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José Martí, un análisis del deporte colegial norteamericano

Enviado por Ramón Guerra Díaz


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    1. Resumen
    2. Bibliografía

    Resumen

    Dada la importancia que el deporte colegial norteamericano tuvo en la conformación de los ideales deportivo del olimpismo moderno, es de mucho valor los criterios que sobre este fenómeno social tenía el intelectual cubano José Martí, testigo excepcional de este impetuoso desarrollo, visto desde la distancia como un movimiento que solo tenía beneficio para el desarrollo físico de los estudiantes, así lo vería Pierre de Coubertín cuando lo estudia y difunde como paradigma de completamiento formativo del caballero de las sociedades capitalistas.

    Martí sin ignorar las ganancias para la salud humana de los ejercicios físicos y los deportes, no dejó de mostrar las debilidades de este movimiento deportivo, convertido en un exacerbado modo de mostrar las ventajas de un colegio sobre otro, en competencia que se alejaban mucha de las ética humanística que predicaban, a más de otras situaciones que deforman los conceptos ideales de estos colegios.

    Desarrollo

    El sistema de enseñanza de los Estados Unidos fue uno de los aspectos sociales que más llamó la atención de José Martí durante su larga temporada de vida en ese país. Venía de conocer en Hispanoamérica una educación aún muy apegada a la sotana y al escolastismo memorístico a pesar de los forcejeos de personalidades aisladas de nuestros países por poner sobre bases nuevas la enseñanza de estas tierras:

    "¡En esta tierra los colegios son tan antiguos como las iglesias! Quien dice Harvard, que es el colegio magno de Massachussets y como Oxford de la América del Norte, dice palabra mágica, que abre todas las puertas, lleva de mano a todos los honores, y trae perfume de años. Quien dice Yale, sabiduría dice, que da tinte de cana a los cabellos rubios de sus jóvenes doctores"[1]

    Le tocó ser testigo de la modernización en la enseñanza en los Estados Unidos con el imperativo de introducir en el curriculum de las escuelas el aprendizaje científico, el conocimiento práctico y la preparación del ciudadano para enfrentar los grandes retos de la industrialización acelerada que se producía en ese país.

    Él saludó y ve con simpatías estos cambios, al estar en desacuerdo con que los jóvenes perdieran su tiempo en aprendizajes inútiles, cuando la sociedad exigía del dominio de las ciencias para seguir avanzando; a pesar de ello es claro y objetivo en su valoración: "Mucho hay que temer, mucho que rehuir, mucho que flagelar en la civilización egoísta y áspera de Norteamérica"[2]

    La base de la enseñanza superior en ese país eran los centros universitarios, conocidos entonces como Colegios, reminiscencia de la cultura inglesa preexistente. Eran instituciones de vieja data, algunas con más de cien años ya en la época en que las conoció Martí. Su base era la enseñanza privada en un sistema que tenía como fin primordial la formación de una élite intelectual y política para dirigir y llevar adelante al país.

    Era y son grandes centros de cultura, cuya función principal es la formación de las clases dominantes y sus servidores en disciplinas del conocimiento humanístico y científico. Instituciones de fuerte influencia ideológicas para el sistema, de carácter cerrado y elitistas, formadores de especialistas de alta calificación que responden en su inmensa mayoría al sistema establecido.

    En estos centros se fomentó lo que se conoce como el deporte colegial americano, base del desarrollo deportivo amateur de esa nación, con atletas de altos rendimientos, equipos bien preparados, sistemas de investigación, amplio programa de torneos, magníficas instalaciones

    En estos Colegios vio, el entonces joven profesor francés Pierre de Coubertin, el más completo sistema del deporte y la ejercitación física de su época y por esta razón los visitó en 1889, para estudiarlos a fondo y trasmitir a los centros similares de Europa estos avances que podían aplicarse en bien de la salud y el desarrollo más integral del ser humano.

    Convencido de que el deporte no era solo salud, sino el formador del carácter, el espíritu de equipo, el desarrollo de la individualidad y el liderazgo; el futuro creador del olimpismo moderno, solo tuvo elogios para el deporte colegial americano.

    En su enjundioso ensayo "Pierre de Coubertin Estudios Acerca de los EE.UU"[3] Stephen Wassong nos habla de la esperanza que había puesto el Barón en el sistema de educación física y deporte que se desarrolla en los Colegios norteamericanos por lo que no solo los visitó sino que aplicó encuestas entre los estudiantes y profesores y concluye que estas actividades extracurriculares eran un factor importante en la formación de futuros ciudadanos competentes.

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