El "Charo" también les dijo algo a sus amigos y discutían en secreto. Luego se acercó a mí y continuamos conversando. Cuando llegamos a la casa de Carmen, ella me dijo: "Quédate aquí conmigo a dormir", yo le contesté preocupada: "No pedí permiso para dormir fuera, me tengo que ir a mi casa". Se acercó el mayor de los hombres, el "Flaco", le dio a mi amiga un puño de billetes. No entendí por qué en un principio. Carmen los metió en la bolsa de su pantalón, volteó hacia mí, y me dijo despacio: "Quédate aquí a dormir". No entendía lo que estaba pasando, le dije cansada: "No, se va a enojar mi abuelita, ya me voy". Con insistencia me tomó del brazo, diciendo: "Te puede pasar algo malo". La rechacé diciéndole muy segura: "No me va a pasar nada, ¿Qué te pasa? estás bien rara". El "Charo" también me dijo despacio como en secreto: "Quédate aquí con tu amiga". Cuando dijo eso el "Flaco" lo jaló y le secreteó algo alterado. Yo no entendía lo que pasaba, lo único que sabía era que tenía que llegar a mi casa a dormir para que no se preocupara mi abuelita. Me despedí de mi amiga y seguí mi camino… deseaba seguir platicando con el Charo hasta llegar a mi casa.
El "Charo" ya estaba muy serio, el que estaba muy amistoso era el "Flaco", y me ofreció tomar de una botella, pero lo rechacé… me preguntó: "¿Falta mucho para llegar a tu casa?" Yo negué desconfiada. Cuando llegamos a la esquina de la cuadra, vi que volteaba para todos lados… de pronto sentí su brazo alrededor de mi cuello y me tapó la boca… sentí un tremendo pánico que me paralizó por unos instantes… el "gordo" me tomó de los pies, y entre los dos me jalaron a un terreno detrás de chatarra, tirándome al suelo.
Al darme cuenta de lo que estaba a punto de pasarme, grité y me defendía con uñas y dientes, pero no podía con ellos… una lluvia de puños caía sobre mi quijada y cabeza… por momentos sentía como que perdía el conocimiento, pero me esforzaba con todas mis fuerzas por luchar, defendiéndome… me tapaban la boca, yo los mordía; me detenían de las manos, yo los pateaba. El "Flaco" me desnudaba tocando todo mi cuerpo, mientras les gritaba desesperado: "Tápenle la boca está gritando mucho", el "gordo" contestó: "Tápasela tú, nos está mordiendo, a mí ya me sacó sangre". Cuando me tapó la boca el "Flaco" lo mordí también… me miró con furia demente y con rostro descompuesto dijo: "Yo te voy a callar pa" siempre ¡@#$%^&." Sentí que las enormes manos del "Flaco" se cerraron en mi garganta, como tenazas frías, y una desesperación desquiciante se apoderó de mí al faltarme el oxígeno.
La desesperación, el terror y la angustia, al principio están más allá del dolor físico que envuelve el acto de estrangulamiento. Es algo fuera de toda comprensión humana…solamente aquel que haya pasado por lo mismo sabe de lo que estoy hablando. El asesino soltó mi cuello por un momento y pelaba con el "Charo", creo que él intentó detenerlo, luego volvió a mi cuello… siguió apretando…y apretando… y apretando con macabras y tenebrosas intenciones. Esos momentos fueron desesperada y tremendamente horribles… sentí en mi cabeza un dolor intensamente agudo, como si se me quemara por dentro… fue aumentando…y aumentando… tanto que ahora ya no sentía la falta de oxígeno, solo ese intenso dolor… una debilidad me fue envolviendo, inmovilizándome… de pronto sentí como si un hilo se hubiera roto dentro de mi ser… al momento desapareció el dolor completamente…ya no sentí nada en absoluto…pero aún pude ver el rostro de mi verdugo como a través de dos ventanitas con un velo muy transparente…luego sentí como si me movieran una pantalla. Creo que el asesino había soltado mi cuello, mi cabeza al caer al suelo, se movió inerte. El "Flaco" acercó su rostro hacia mí, observando mis ojos, luego volteó hacia otro lado, y lo escuché diciéndole al "Charo": "Órale llégale, ahorita que todavía esta calientita". También vi el rostro del "Charo" llorando asustado, escudriñando mis ojos…observé su mano frente a mí. Creo revisaba mi nariz para sentir si respiraba. Volteaba hacia el "Flaco" y luego hacia mí, y le gritaba: "¡La mataste "buey" la mataste!" Luego creo que colocó su mano sobre mis ojos… sentí como un telón grueso y pesado iba cayendo ante mis ojos…lentamente…hasta que todo fue oscuridad…
De pronto sentí que una fuerza o ángel de la muerte, me sacaba bruscamente de mi cuerpo, como de un guante… por unos instantes no supe que pasaba… luego vi mi cuerpo inerte en el suelo, y a ellos rodeándome como buitres… comprendí con tristeza lo que me había pasado… esa fuerza me elevaba lentamente por unos metros, podía verlos y también los techos de las casas… después sentí un fuerte jalón, y aumentó la velocidad… todavía veía las luces de la ciudad por momentos… luego sentí otro jalón, más intenso aún… me llevaba casi a la inconsciencia por la velocidad, sin embargo sentí como que íbamos por un túnel negro… luego atravesábamos algo material…. de pronto bajo instantáneamente la velocidad… llegamos a un mundo de tinieblas, no había luz, ni colores, todo era negro en diferentes tonalidades en brillo y opacidad. Creo que era por la distancia. Montañas negras, una tras otra, y los más extraño… había un silencio ensordecedor.
Esa fuerza, o ángel de la muerte, me arrojó en un lugar donde entré en una especie de transporte. Como un teleférico transparente, sin cables. Dentro iban varias personas sentadas, alcanzaba a ver unas diez, o doce almas, desde niños, hasta ancianos. Todos estaban vestidos con túnicas negras, que les cubrían de la cabeza a los pies… no se les distinguían facciones, solo una terrible y dolorosa expresión. Al ver sus rostros me trasmitieron todo sobre ellos, y un gran dolor en el alma, una profunda tristeza, un desaliento atormentador, como nunca he visto, ni sentido en este mundo. Ese sufrimiento no es de aquí, ese sufrimiento solo existe allá. Es el sufrimiento de saber que te han separado para siempre de tu Creador… lo comprendí completamente…. intenté gritar, pero no pude, no hay sonidos… entonces clamé con todas las fuerzas de mi espíritu y con mi mente: "¡Sácame de aquí Señor Jesucristooo, Señor Jesucristo sácame de aquíiii!" Las almas volteaban inquietas y extrañadas. Allá no hay pensamientos ocultos, todo está expuesto.
A un lado estaba un demonio grande y fuerte, de más de dos metros. Era algo así como el chofer, o carcelero. Sentí que gritaba a mi mente, como en telepatía algo así como: "Noooo, que es estoooo? ¡Porque clamas ese nombre? ese nombre, no se nombra aquí!" Su voz telepática me lastimaba, sentía desgarrarme de terror por dentro. En lugar de obedecer, cerré los ojos y seguí clamando al Señor Jesucristo. Sentí que caían sobre mí muchos impactos, y como latigazos que me atravesaban hasta el alma. Arrodillada con mi cabeza en el suelo, seguí clamando ignorándolos, clamaba con todas mis fuerzas: ¡Sácame de aquí Señor Jesucristooo, Señor Jesucristo sácame de aquí! "así permanecí por un momento sin tiempo… no había ninguna respuesta aparente…cuando cesaron los impactos, levante mi rostro… ya solo silencio y oscuridad… todos habían desaparecido… yo seguía aterrorizada clamando. Por alguna razón sabía que Jesucristo me estaba escuchando. Volví a cerrar los ojos e inclinar mi cabeza entre mis rodillas para seguir clamando: "Sácame de aquí Señor Jesucristo". Para mí fue una eternidad, fue como un momento sin tiempo, como un instante eterno, el que pasé clamando a Cristo… y resucité.
Regresé a mi cuerpo humano, sintiendo que algo caliente y pegajoso salía de entre mis piernas… era el "Charo" asustado gritó: " ¡Hay… revivió, revivió buey, volvió!" Escuché una carcajada del "Flaco" diciéndole: "Jajajaja no sea bruto, no ha de haber estado muerta, sabe que "fregados" le pasó". Yo me enderecé aturdida, abrochando mi blusa, sentí por un momento un embotamiento extraño… ignoraba que hacía ese hombre gordo besándome el cuerpo.
Había unas personas al final del baldío, del otro lado de la calle, hablaban entre ellas, señalando hacia donde estábamos. El "Flaco" dijo inquieto: "Hay que llevarla más adentro, nos están viendo babosos ". Al ver los fríos ojos del "Flaco" me invadió el terror. El "Charo" me tomó de la mano, para adentrarnos en otro baldío más escondido. Yo lo abracé llorando, le dije suplicante: "Por favor "Charo" déjame ir." Sentí que le trasmití amor de Dios, porque él también lloró, diciéndome: "Perdóname el "Flaco" me dijo que me iban a agarrar a mí, si no te lo hacía, tuve miedo, perdóname". El "Charo" volteó hacia el "Flaco" y le dijo: "Hay que dejarla ir, nos vamos a meter en un problema, ya nos vieron". El "Flaco" volteó a verlo extrañado, dejó de acomodar los cartones en el suelo y contestó irritado: "¿Qué? ¿Estas *@#%!&$, o qué? Como tú ya te "agasajaste" ¿No?" Luego fue y levantó una piedra enorme y la puso a un lado del cartón. El "Charo" le gritó asustado: "¡Nooo, ya sé lo que quieres hacer, ya sé lo que quieres hacer!" Sin hacerle caso el "Flaco" se volteó para acomodar la piedra más cerca del cartón. El "Gordo" estaba sentado en el suelo con una botella tomando. El "Charo" me susurró en el oído: "Corre". Yo seguía un poco aturdida, y le pregunté: "¿Que dices?" Él me dijo angustiado, con voz más alta: " ¡Que corras te va a volver a matar!".
Emprendí la carrera más desesperada de mi vida… al atravesar la casa abandonada tropecé con un alambre de púas. Caí al suelo raspándome la rodilla. Volteé atrás, el "Flaco" se había dado cuenta y venía hacia mí corriendo. Me levanté con dificultad. Sentía que mi cuerpo pesaba demasiado… seguí corriendo hasta llegar a la calle, las fuerzas me abandonaron y volví a caer, al levantar mi rostro vi que Verónica, la hermana de Carmen, venía corriendo hacia mí, me extendió los brazos y levantándome me preguntó asustada: "¿Que tienes Carmina? ¿Qué te pasó? Qué extraño, sentí que una voz me ordenó venir a ti"….Atrás de mí el "Flaco" también había tropezado con el alambre de púas. Cuando llegó a la calle se devolvió despavorido al ver que estaban Verónica, Camelia, y Nioro con sus novios. Ellos también venían llegando de una fiesta. Eran ex compañeros de la escuela. Me limité a contestar sus preguntas negando la violación. Marcos les dijo enojado a sus amigos: "Vamos por ellos, se pasaron de "lanza" con Carmina". Los otros jóvenes se quitaron las chamarras y dijeron decididos: "¡Vamos!", corrieron hacia el baldío, que daba a la unidad deportiva… los buscaron por un rato, inútilmente.
Mis amigas me dejaron sola por un momento. Luego volvieron, y me preguntaron si quería que le hablaran a la policía. Me negué, no quería que nadie se enterara de lo que me había pasado, además estaba aturdida, cansada, y adolorida, solo quería irme a mi casa a dormir, me dolía todo, el alma, el cuerpo. No quise que nadie me acompañara. Quería que todo y todos desaparecieran. Ellos formaban parte de ese lugar y suceso de forma involuntaria.
Me fui caminando sola. Al llegar a la esquina estaban las tres personas que me habían visto primero. Un joven amanerado se acercó a mí, me preguntó: "¿Hey eras tú la que estaba ahí con los hombres?" Yo les contesté cansada: "Si era yo". Con aparente preocupación dijo: "Vimos que saliste corriendo por el otro lado del baldío, ¿Qué te hicieron?" Yo seguí caminando, ya me quería alejar de todo eso. Les contesté enfadada: "Me golpearon," El joven terco poniéndose enfrente de mí me dijo: "Espérate, ¿O sea que no estabas por tu propia voluntad?" Negué con cansancio, y seguí mi camino. Pero el joven interrumpía mi paso y con cierta expresión de pena me dijo: "Nosotros pensamos mal… "¿Por qué no me sorprendía eso? Pasó una patrulla. El joven preguntó si quería que la llamaran, me negué de nuevo, no quería que nadie se enterara, me sentía avergonzada de lo que me había pasado.
Cuando la patrulla se alejó, me fui a mi casa. No dije nada a mi abuelita, solo levanté la cobija de mi cama, me cubrí hasta la cabeza, quería huir, esconderme, de todo y de todos. Elevé una triste oración a Dios reclamándole. No entendía por qué había permitido que me pasara todo eso. Sentí que me escuchaba y un desvanecimiento vino sobre mí.
Cuando amaneció, desperté con el rostro angustiado de mi abuelita frente a mí. Me preguntaba preocupada: ¿Que te pasó hija? Dime ¿Qué te pasó? Me dolía el alma, cada hueso de mi cuerpo; tenía las marcas de los dedos en el cuello; en mí rostro había pequeños puntos rojos, por la presión de los vasos sanguíneos al reventarse; los ojos con sangre; moretes en los senos y en las muñecas de mis brazos; mi cabeza inflamada por los golpes recibidos; la quijada adolorida con bordos y moretes. Ellos me golpearon mucho la quijada, y azotaban mi cabeza contra el suelo, porque querían que perdiera la conciencia y dejara de gritar y defenderme… pero yo nunca dejé de gritar, ni de luchar, me defendí hasta la muerte…mi cuerpo… solo muerto lo tuvieron.
A mi abuelita, yo le inventé una historia que me había peleado con una mujer muy brava. Ella quiso creerme, pero cuando mi tío José Luís vio las marcas que tenía en el cuello, me dijo enojado: "Esto me huele a "bravoso"". Se fue a buscar entre los vagos de la colonia, pero nadie sabía nada, no habían sido ellos. Fueron los de la Valderrama. Los vagos de la colonia me respetaban, porque me conocían, yo era amistosa sin excepción, pero me daba a respetar.
A mediodía me levanté adolorida, aún traía la misma ropa, me metí al baño y me di cuenta que tenía sangre en mi ropa interior. Sentí una tristeza infinita por haber perdido mi virginidad de esa forma. Me parecía tan injusto, tanto que me cuidaba, no quería ser una mujer fácil como decían que era mi madre María, y ahora me pasaba eso. Sentía que ya no valía nada. Mi mente estaba perturbada, de forma inconsciente me quise comportar como que no había pasado nada… ignorando lo sucedido, minimizaba el daño sufrido.
Me dirigí a casa de mi amiga Carmen, necesitaba hablar con alguien. Cuando llegué, me preguntó molesta: "¿Qué haces aquí? Mira como estas, vete para tu casa." Dándose la vuelta se encaminó hasta la recamara. Sus hermanas se acercaron interrogándome otra vez sobre lo sucedido. Susana la mayor, me jaló a una esquina y me dijo preocupada: "Mi hermana te vendió, denúnciala con la policía, trae mucho dinero creo que se lo dieron los que te hicieron eso, ya tiene tiempo que no trabaja y ahora trae mucho dinero, te vendió, denúnciala, yo cumplo con decírtelo porque no quiero cargar con eso en mi conciencia." Por alguna razón que no me explico yo no quise creer lo que me decía, la defendí, y le dije; "No creo, porque ella quería que me quedara a dormir aquí, yo no le hice caso". En eso se acercó Carmen y le dijo molesta: "¿Sigues con lo mismo Susana?" Su hermana le dijo angustiada: "Es que fue monstruoso lo que hiciste, mírala, es una niñita todavía, yo sé que tú tuviste algo que ver con lo que le pasó". Seguí defendiéndola de las acusaciones, recordé que ella me había pedido que me quedara a dormir en su casa, y me dijo que me podía pasar algo malo. En ese momento no recordaba que el "Flaco" le había dado un puño de billetes y ella se lo había metido a la bolsa de su pantalón. Pienso que tal vez, Carmen no quería que me pasara nada malo, pero se le hizo fácil guardarse el dinero y meterme a su casa a dormir, sin que me pasara nada, cuando vio que yo me fui y escuchó los gritos, no quiso llamar a la policía, por miedo a que la encontraran culpable de lo que me estaba pasando.
Me fui a la unidad deportiva, les contaba a mis conocidos que me habían golpeado. Algunos se alejaron asustados, sospechando lo sucedido. Creo que en mi mente aturdida buscaba justicia en el lugar incorrecto. Estábamos viendo un partido de fútbol, de pronto noté que uno de los miembros del partido me miró con insistencia, como queriéndome reconocer. Era el "Flaco", me había reconocido, y yo a él. Salió de la cancha alejándose a toda prisa, mientras yo busqué en el suelo algo con que atacarlo. Solo encontré unos clavos oxidados. Mi amigo el "Jessy" me preguntó: "¿Qué te pasa? ¿Para qué quieres esos clavos?" Yo le contesté nerviosa y asustada: "Ese es el "Flaco" el que me golpeó." El "Jessy" extrañado me preguntó: "¿Estás segura, que es el mismo? No creo que sea tan tonto de venir aquí, los que te hicieron eso han de estar escondidos". Me hizo dudar por un momento. Pero al ver al "Flaco" que volvió a voltear a verme antes de atravesar la puerta del parque, desapareció mi duda, era él, estaba segura, no podía confundir ese neurótico rostro. Quise correr tras él y hacerle pagar lo que me había hecho, pero por alguna razón incomprensible, mis pies no respondían. Los sentía pesados y pegados al suelo… podía escuchar los latidos de mi corazón… mi respiración se acortaba… sentí que las fuerzas me faltaban y solté los clavos que traía en la mano… reaccioné cuando él "Jessy" muy conmovido me dijo: "Pobrecita, ya cálmate, mira si estás segura que él fue, si quieres al rato le hacemos algo, pero tienes que estar segura, en este momento no estás bien, mejor vete a tu casa a descansar, luego hablamos". Después de un momento reaccioné y me fui a mi casa… me metí en la cama y me cubrí hasta la cabeza, quería dormir, escapar de todo, y de todos.
Pasaba horas en silenciosa oración, reclamándole a Dios lo que me había pasado. Me parecía injusto que después de todo lo que había sufrido en la vida, encima hubiera sido estrangulada, violada, y atormentada en ese mundo de tinieblas. Le preguntaba a Dios en oración una y otra vez: "¿Por qué morí de una forma tan horrible, Señor? ¿Por qué permitiste semejante brutalidad hacia mí, Padre mío? ¿Por qué fui llevada a ese lugar de tinieblas? ¿Por qué Padre?" A mi parecer, yo no le había hecho daño a nadie, si acaso a mí misma, además si era por mi condición humana de pecado, Jesucristo ya había pagado por mis pecados, ¿Qué no debería ir al cielo? Ya era salva, Jesucristo me había redimido al morir por mis pecados en la cruz, y yo creí en El y su Espíritu Santo me selló. No comprendía, cuándo le pedí que me sacara de ese horrible lugar ¿Por qué no me dejó entrar al cielo? ¿Por qué me había devuelto a este mundo? donde mi vida era tan miserable, e infeliz… ¿Que quería de mí?… ¿Por qué me hacía esto?… Me cansaba de llorar y reclamarle, y así me quedaba dormida, sintiendo a pesar de todo que Dios me amaba y consolaba…y hasta me arrullaba.
Un día al salir de la escuela, llegando a una esquina de la cuadra, salió el "Charo" a mi encuentro. Diciéndome que se quería casar conmigo, que porque yo era virgen, y que él había sido el único, que aunque yo no le creyera, se había enamorado de mí. No podía creer que se atreviera a decirme semejante barbaridad. Empujándolo con todas mis fuerzas, le dije furiosa: "!Me violaste idiotaaa! ¿Cómo crees que puede haber algo entre nosotros? estas mal de la cabeza, asqueroso demente." Él "Charo" me dijo suplicante: "Ya te expliqué, me dijeron que me iban a agarrar a mí si no te lo hacía y tuve mucho miedo, mucho miedo, no podía ni hacértelo del miedo, estabas muerta, bien muerta, yo te cerré los ojos con dificultad, tenías los parpados bien duros, y eso no es normal, estabas bien muerta, ¿Cómo le hiciste para volver? por favor perdóname…después que te dejé escapar, ya me andaba con el "Flaco" se puso como loco, me puso una "madriza" perdóname por favor Carmina…traigo un dolor aquí adentro que no me deja vivir". El "Charo" lloraba, arrepentido, recordé que me había dejado escapar, que el perdón no se le niega a nadie… lo vi tan cobarde y despreciable, que le dije con firmeza: "Te perdono con una condición imbécil…que no te me vuelvas acercar en mi vida ¡Idiotaaa!" Empujándolo con toda mi fuerza, lo quité de mi camino. Él dijo con el rostro descompuesto: el me seguía diciéndome "Si empújame, pégame, hazme lo que quieras, mátame si quieres". Apresuré mi paso y le dije mirándolo a los ojos con todo el desprecio que me inspiraba: "No me sigas, ni te me vuelvas a acercar en mi vida, si quieres que te perdone." Me alejé, deseando no volver a saber nada de él, nunca en mi vida.
Un sábado fui al club, ya por inercia y actuación, por un intento desesperado de pretender que no me había pasado nada y todo seguía igual… me encontré al "Temo", un ex compañero de la secundaria y amigo. Él era muy respetado y temido. Se sentó conmigo muy serio y me dijo: El "Charo" me contó lo que te hicieron…anda muy mal, está como loco, me pidió que lo golpeara…yo lo hice, me dio mucho coraje, tú eres mi amiga… Lo más "loco" que dice es que el "Flaco" te ahorcó…que te mató…dice el "Charo" que ya no tenías pulso, ni respiración, que él mismo te cerró los ojos, y que tú volviste de la muerte, que resucitaste… ¿Cómo estuvo eso?" Yo le conteste inexpresivamente seria: "Es cierto, pero no quiero hablar de eso". Los dos guardamos silencio por un momento… luego levantándose de la silla me dijo: "Si quieres hacerles algo, cuanta conmigo tú eres muy especial para mí ¿OK?" Y dándome la mano se despidió. Yo agradecí indiferente.
Los días se habían tornado muertos, grises, sombríos…totalmente apagado y tristes… mi vida estaba muerta… me levantaba de la cama hasta la tarde solo con tiempo de comer algo, e irme a la escuela nocturna, por insistencia de mi abuelita. Al siguiente día lo mismo, o muchas veces, ni me levantaba. Mi hermanita Berenice llegó a pasar una temporada con nosotras, me ayudó un poco a salir de mi depresión el verla tan necesitada de atención. Pero era muy pequeña para contarle lo que me había pasado. Yo intentaba jugar con ella y hacerla feliz por ratos, pero la mayor parte del tiempo yo me aferraba a cerrar los ojos a este mundo… dormía y dormía, y volví a dormir… y cuando no dormía seguía con los ojos cerrados cuestionando a Dios y quejándome con Él.
Así fueron pasando esos días muertos, uno, tras otro, y yo aun en mi cama, con los ojos cerrados, escuchando música dejaba volar mi mente, fantaseando, que era otra muchacha…que vivía en otro lugar…que tenía una familia con padres y hermanos amorosos que me cuidaban mucho, que éramos muy felices; otras veces fantaseaba que era la artista que cantaba las canciones que escuchaba en la radio; o que me salían alas y viajaba a otros países, paseando en castillos y paisajes bellos, o que era una princesa viviendo en ellos, o que llegaba un hermoso príncipe azul y en una bella carroza explorábamos tierras lejanas tomados de las manos. Así dejaba pasar el tiempo… con los ojos cerrados… formándome un mundo imaginario… y en ese mundo imaginario, yo era feliz…o imaginaba que era feliz… eran sueños encadenados… uno, tras otro… formando una dulce realidad…de sueños vividos, en mi mundo imaginario…
Ya no volví a intentar contra mi vida, aunque todas las noches le pedía a Dios que me llevara de este mundo. Mi tío José Luís me había explicado que los suicidas se condenan. Ya sabía a dónde van los condenados, y por ningún motivo quería volver allá, yo quería ir con Dios… pasarían muchos años para que yo comprendiera el porqué de mi resurrección y lo incomprensible de mi realidad.
Eli.C.Rey
El capitulo uno de los 44 relatos que contiene el libro Resucitada
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Autor:
Elia Carmina Reyes
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