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El genio maligno como sustento teórico en la duda metódica de Descartes


  1. Introducción
  2. Enfoque de monografía
  3. Primer argumento
  4. Segundo argumento
  5. El método como medio para edificar el conocimiento
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

Introducción

En el siguiente trabajo expondré la importancia de la obra "Meditaciones Metafísicas" del filósofo, matemático y científico francés René Descartes, en el ámbito de la filosofía moderna. El principal objetivo de mi trabajo es argumentar el cómo Descartes pudo sustentar su duda metódica bajo una postura metafísica y para ello, en primera instancia, analizaré la primera meditación metafísica de Descartes y explicaré el porqué de su necesidad de desechar aquellos conocimientos que hasta entonces había obtenido por los sentidos, los cuales nos engañan porque no nos podemos fiar de algo que una vez nos engañó y que a la vez nos produce duda, y mostraré cómo comienza ha aproximarse a demostrar la existencia de Dios. Pues desde su postura metafísica, existen ciertas ideas que son innatas y que sólo pueden ser percibidas por nuestra mente y no por la vía de los sentidos. Siguiendo esta línea, expondré el cómo comienza a edificar su edificio del conocimiento bajo una base metafísica que alude a la fe, o a la existencia de Dios, es acá donde Descartes llega a la conclusión de que no podemos ser engañados por nuestro creador, el cual es un ser bondadoso y perfecto, por ende en él no puede recaer la duda ni la más mínima intención de hacernos dudar de su creación, lo que para Descartes la realidad es Dios hecho substancia, lo que para nuestro autor es un problema de carácter físico y que le pertenece al estudio de la física en el cual él comienza a buscar sus primeras verdades, como lo expondré más adelante y como parte de mi primer argumento, el cómo logra paso a paso llegar a su primera verdad que alude a que si dudo de algo, es porque pienso y si pienso, existo. Y como parte de mi primer argumento también expondré el cómo Descartes empieza a buscar la causa de todas sus dudas, descartando la posibilidad de que Dios sea el causante del engaño y de la duda, dejando expuesto notablemente que cabe la posibilidad de la existencia de otro ser tan astuto como Dios, pero no más poderoso, el cual es el causante de nuestra duda, al que llamó "Genio maligno", y en el segundo argumento, expondré el cómo la "duda metódica" es construida bajo una postura de fe, y cómo nuestros sentidos nos alejan de las ideas innatas, y también, analizaré y explicaré el porque llega Descartes a concluir la existencia del "Genio maligno".

El Genio Maligno sustento de la duda metódica de Descartes.

Enfoque de monografía

Descartes hace una meditación profunda sobre la naturaleza de aquellas ideas que reflejaban la existencia de aquello que es exterior a él, y las que son de sí mismo.

En la primera meditación metafísica comienza a descartar lo que serían los sentidos como un vía engañosa para concebir las verdades absolutas, ya que no se puede fiar de algo que una vez produjo engaño, pues ¿quién tiene la certeza de que no nos volverán a engañar? Nadie. Es por eso que Descartes decide no creer en todo aquello que hasta entonces tenía tomado como cierto e intenta nuevamente a edificar el edificio de su conocimiento con la notable intención de poder fundamentar su gran reflexión sobre aquellas ideas dueñas del verdadero conocimiento que están impresas en nuestra mente por un ser superior a nosotros, el cual es Dios. De esta forma surge aquella duda sobre si aquello que percibimos es real o es parte de un sueño del cual constantemente reluce nuestra imaginación, pero Descartes se hace la interrogante; si Dios es bondad suprema ¿por qué ha de engañarnos?, pues según su propia naturaleza, un ser creador e infinito, fuente de verdad absoluta, no puede tener la voluntad de engañar a su criatura, ya que el hombre libre y conciente puede conocer y alcanzar la verdad y así poder actuar bien, por el contrario es una empresa difícil de lograr. En contraste a esto, llega a suponer la existencia de un ser poderoso y engañador que repercute en nuestra conciencia con la intencionalidad de hacernos dudar de lo que Dios puso ante nuestra vista. Y Rene Descartes con la intención de no atraer confusiones con la fe, se refiere a un ser astuto con tendencia al mal, el causante de su constante errar, al que en su postura llamó como el Genio Maligno. El enfoque de mi monografía está encaminado desde lo anterior expuesto, puesto que Descartes en su pensamiento metafísico logra llegar a una primera verdad, si dudo, pienso y si pienso, existo. En la cual comienza a buscar nuevas ideas y analiza la posibilidad de que en el mundo exista otro ser aparte del yo, debido a que en el dudar mismo está incluido de que el yo, no es el creador de las ideas del conocimiento verdadero, pues si fuese así no habría duda, por lo que busca la existencia de un ser superior, idea que del que yo mismo no pueda ser la causa de la existencia, sino más bien de que exista una causa primera que represente el verdadero conocimiento y del cual no surja ninguna duda de todo aquello que se percibe. Y también, al deducir en el orden físico de las cosas, puede persuadirse que ésta causa primera es Dios, y si es quien nos creó y dotó de un conjunto de órganos y alma para poder actuar y conocer la realidad, no podría ser él quien nos cause la duda, lo que implica la existencia de otro ser que quiera engañarnos y ponernos en un estado de constante confusión frente a lo real, ser al que como mencioné en líneas anteriores, le llamó el Genio Maligno.

Nuestro autor necesitaba encontrar la vía por la cual llegar a ciertas verdades en las que la duda no tenga cabida. Tales cosas de las cuales no tenía seguridad alguna al no tener la certeza, lo mantenían en constante confusión al no saber cómo distinguir aquello que se le presentaba en los sueños, pero Descartes nos dice que "(..) Se ha de confesar que han sido vistas durante el sueño como ciertas imágenes pintadas que no pudieron ser ideadas sino a la semejanza de las cosas verdaderas"[1], independientemente de que estas sean falsas o verdaderas, la única certeza es que existen en nuestro conocimiento, es por eso que dice que aquel conjunto de órganos que componen su cuerpo sí existen, tales como los ojos y la cabeza. Descartes alude a la física para poder explicar de alguna manera el por qué de su continua duda frente a las cosas corpóreas en las que recae la figura y la extensión, la cantidad o la magnitud, el número de las mismas, el espacio en el que están, el tiempo que duren, etc. Deduce que aquellas ciencias como "la física, la astronomía, la medicina y todas las demás disciplinas que dependen de la consideración de las cosas compuestas[2]son ciertamente dudosas, por el contrario hay disciplinas que tratan cosas más generales a lo que puede ser más bien menos dudoso sin importar de que estas existan o no en la naturaleza, así como por ejemplo la aritmética que nos indica que un cuadro no tendrá más de cuatro lados y que éste no variará en la vigilia ni en el sueño. Descartes al finalizar la primera meditación metafísica, en donde en primera instancia desecha todo conocimiento que había obtenido por medio de los sentidos y que tenía como verdaderos, comienza a dudar de su propia postura, porque al ir descubriendo, en la medida que deduce, se da cuenta de que aún no puede comprobar su propia existencia, aunque tiene toda la intención de hacerlo y alejarse de todo lo falso, esto le requiere un inmenso esfuerzo, y a veces la pereza lo lleva a una vida ordinaria, es por eso que nos explica a través de la metáfora; "como el prisionero que disfrutaba en sueños de una libertad imaginaria, cuando empieza a sospechar que estaba durmiendo, teme que se le despierte y sigue cerrando los ojos con dulces ilusiones[3]así él se deslizaba voluntariamente a sus antiguas creencias, puesto que la luz y las tinieblas, como contrastes, siempre estaban en su conciencia.

Primer argumento

Siguiendo esta línea que Descartes dejaba demarcada, cuando alude al Dios supremo, creador de toda la naturaleza, el cual nos dio el alma para poder comprender y ser concientes, que no se puede deducir ineludiblemente de esta postura de fe, que Dios nos quiere engañar y ponernos en constante duda sobre aquello que creó. Es debido a esto que Descartes en sus meditaciones tiene la necesidad de buscar la causa de todas sus dudas, porque sólo de ésta forma tendrá la posibilidad de avanzar en su pensamiento, y es por eso que recalca en su primera meditación la existencia de un ser tan superior a Dios, un ser listo, el que tiene su razón de ser en el mal, al que como ya había mencionado anteriormente, le llama el genio maligno. Desde la segunda meditación metafísica sigue descartando todo aquel conocimiento que ofrece algo de duda, y continua cuestionando de todo lo que ve y todo lo que está representado en su memoria, y es en esta ocasión en donde se pregunta, pues ¿ qué es entonces lo cierto? Y respondiendo a esto, dice, quizá solamente que no hay nada seguro. Pero aún con esta reflexión no se aproxima a la cuestión que persigue, es decir, a su fondo metafísico. En su constante reflexión Descartes también piensa que quizás es él, el que crea las imágenes que se le representan en su mente, porque independientemente de que no tenga la certeza de que todo lo que observa exista, puede no dudar en su existencia, pues ciertamente existía si se persuade de algo, este persuadir es su conciencia, en la que se representan la infinitud de imágenes que remiten a lo corpóreo, y es acá en donde Descartes nos enfoca el camino para aproximarnos con mayor claridad a lo que quiere afirmar, pues nos pronuncia que éste genio maligno es el que le hace errar constantemente, y si éste ser lo engaña, pues, existe él también. "por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo[4]en estas palabras hace referencia a lo que es su indudable existencia, ya que la facultad de imaginar es una forma de pensar y el pensar es una cualidad de la mente, por lo tanto afirma que el pensamiento le es propio, pero ¿qué soy? Una cosa que duda, que conoce, que afirma, que niega, que rechaza, y que imagina y siente. Y, ¿qué es pensar? Algo existente, algo que no puede ser arrebatado de nuestra mente, yo soy, yo existo, y, ¿por cuánto tiempo? En tanto que pienso, es decir, en cuanto sé que pienso y que esta facultad me pertenece, notablemente existo. Para Descartes la idea de Dios no podía provenir de nuestra mente debido a nuestra imperfección, pues una idea tan perfecta no podía provenir de un ser inferior a esa idea divina y menos ser su causa, imperfección que para Descartes es la causante de nuestra constante confusión sobre todo aquello que percibimos, imperfección que permite deducir que nuestra mente no puede ser creadora de las ideas verdaderas, pero sí ser partícipes de ellas, porque al dudar estamos pensando y si pensamos es que existimos, y porque también somos substancia que tiene por esencia el pensar, afirmando esto desde la noción de que existe una realidad compuesta de substancia configurada en la idea de Dios, realidad que es percibida por nuestra mente, por lo tanto, no podemos ser la causa de la idea de Dios que alude a la perfección, pero sí ser la causa de la perfección objetiva porque participamos de ella, y encontramos en ella la representación de las ideas impuestas por éste ser superior causa primera de las cosas.

Segundo argumento

Al llegar a construir todo este sistema metódico, utilizando la duda, una duda de carácter universal, como un medio para llegar a una primera afirmación, o a una verdad irrefutable, si se duda de algo, es porque pienso, y si pienso, existo, soy existencia y participo de todas esas imágenes que surgen en mi conciencia, pero la duda de Descartes no recae en el escepticismo, porque a través de ello comienza a edificar su postura filosófica, sólo admite como verdaderas las ideas evidentes, aquellas que son claras y cuyas partes se componen de un orden nítido en nuestra mente, y distintas ya que se delimitan de las demás. Todas estas ideas bien ordenadas de nuestro autor, remiten a una manera que concebir conocimiento, esta vía que utiliza le permite manifestar su postura de fe y la aceptación de un ser superior a nosotros, creador de todas las cosas, y si duda es porque cada una de las ideas que tenemos no son iguales a las cosas que vemos y que percibimos por los sentidos, pues estamos en constante duda, así nos impone su ejemplo del sol, en el que dice que en su mente tiene dos ideas distintas del sol, desde siempre ha visto el sol como una esfera pequeña, pero a través de la astronomía conoce que el sol es más grande que la tierra. Descartes está en una incesante búsqueda de una armonía y reconciliación entre lo conciente y lo inconsciente, por lo tanto requiere de un mundo simbólico de interacción entre lo universal y lo particular "(…) la imaginación alza el vuelo que nos impulsa hacia las cimas del espíritu". Dicho impulso es el que lo llevaba a Dios, y por consiguiente, sus dudas no podían provenir de un Dios bondadoso, por lo cuál recurre a lo que conocemos como contraste, al causante de las causas del engaño y del errar, "el genio maligno", que desde el plano netamente de la fe, es el fiel representante del demonio que de ninguna manera es omnipotente como Dios sino que posee una potencia menor e incluso mantiene un rol tentador y que pone a prueba en la dinámica de salvación; el mundo, el demonio y la tierra fueron señalados por la tradición eclesial como los tres enemigos del alma por antonomasia, en estos elementos es donde el genio maligno cartesiano actúa, es su radio de acción. Desde el plano metafísico que Descartes utiliza como base para sostener su postura filosófica, que apunta hacia la búsqueda de las ideas innatas, afirma la existencia de Dios, como la perfección misma. Pero como un ser perfecto no puede ser engañador, pues el engaño depende de algún defecto, para esto busca la causa que produce la duda en nuestra mente, lo que le permita mantener en pié su postura bajo los cimientos de la fe, y hace alusión al antes ya mencionado "Genio maligno".

Subtema

El método como medio para edificar el conocimiento

Descartes plantea su estado en el que se encuentra respecto a todo el conocimiento que ha concebido en su vida. Habiendo hallado, en el que creía poseer, más motivos de duda que de certeza, comienza a utilizar el "método" como medio que le servirá para construir y contribuir aquellos argumentos que sobresaldrán en su época y los que posteriormente serán los argumentos de una ciencia admirable. Para determinar si hay algo verdadero o real en el mundo y, en caso contrario, al menos tendrá la certeza de que no hay en absoluto ninguna verdad. El método que se propone aplicar se basa en la duda, de modo que considerará falso todo aquello en lo que se encuentre el menor motivo de duda; no se trata, pues, de que Descartes se convierta en un escéptico: se trata de la llamada "duda metódica, la aplicación de la duda como método de investigación, indica la búsqueda de la verdad como su objeto de su conciencia. Considera que un conocimiento, para ser tomado como verdadero, ha de poseer la característica de la certeza, que viene a significar una especie de seguridad en la verdad del conocimiento. La certeza viene a significar, pues, la seguridad en la verdad de nuestros conocimientos. Por consiguiente, la menor sombra de duda hará desaparecer esa certeza y Descartes considerará necesario asimilar dicho conocimiento a un conocimiento falso. Habrá que examinar, pues, si lo que hemos tomado hasta ahora por conocimientos verdaderos poseen o no esa característica, y pueden o no ser sometidos a duda. No será necesario examinarlos todos; bastará examinar los principios en que se fundan y, del mismo modo que un edificio se derrumba si fallan sus cimientos, el edificio del saber se derrumbará si los principios en que se funda resultaran ser dudosos. Para nuestro autor, el método, recalca, a de ser matemático y universal, pues en las matemáticas es considerada como una disciplina que se ocupa de un mundo más bien idealizado, y puesto que lo universal es el conocimiento objetivo en el cual no debería caer duda alguna. Para Descartes el método, también lo determina como las reglas ciertas y fáciles, para quien las sepa aplicar no podría obtener algo falso por verdadero, éstas reglas necesariamente son creadas para descubrir verdades, Descartes a través de sus profundas meditaciones realiza una acción memorable, puesto que su lúdica conciencia le permite evitar el pensamiento categórico e ir más allá de la simple percepción de lo sentidos y de lo que se nos presenta muchas veces como lo real. Mientras puede notar que sus sentidos no les proporcionan un buen servicio a su alma, puede cuestionar todo aquello que en su alma existe, pero primeramente comprueba su existencia; al dudar, está pensando, por lo tanto; "yo soy, yo existo, desde lo que llega a la primera afirmación "cogito ergo sum", pienso, luego existo; ¿qué soy entonces? soy una cosa que piensa, que duda y que, por lo tanto puede sostener que la realidad sea o no sea verdadera tiene existencia, existe en su mente, porque aquellas imágenes que están en su conciencia, quizás no representen una realidad externa, pero existen con todo el poder de imaginar. Es así como Descartes analiza cada una de las proporciones que le faculta su alma para poder conocer aquello que se le presenta, es el análisis entonces, la persistencia que le permite al método el grado de veracidad, pues por esta razón nos dice que el análisis es la primera parte del método, el guía de la razón, porque la razón no debe escapar a las normas de lo corpóreo, a lo que nos pone en constante duda, ya que así como cabe la duda de su existencia, así también no podemos comprobar de que no existen más que sólo en nuestra conciencia, y la razón es en termino medio, el mediador de todas las ideas que se nos imprime en nuestra mente.

Conclusión

A través de mi trabajo que apunta a explicar la postura metafísica de la explicación de la problemática de todo lo que alude al mundo de lo físico, ya sea, todo lo que se nos aparece y que puede ser conocido por nuestra conciencia, toda substancia extensa expuesta al cambio y al tiempo, con configuración en sus formas y propiedades, o sobre aquellas ideas innatas, he podido comprender la gran necesidad de Descartes de mantenerse siempre al margen de la fe para explicar la realidad y para obtener aquellas verdades que para él son absolutas, como por ejemplo el de su existencia debido a que duda y la duda le compete al pensamiento, por lo tanto si dudo pienso, y si pienso, luego existo, ya que si no fuese Dios la vía utilizada para fundamentar aquel argumento filosófico, en la que la existencia de una conciencia que participa de un cuerpo de órganos habilitados para conocer la realidad creada por éste ser superior, no se podría construir o edificar la totalidad de su pensamiento expuesto en su obra meditaciones metafísicas. Debido a que su constante confusión sobre si lo que percibe es real, o es parte del ensueño, o si es que su propia existencia es causa de un ser maligno que lo hace confundir a nuestra conciencia y errar al momento de conocer, en lo que cabe necesariamente la existencia de un ser superior a nosotros, el cual es nuestro creador o causa primera de las cosas, debido a que si fuese nuestra conciencia la creadora de nuestra existencia no podría haber voluntad de engaño, y por otro lado al disponer de Dios en su postura, logra aseverar que su intento de explicar la realidad lo hace desde la existencia divina, un ser bondadoso en el que cabe la perfección y del cual no hay voluntad de engañarnos ni de hacernos dudar, y como expuse en mi monografía en el que tampoco cabe la pretensión del error, pues es un ser perfecto. Para Descartes Dios es el principal fundamento en su perspectiva filosófica de explicar el mundo, porque para él nuestra existencia es verdadera, pero dudamos de todo, y si dudamos no somos capaces de alcanzar el verdadero conocimiento por nuestros medios, sino más bien por la voluntad divina impuesta en cada cosa de la realidad. En conclusión, nuestro autor construye su pensamiento desde una postura netamente de fe, en la cual el Dios bondadoso y el Genio maligno, son utilizados como medios para la construcción y argumentación de su existencia.

Bibliografía

Libros

René Descartes, Meditaciones Metafísicas: Editorial Alianza.

René Descartes, Discurso del método: Edición virtual.

Revistas Virtuales.

http://europa.sim.ucm.es/compludoc/

El genio maligno en Descartes y la reiteración moderna de la metafísica,

Arbaizar Gil, B.

http://www.ldiogenes.buap.mx/revistas/10/161.pdf

La sombra del Descartes, el genio maligno y racionalidad moderna, Jorge Velásquez Delgado.

 

 

Autor:

Iván Castro Rodríguez

[1] René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Madrid: Editorial Alianza.

[2] René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Madrid: Editorial Alianza.

[3] René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Madrid: Editorial Alianza.

[4] René Descartes, Meditaciones Metafísicas. Madrid: Editorial Alianza.