Descargar

Efecto protector del apoyo social en la mortalidad en población anciana: un estudio longitudinal (página 2)


Partes: 1, 2

 

RESULTADOS

Los resultados presentados corresponden a los 755 sujetos entrevistados en 1996 (64,5% del total de la población entrevistada inicialmente), de los cuales fallecieron 55 (7%) durante el seguimiento efectuado en el período de 1996-1999. En la tabla 1 se describen las características sociodemográficas y la necesidad de ayuda para el cuidado personal y las actividades de la vida diaria de la muestra de 1996, según el sexo. En líneas generales, entre las mujeres había una proporción superior de personas de más de 75 años (24,8% frente a un 17,7%), viudas (47,2% frente 14,2%) y que vivían solas (33,3% frente al 10,8% entre los hombres). Por otro lado, una proporción superior declaraba un peor estado de salud percibida (56,3% vs 40,2% en las categorías de regular, mala o muy mala) y declaraba necesitar ayuda en el cuidado personal o en las actividades de la vida diaria. 

En la tabla 2 se resumen las características más destacadas del apoyo social. Entre las mujeres una proporción superior declaraba no tener ningún apoyo vecinal ni apoyo emocional, siendo las diferencias estadísticamente significativas en el primer caso. La proporción de mujeres que declaraba no tener ningún amigo, ningún hijo, ningún sobrino o ningún hermano era superior a la declarada por los hombres, aunque las diferencias únicamente eran significativas en el caso de hijos y sobrinos. Con respecto a las organizaciones e instituciones sociales y religiosas, los hombres declaraban pertenecer a algún club o asociación y asistir habitualmente a los centros de jubilados y a las plazas del barrio con mayor frecuencia, mientras que las mujeres asistían con mayor frecuencia a la iglesia

En la tabla 3 se presenta el análisis de la mortalidad para los hombres. En el análisis bivariado únicamente la edad y la necesidad de ayuda para las actividades cotidianas y el cuidado personal se asociaron significativamente con la mortalidad, mientras que convivir con familiares u otras personas pero no con la pareja mostró una asociación elevada (OR 3,7), aunque no significativa estadísticamente. Para las mujeres (tabla 4), tanto la edad como la situación de convivencia, la mala salud percibida (OR 5,7; IC 1,3-25,4) la falta de apoyo vecinal (OR 5,3; IC=1,8-15,3), la no asistencia habitual a la iglesia (OR 5,2; IC=2,1-12,6), el menor número de amigos y familiares (OR 5,4; IC=2,4-12,3), además de la necesidad percibida de ayuda en el cuidado personal y en las actividades cotidianas, se asociaron de forma significativa a la mortalidad en el análisis bivariado, aunque en el análisis multivariado únicamente la edad y la falta de apoyo vecinal mantuvieron la significación estadística.

DISCUSIÓN

Los resultados del estudio permiten caracterizar el patrón de apoyo social entre las personas mayores en un entorno urbano, y muestran un efecto protector sobre la mortalidad general en las mujeres. En líneas generales, una de cada cinco personas de la muestra declara no tener ningún apoyo vecinal y una proporción similar declara no tener ningún apoyo emocional. Sólo un 25% declara no tener amigos, y la mayoría manifiesta tener parientes de primer grado. Con respecto a las redes no familiares, menos del 10% acuden habitualmente al centro de jubilados, y casi una tercera parte asisten regularmente al culto religioso, mientras que un 60,9% acuden habitualmente a la plaza, mercado o algún lugar céntrico del barrio. Con respecto a la asociación de las diversas variables con la mortalidad a los 3 años, vivir sin pareja y con otros familiares, no tener apoyo emocional, y tener pocos amigos y familiares se asoció con la mortalidad en el análisis bivariado, pero no en el análisis multivariado para los varones. Para las mujeres, la mortalidad fue superior entre las que no vivían con su pareja, las que tenían menos apoyo vecinal, las que tenían menos amigos o familiares, o no acudían regularmente a la iglesia, lugar céntrico del barrio o centro de jubilados, aunque en el análisis multivariado únicamente se mantuvo la asociación con la falta de apoyo vecinal.

Entre las limitaciones del estudio cabe señalar, en primer lugar, los potenciales sesgos de selección, ya que un 20,8% de la muestra de 1992, elegida de forma aleatoria entre toda la población empadronada no institucionalizada, no pudo ser localizada en 1996. Sin embargo estas pérdidas no mostraron diferencias estadísticamente significativas con respecto a los que respondieron28. Por otro lado, no se pueden descartar por completo sesgos de información, ya que las variables de apoyo social no han sido validados previamente en nuestro medio. Finalmente, hay que tener en cuenta el escaso número de fallecimientos observados (55 casos) en el período de seguimiento, que limita la potencia estadística del análisis. A esta limitación puede haber contribuido la pérdida para el seguimiento de las defunciones ocurridas fuera de Catalunya.

En general, estos resultados son bastante concordantes con otros estudios realizados en nuestro país, aunque la proporción de personas mayores que viven solas es muy superior a la observada en Leganés (11,2%)26 o en Córdoba (14,1%)22, en tanto que en Barcelona representó casi un 25%, probablemente en relación con el mayor índice de sobreenvejecimiento de Barcelona. Por el contrario, el 50% de las personas mayores de Leganés declararon no tener amigos, mientras que en Barcelona esta proporción fue del 24,5%. En relación con la ayuda recibida, el porcentaje de personas que necesitaron ayuda para realizar actividades relacionadas con el cuidado personal fue del 18% en Leganés, del 16,6% en Córdoba y del 9,7% en Barcelona; y para actividades relacionadas con el mantenimiento del ambiente: del 86%, del 77% y del 22,4%, respectivamente. Estas diferencias podrían reflejar la tendencia observada en los países desarrollados hacia un aumento progresivo de población anciana que vive sola29, tendencia que sería más acusada en zonas urbanas. 

De los componentes del apoyo social analizados en estas investigaciones, el estado de convivencia no se asoció con la mortalidad en algunos estudios8,10, pero sí en otros1-3;7-8;10;13. En el nuestro, el estado de convivencia mostró una asociación significativa con la mortalidad en ambos sexos, pero sólo en el análisis bivariante. Es decir, las personas que no estaban casadas pero que vivían con alguien (hijos, sobrinos, nietos, etc) presentaron un mayor riesgo de fallecimiento. El apoyo emocional, que representa fundamentalmente la figura del confidente, esto es, la persona con quien poder hablar de problemas personales, se ha estudiado más extensamente en relación con la sintomatología depresiva30-32 y el estado de salud percibido2;23;33-36 que con la mortalidad. No obstante, en los estudios relacionados específicamente con la mortalidad, algunos autores encontraron asociación entre ambas variables7,17,37. En nuestro estudio, el mayor apoyo emocional no se asoció a la mortalidad en el análisis general ni tampoco al estratificar por sexos. Es probable que las diferencias de estos resultados obedezcan al tipo de variables incluidas en los estudios y a la variación de las escalas de medición empleadas: cualitativas o cuantitativas, así como a factores de tipo sociocultural, o factores de tipo psicosocial38-41. El apoyo instrumental, o la ayuda recibida por las personas mayores para la realización de actividades relativas al cuidado personal y a la vida diaria, se asoció en nuestro estudio a la mortalidad en hombres y en mujeres, tanto en el análisis bivariante como en el multivariante. Estos resultados coinciden plenamente con algunos estudios8;17 y parcialmente con los de Avlund13, que encontró asociación en el caso de las mujeres, pero no en el de los hombres. 

El apoyo vecinal, como componente de la red social, fue la única variable de nuestro estudio que se asoció en el análisis de regresión logística con la mortalidad, pero sólo en las mujeres. Algunos autores no distinguen entre vecinos y amigos, por lo que es difícil valorar la influencia de esta variable en los resultados obtenidos en sus investigaciones. En el estudio de Jylhä et al6 sí se especifican con claridad las relaciones con vecinos, aunque dicha variable no resultó ser predictora de la mortalidad. El tamaño de la red social (medido por el número de familiares y amigos, los vínculos familiares, los contactos o visitas con parientes y amigos) se asoció con la mortalidad en múltiples estudios1;3-4;8;11;16-17, aunque en otros, las asociaciones entre redes sociales y mortalidad, después de ajustar por las variables estudiadas, fueron débiles6;12. La pertenencia a asociaciones, la asistencia a la iglesia, hogar del pensionista, plaza o lugar céntrico del barrio fueron componentes de la red social que se asociaron a la mortalidad en la mayoría de los estudios realizados1-2;5-7;10-11;17;37. En el nuestro, sólo se asociaron en el caso de las mujeres en el análisis bivariante. 

En nuestro medio, parece ser que el apoyo social es más predictivo de la mortalidad en las mujeres, y que la red vecinal tiene mayor influencia que el número de amigos y familiares. Estos resultados deben interpretarse con cautela por las limitaciones señaladas, pero son consistentes en líneas generales con los estudios previos realizados en otros países que muestran un efecto protector del apoyo social sobre la mortalidad general. Los mecanismos causales deberán ser dilucidados en posteriores estudios y, probablemente, deberán ser establecidos a partir de la articulación de las influencias de contexto y la formulación de hipótesis muy específicas20; en el caso de la población de mayor edad, probablemente se trate de una combinación de factores de motivación, información sobre recursos y efectos directos del apoyo social, como factores protectores principales9. En todo caso, y con independencia de los mecanismos causales, los resultados refuerzan la necesidad de identificar aquellos colectivos de mayor riesgo de aislamiento y la adopción de medidas e intervenciones preventivas, como fomentar los puntos y lugares de encuentro de todo tipo dirigidos a las personas ancianas y otros colectivos; aunque no es sostenible a medio plazo crear artificialmente redes sociales de apoyo, es posible y deseable fomentar a nivel social los lazos y vínculos de apoyo social, y dar apoyo a las personas y grupos en situación de riesgo42. Los beneficios en salud justificarán sin duda los esfuerzos. 

BIBLIOGRAFÍA

1. Berkman LF, Syme SL. Social networks, host resistance, and mortality: a nine-year follow-up study of Alameda county residents. Am J Epidemiol 1979; 109:186-204 

2. House JS, Robbins C, Metzner HL. The association of social relationships and activities with mortality: prospective evidence from the Tecumseh community health study. Am J Epidemiol 1982; 116; 1213-40 

3. Schoenbach VJ, Kaplan BH, Fredman L, Kleinbaum DG. Social ties and mortality in Evans county, Georgia. Am J Epidemiol 1986; 123:577-91 

4. Orth-GomerK, Johnson JV. Social netword interaction and mortality. J Chron Dis 1987; 40: 949-57 

5. Kaplan GA, Salonen JT, Cohen RD, Brand RJ, Syme L, Puska P. Social connections and mortality from all cuses and from cardiovascular disease: prospective evidence from eastern Finland. Am J Epidemiol 1988; 128:370-80 

6. Jylhä M, Aro S. Social ties and survival among the elderly in Tampere, Finland. Int J Epidemiol 1989; 18: 158-164 

7. Hanson BS, Isacsson SO, Janzon L, Lindell SE. Social network and social support influence mortality in elderly men. The prospective population study of "Men born in 1914" Malmö, Sweden. Am J Epidemiol 1989; 130:100-11 

8. Welin L, Svärdsudd K, Ander-Peciva S, Tibblin G, Tibblin B, Larsson B. Prospective study of social influences on mortality: the study of men born in 1913 and 1923. Lancet 1985; 1:915-8 

9. House JS. Landis KR, Umberson D. Social relationship and health. Science 1988; 241: 540-5 10. 

10. Blazer DG. Social support and mortality in an elderly community population. Am J Epidemiol 1982;115: 684-694. 

11. Steinbach U. Social networks, institutionalisation, and mortality among elderley people in the United States. J Gerontol 1992; 47: 5183-5190 

12. Olsen J, Gunner- Svensson F, Waldstrom B. Social networks and longevity. A 14 year follow-up study among elderly in Denmark. Soc Sci 1991; 33: 1189-1195 

13. Avlund K, Damsgaard MT, Halstein BE. Social relations and mortality. An eleven year follow-up study of 70-year-old men and women in Denmark. Soc Sci Med 1998 Sep; 47 (5):635-43 

14. Baumann A, Filipiak B, Stieber J, Lowel H. Family status and social integration as predictors of mortality: a 5-year follow-up study of 55- to 74-year-old men and women in the Augsburg area. Gerontol Geriatr 1998 Jun ; 31(3):184-192 

15. Shye D, Mullooly JP, Freeborn DK, Pope CR. Gender differences in the relationship between social network support and mortality: a longitudinal study of an elderly cohort. Soc Sci Med 1995 Oct; 41(7):935-47 

16. Yasuda N, Zimmerman SI, Hawkes W, Fredman L, Hebel JR, Mazinger J. Relation of social network characteristics to 5-year mortality among young-old versus old-old white women in an urban community. Am J Epidemiol 1997 Mar 15; 145(6):516-23 

17. Pennin BW, van Tilburg T, Kriegsman DM, Deeg DJ, Boeke AJ, van Eijk JT. Effects of social support and personal coping resources on mortality in older age: the longitudinal Aging Study Amsterdam. Am J Epidemiol 1997 Sep 15; 146(6):510-19 

18. Israel BA. Social networks and health status: linking theory, research, and practice. Patient counseling and health education1982; 4:65-79 

19. Broadhead WE, Kaplan BH, James SA, Warner EH, Schoenbach VJ, Grimson R, Heyden S, Tibblin G, Gehlbach SH. The epidemiologic evidence for a relationship between social support and health. Am J Epidemiol 1983; 5:521-37 

20. Berkman L.F., Glass T. (2000). Social integration, social networks, social support and health. En: Berkman L.F., Kawachi I. (Ediciones). Social Epidemiology (páginas 137-173). New York: Oxford University Press; 2000.

21. Béland F, Zunzunegui Mª. V. Presentación del estudio envejecer en Leganés. Revista de gerontología. Número monográfico. 1995a Nov; 5.( 4 ): 207-214 

22. Espejo J, Martínez de la Iglesia J, Rubio V, Dueñas R, Fernández MJ, Yun A. Recursos sociales en mayores de 60 años. Su relación con factores sociodemográficos y de salud ( proyecto ANCO). Aten Primaria 1998; 21:88-96 

23. Ferrando J, Nebot M, Borrell C, Egea L. Apoyo social y estado de salud percibido población no institucionalizada de más de 60 años. Gac Sanit 1996; 10: 174-182 

24. Borrell C, Arias A, Baranda L., Lozares C. Manual de l'enquesta de salut de Barcelona. Barcelona: Ajuntament de Barcelona; 1992.

25. Cerdà N, Nebot M, Borrell C. La xarxa social i la salut en la gent gran. Barcelona Societat 1996; 6:62-69.

26. Béland F, Zunzunegui MV. Envejecer en Leganés. Revista de Gerontología. Número monográfico. 1995b Nov; 5.( 4 ): 209. 

27. Silva LC. Excursión a la regresión logística en ciencias de la salud. Madrid: Díez de Santos; 1995.

28. Lafuente JM. Relación entre apoyo social y mortalidad en población anciana no institucionalizada. Estudio de seguimiento a los tres años. Bellvitge: Institut de Salut Pública; 2000. 

29. Alvarez Dardet C, Peiró S. Informe SESPAS 2000: La salud pública ante los desafíos de un nuevo siglo. 4ª edición. Granada: Escuela Andaluza de Salud Pública; 2000.

30. Goldberg EL, Natta PV, Comstock GW. Depresive symtoms, social networks and social support of elderly women. Am J Epidemiol 1985;121:448-56.

31. Grant I, Patterson TL, Yager J. Social supports in relation to physical health and symptoms of depression in the elderly. Am J Psychiatry 1988. 145 :1254-8 

32. Brown GW, Andrews B, Harris T, et al. Social Support, self esteem and depression. Psychol Med 1986;16:813-31 

33. Weinberger M, Hiner SL, Tierney WM. Assessing social support in elderly adults. Soc Sci Med 1987;25:1049-1055,

34. Hanson BS, Östergren P-O. Social networks and health: theories and empirical evidence from Malmö, Sweden. Malmö: Lund University, Department of Community Health Sciences; 1994 

35. Dalgard OS, Bjork S, Tambs K. Social support, negative life events and mental health – a longitudinal study. Br J Psychiatry 1995;166:29-34 

36. Kaplan GA, Wilson TW, Cohen RD, et al. Social functioning and overall mortality: prospective evidence from the Kuopio Ischemic Heart Disease Risk Factor Study. Epidemiology 1994;5:495-500 

37. Seeman TE, Kaplan GA, Knudsen L, Cohen R, Guralnik J. Social networks ties and mortality among the elderly in the Alameda county study. Am J Epidemiol. 1987; 126: 714-23 

38. Dalgard OS, Haheim, LL. Psychosocial risk factors and mortality: a prospective study with special focus on social support, social participation, and locus of control in Norway. J Epidemiol Community Health 1998;52:476-481 

39. Liang J, Bennett JM, Krause NM, et al. Stress, social Relations, and Old Age Mortality in Taiwan. J Clin Epidemiol 1999;52(10):983-95 

40. Rosengren A, Orth-Gomer K, Wedel H, Whilhelmsen L. Stressful life events, social support, and mortality in men born in 1933. BMJ 1993;307:1102-1105 

41. Johson JV, Stewart W, Hall EM, Fredlund P, Theorell T. Longterm psychosocial work environment and cardiovascular mortality among Swedish men. Am J Public Health 1996;86:324-31 

42. Stansfeld SA. Social support and social cohesión. En. Marmot M, Wilkinson RG. Social determinants of health. Oxford: Oxford University Press; 1999.

Manel Nebot (1), Jose Manuel Lafuente (2), Zoa Tomás (1), Carme Borrell (1) y Josep Ferrando (1) (1) Institut Municipal de Salut Pública de Barcelona (2) Escola Universitaria de Infermería de Sant Joan de Deu. Universitat de Barcelona. Correspondencia: Manel Nebot. Servicio de Promoción de la Salud. Instituto Municipal de Salud Pública Pl. Lesseps 1. Barcelona 08023

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente