La palabra era considerada sagrada para los Antiguos Mayas, ya que encierra un poder mágico y trascendental, pues, ya por sí misma manifiesta una energía milagrosa que produce simultáneamente el sonido y la audición. Asimismo, puede otorgársele el poder de la concreción de lo abstracto, de manifestar lo inmanifestado, así pues, es un lazo entre el cielo y la tierra, por tanto, posee, al igual que los dioses, la cualidad de irrumpir en el tiempo, es decir, prescribe la inmortalidad, y esto se atestigua, no sólo en la civilización maya a través del Popol Vuh, sino que en numerosos pueblos precolombinos está presente la idea de la generación mediante la palabra y es esto precisamente lo que otorga sentido a la transmisión oral del conocimiento y a la narración de los mitos, pues hay que considerar el carácter iniciático de la palabra, una vez hecha símbolo, es decir, del mito mismo.
La palabra constituye el fundamento del cosmos y, ciertamente en esto, centramos el tema del presente escrito, pues su propósito es rastrear en qué medida vienen dados estos aspectos en el pensamiento maya y en su literatura, pero, sobre todo, en su gran libro sagrado: Popol Vuh.
Abstract The word was considered sacred to the Ancient Maya, as it involves a magical, transcendental power, then, and manifests itself miraculous energy which simultaneously produces sound and hearing. It can be given the power to the realization of the abstract, to manifest the unmanifested, thus, is a bond between heaven and earth, therefore, has, like the gods, the quality of break in time, that is, prescribed for immortality, and this is attested, not only in the Mayan civilization through the Popol Vuh, but in many pre- Columbian peoples present the idea of generation by word and that is precisely what gives meaning to oral transmission of knowledge and narration of the myths, then one must consider the initiatory character of the word, once made symbol, ie the myth itself.
The word is the foundation of the cosmos and, certainly in this, focus the subject of this writing, since its purpose is to track the extent to which these aspects are given in Maya thought and literature, but especially in his great book sacred Popol Vuh.
La cultura es un juego de símbolos, una simbólica de la que participa no sólo las entidades sociales o el individuo como tal, sino que conforma además la fuente del pensamiento e incluso constituye las estructuras e imágenes de los procesos mentales tanto para la colectividad como para la individualidad. Por consiguiente toda cultura histórica es necesariamente "mítica" en sus orígenes, o sea atemporal, cuando no ha generado sus prototipos simbólicos universales, los cuales se tratan de interpretar y "traducir" a un lenguaje que se adapte a las necesidades, imágenes y vivencias, de un pueblo o individuo determinado.
Federico González¹ El hombre de la Antigüedad fundamentaba su existencia en el mito, y siendo este una imagen o alegoría que traduce relaciones existentes en el universo o en la vida,2
todo le era sagrado y el mundo un juego perenne de relaciones misteriosas y simbólicas, poseedoras en sí mismas de significados evidentes, por esto vivía en un asombro constante, asimismo no delimitaba entre lo que llamamos realidad y ese otro plano intangible y atemporal que constituyen los mitos. Así pues, era capaz de deslindarse del tiempo y traspasaba, por decirlo de algún modo, el umbral de las manifestaciones fenoménicas, percibiéndose así envuelto en el cosmos, es decir, vinculado a la «esencia» universal, en un todo conjunto. Por tanto el mito ejercía gran influjo como intuitiva y gráfica concepción del universo y de la vida que, la más de las veces, era personificada, aprehendiéndola a imagen y semejanza de lo humano, de allí que lo plástico no sea mera alegoría externa de lo conceptual, sino que forma con ello una indivisa unidad originaria, vivida como si se tratara de la realidad misma.