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Marxismo y socialismo en Mariátegui

Enviado por Rigoberto Pupo


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    El pensamiento filosófico-social de Mariátegui y su determinación marxista ha sido estudiado por muchos autores, incluyendo especialistas de trascendencia universal. Se han escrito diversos tratados biográficos, ensayos y otros trabajos especializados que de una forma u otra penetran en el pensamiento filosófico del Amauta. En algunos casos su abordaje, más que ir a la definición del filosofar de Mariátegui, se dirige a la exposición de fuentes o influencias para fijar las "inconsecuencias" marxistas y las "huellas" de las filosofías no marxistas presentes en él. Otros han intentado atribuirles una suerte de eclecticismo filosófico.

    A partir de estos y otros enfoques, no han faltado consideraciones que detectan en su pensamiento momentos voluntaristas, subjetivistas e incluso irracionalista. En gran medida estas suposiciones y rótulos se extraen de las propias citas del discurso de Mariátegui, o de sus criterios sobre los filósofos por los que ha transitado en sus estudios.

    Gran parte de estas conjeturas y tesis, responden a lecturas que enfatizan más en la letra inmóvil, fuera de contexto, que en el espíritu general que anima su pensamiento.

    Además del hecho de tomar determinadas categorías acríticamente, sin detenerse en el significado y sentido con que operan en el discurso del pensador peruano.

    También existen autores que se esfuerzan más en el espíritu creador del marxismo de Mariátegui y escrutan en la verdadera connotación de sus conceptos y categorías, destacando ante todo su carácter abierto a las adquisiciones del saber universal, a partir del hecho de ser un pensamiento afincado en la realidad y con ímpetu de acceder a ella en busca de la verdad. Estos enfoques –en mi criterio -muy acertados, en algunos casos se exceden a tal punto que hiperbolizan la originalidad del pensador y lo presentan con una creatividad de tal magnitud, que resulta ausente de todo principio y presupuestos asimilados.

    Es indiscutible –y esto lo señalan muchos autores- el carácter no sistemático de la formación del Amauta y la asimilación del marxismo no siempre en sus fuentes, sino a través de otros autores, etc. lo cual incide de un modo u otro en su aparato catagorial.

    Sin embargo, en mi criterio, si ciertamente no invalido los caminos seguidos, me parece que una arista poco investigada, reside en la especificidad de su pensamiento filosófico social y su concreción en la visión del socialismo, es decir, en las propias características sui géneris en que se cualifica su pensamiento y su acción. Cualidad que determina un estilo de pensamiento y un modo propio de aprehender nuestra realidad.

    Mariátegui no fue un filósofo profesional, sino un pensador cuya obra está mediada por su orientación artístico-literaria que desde época temprana de su evolución, despierta con fuerzas inusitada. Esto determina que su obra ensayística, tanto de naturaleza sociológica, como política, junto a las expresiones conceptuales del lenguaje aparezcan con las imágenes y otras expresiones de corte literario que imprimen al discurso sus particularidades.

    Pero esta especificidad cualitativa no es la determinante ni la que define su pensamiento filosófico social. Su pensamiento –ya sabemos, de filiación marxista- no se funda en tanto tal, ni en la ontología, ni en la gnoseología, aunque lógicamente, los emplea e incluye, sino en la axiología. Su cosmovisión filosófica-social, se centra en el hombre y la actividad humana y prioriza las dimensiones valorativa y práctica. Por eso siempre cuando se dirige a la realidad no la mira como cosa en sí, sino en relación con el hombre. No le interesa tanto qué son las cosas, sino ante todo, las necesidades e intereses sociales que satisfacen, para qué le sirven….

    Esto, por supuesto, sigue la línea del pensamiento latinoamericano, de fuerte arraigo humanista –antropológico. Pero en el caso de Mariátegui, no se trata sólo de continuidad, sino además, de ruptura. El humanismo marxista que propugna, concibe al hombre como sujeto creador y portador de la práctica social. Un ser socio-históricamente determinado, cuya "personalidad" (…) no se realiza plenamente, sino cuando sabe ser superior a toda limitación"[1].

    Este modo de concebir la realidad, a partir de un humanismo dialéctico historicista que capta la realidad subjetivamente, muy cercano y coincidentes con el espíritu de las Tesis sobre Feuerbach de Marx, y la concepción de Labriola y Gramsci, del marxismo como filosofía de la praxis, otorga estatus especial al pensamiento filosófico de Mariátegui[2]

    No comparte el ontologismo intelectualista desarrollado por una versión del marxismo, y sin rechazar la determinación de la realidad objetiva y el condicionamiento social del hombre, entiende que "la facultad de pensar la historia y la facultad de hacerla o crearla, se identifican"[3]. Identificación que explica del proceso mismo constructivo de la praxis social, del propio proceso de la producción humana en correspondencia con las necesidades e intereses que impulsan su actividad creadora.

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