Hoy en día, tanto los profesionales de la educación, como la comunidad en general, tienen la certeza de que el actual sistema de enseñanza requiere un cambio radical, o al menos tan profundo como para que la formación se pueda cimentar desde otra perspectiva; ahora bien, cuál es el cambio y por dónde comenzar, es el desafío.
Dado que la alfabetización es sin dudas la base de cualquier sistema educativo, ya que aprender a leer y escribir es la puerta ineludible que nos permite acceder al mundo del conocimiento, en esta nota nos ocuparemos de dar un vistazo, a incidencia aparentemente inocente que puede tener la ortografía en el aprendizaje de un niño.
Como es sabido, la ortografía; es la parte de la gramática que enseña a escribir correctamente las palabras, hasta aquí, esta definición, es coincidente con la que nos ofrece el diccionario, entonces ahora, habría que redefinir el enunciado "escribir correctamente las palabras", para lo cual podemos dar por sentado que ello sería: que la lengua escrita coincida con la hablada, al menos los gramáticos han buscado siempre este objetivo, si a esto no hay oposición, nos queda entonces preguntarnos ¿que ocurrió? y no demorar la revisión, porque ésta es la consigna.
¿Por qué?
Tanto la Psicología como la Pedagogía avalan la teoría que sostiene que: "Toda obligación y/o esfuerzo, que no tenga una razón directamente proporcional que la justifique, genera una resistencia exponencial (crecimiento: Cuyo ritmo aumenta cada vez más rápidamente), potenciada (Comunicar potencia o incrementar la que ya tiene) y reprimida (Refrenada, comprimida y latente) que se aloja en el inconciente" *
¿Que parte de esto se lleva la ortografía?
Para el caso que nos ocupa, no es menor la importancia que contiene dicha teoría, dado que desde muy temprana edad, tratamos de entender como funciona el mundo y como nos acomodamos para poder funcionar en él. En nuestro afán y necesidad de alcanzar ese entendimiento, por el "Instinto de Supervivencia Social"**, realizamos aquella obligación o esfuerzo, con la creencia, que con posterioridad encontraremos la respuesta tranquilizadora razón directamente proporcional que en su momento no hallamos y así tendremos la sensación de restablecer el equilibrio, descomprimiendo en consecuencia la resistencia oportunamente generada.
* (Teoría Vergeriana)
* (Ver nota "Loa a los instintos")
Para la mayoría de los niños en edad escolar, todas las asignaturas son obligaciones o esfuerzos que no alcanzan a comprender, dado que no tienen aún la plena capacidad de discernir, sin embargo saben que en algún momento las respuestas tranquilizadoras aparecerán.
¿pero . que ocurre cuando esa respuesta no aparece? ¿Que sucede con aquella parte de la ortografía que nunca da respuesta?
La Pedagogía nos tiende una mano para aclarar este punto, acompañando la idea de que todo niño se siente presionado a cumplir con sus obligaciones de aprendizaje, con la expectativa que en algún momento le retribuirá un beneficio, momento en que se restablece la sensación de equilibrio.
Precisamente lo que no ocurre, cuando no hay justificación a complejas reglas ortográficas, que carecen de sentido practico, creando en el niño un sentimiento de frustración que trasciende su rol de alumno e incluso el ámbito escolar, dejándole un velo de insatisfacción, que posiblemente le haga sentir y hasta creer, que por alguna causa, él es responsable de no estar a la altura que debería, éste sentimiento propicia dejar secuelas en su personalidad.
Dicho en términos prácticos, cuando el niño es sometido a una evaluación de cualquier materia, no será calificado solo en dicha asignatura, sino que indefectiblemente traerá consigo la corrección de las faltas ortográficas, obsérvese qué, cuando el examen o la exposición es oral, la calificación obviamente no será afectada por la ortografía, evitando así su intromisión en desmedro de su evaluación, como así también, los efectos colaterales antes mencionados.
Vale decir que la importancia de ajustar el sistema, no solo radica en despejar el campo de aprendizaje, sino además en evitar que sombree sutilmente toda su enseñanza ni afecte la formación de la personalidad.
La psicología podrá ir más lejos aun y establecer, o al menos proyectar el grado de incidencia que puede tener esta cuestión a nivel social. También he llegado a pensar que el sistema de ortografía puede llegar a ser realmente nocivo por la perversidad que contiene el hecho que la sociedad toda comprende sus desventajas y a pesar de ello sigue su mandato sin siquiera cuestionarlo, lo siniestro reside en que quizá este sutil adiestramiento nos lleve como sociedad aceptar y someternos a cuestiones desfavorables solo por estar instituidas, asimismo me pregunto ¿será que el temor tenga alguna influencia en que las cosas sigan igual? Ya que revelarse también implica hacerse cargo y para ello debemos madurar, ¿Quiere verdaderamente la sociedad reformular las cosas o tal vez el estatus quo, nos da una seudo tranquilidad? Si ello es así, entonces mejor que nada cambie y de esta manera podremos seguir solapadamente poniendo las responsabilidades afuera.
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