El proceso de lectura es un proceso complejo que tiene sus inicios desde las actividades intencionadas que se realizan desde los primeros días de vida, pasando por el nivel preescolar y se extiende durante toda la vida académica del estudiante, sin embargo se debe asegurar su cimentación en el nivel de la básica Primaria y perfeccionarla durante la secundaria y media.
Uno de los factores que incide en la calidad de lectores que se forman la escuela, radica en la no estructuración de buenos hábitos de lectura de una manera intencional y conciente.
En su gran mayoría los malos hábitos de lectura que poseemos no son el producto de un proceso de enseñanza intencional por parte de nuestros maestros, mas bien fueron adquiridos por la falta de un proceso estructurado que nos ayudara a formar los hábitos para constituirnos en buenos lectores.
Entre los malos hábitos que poseemos, no siendo el de menor incidencia, es la subvocalización. Esta va desde la lectura oral susurrante hasta el acompañamiento de un susurro, audible mentalmente, paralelo la lectura del texto, pasando en ocasiones por un movimiento imperceptible de nuestros labios o de la lengua al interior de la cavidad bucal.
Este mal hábito hace mucho más difícil la comprensión del texto leído.
Para todos es común la relectura involuntaria del texto, la cual ocurre cuando nuestra vista se devuelve, sin control y de modo errático, sobre el texto que ya se ha leído, generando una pérdida sistemática de tiempo y disminución en la retención y comprensión del texto; de igual modo nos afecta la lectura cuando al regresar a la siguiente línea del texto nuestra vista se confunde con el renglón anterior o con el subsiguiente.
Cuando miramos a otra persona al leer, podemos notar una serie de pequeños "saltitos" que va dando el ojo al pasar por las diferentes líneas del texto, si esta serie de movimientos son numerosos al pasar por una línea, más lenta es la lectura y consecuentemente los niveles de retención y comprensión lectora disminuyen considerablemente.
En algunos casos, la cantidad de estos movimientos o saltos son iguales al número de palabras leídas. Esto, se constituye en otro de los malos hábitos que debemos erradicar para convertirnos en un lector eficaz.
Para algunos expertos, la velocidad de lectura no es importante, para otros una lectura rápida es la única salida para un buen lector. Sin embargo existen unos niveles mínimos de velocidad de lectura que un buen lector debe manejar, el cual se debe cultivar, o expresado de una mejor manera, "entrenarse" desde los inicios del proceso de aprendizaje de la lectura.
De acuerdo con las teorías sicológicas, se han conocido extensamente las capacidades del cerebro humano, este puede leer los signos, símbolos o estímulos que encuentra en el mundo exterior a través de los sentidos, oído, gusto, olfato, tacto y vista.
De la misma manera que un músico comprende los acordes de una melodía e identifica los diversos matices durante su interpretación, o cómo un catador de vino a través del olfato y del gusto alcanza a percibir tiempo de fermentación, cosecha y muchas otras características en el sabor y buqué del vino, o como lo hacen muchos colombianos, en el aroma y sabor del café, el buen lector emplea la vista para llevar la información de los textos escritos e imágenes al cerebro para su interpretación y análisis.
Si esta información es percibida de modo fragmentario, es decir por palabras o pequeños grupos de palabras, se afecta seriamente la posibilidad de una comprensión total del texto leído.
Es sabido que existe un lenguaje no verbal y es a través de la vista como el cerebro lee la información de las imágenes del entorno para inferir mensajes en una mirada, un gesto, expresiones faciales y posturas del cuerpo. En este aspecto los sicólogos poseen una gran habilidad para leer esta información al momento de adelantar un proceso de selección de personal o simplemente en las entrevistas dirigidas con sus pacientes. Se ha entrenado para leer esas señales o signos.
Tanto el músico, el catador de vino y el psicólogo, para solo hacer mención a estos tres casos, necesitan un proceso, complejo, intencional, sistemático, conciente y no corto en el tiempo, de entrenamiento disciplinado. Aprender a leer con la velocidad indicada y con altos niveles de comprensión requiere, de la misma manera, un entrenamiento similar.
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