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Luis Oscar Martínez, el embajador guaiqueri en las riberas guayreñas

Enviado por Rubén Contreras


Partes: 1, 2

  1. El advenimiento y primeros pasos
  2. De vuelta a su lar a compartir el triunfo y la ilusión
  3. La reconversión de Guaiquerí a la pasión de la guayreñidad
  4. Luis Oscar, referencia permanente en el rescate de la Historia y Autonomía Varguense

El Advenimiento y Primeros pasos.

El nueve de octubre de 1930, la casa de Luis José Martínez Ríos y Ricarda Ordaz Indriago de Martínez, en Pampatar estaba llena de alegría y regocijo, había venido al mundo terrenal, con la sangre de los indios Guaiqueries, pero con la madera de guayacán Luis Oscar Martínez Ordaz, quien con el transcurrir del tiempo se va a convertir tal como lo refiere su amigo Ángel Ziade, en un embajador margariteño de Pampatar que ancló en las riberas guayreñas, para con su lira expresada en prosa cantarle sus ensayos históricos y así demostrarle su querencia compartida con su bienamada Gladys Peraza García, a la tierra pionera de la libertad americana.

Como en toda familia provinciana, la ilusión era que el muchacho tenía que formarse como un hombre de bien, con abolengo y prosapia, y para ello debía adquirir la riqueza más preciada, la sabiduría, la cual se obtiene a través del estudio, por lo cual, después de iniciado el bachillerato en el Liceo Francisco Antonio Rísquez en La Asunción, tuvo que viajar a Caracas y se gradúa de bachiller en el Liceo Aplicación. Esto era debido a que en la mayoría de las ciudades de la provincia venezolana, por lo general, se estudiaba hasta tercer año y quienes tenían sueños y deseos de forjarse un futuro mejor, debían pagar su noviciado en la capital de la república, Caracas, la convergencia de los caminos, para concluir el bachillerato, la antesala de la universidad. Tenía apenas 17 años de edad, era un joven corto en edad pero con grandes aspiraciones por labrarse un futuro promisor.

Ingresa a la UCV, a estudiar Odontología y cuando va en ascenso su escolaridad se trunca el estudio, debido a que el presidente de turno, Marcos Evangelista Pérez Jiménez, ante un reclamo de los jóvenes universitarios y venezolanos en general, por una apertura democrática, cierra la universidad en 1953, siguiendo los patrones de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, cuando cerraron la Universidad del Zulia en 1904, y la Universidad Central de Venezuela en 1912. La del Zulia estuvo cerrada hasta 1946 cuando la reabrió Rómulo Betancourt y la Central estuvo cerrada hasta 1922, Así respondían aquellos déspotas a los reclamos estudiantiles, porque los jóvenes no debían meterse en política, ahora se les hecha gas del bueno.

Pero Luis Oscar no se amilana ante esas circunstancias y se va para la tierra del sol amada, recala en su peñero de Pampatar en Maracaibo al son de la gaita y de la huasinga zuliana, bajo los acordes de del poeta Ubdón Pérez y se inscribe en la Universidad del Zulia y concluye su carrera de Odontología.

Así el joven guaiquerí pasó de las pensiones caraqueñas de San Agustín, en las cuales peleaba con las pulgas, chinches y garrapatas para conciliar el sueño, al calor marabino y a consustanciarse con el vocablo mollejuo de los maracuchos, compartiendo las luchas contra la dictadura con algunos amigos forjados en el quehacer de la cotidianidad, de los cuales recuerda con cariño a Simón Sáez Mérida, y cuando hacia un tiempo en el quehacer, se iba a las riberas para así disfrutar, en algunas ocasiones de la brisa lacustre, mientras consumía algunos patacones con huevos chimbos, al son de la gaita que se escuchaba a través de las ondas del lago.

Convertido en un profesional, con excelentes notas, que le sirvieron para ser becado por la Oficina de Bienestar Estudiantil en ambas universidades, con lo cual le aligeró la carga económica a sus padres continúa su ascenso académico doctorándose en Cirugía Bucal.

De vuelta a su lar a compartir el triunfo y la ilusión

Concluidos los estudios en 1955, regresa al lar nativo a entonar el polo margariteño y las malagueñas al son del trabajo, sumando sus aspiraciones a los de la mayoría de los venezolanos que querían un cambio en el rumbo de la patria, y al darse el advenimiento del parto democrático con la salida del déspota de aquellos tiempos en 1958 y firmarse el Pacto de Punto Fijo, con la integración del nuevo gobierno en 1959, asume la Dirección de Política de la Gobernación del Estado Nueva Esparta.

Empieza así el largo tránsito por la administración pública, que en algunos momentos va a compartir también en el ámbito legislativo, que lo va a llevar a derroteros de pasión por hacer amigos y conocer mundos, y apoyándose en ese cargo empieza a tallar con el buril de la constancia el don imperecedero de la amistad con todos aquellos que recalaban en su despacho y que iban por gestiones administrativas y de gobierno a la isla. Así conoce al abogado especialista en materia agraria, Dr. Víctor Jiménez Landínez, Ministro de Agricultura, quien va a ser el corredactor de la Ley de Reforma Agraria, sancionada por el Presidente Rómulo Betancourt el 5 de marzo de 1960 en el Campo de Carabobo.

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