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Antes de Ayer?


Partes: 1, 2

    1. A manera de Introducción
    2. El Nacimiento
    3. La Tradición
    4. Primer Inmigrante
    5. El Trabajo y La Hospitalidad
    6. La Humildad
    7. El Perdón
    8. La Solidaridad
    9. La Comunicación
    10. Machita y Pachito
    11. La Disciplina
    12. La Amistad
    13. La Unión Familiar
    14. Referencias

    A manera de introducción

    Pasa que si Alberto nació en agosto de 1926, yo no pude haber nacido en enero de 1927, por lo que hay un error: yo nací el 07 de enero, pero del 28, no es que me quite los años es que es así, la cédula puede decir cualquier cosa…

    Era entonces 1928 y en el matrimonio de Gabino Hernández y Saturna Romero de Hernández, ya habían nacido Isabel, Ramón, Juan y Alberto, cuando llegó Carmen Cristana; después, llegaron Juanita e Hilda, ésta fue la última; se salvaron siete, hubo siete que no se lograron.

    Gabino cultivaba la tierra, hombre silencioso, señalaríamos ahora que de alguna manera extraordinariamente reflexivo y pausado en su cotidianidad. Saturna dedicada a oficios del hogar, mujer de contextura fuerte y de temple endurecido por el vivir de cada día.

    La partera venia a la casa, el misterio y el agua hirviendo precedían el breve llanto al nacer. Según tía Isabel, "antes los muchachos llegaban calladitos y abrían los ojos como a los quince días. Ahora vienen con los ojos abiertos y no paran de llorar.

    Cuando una mujer paria, el hombre permanecía afuera. Hubiese sido un estorbo tenerlo ahí; además, ¿para qué? No hacia falta".

    Las restricciones económicas, y las carencias propias de aquel tiempo y de aquel lugar no fueron limitantes, para que en este núcleo familiar se gestaran la fe, la hospitalidad, la solidaridad, el perdón, la lealtad, el apego familiar, la amistad, la fidelidad, el trabajo, el respeto, el valor del prójimo, de los hijos y de la mujer, la dignidad, las tradiciones y las buenas costumbres… de esto hablaremos para recrearlo.

    Feliz cumpleaños Machita

    El nacimiento

    Si, era 1928 y en Ámsterdam se celebraban los juegos Olímpicos, nacía el Opus Deis, Alexander Fleming, bacteriólogo británico aislaba un moho que inhibe a los estafilococos, es decir, se originaba la penicilina y en Venezuela gobernaba Juan Vicente Gómez. Ahí, en el caserío denominado El Caballo ubicado en el estado Falcón, cercano a Tocopero, la familia crecía.

    Carmen Cristana apenas iniciaba sus pasos, escasamente habían transcurrido once meses de su nacimiento y ya el nuevo hermano anunciaba su llegada. Otro embarazo en Carmen Saturna estaba por finalizar; era el 27 de diciembre, los dolores de parto estaban presentes y la comadrona también. Los hijos reunidos afuera como pollitos al lado de Gabino. Éste en silencio, pero allí.

    En la pequeña casa de techo de dos aguas, con paredes frescas de tierra tejida con varillas, el piso de tierra comprimida, la de todos era igual, puertas grandes y ventanas abiertas para que entrara fresco, pues no se conocía el bloque y el cemento por allí. En este escenario convertido en sala de parto con su respectiva sala de espera, Carmen Saturna nuevamente seria madre.

    Su control prenatal consistió en una alimentación rica en productos naturales, en calcio contenido en la cal añadida al maíz para realizar su cocimiento para la elaboración de las arepas y ausencia de enlatados, asociado todo a la certidumbre de una rutina diaria donde las noticias no generaban estrés. Ellas llegaban primero a Coro y después con ocho días de atraso llegaban las versiones al caserío, los niños no tenían escuela esta se cumplía en el conuco; allí estaba lo que había que aprender, sin contacto alguno con los libros, salvo el libro de la vida, como lo sugiere Rousseau en su libro EL Emilio. El esposo en el conuco cercano a la casa, sacando el sustento de la tierra, en estas condiciones, la intuición se convertía en el mejor ecograma.

    Transcurren las horas y es cuando la partera sale del pequeño cuarto, y le anuncia a Gabino "esto es un caso, no puedo hacer nada, lo que viene… es un pie", en ese momento aparece la señora Delfina, en busca de información concerniente a la salud de la parturienta. Al referirle la situación, ésta dice: "búscame una totuma con agua y una barreta de jabón". Se enrolló las mangas de su vestido dejando al descubierto su piel morena oscura, se lavo bien las manos hasta el codo y se untó aceite de oliva, y le dijo a Gabino: "esto no lo voy hacer yo, lo va hacer Dios".

     

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