso al apareamiento, por medio de la intimidación.

Ellos puede que traten de ganar ventajas en la competición por comida, o ellos pueden que se involucren en la lucha intersexual por la dominancia social.

Estos pueden usar la coacción como parte de una estrategia general para vigilar las hembras, o para lograr mantener su control reproductivo.

La coerción sexual puede asimismo ser redirigida como agresión entre los machos, en los cuales, el estrés de la competición, hace que algunos de ellos, den rienda a sus frustraciones en otros lugares.

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Delfín nariz de botella

Los últimos pueden coaccionar como parte de una estrategia de vigilancia de la pareja, para el logro de mantener control reproductivo.

La segunda sección, consiste en una serie de artículos describiendo patrones de coerción masculina entre primates no-humanos.

Richard C. Connor y Nicole L. Vollmer, comparan el comportamiento de chimpancés machos con el de delfines nariz de botella, los que sirven como un exogrupo útil para el entendimiento de las fuerzas evolutivas que dan forma a la agresión masculina hacia las hembras.

Los delfines nariz de botella machos, son bien conocidos por sus alianzas, el uso de la coerción, como grupo hacia, las hembras, y por sus comportamientos desagradables hacia delfines extraños.

Todos estos, rasgos que son comunes, en las sociedades de chimpancés, y, en muchos de los grupos humanos.

Muller, Kahlenberg y Wrangham presentan la evidencia acerca de la coerción sexual de chimpancés machos que instigaron a que ellos organizaran un simposio en el cual basan el libro.

Debido a que las chimpancés hembras, raras veces oponen vigorosamente los avances sexuales del macho, la agresión sexual no es tan violenta entre ellos, como suele ser con los humanos.

Pero asedio e intimidación física ocurren, especialmente por parte de machos de bajo rango que buscan coaccionar hembras indecisas en aparearse con ellos, a pesar de que esas hembras arriesgan ser castigadas por machos de alto rango.

Los análisis de los autores, de las maneras con que los comportamientos agresivos de los chimpancés machos pueden constreñir la sexualidad de las hembras, son perspicaces, e introducen temas que serán examinados de nuevo, en la próxima sección.

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Chimpancé

Quizás el artículo más profético de la próxima sección es el contribuido por Cheryl D. Knott, describiendo sus investigaciones en la muy reportada, y poco documentada, ocurrencia de copulación forzosa entre los orangutanes.

Knott utiliza datos provenientes de una variedad de fuentes para validar varias hipótesis.

Ella demuestra que, contrario a la vetusta creencia, la violación sexual no es una estrategia que practican exclusivamente orangutanes machos sin ribetes faciales (o sea que no han desarrollado los festones prominentes de las mejillas que señalan dominancia, y que se acompañan por la producción de altos niveles de testosterona), sino que es utilizada de modo general en la especie.

Sin embargo, orangutanes hembras (de manera distinta a hembras de otras especies mamíferas que son objeto de agresión masculina) casi nunca son maltratadas en esos atentados a apareamiento.

Knott señala el hecho de que casi toda copulación entre los orangutanes involucra elementos de cooperación y resistencia.

Los orangutanes machos, por contraste con los humanos y los chimpancés, no usan la coerción como un método indirecto de controlar el comportamiento sexual de la hembra.

Knott concluye en que "copulación resistida" puede que sea un término más apropiado que la "copulación forzosa" para describir lo que sucede entre los orangutanes, enfatizando que el nivel de fuerza empleada es proporcional al de la resistencia encontrada.

Las posibilidades de la coerción sexual directa, en cualquier especie, será influida poderosamente por la habilidad del macho de obtener copulaciones forzosas y por la habilidad de la hembra de resistirlas.

La tercera sección es dedicada a la coerción sexual en la especie humana.

Shannon A. Novak y Mallorie A. Hatch hacen comparaciones fascinantes entre los traumas cráneo faciales causados por chimpancés machos en las hembras de su especie, y los que los hombres infligen en las mujeres.

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Babuino practicando la coerción sexual

Por ejemplo, las chimpancés hembras son casi siempre asaltadas por detrás, mientras que los hombres asaltan a la mujer cara a cara.

Margo Wilson y Martin Daly presentan un análisis de violencia doméstica de hombres contra las mujeres.

La contribución más persuasiva en esta sección es un artículo por Melissa Emery Thompson, que argumenta persuasivamente que la mayoría de las violaciones no son cometidas por hombres solitarios y desadaptados socialmente, como Thornhill y Palmer imaginaran.

Por el contrario, el rapto es un crimen cometido más a menudo por hombres que son sexualmente experimentados y conectados con la víctima de alguna manera.

Esta nueva percepción del estupro refleja, sin duda, un reportaje más preciso de las estadísticas del crimen, como resultado del hecho de que las mujeres están más dispuestas a ignorar el estigma asociado con haber sido víctimas del abuso sexual.

No debe de sorprendernos el hecho de que violadores familiares a las víctimas, por mucho, superan en números a los desconocidos.

No que los métodos sean necesariamente distintos para el logro de sus fines.

Los violadores familiares no son necesariamente patológicos en otros contextos sociales, ya que ellos, raramente recurren a los niveles de fuerza y violencia que emplean los violadores extraños.

Todo esto, enfatiza Thompson, debería contribuir a un entendimiento de que la violación familiar concurre con las perspectivas evolutivas acerca de las racionales por la dominancia del macho y control de la sexualidad de la hembra.

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"…relájate y disfrútalo"

Y, como Thompson lo expresa, aún si dentro de una perspectiva evolutiva, no nos asiste en clarificar cómo prevenir la ocurrencia de los comportamientos sexuales coercitivos, nos proporciona un cuadro más vívido de la enormidad del problema que nos confronta.

La cuarta sección concluye el volumen con capítulos acerca de las contra estrategias que emplean las hembras para ajustarse al riesgo y a la realidad de la coerción sexual masculina.

Una hembra puede formar una alianza con un varón con la esperanza de que él la protegerá contra la agresión de otros machos, especialmente de la agresión contra sus bebés.

Estas "amistades" son tradicionales y bien reconocidas por décadas, pero, como Ryne Palombit, destaca en su capítulo de las amistades protectoras entres los babuinos, lo que no está totalmente esclarecido es cómo esas amistades se estructuran y funcionan.

Sin embargo, los datos son claros de que esas relaciones les hacen las vidas más seguras a las hembras.

Tommaso Paoli, nota que entre los bonobos, las alianzas entre hembras pueden constituir el factor de la mayor importancia contra la coerción sexual intensa por parte del macho.

Leyendo este libro fue fácil, a pesar, de que, a veces — como editor que he sido, de varios libros — compartía la frustración de los editores para mantener el flujo de los trabajos, sin obstáculos discernibles.

En resumen

Una vez, durante mi entrenamiento, uno de nuestros más indiscretos supervisores, en sorna opinó: "si te están violando, y no puedes escaparlo, relájate y disfrútalo".

Por supuesto que su falta de tacto, fue enormemente criticada, especialmente, por una joven mujer que había sido víctima discreta de este crimen.

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¿Coerción o violencia?

Nadie puede considerar que, en seres que se consideran residir, moral y éticamente, a un sólo paso de la deidad, que la invasión del cuerpo de una mujer, bajo coerción o fuerza es adaptiva o justificable.

Del mismo modo que algunos seleccionan para cometer este crimen — como Freud, aptamente dijera — "la ruta de la menor resistencia en lugar de la de la mayor conveniencia", cuando se refiriera a los principios del placer y al de la realidad.

Que el violador hace una decisión — como, por su parte, la hiciera Madoff, en el mundo financiero — de saquear la virtud y autoestima ajena para satisfacer sus instintos, como muchos lo hacen cuando comen, devastándose a sí mismos.

La única critica que puede elevarse contra los editores de este excelente compendio de artículos bien organizados, es la insinuación, en el titulo, de que los seres humanos nos son primates.

Si no primates, ¿qué somos?

Referencia

SEXUAL COERCION IN PRIMATES AND HUMANS: An Evolutionary Perspective on Male Aggression Against Females. Edited by Martin N. Muller and Richard W. Wrangham. 483 pp. Harvard University Press, 2009. $55.

 

 

 

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

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