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El encuentro (página 2)

Enviado por Amimsped Opak


Partes: 1, 2

—Bello era sin duda aquel diario, y cuando pudiera descifrar sus líricas prohibidas, seguro encontraría el tesoro de los tesoros. ¿Y ahora como veré a Mitit de la misma forma? ¿Cómo asistiré el domingo a la capilla? ¡Y más imposible aun, después de leer su poesía!

Luna maligna.

Ja ja ja. ¡Locura!

Aislada en un baúl de tortura, Vi un alma de soltura,

Mi vida fue en su esencia de amargura.

Sus ojos como canicas de ensueño, Su lengua en profunda atadura,

No tiene alma, conciencia ni dueño,

Solo el calido sabor de la locura.

Fueron ecos sus palabras perdidas,

¡Con mi lengua lamí sus heridas!

¡Como loca toqué sus frases perdidas!

Y en el puro éxtasis, acaricié sus cobijas.

Me hundí en sus profundas fantasías,

¡Perdí mi poca conciencia! Alabando sus pútridas manos,

Fui victima de sus siniestras melodías.

—Bello sin duda, el camino empieza y Loes deberá de explicarme.

Ciertamente el diario de Imagus me había dejado un extraño sabor de boca, con sus siniestras frases y su filosofía obtusa. Aquella mujer que había nacido de una idea, esto es ya sin duda ya bastante difícil de entender. Su vida trascurría entre el espacio sináptico, se comportaba como una droga de naturaleza liberadora. Soltaba la conciencia a niveles incomprendidos. Sus alas negras como símbolo de un viaje a espacios infinitos. Sus recuerdos remontándose a la antigüedad le daban claros indicios arquetípicos, sumado esto al constructo de su figura angelical.

De la cima del mundo; como aquel retiro en el cual el sabio se pierde, con sus sueños de alcanzar las estrellas, y sus inconscientes deseos de morir. Pero aun y con todo esto bebe las claras aguas del discernimiento, y esto como único consuelo en la frialdad de su mundo, ¡ciertamente ella ardía como llamas en comparación! Las melodías de Imagus aun me suenan en los tímpanos, lo que no implica que las comprenda a plenitud. ¡Como desearía no haber leído jamás estas cosas! La gran ciudad ha perdido todo su encanto.

Así me quede dormida después de aquella profunda reflexión.

Loes.

—Esa noche me encontraba en un bar bebiendo con mis amigos, aquel lugar era más bien vulgar, con viejos taburetes, con paredes de tabla de orilla, mesas con manteles de plástico y música detestable. Aun y con todo esto Fran se veía muy alegre, disfrutaban todos departiendo bromas, muchas de las cuales eran respecto a mi persona, aquello no me molestaba en lo absoluto. El alcohol comenzaba a hacer sus efectos. En ocasiones pensaba preocupado en la interpretación que haría Lilith de aquel diario, me imaginaba pues que me creería un loco. Ice una pequeña reflexión sobre mi estado, los veía a todos muy en su diversión, las meseras se acercaban a los clientes, permitiéndoles en ocasiones rozar alguna parte de su cuerpo, estos gozosos pedían mas tragos, y el cantinero observaba con una mirada fría, esperando que sus pequeñas ninfas produjeran las emociones necesarias para un portentoso consumo. Era hasta gracioso ver como parecían aquellas tener una micro intimidad con cada cliente. Sentían estos celos al verlas pasar de cliente a cliente, ¡de cama, a cama!

Aquello acabo por deprimirme un poco, al ver que yo igual era partícipe de aquel absurdo.

Algunos hablaban sobre sus vienes, otros sobre sus hazañas, todo por cuanto pudiera impresionar a aquellas damas. Mi rostro comenzaba a adormecerse, mis actos a seguir aquella fantasía. La liberación emocional comenzaba a hacerse evidente. Y mis sueños de perfección retenían a duras penas aquellas divagaciones. ¡Como hubiera deseado estar con Lilith en aquel momento, pero sabía que aquello era del todo improbable!

Una raquítica silueta se sentó en una mesa apartada ¡seria acaso posible que aquel anciano se encontrara en aquel lugar!, lo cierto es que las meseras con el tenían un trato indiferente. Pedía tragos continuamente y aun así estos no parecían surtirle efecto.

Luego de esto pedí permiso a mis amigos y me retire de ellos. Aquello no les molestó en absoluto. ¡Bien en su mundo se encontraban en aquel momento! y ciertamente yo también en el mío. Me senté junto al anciano, y justamente era aquel viejo enigmático, me observó callado esperando mis palabras, y con agradable sonrisa le dije a su rostro impenetrable.

Loes: ¡Saludos! ¿Como te trata la vida?

—Su rostro áspero se inundó de calma, y tomando un trago me dijo mientras sus ojos se achicaban.

Gigalmesh: ¿Ves esta copa? contiene la dicha y la desventura, portadora de bienestar y desastre se posa ante nuestros ojos.

—Luego tomó unas extrañas hierbas y mientras las agregaba a la bebida dijo. Gigalmesh: La potencio pues con estas naturalezas místicas, la veo cambiar de licor a néctar sagrado. Así ella me cuenta de los eones, se refleja en mis ojos toda la historia. ¡No me pidas! pues no te daré, es producto hecho bajo altos conocimientos, por tanto exige estos a su portador.

—Aquellas palabras me intrigaron, seguro se trataba de alguna antigua droga, algún extraño remedio alquímico. De buen agrado acepté el que no me convidara de aquella. Luego de esta pausa le dije.

Loes: ¿Dime quien eres Gigalmesh? ¿A que te dedicas? ¿Como obtienes tus libros?

—Me observo como si ya supiese de mi pregunta, no expresó ningún asombro, y como un padre que da consejo a su hijo me dijo.

Gigalmesh: El conocimiento nos lleva a lugares inesperados, transporta nuestra alma a senderos de libertad. Obtengo mi sustento del apropiado cultivo: ¡En un bosque lleno de vida, para que necesito yo el dinero! ¡Con las hierbas, para que necesito yo medicinas! ¡Con materiales a mi alrededor para que necesito yo albañiles! Lo único que he obtenido del mundo del hombre es su sabiduría. He convertido mis excedentes en valores de uso para otros, he cambiado estos valores por dinero, y con este he comprado mis libros.

—Con un rostro de incredulidad que me atreví a hacer, creo que por los efectos del alcohol, le dije.

Loes: ¿Pero como has podido hacer todo eso? Estas un tanto viejo para esas faenas.

Gigalmesh: Verdad hay en tu deducción, mas no es en estos días en los cuales me ves. He vivido aquí ya desde muy joven. Ahora me dedico a mis lecturas, a disfrutar los beneficios de mi trabajo. Y aunque la dicha nunca será completa, pues las estrellas siempre han de recordarme mi insignificancia.

—Mis amigos me llamaron pues era hora de irse. Aquel viejo se levantó de improvisto, dio una palmada en mi hombro y se fue, no pude evitar verlo salir, así como siempre, con su paso sereno se perdió en la oscuridad. Nos fuimos a nuestras casas. Ya en mi habitación las estrellas me llamaban, y pude comprender la tristeza de aquel anciano al no poder morar en ellas. Así me quede dormido bajo el calor de la incertidumbre.

Al día siguiente decidí no ir al trabajo, el día me llamaba con sus melodías calmadas, el olor de los fogones en las casas, la gente en camino sus labores. me dirigí al parque, allí donde solía divagar por largo rato, me senté en Mi banda predilecta, aquélla junto al Gran árbol, Justo frente a la glorieta.

Estuve allí largo rato, pensando en lo de siempre. ¡hasta que mi lado se sentó un pastor evangélico! era este humilde, aunque no por ello dejaba de ser un potentado, su rostro de mediana edad, ropas serias, y pantalones oscuros, camisa de tirantes. Este me dijo con aquella voz de consejero, de conciliador milagroso, de hombre iluminado y, de tono vulgar.

Abel: ¡hola muchacho! yo sé tu nombre: Loes, eres el único en el pueblo que no asiste a ninguna iglesia, que acaso no te sientes solo, ¡yo fui como tú antes!

—En esto lo interrumpí un tanto contrariado y le dije.

Loes: ¡No mientras! ¡No me conoces! ¡Así que de ninguna forma puedes asegurar haber sido, o pensado como yo!

Abel: ¡claro que si! todos cuanto estamos lejos de Dios somos iguales: ¡hay un vacío en ti, que sólo él puede llenar!

— ¡En este momento sentí unas ansias incalculables de destruir sus seudo argumentos!

Abel: escucha esto: ¡porque de tal manera, amó Dios al mundo, que envió…!

Loes: ya sé en que termina tu patético versículo ¡para que todo el que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna!

Y te lo explicaré del final al principio. Vida eterna: ¡Acaso podría no ser esto un tan fantástico absurdo! El objetivo de la vida es seguir viviendo, ¡y qué lugar mejor para esto, que un cielo lleno de abundancia! ¡y claro que habría Paz en el, si ya no habría competencia por los medios de vida! ¡Lo que te explico es la base de tu cielo como mera invención! como el sueño magnífico de una mente inteligente, ¡pero más que nada, como el escape y relajamiento de un mundo de adversidades, ¡un escape a la selección natural! en donde los depredadores juegan tranquilamente con nosotros!

El hijo de Dios como cordero: ¡que no es esto un simple sacrificio, disfrazado de la idea de expiación! La extraña idea de que si ofrecemos algo preciado al padre seremos bendecidos, ¿Que acaso este padre no representa al macho alfa del mundo tribal? ¿Que acaso éste no mataba los hijos de la hembra para dar más beneficio a su prole? ¿Que acaso, el matar nuestros hijos, no implica sumisión a este? ¿Que acaso la virginidad no significa el no tocar sus preciadas hembras?

¿Que acaso tú Dios no representa al macho alfa?

Porque de tal manera amo dios al mundo: ¿que acaso no sería mejor decir? ¡Porque de tal manera amó el macho alfa a su prole, para así poder permitir la vida a los hijos de esta!

¡Que acaso no surge aquí Satán como el adversario! El siguiente macho, que trata de enfrentarse a su padre, y la posterior burla de los demás al no lograr este su cometido.

¿Que acaso tú Amado Jesús, no es más que el hijo primogénito, defendiendo los intereses de su padre? ¿Que acaso este no fue muerto por sus adversarios, Satanás si lo prefieres?

¡Así como vez! no me impresionas con tu teatro de la edad de piedra, ¡a otro tonto con ese cuento barato!

Abel: ¿¡pero!?

Luego de esto, se vio enfrentado con la innegable lógica de mi explicación. ¡vi un brillo en sus ojos, que no anunciaba otra cosa, que una absurda idea que le permitiera negarse la verdad!

Abel: ¡El diablo es muy astuto, y te hace pensar esas cosas! ¡No es con la razón que se entiende la gloria del altísimo!

Riendo pasivamente le respondí.

Loes: ¡ve y se feliz! ¡Pues nada podrá proveerte más placer, que la negación del mundo!

¡Pero ciertamente tu dios tiene forma y rostro de hombre! ¿O dirás que no es así?

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