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Niveles del moksha en la Baghavad-Gita

Partes: 1, 2

    1. Hombre y moksha: el despertar
    2. El "ser lo que se es": karma y dharma
    3. Dioses y moksha
    4. Cosmos y moksha

    Para todo pensador humanista, sea cual fuere su tendencia, la posibilidad de diálogo entre culturas se basa en la unidad de la cultura como producto humano. La reflexión crítica más o menos provechosa, cede paso a la interpenetración, enseñanza y en felices ocasiones, vivencia, según reclamaran M. Buber y Aurobindo Ghose, entre otros(1). La recuperación de la historia integral de la filosofía exige, entre otras tareas, la continua revalorización de las herencias filosóficas de Oriente y Occidente, conceptos éstos siempre problemáticos por lo demás. Como modesta contribución a esta tarea, se pretende retornar aquí sobre un concepto central en la religión hinduísta y los darsanas(2) vinculados a la tradición vedántica: el moksha, traducido por lo general como liberación, y las modalidades que presenta en la Bhagavad- Gita(3).

    Si la relación entre filosofía y poesía en Occidente se desvela cada vez más profundamente por los estudiosos, en el Oriente resulta un hecho esencial, una de las bases para el estudio del pensamiento en todos los órdenes, también en el filosófico, aunque se haya cuestionado muchas veces la existencia de la filosofía, en el riguroso sentido del término, en el Oriente, en especial en la India(4). En este trabajo partimos de los puntos de vista que admiten sin reservas la filosofía como forma peculiar de la cosmovisión india, multicultural y plurirreligiosa por lo demás(5).

    En el complejo conjunto que constituye la filosofía vinculada al hinduísmo, tanto en los seis darsanas clásicos dependientes de los Vedas como en las numerosas derivaciones de éstos hasta nuestros días, la B.G. ocupa un lugar singular. Si el Mahabharata, al igual que el Ramayana expresan, en su condición de epopeyas, el devenir del universo, sus contradicciones, su carácter de maya, su sentido y destino(6), la B.G. sobresale en la primera por el complicado entrelazamiento de poesía, religión, teología, ética, filosofía y estética que la conforma. Dentro de ella, la noción de moksha que reúne todos los anteriores sentidos, ocupa un lugar central. Como todas las categorías de la filosofía india, en este caso de la hindú, posee un carácter polisémico. En ella se presenta la indisoluble unidad entre interpretación filosófica e interpretación teológica del mundo, que genera formas peculiares de vivencia mística, no antitético en este aspecto de algunas concepciones antiguas griegas y cristiano-primitivas cuyos niveles de interpretación son numerosos y diferenciados aunque una vez aprehendidas sus claves más recónditas se comprendan como unidad(7).

    Puede afirmarse que los 18 diálogos que componen la B.G. giran en torno al moksha. Las restantes categorías y nociones se vertebran en torno a éste debido a su doble condición: propiedad divina y meta humana, por sus nexos con el binomio saber-ignorancia (vidya-avidya) y por constituir un sistema de grados jerarquizados. A su luz se revelan también los restantes problemas presentes en la obra. Creemos además–y éste será nuestro objetivo en el presente estudio–que la presencia y sentidos del moksha puede desglosarse en tres interrogantes: ¿qué es el moksha para el hombre? ¿qué es para los dioses? ¿qué es para el universo?, las cuales, en su unidad, equivalen al carácter cosmológico de la obra, dialógica como muchas semejantes en Oriente y Occidente.

    Hombre y moksha: el despertar

    El hombre es maya. A ella nace sujeto. Mientras exista su individualidad quedará comprendido en el nivel de maya. Con maya se vincula toda la percepción del mundo sensible, en los distintos grados que abarca y las generalizaciones que sobre él puedan realizarse. También las respuestas racionales, sensitivas y volitivas a cuanto de él proviene. Aun la vivencia de lo trascendente está incluída en maya, como el budismo se encargó de demostrar, al llevar a los últimos extremos la radicalidad de la doctrina mimansa. Este es el punto de partida de Arjûna, el príncipe Pandava, al acudir a la guerra acompañado de Krishna, a quien cree su pariente y amigo, y su auriga.

    Desde el punto de vista de maya, Arjûna es un modelo: ha recibido una esmerada educación como kshatrya, conoce los deberes de su casta, es decir, la modalidad del dharma que le corresponde, en la cual se incluyen las artes de la guerra. Pero nada de ésto lo eleva espontáneamente sobre el nivel ordinario del dharma.

    Si atendemos a las prescripciones para la casta kshatrya contenidas en el Codigo de Manú, encontraremos que su recta observancia conduce a la pureza de costumbres en este mundo y a la dicha en el otro(8). Pero los términos pueden interpretarse en sentido llano, lo cual es propio del hombre común, guiado por el ritualismo. Perfectamente educado como miembro de una familia real–no olvidemos que la guerra descrita en este episodio del Mahabharata ha sido provocada por un pleito sucesorio–Arjüna no ha sido sin embargo "despertado".

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