Un acercamiento a la autonomía del aprendizaje y su posible instrumentación en clases
Enviado por Roberto Rosique ROSIQUE
Entre los retos que hombre actual asume para lograr una vida plena (superar la pobreza, igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades, sustentabilidad, entre otros desafíos también relevantes) se encuentra la necesidad de lograr una educación de calidad, la cual, de conseguirse, hace suponer un nivel superior en el desarrollo humano que permitirá una vida equitativa y digna para todos. Las ciencias didácticas y pedagógicas convergen en que una de las rutas para lograr esa educación significativa es la autonomía del aprendizaje. En este breve ensayo intentaré aproximarme a esa modalidad educativa y justificar la importancia de instrumentarla en el aula.
La autonomía (Del lat. autonomia, y este del gr. a?t???µ?a) que definida según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2009): "Es la condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie", en otras palabras, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro. Es un concepto que se entendió en el mundo antiguo como una característica de la conducta dependiente del intelecto y no tanto de la voluntad; que va adecuándose a reflexiones filosóficas o imposiciones religiosas (al sentido implícito de libertad que lleva el término, la fundamentación religiosa lo condiciona al responsabilizar los actos del hombre ante dios). Se trata de un término empleado bajo distintas acepciones, desde el sentido de la libertad, emancipación, franquicia, independencia, soberanía, albedrío, etcétera, de acuerdo a las implicaciones filosóficas, políticas, religiosas, económicas o sociales que quieran atribuírsele, no obstante que desde la Ilustración, Kant clarificó que la libertad, se encontraba en la autonomía. Desde el contexto de la psicología, a partir del estudio del desarrollo cognitivo en el niño por Piaget, cuando asume que en el razonamiento autónomo las reglas son producto de un acuerdo y, por tanto, son modificables; que además, nos dice, se pueden someter a interpretación y caben excepciones y objeciones, veremos como prácticamente después, de estas reflexiones, el concepto de autonomía, comienza a ser relacionado intrínsecamente, con mayor frecuencia, en la enseñanza y es en estas últimas décadas cuando se convierte en un elemento central entre los teóricos, sobre todo en aquellos dedicados a la enseñanza del adulto. No obstante, nos dice Vera Batista (1995), no es un vocablo nuevo en la educación, varios de sus aspectos más relevantes pueden ser encontrados en investigadores de la educación como Comenio, Rousseau, Dewey o Pestalozzi. Lo cierto es que, la relevancia que el concepto de autonomía ha adquirido dentro de los núcleos de reflexión didáctica en los últimos tiempos, obliga a voltear, a estar más atentos y poner en consideración su potencial como reforzador del papel del alumno en el proceso del aprendizaje y por tanto, exige que la ayuda al desarrollo de esa autonomía, deba convertirse en un objetivo central de nuestra labor docente.
En las últimas décadas del siglo pasado el concepto de Autonomía del Aprendizaje (AA) comienza a ser el eje central a definir, diversos autores aportan reflexiones para clarificarlo. Para Henri Holec (1973):
Autonomía es cuando el aprendiente quiere y es capaz de hacerse cargo de su propio aprendizaje, i.e. independientemente: eligiendo sus objetivos, eligiendo materiales, métodos y tareas, ejercitando la elección y determinación en la organización y realización de las tareas adoptadas, eligiendo y aplicando los criterios de evaluación.
En una definición posterior Henri Holec (1980), destaca el carácter de habilidad no innata, sino adquirida de la autonomía. Para Little (1991), la autonomia se entiende como la capacidad de distanciamiento, de reflexion critica, toma de desiciones y acción independiente, lo que presupone que el alumno desarrollará un tipo particular de relación psicológica hacia el proceso y contenido de su aprendizaje. En relación a este concepto de autonomía, vemos como se vincula la idea de lograr que el estudiante "aprenda a aprender", algo fundamental en un proceso de aprendizaje efectivo y esto implica, un aumento creciente de la persona sobre el conocimiento de sus propios procesos mentales (sobre como aprende) y al control del dominio cognitivo (sobre su forma de aprender). Hablamos entonces de un proceso de metacognición, que deberá encaminar al alumno a una superación personal y resultados de aprendizaje satisfactorios. Phil Benson (2001), considera que si bien la definición de autonomía de Holec (1980), abarca las aéreas principales de los procesos de aprendizaje y aunque el autor está consciente de los factores cognitivos dentro del desarrollo de la autonomía, en su definición no están explícitos. Little (1990), argumenta que la autonomía es una capacidad para separar la reflexión critica, el tomar decisiones y la acción independiente. En esta definición la capacidad de ser responsable sobre nuestro propio aprendizaje, descrita más en términos de control de los procesos cognitivos, participan más en una efectiva autogestión del aprendizaje. Phil Benson (2001), nos dice que la definición de Little es complementaria a la de Holec pero aclara que la primera agrega una vital dimensión psicológica, a menudo ausente en las definiciones de autonomía. El sentido de libertad implícito en el concepto será normalmente un principio contenido, veamos, Chené (1983) define la autonomía como la capacidad de ser libre con relación a reglas y normas preestablecidas, de fijar los objetivos para las propias acciones y de juzgar su valor. David Boud (1988), es más general en su definición, pero no por ello irrelevante y nos dice que: "el concepto de autonomía puede concebirse como una finalidad educativa, la práctica educativa que conduce a esta finalidad, y como parte integral de cualquier tipo de aprendizaje".
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