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Asesinato Vivido (Relato)

Enviado por Elia Carmina Reyes


Partes: 1, 2

    Resucitada. Una historia de la vida real – Monografias.com

    "El que cree en mí aunque esté muerto vivirá" Juan 11:25-26

    edu.red

    Asesinato vivido

    Despertéesa mañana con una sensación de tristeza, nostalgia, y melancolía… al entrar a la cocina vi a mi abuelita sentada a la mesa limpiando frijoles…. me pareció tan tierna, tan viejita y frágil… la abracé con todas mis fuerzas, besé su cabecita y le dije con tristeza: "Mamita te quiero mucho, mucho mamita, nunca lo olvides." Mi abuelita palmeó mi brazo y me dijo: "Yo también hija". Siguió concentrada en lo que hacía. Ella siempre estaba haciendo algo, y cuando descansaba estaba leyendo La Biblia, así se quedaba dormidita… seguí todo el día triste, y meditando en mis recién cumplidos 16 años de vida… en la tarde me fui a casa de mi amiga Carmen… no tenía deseos de salir, pero ya había acordado que la acompañaría al club nocturno de rock.

    Llegaron por nosotras unos amigos de Carmen en camionetas nuevas, pero ellos querían ir a otro salón de música ranchera. A mí casi no me gustaba esa música… pedí que me llevaran a mi casa. Además me desagrado que sacaron un cigarro de marihuana y fumaron… me negué a fumar… mi amiga insistió diciendo: "Fúmale, tú ya la has fumando no te hagas la santa". Ante su insistencia yo le contesté enfadada: "Si la he fumado pero no me gusta el efecto, nunca me ha gustado, me aturde." Algo dentro de mí me hacía rechazar las drogas. Carmen tomó el cigarrillo y le fumaba con fuerza y ansiedad, diciendo satisfecha a sus amigos: "Yo fumo por las dos yeeea". Después de carcajearse idiotizada por un rato, discutió de forma acalorada con su amigo, y le pidió que nos llevaran al club de rock.

    Me encantaba el rock, sentía que la música se me metía en todo el cuerpo al bailar, entraba en otra dimensión, como si las notas musicales se agitaran con ímpetu, con energía propia dentro de mi ser, haciéndome olvidar no solo mi materia, sino todos mis pesares, me sentía liviana, casi en el aire, con dominio total del espacio y atmósfera, dueña de ellos… esa sensación que se me hizo vicio, sí me gustaba, era una euforia muy parecida a la felicidad me olvidaba de todo… personas bailando alrededor de mí, donde tenía la atención de todos, y además me decían que bailaba muy bonito, y eso me hacía sentir aceptada, aprobada, feliz… eso era lo que realmente necesitaba.

    Cuando cerraban el club, los que no teníamos auto regresábamos caminando en grupos. Esa noche yo venía con mi amiga Carmen. Se acercó el "Charo", un muchacho de mi edad con el que coincidí algunas veces en la alberca pública. Con él venían otros dos hombres ya mayores, pero se quedaban atrás conversando entre ellos.

    Me sentía muy bien platicando con el "Charo". El tampoco conocía a su padre, su madre lo había abandonado en la casa de una amiga, desde chico. Sentí una conexión muy especial, nunca había conocido a alguien con tantas similitudes. Al escucharlo hablar de su soledad, desamparo y sufrimiento, me vi en él, y deseé amarlo, aliviar su dolor, protegerlo, hacerlo feliz… sin medir las consecuencias, en ese momento mientras él hablaba, miré hacia el negro cielo y en mi mente le pedí a Dios en oración: "Quiero todo con este muchacho, quiero que me pida que me case con él, concédeme eso Dios mío, él es como yo, él sí comprende mi sufrimiento". Al terminar esa pequeña oración, seguí la conversación con el "Charo" sintiendo que algo grande estaba por suceder. Había en mí una emoción, que no alcanzaba a descifrar, como si ese momento yo ya lo hubiera vivido, o visto, como si me estuvieran repitiendo una película.

    Al acercarnos a la casa de Carmen, noté que ella platicaba con uno de los hombres mayores, le pregunté "¿Que te dijo ese hombre Carmen, por qué estas nerviosa?" No me contestó en el momento, después me secreteó: "Los amigos del "Charo" andan bien locos".

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