Descargar

Delirio y drama en Daniel Paul Schreber

Enviado por Sergio Hinojosa

Partes: 1, 2

    El texto aquí presentado recoge una conferencia pronunciada en la Biblioteca del Campo Freudiano de Granada en la primavera de 2006. Sigue al texto el debate suscitado tras la exposición.

    El caso Schreber es especialmente importante para el psicoanálisis. En primer lugar, porque las Memorias de un neurópata escritas por Daniel Paul Schreber(1) se presentan como el documento sobre el que se han realizado más aclaraciones y aportaciones psicoanalíticas a las psicosis. Y en segundo lugar, porque se trata de un caso inaugural para esta disciplina.

    Freud en su investigación(2) se adentra en nuevos territorios. El inconsciente se presenta en Schreber "al descubierto". Y esta falta de censura lleva a pensar al fundador del psicoanálisis en una nueva dinámica del inconsciente. Además, en ese internamiento novedoso, se topa con el mayor obstáculo que la clínica opone a la transferencia. El psicótico no parece ceder al terapeuta lugar alguno, para escapar a toda influencia. La historia del psicoanálisis en su relación con la psiquiatría ha estado muy mediatizada por los intentos de sortear dicho escollo, pues ante él mostraba los límites de su eficacia terapéutica. Límites más tarde cuestionados y reformulados por Lacan. A partir de las investigaciones de este psicoanalista francés, los análisis reiteran, una y otra vez, las apreciaciones que Lacan hace al respecto en su relectura de Freud, quien, por su parte, a pesar de dicho obstáculo transferencial, dejó al descubierto un campo de observación bien delimitado por un "mecanismo" específico. Aquél que explica lo que sucede en la psicosis delirante. Desde entonces "el rechazo" (o forclusión en términos de Lacan) ha constituido la pieza clave de todo análisis de esta enfermedad mental para el psicoanálisis.

    Freud comienza a interesarse por Schreber a partir de la lectura de Memorias de un neurópata, publicadas hacía algunos años. En esos momentos, Freud estaba un tanto preocupado por la actitud de su mejor discípulo. Jung iba afirmando sus tesis en torno al narcisismo y a la psicosis(3), distanciándose en puntos demasiado sensibles para el maestro. No obstante, Freud, aún podía bromear con él usando el lenguaje de Schreber, para encauzar la difícil relación que mantenían con Bleuler. "A Bleuler -ironizaba Freud- le he escrito asimismo hace unas dos semanas por cuestiones de la Zentralblatt, para mantener en buen funcionamiento la "conexión nerviosa" (Nervenanhang)"(4). Jung aún se mantenía con forzada modestia en el "papel de envidioso"(5).

    A finales de 1910, los estudios sobre Schreber estaban prácticamente concluidos. Freud le escribe a Ferenczi una carta en la que le da noticia de ellos:

    Salvo unas pocas anotaciones, Schreber está terminado; ha costado un trabajo ímprobo. Burla o inmortalidad or both; el paso a la psiquiatría es ciertamente lo más audaz que hemos emprendido hasta ahora. El ensayo lo he hecho de prisa y corriendo, terminándolo en 10-11 horas de análisis -especialmente desagradables este año-, pero contiene los bellos pasajes que usted ya conoce. El domingo redactaré las breves explicaciones sobre el yo-placer y el yo-realidad. Quiero llevar los trabajos a Munich para dárselos a Jung. Bleuler aún no ha mandado ninguna sugerencia sobre nuestro encuentro. Seguro que a última hora dará problemas (…) Para satisfacer su curiosidad le diré que he superado la historia de Fliess. Adler es un pequeño Fliess redivivo, igual de paranoico. Por lo menos, Stekel, como apéndice suyo, se llama Wilhelm(6).

    A comienzos del recién estrenado año 1911 Freud escribe a Jones: "…Le entregué a Jung en mano el artículo sobre la paranoia (Schreber) para el tercer volumen del Jahrbuch."(7) Y en esa primavera de 1911, el maestro también le anunciaba su trabajo acerca de los mecanismos diferenciadores de las psicosis y las neurosis. Trabajo que será parte jugosa del Congreso de Weimer, celebrado en septiembre, y que aparecerá bajo el título Formulaciones sobre los dos principios del acontecer psíquico(8).

    Desde la psiquiatría, Kraepelin y Bleuler, cada uno desde una óptica distinta, intentaban ordenar el campo de las psicosis partiendo de una fenomenología sintomática. La diferencia entre estas investigaciones y la psicoanalítica radicaba en que los estudios psiquiátricos partían de los síntomas manifiestos, mientras que Freud, batiéndose con sus propios supuestos sobre la neurosis, estaba convencido de que lo importante para entender la psicosis no era el síntoma sino el mecanismo que lo genera. Por esta razón, recurre a un análisis genético y estructural de la psicosis, aislando las diferencias con las neurosis, y buscando -en un sentido muy preciso- qué es y de dónde procede esa realidad psíquica sustitutiva. En el artículo sobre los dos principios planteaba toda realidad psíquica no como algo que pueda considerarse filosóficamente -no es nada que se obtenga con el método reflexivo-, sino como un horizonte donde sujeto y lenguaje se encuentran de un modo particular. Esa realidad, tanto en la psicosis como en la neurosis, no es el producto del pensamiento, sino su condición. El encuentro del lenguaje con el cuerpo, y la realidad psíquica producida sólo se manifiestan en su dimensión genética y estructural en la escucha analítica.

    Freud propondrá como núcleo de la psicosis de Schreber un fragmento de lenguaje que incide sobre el cuerpo; una simple ocurrencia, un enunciado (producido en él mismo) que le sale al encuentro como fantasía y que, luego, Schreber escuchará "desde fuera". El efecto de lenguaje, que al principio se presenta como seductora fantasía consciente, dejará en un segundo movimiento al sujeto fuera de campo, no incluyéndole y eyectándole de su propio discurso. De tal modo que éste percibirá su propio lenguaje como una exterioridad. Schreber dejará constancia de este peculiar modo de fantasear. El enunciado lo escribiría luego: "que bello debe ser, ser una mujer en el momento del coito"(9).

    La enunciación aparece como una raya en el agua. Como algo que traza unos límites para borrarse luego. Pero al contrario que el agua, la onda no se pierde en la lejanía, sino que retorna de un modo peculiar. Si hasta ahora toda la clínica de Freud había estado orientada a partir de una "realidad psíquica" instaurada que retorna desde lo reprimido (Unterdrücken), en la psicosis se trata ya de un retorno "desde fuera" (von aussen). Y "desde fuera" no quiere decir desde la realidad, sino desde un agujero, desde una falla que obliga al sujeto a crear un hiperespacio, a generar un cierto marco para la salida delirante.

    Podemos decir con Freud que todo el delirio no es más que una defensa creativa frente a la irrupción de un goce que, en este caso, cubre la realidad psíquica que enuncia: "Que bello debe ser, ser una mujer en el momento del coito".

    Que alguien pueda tener esa fantasía no quiere decir que por ello se precipite en el delirio. Deben darse ciertas condiciones. Una primera condición es de cercanía, de proximidad identificatoria por la falla de la propia identificación. ¿Quién es Daniel Paul? No es una pregunta problemática, sino abismal. Sin embargo, esa falla puede encontrar en los agarraderos de su vida una salida postiza hacia la mujer. Y, además, debe existir otra condición: aquella que borra toda barrera frente al goce. Cuando se presenta la "fantasía" nada viene a hacer de tope, y el sujeto queda absolutamente capturado. Prendido, pero no en el juego imaginario simulador, sino eclipsado "realmente" en el goce de la mujer en el momento del coito. Su cuerpo sufrirá la mutación, él mismo lo percibirá y tendrá la certeza de convertirse en mujer. Es decir, una condición del goce que rompe las barreras y hace imposible la represión primaria. Una irrupción del lenguaje "una mujer en el momento del coito", que antecede como acto, y que trasmutará toda la identidad del presidente Schreber. Esa irrupción, a la que no puede poner freno sino rechazar, forcluir, constituirá a partir a de entonces su realidad psíquica.

    Por ser rechazo y no represión, el retorno llegará desde "afuera" con un goce desmesurado ante el cual, sólo le cabrá crear esa morada de lenguaje que ponga cierto orden y constriña el goce invasor. Un "lenguaje fundamental" –Grundsprache lo llama Schreber-, a partir del cual generar una lengua "propia" y restaurar un orden.

     

    Partes: 1, 2
    Página siguiente