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Principios escriturales

Enviado por amos


Partes: 1, 2

  1. Un ejemplo
  2. Invitación
  3. Limitaciones humanas

Ha sido para mí un privilegio maravilloso y muy apreciado servir al Señor durante muchos años como ministro del evangelio. Sin embargo, nunca he sido pastor de una iglesia. Nunca he tenido la bendición de ser predicador regular de una congregación local. Después de graduarme de la Universidad y del seminario, me uní a mi padre para trabajar en la Clase Bíblica Radial. Y desde entonces, la mayor parte de mi vida ha estado involucrada en este trabajo y dedicada al mismo.

Aunque nunca he pastoreado una iglesia, mis años más tiernos, formativos e impresionables los pasé en la casa de un pastor. Soy hijo de pastor y siempre recordaré esos días. ¿Cómo podría olvidar las emocionantes experiencias de mi niñez cuando las ventanas mismas del cielo parecían abrirse y derramar lluvias de bendición tan abundantemente? Parece que fue ayer que, con la cabeza recostada sobre el hombro de mi madre, escuchaba las palabras de mi padre cuando suplicaba a las almas perdidas que huyeran de la ira venidera. Sí, siempre atesorare esos preciosos recuerdos, y aun más ahora que mi padre se ha ido. Hoy está con el Señor a quien amó y sirvió tan fielmente.

No obstante hay algunas cosas que me gustaría olvidar. Aunque la obra de un pastor puede ser muy satisfactoria y gratificante, también incluye experiencias extremadamente difíciles, desalentadoras y decepcionantes que pueden acabar con la energía de una persona y frustrar los esfuerzos hasta de más dedicado siervo de Dios. Por ser hijo de pastor conozco los singulares problemas que experimentan los que son llamados por Dios a tan honrado lugar de servicio. Por eso, siempre seré solidario con aquellos fieles pastores que tan noblemente sirven al Señor en su elevado llamamiento.

Como buenos soldados de Cristo, estos varones de Dios siguen sin quejarse a pesar de la tentación de abandonarlo todo y decir: ¿De qué sirve todo esto? Tienen todos mis respetos. Sé que cuando Jesús venga su recompensa será grande.

No son solamente la obra de predicación, el llamamiento y los deberes administrativos que agotan las energías y la capacidad de aguante de un pastor, sino el cansancio físico y la atención nerviosa que pueden ser resultados de relaciones tensas entre él y su congregación. Cuando hay malos entendidos y oposición por causa de honestas diferencias de opinión y fervientes convicciones de parte de miembros respetados, es cuando él mas siente la presión de su oposición. La incapacidad de agradar precisamente a quienes más ama y la desilusión de que se le opongan aquellos de quienes dependía para encontrar apoyo moral, son cosas que a veces lo llevan a levantar los brazos en señal de desesperación.

Es triste decirlo, pero en muchas iglesias, parece que el pastor no puede hacer nada bien. Por muy sincero que sea o por mucho que se esfuerce, siempre hay algunos que están listos para encontrar fallo y criticar. Alguien lo ha descrito de la siguiente manera:

  • Si el pastor es joven, le falta experiencia; si tiene pelo canoso, es demasiado viejo para los jóvenes.

  • Si tiene cinco o seis hijos, tiene demasiados; si no tiene ninguno, eta dando un mal ejemplo.

  • Si predica usando notas, ha empaquetado los sermones y es seco; si sus mensajes son improvisados, no es lo suficientemente profundo.

  • Si complace a los pobres de la iglesia, es porque quiere impresionar; si presta atención a los ricos, está tratando de ser un aristócrata.

  • Si usa demasiadas ilustraciones, descuida la Biblia; si no incluye historias, no es claro.

  • Si condena lo malo, es irritable; si no predica contra el pecado, dicen que es transigente.

  • Si predica la verdad, es demasiado ofensivo; si no presenta "todo el consejo de Dios", es un hipócrita.

  • Si no complace a todo el mundo, hace daño a la iglesia y debería irse; si hace a todos felices, no tiene convicciones.

  • Si maneja un auto viejo, avergüenza a la congregación; si compra uno nuevo, es porque ama las cosas terrenales.

  • Si predica todo el tiempo, la congregación se cansa de escuchar a un solo hombre; si invita a otros ministros, es porque evade sus responsabilidades.

  • Si recibe un salario alto, es un mercenario; si le pagan poco, dicen que eso prueba que no val mucho.

Ahora bien, reconozco que esto exagera la situación, pero también hace hincapié en la actitud general que hay en muchas iglesias. No parece que sea muy diferente según el sitio donde vaya o la iglesia a la que asista, siempre hay un grupo o facción que "le tiene inquina" al pastor. Aunque esté haciendo lo mejor que pueda para pastorear la grey fielmente, anhelando las ricas bendiciones de Dios en su ministerio y haciendo un esfuerzo grande para ganar la aprobación de la congregación como grupo, siempre hay alguien que le encuentra faltas, se le opone a sus espaldas, o censura públicamente sus acciones.

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