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Sabe más quien lee más. Una nueva historia


Partes: 1, 2
Monografía destacada

    1. Desarrollo
    2. Conclusiones
    3. Bibliografía

    Introducción

    Desde muy pequeña siento una gran atracción por el arte de las letras, en especial por las mágicas historias colmadas de seres imaginarios que han cobrado vida con la pluma de Hans Christian Andersen.

    En el paso de la niñez a la adolescencia debo confesar que pensé que ya no eran para mí esos cuentos de hadas que me recordaban una etapa pasada, pensaba que debía leer libros que trataran temas de más madurez, puesto que yo me hallaba más responsable y me sentía más reflexiva, pero con este trabajo me di cuenta de que los clásicos literarios y las obras cumbres de nuestro idioma no tienen etapas, edades ni ningún tipo de restricciones que tengan que ver con la edad del lector.

    Desarrollo

    Hans Christian Andersen (1805 – 1875) nació en Odense ciudad de Dinamarca, vivió una infancia de pobreza y abandono su primer éxito fue Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager en los años 1828 y 1829. Su primera novela, El improvisador, o Vida en Italia (1835), fue bien recibida por la crítica. Viajó por Europa, Asia y África y escribió muchas obras de teatro, novelas y libros de viaje. Escribió más de 150 cuentos de hadas y entre los más famosos figuran: El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, La pastora y el deshollinador, El ruiseñor ,El caracol y el rosal, La princesa y el frijol, El sastrecillo valiente y La sirenita.

    Una nueva historia

    Érase una vez en una linda caja de obsequio de cumpleaños, habían veinticinco atractivos soldaditos de plomo, todos muy apuestos con sus casacas rojas y sus pantalones azules. Lo primero que oyeron estos juguetes fue la expresión: ¡Soldaditos de plomo! Había sido un niño que acababa de descubrir su regalo de cumpleaños.

    Con rapidez el infante colocó a su diminuta escuadra en fila sobre una mesa, cada soldadito era la viva estampa del otro, excepto uno que mostraba una pequeña diferencia: le faltaba su fusil, pues al fundirlo había sido el último y el plomo no alcanzó para terminarlo. Así y todo allí estaba él, firme y decidido como los otros que sí se encontraban armados. El niño se percató del defecto del soldadito y pensó: "Mejor me deshago de él, de cualquier modo un soldadito sin fusil no me sirve y como son tantos mis padres no se darán cuenta."

    Al día siguiente el niño fue al desván de su casa, el cual estaba muy sucio y lleno de polvo. De pronto divisó un aparador chapado a la antigua, con la madera ennegrecida por el tiempo y todo cubierto de hojas rizadas y ridículos adornos tallados que se asemejaban a rosas y tulipanes muy extraños. El niño abrió el mueble y dejó al soldadito tirado junto a un muñeco viejo y feo que estaba tallado en el medio del aparador al cual sus hermanos más pequeños llamaban "General-Mándalo-todo-en-vanguardia-y-retaguardia-Guillermitopatasdechivo" El muñeco miraba con una sonrisa burlona, aunque no se pudiera decirse que se estuviera riendo, tenía patas de chivo, dos pequeños cuernos en la frente y una larguísima barba encantada que le daba muchos poderes.

    El soldadito y el muñeco intercambiaban pocas palabras pues para este último todo el tiempo del mundo le parecía poco para deleitarse con una linda pastorcita de porcelana que estaba encima de una mesa que se encontraba debajo de un espejo transportador hacia cuentos de hadas.

    La pastorcita llevaba zapatos dorados, el vestido de delicada muselina sujeto con una rosa roja, un sombrero y un cayado de oro, era sencillamente encantadora.

    El soldadito quedó maravillado con la sutil belleza de la pastorcita y ella también se enamoró de su sencillez y fortaleza, ya que los días eran muy cortos para sus interminables miradas amorosas.

    El muñeco"General-Mándalo-todo-en-vanguardia-y-retaguardia-Guillermitopatasdechivo", se dio cuenta del amor tan intenso que sentían el soldadito y la pastorcita y decidió encerrar al soldadito en el aparador para impedir que se hablaran. Cierto día nuestro soldadito ideó un ingenioso plan para escapar del malvado muñeco y burlar sus poderes.

    Inmediatamente que las manecillas de bronce del viejo reloj de caoba marcaron las doce de la noche, la vida en el desván comenzó, todos los juguetes rotos, viejos y desarmados empezaron a cantar bailar y así comenzó su fiesta de medianoche.

    La pastorcita de acuerdo al plan bailó y platicó toda la noche con el arcaico muñeco tallado en el aparador, luego le dio de beber una poción mágica que le daría al menos dos horas de sueño para que su lindo soldadito y ella pudieran escapar a un lugar muy lejano donde no serían encontrados jamás y de paso cortarle la barba que le daba tantos poderes al muñeco, así lo hicieron y escaparon a través del espejo transportador hacia cuentos de hadas que estaba encima de la mesa donde la pastorcita había estado hacía tanto tiempo.

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