Descargar

Sobrevida en leucemias en pacientes mayores de 60 años. Cienfuegos 1989-1993 (página 2)


Partes: 1, 2

Resultados y discusión

Se realizó el estudio en una serie de 50 pacientes con diagnóstico de leucemias agudas y crónicas, resultando el sexo masculino el más afectado con 31 enfermos, sin demostrarse la influencia de este sobre la evolución. El grupo etáreo donde se encontró la mayor frecuencia fue el que incluyó a pacientes entre 60 y 69 años; al analizar la distribución por variantes morfológicas se encontró que 23 enfermos padecían leucosis linfoide crónica, 13 leucosis aguda no linfoblásticas, 10 leucosis mieloide crónica y sólo 4 leucosis linfoblásticas agudas.

Esta discusión permitió conocer cómo predominó la leucemia linfoide crónica en la presente serie, la cual aparece representando en el mundo occidental un tercio del total de todos los casos con hemopatías malignas con una evolución más estable y una mayor sobrevida8,9 seguida de las agudas no linfoblásticas, las que a pesar de tener mayor predilección por individuos jóvenes es frecuente en pacientes mayores de 60 años.

Son múltiples los factores que se relacionan con la evolución de la leucemia en el anciano y así es el caso del validismo, que se midió a través del índice de Karnofsky que permitió conocer cómo en el peor validismo (escala 0-40) el mayor número de casos que aparecen incluidos corresponden a pacientes con leucemia aguda no linfoblástica y en la escala de mejor validismo (80-100) predominaron los enfermos con variantes crónicas, lo que demuestra la gravedad y agresividad de las formas agudas. Al relacionar validismo con sobrevida coincide lo antes planteado: con mayor frecuencia de complicaciones mala evolución en aquellos con peor validismo.

La leucemia del anciano es una entidad por lo general grave y de curso fatal donde la edad mayor resulta factor de mal pronóstico, bien por la posibilidad de mielodisplasia precedente, mayor probabilidad de enfermedades concomitantes, disminución de la posibilidad de recuperación de hematopoyesis normal y menor tolerancia a las complicaciones citotóxicas11,12, aspectos estos que coinciden con los resultados por nosotros obtenidos al relacionar supervivencia con diferentes grupos etáreos y variantes morfológicas.

Al diagnóstico el grupo de 60 a 69 años tenía una posibilidad de sobrevivir de 54.1% descendiendo a 21.4% al cuarto año; sin embargo, en el grupo de 80 a 89 años en el primer intervalo (6 meses) este era de 20% resultando nula al año del diagnóstico, y en el caso del comportamiento de acuerdo con las variantes morfológicas, los resultados fueron bien diferentes para las variantes agudas y crónicas; para las agudas linfoblásticas al transcurrir los 3 primeros meses la probabilidad de sobrevivir era de 50% y para las no linfoblásticas era de 30.8%; sin embargo, a los 9 meses (tercer intervalo) ya no existía probabilidad de sobrevida para ambas variantes (Cuadro 1). Las crónicas en la variedad mieloide crónica a los 4 años de diagnóstico era 10% y la linfoide crónica 29.7% demostrándose una ligera mejor sobrevida para la linfoide crónica donde muchos pacientes mantienen buena salud durante 10 años o más aunque otros mueren más tempranamente; así es el caso de alguno de los enfermos con menor sobrevida asociada con transformación prolinfocítica y síndrome de Rictcher (Cuadro 2).

Al tener en cuenta parámetros clínicos y humorales tanto al diagnóstico como evolutivamente y al analizar los mismos se pudo comprobar la sepsis precoz, los severos sangramientos asociados con trombocitopenia severa, coagulopatía de consumo y a la presencia de anticoagulantes circulantes, la hiperleucocitosis como índice de gran masa tumoral y menos índice de remisión la leucopenia como factor de riesgo para sepsis y la anemia todos ellos conduciendo a un manejo difícil de la quimioterapia con imposibilidad de sobrevivir al año del diagnóstico.

La elección de la terapéutica es un aspecto controvertido durante años por lo difícil de seleccionar la menos dañina, la más tolerable, llevando a muchos a cuestionar la eficacia de la misma. Sin embargo, en los últimos años se han introducido nuevos esquemas terapéuticos que incluyen antraciclinas con poco efecto cardiotóxico asociadas con esteroides, alcaloides de la vinca, otros como la microdosis de citosar, el interferón unidos a la terapéutica de sostén han permitido obtener mejores resultados11-13.

En la leucemia aguda linfoblástica se usa fundamentalmente los esquemas que combinaban ciclofosfamida, vincristina y prednisona con resultados poco alentadores; no así en las agudas no linfoblásticas donde la microdosis de citosar permitió obtener remisión parcial en 5 de los 9 enfermos tratados; el interferón en la mieloide crónica se asoció con estabilización clínica y humoral y retardo en la aparición de la crisis blástica; la combinación clorambucilo-prednisona en la leucosis linfoide crónica para mejoramiento de la calidad de vida y prolongadas remisiones, lo que permite inferir lo justo de tratar la leucemia del anciano, pero previamente realizando una adecuada valoración de sus funciones vitales, lo que a su vez permite disminuir la elevada frecuencia de complicaciones que muchas veces dominan el cuadro clínico y entorpecen el manejo. Resultaron los más comúnmente encontrados en la presente investigación la sepsis fundamentalmente respiratoria, las complicaciones hemorrágicas y la infiltración a órganos y sistemas.

Cuando se analiza la sobrevida por leucemia en el grupo de 50 años y más muchos autores coinciden en afirmar que a los 5 años ésta es inferior a 30% y así lo relacionan con factores inherentes a la senescencia inmunológica, a la diversidad de respuesta a la terapéutica y a las complicaciones. Cuando se evalúa lo encontrado en la presente serie, la probabilidad de supervivencia es 11.2% a los 4.5 años lo que confirma lo planteado acerca de la evolución tórpida y curso grave y muchas veces fatal de las neoplasias hematológicas en ancianos (Cuadro 3).

Referencias

1. Brucklehurst JC. Tratado de clínica geriátrica y gerontología. Madrid; Espaxs, 1975. Pp. 3-4.

2. Carrazco MR. La problemática del anciano. Act Gerontogeriat 1982; 1: 79-97.

3. Cabrera M. Algunas afecciones hematológicas en el anciano. En Temas de gerontogeriatría. Espinosa A, Romero AJ (eds.). Cienfuegos; Editorial Finlay, 1990. Pp. 175-84.

4. Keating MJ. Leucemias crónicas. En Cecil Tratado de medicina interna. Wyngaarden JB, Smith HJr, Bennett JC (eds.). 19ª ed. México; Interamericana McGraw-Hill, 1994. Pp. 1086-97.

5. Kartajian M, Keating MJ, Talpaz M. Choronic myelogenous leukemia in blast crisis: analysis of 242 patients. Am J Med 1987; 83: 445-54.

6. Gale RP, Foun KA. Leucemia linfoide crónica: avances recientes en biología y tratamiento. Rev Cubana Med 1988; 27: 104-53.

7. Chen PH, Kud CY. Primary mielodysplastic syndrome an analysis of 56 patients. Chang Keng Hsuch 1992; 15: 121-27.

8. Fohuda T, Marino S, Tamara K. Clinical analysis of 10 patients with choronic limphocytic leukemia. Rinsho Ketsucki 1992; 33: 1017-24.

9. Bock R, Jonge M, Korthout M, et al. Hypoplastic acute leukemia: description of 8 cases and search for hematopoietic inhibiting activity. Am Haematol 1992; 65: 247-52.

10. Florentino E. The efficacy of immunoglobulins at high dose in a case of thombocytopenia with an immune pathogenesis in choronic limphocytic leukemia. Clin Term 1992; 140: 17-23.

11. Hellstrons E. Therapeutic effects of low dose cytosine aranbinoside, alphaInterferon, 1 alphahydroxyvitamin D3 and retinoic acid in acute leukemia and mielodysplastic syndromes. Eur J Haematol 1988; 40: 449-59.

12. Finnish Leukemia Group. Long term survival in acute lymphoblastic leukemia in adults: prospective study of 51 patients. J Haematol 1992; 22: 75-82.

13. Hoelzer D. Therapy and prognostic factor in adults acute lymphoblastic leukemia baillires. Clin Haematol 1994; 7: 229-315.

14. Muñio J. Uso de antimicrobianos en las infecciones en el paciente con neutropenia severa: revisión bibliográfica. Acta Med 1990; 4: 371-90.

15. Corral L. Estudio molecular de la leucemia mieloide crónica. Rev Cubana Hamatol Immunol Hemoter 1990; 6: 356-63. Publicación original: Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle, Universidad del Valle, Cali, Colombia colombiamedica[arroba]gmail.com

Maritza Cabrera, M.D.1, Alfredo Espinosa, M.D.2, -, Luciano Nuñez, M.D.3

1. Profesora Asistente, Hospital Universitario "Dr. Gustavo Aldereguía Lima", Cienfuegos, Cuba.

2. Profesor Titular, Medicina Interna, Hospital Universitario "Dr. Gustavo Aldereguía Lima", Cienfuegos, Cuba.

3. Especialista en medicina interna, Hospital Universitario "Dr. Gustavo Aldereguía Lima", Cienfuegos, Cuba.

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente