- Objetivos
- Hipótesis
- ¿Cómo maneja el autor el tiempo y el espacio?
- Historia económica
- Bibliografía
- Conclusiones
- Aportaciones
- Coyunturas opuestas: la crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica
- Algunas consideraciones finales
- Conclusiones
- Bibliografía
En Europa junto a la secularización de la política hubo una secularización del pensamiento. La revolución científica del siglo XVII sentó las bases de una visión del mundo que no dependía de las asunciones y categorías cristianas. Al liberarse de la teología, los filósofos descubrieron nuevos aliados en la ciencia y las matemáticas. Para pensadores como Francis Bacon y el filósofo francés René Descartes, el destino del alma era menos importante que el funcionamiento del mundo natural, y aunque Bacon era empirista y Descartes un racionalista, ambos creían que el poder de la razón humana, utilizado correctamente, se imponía a la autoridad.
A partir de los estados feudales de la edad media, las regiones de Europa emergieron como naciones poderosas y centralizadas. Francia obtuvo la supremacía tras su triunfo sobre Inglaterra en la guerra de los Treinta Años en 1648. Gracias a los esfuerzos del cardenal Richelieu, Francia se convirtió en la potencia mundial dominante.
Durante el siglo XVII, España acusó la recesión general europea a la vez que se enfrentaba a una crisis nacional, y a partir de 1620 perdió gran parte del control económico y comercial de su Imperio. Disminuyó el contacto con América, continente sobre el que cada vez era menor su autoridad e influencia. La guerra de los Treinta Años (1618-1648) y otros conflictos agotaron las arcas del Estado, y las hambrunas y la escasez de recursos esenciales acabaron por llevar a la Monarquía Hispánica a la crisis. Por este motivo, España perdió la mayor parte de sus riquezas y se vio obligada a reducir el contacto con las colonias. Este hecho propicio que en el siglo XVII, América se convirtiera en un foco de rivalidad para las potencias europeas.
La población de América aumentó de forma espectacular en el siglo XVIII. Se incrementó enormemente la producción agrícola y minera y se fundaron nuevas ciudades. Los españoles crearon asentamientos y misiones en las actuales California, Arizona, Nuevo México y Texas. Creció la exportación de productos y metales. Se vendían pieles de animales, azúcar, tabaco, cacao, algodón e índigo, un producto empleado para tintes. Más importante aún fue el aumento de la producción de oro y plata.
Las colonias de América suministraban a España importantes cantidades de oro y plata extraída de minas en las que trabajaba mano de obra forzosa. Junto con la agricultura, era la explotación minera la que sustentaba el Imperio español en América. Las minas de plata más famosas se encontraban en Zacatecas y Potosí (en la actualidad pertenecientes respectivamente a México y Bolivia). Allí, los nativos trabajaban en las minas bajo duras condiciones y sometidos a un sistema de trabajos forzados.
Los metales preciosos (oro y principalmente plata) representaron una revolución en la economía europea. La banca prosperó, el comercio se expandió y los precios se dispararon. España, sin embargo, no era más que un lugar de tránsito para estas riquezas. El gobierno destinaba grandes cantidades a financiar las costosas guerras, las campañas contra los herejes, los lujos de los monarcas y los nobles, y los gastos administrativos de todo el Imperio. Además, la recesión europea que se inició en la década de 1620 afectó a España especialmente.
Dentro de los objetivos que señala Ruggiero Romano en su obra Coyunturas opuestas: La crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica encontramos que pretende hacer hincapié en la idea de que una mayor comprensión de nuestra historia nos permitirá pensarnos como una comunidad plural de americanos, al mismo tiempo unidos y diferentes. Me parece fundamental su objetivo, pues el lector debe comprender que es necesario que se reflexione sobre dicha idea, ya que es a partir de esta comprensión de la historia como podremos evitar los errores cometidos en el pasado. Al leer la obra me pude percatar de que Hispanoamérica en el siglo XVII tuvo un desarrollo muy diferente al de Europa, pues mientras ella crecía, Europa se encontraba en una tremenda crisis, la cual no le permitía hacer uso de sus recursos y mucho menos de su titulo de potencia.
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