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Aspectos anatomopatológicos del linfosarcoma en el cerdo (página 2)


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DESCRIPCIÓN DE CASOS

En el Laboratorio de Patología Animal de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Concepción se ha realizado el diagnóstico de tres casos de linfosarcomas en cerdos durante los años 1990, 1993 y 1994, respectivamente. Los cerdos afectados pertenecían a tres planteles de crianza industrial y los animales no presentaban signos, ni síntomas clínicos específicos atribuibles a la enfermedad.

Dos casos se encontraron en cerdos de 60 kg de peso vivo y el tercero correspondió a una hembra reproductora de 280 kg de peso vivo, de la cual se hicieron llegar al Laboratorio todas las vísceras con los tumores.

PRINCIPALES HALLAZGOS MACROSCÓPICOS

Los ganglios linfáticos estaban aumentados de tamaño y de aspecto blanco homogéneo, al corte no se pudo diferenciar la corteza de la médula. En un caso, se observó que los ganglios mesentéricos, específicamente el gastrohepático, estaba aumentado 2 ó 3 veces su tamaño normal y presentaba áreas hemorrágicas (fig. 1). Los ganglios más afectados fueron los submandibulares, retrofaríngeos, mediastínicos y gastrohepáticos

El bazo estaba extraordinariamente aumentado de tamaño en los cerdos jóvenes (60 cm de largo), con gran espesor y anchura. La cara parietal era lisa, pero en la cara visceral a nivel del hilio se observaron nodulaciones. La consistencia era friable y la superficie de corte irregular (fig. 2).

El hígado estaba aumentado de volumen, con un característico reticulado lobulillar debido a un mayor engrosamiento de los septos, o con presencia de un puntillado blanquecino de aspecto miliar (fig. 3).

En el riñón se observó un puntillado blanco de aspecto miliar y sólo en un caso se observaron grandes nódulos de hasta 3 cm de diámetro, dando al órgano un aspecto de lobulaciones externas (fig. 4). En el corazón se observaron petequias en el epicardio en un caso. El intestino tenía las placas de Peyer levemente aumentadas de volumen. Sólo en un caso fue posible inspeccionar el área tímica y la médula ósea, no encontrándose indicios de tumores.

PRINCIPALES HALLAZGOS MICROSCÓPICOS

Los ganglios linfáticos presentaban infiltración de células tumorales de origen linfoide de tamaño y forma variable, con abundantes mitosis. Estas células se encontraban distribuidas en todas las zonas del ganglio, reemplazando los nódulos linfoides de este tejido. En el bazo se observó una infiltración de células linfoblásticas en forma similar a los ganglios linfáticos, siendo difícil reconocer las estructuras histológicas de la pulpa blanca.

El hígado presentó atrofia de los lobulillos causada por la infiltración de tejido linfoblástico perilobulillar, constituido por células inmaduras de tamaño y forma variable. Además, entre los cordones hepáticos también fue frecuente encontrar células linfoblásticas (fig. 5).

Figura 1. Ganglio gastrohepático aumentado de tamaño con presencia de zonas blancas y hemorragias. Gastrohepatic lymph node, enlarged in size, with white zones and hemorrhages.

Figura 6. Riñón con infiltración intersticial de células linfoides inmaduras. Kidney with interstitial infiltration of immature lymph cells.

En el riñón había infiltración intersticial de células linfoides inmaduras especialmente en zonas perivasculares de la corteza y de la médula. Las mayores infiltraciones se observaron alrededor de arterias de la zona corticomedular (fig. 6). 

El corazón mostraba una infiltración de linfoblastos entre las fibras musculares, observándose a menudo compresión y atrofia de ellas.

Tanto los hallazgos macroscópicos como los microscópicos son similares a los descritos por Schifferli y col. (1995), quienes han diagnosticado esta neoplasia como linfosarcomas. Según Bettini y col. (1996) la mayoría de los linfomas se clasifican macroscópicamente como multicéntricos y microscópicamente como difusos, lo que coincide con el aspecto visto en estos casos, y con lo descrito por Perfumo y col. (1996). Basados en el aspecto histológico correspondería a células mixtas difusas según lo descrito por Bettini y col. (1996). Las observaciones coinciden con lo mencionado por Head y col. (1974), entre otros autores, quienes indican que los principales órganos afectados son: ganglios linfáticos, bazo, hígado y riñón (Moulton, 1990).

De los tres casos estudiados, dos corresponden a animales jóvenes, siendo ésta aparentemente la edad de mayor susceptibilidad para la presentación de la patología (Bostock y Owen, 1973; Moulton, 1990). Los signos clínicos son poco evidentes, como lo han descrito Head y col. (1974), quienes señalan que la disminución de ganancia diaria es uno de los pocos signos ante-mortem encontrados en los animales. En ninguno de los tres casos descritos aquí se observaron signos clínicos específicos como ataxia o parálisis.

Si bien la presentación de los casos fue esporádica entre los años 1990 a 1994, como también lo han encontrado Schifferli y col. (1995) y Bettini y col. (1996), esta patología tiene gran importancia desde un punto de vista económico, como lo indican ya en 1956, Monlux y col., debido a las pérdidas por decomiso y a los atrasos que sufren los animales. Sin embargo, el hecho más grave lo constituye su posibilidad de transmitirse genéticamente como lo han demostrado Mc Taggart y col. (1971). El diagnóstico de animales con este cuadro en nuestro país debe considerarse de extraordinaria importancia debido a la probable presencia de animales con un gen recesivo autosomal causante de linfosarcomas en planteles industriales. Sería interesante conocer la prevalencia de animales con linfosarcomas a nivel de matadero a fin de dimensionar su importancia, ya que si su patogenia es similar a la leucosis enzoótica bovina, la presentación de linfosarcomas en vísceras es una condición terminal de una enfermedad de mucho mayor difusión en el rebaño.

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